Partida Rol por web

Domingo, 18 de Enero de 1925. 12:20

Cuando el taxi se detuvo junto a la acera y sus pasajeros descendieron, el Cadillac de Nick hacía un rato que había llegado. A su alrededor, terrenos y terrenos de casas señoriales llenaban el paisaje, todas con sus enormes jardines inmaculados y sus muros cubiertos de enredaderas. La casa de los Carlyle era, a juzgar por lo que veían, una de las más grandes y mejor cuidadas de la zona. Y la seguridad no era ninguna broma.

Los dos vehículos se habían detenido a unos cincuenta metros de la entrada, en una de las esquinas del muro que rodeaba el jardín. Era imposible ver nada al otro lado de la tapia pero la casa se alzaba majestuosa por encima de las copas de los árboles. Todas las ventanas estaban protegidas por rejas blancas y pesados cortinajes impedían ver que sucedía en el interior. Sin duda la mayoría de la vivienda se encontraba vacía puesto que Erica Carlyle vivía sola.

Desde donde estaban podían ver claramente la entrada y a dos vigilantes vestidos de paisano, con gafas oscuras y un aire de profesional inconfundible.

Archivald busco con la mirada a Henric. Un simple vistazo a su cara le valdría para saber si había obtenido respuesta y de que tipo habría sido esta.
Lo cierto es que si no recibían respuesta iba a estar complicado presentarse ahí todos e intentar explicarle nuestra teoría a esa mujer...

Mina emergió del taxi guardando en su bolso lo que parecía un monedero. Vestía una ropa distinta a la que le habían visto, aunque no lo suficiente para dar el aire de informalidad que, por el rostro de Mina, le hubiera gustado llevar. Lo que no había cambiado era la sonrisa de sus labios, que había mantenido durante todo el viaje, aún cuando habían subido y bajado alternativamente buscando todas las cosas que necesitaban. Con ese mismo gesto, una vez que estuvo totalmente fuera del taxi y se aseguró de que éste esperaría, o que alguien más preparado que ella sabría qué hacer con el taxi, se dirigió a los que no venían con ella.

- ¿Qué tal todo? ¿Alguna novedad? - miraba a Archivald.

Miró a la casa, y se quedó observando por un momento a los sujetos que sin ninguna duda eran agentes de seguridad. El tamaño de la casa y la soledad que le despedía aquel ambiente le hizo recordar a ella misma, caminando por los pasillos de un hogar inmenso que había quedado vacío hacía tanto tiempo. Los que le habían acompañado habían podido ver un cuadro parecido, al verla descender frente a esa casa al límite de la ciudad, para recoger lo poco que creía necesitar. Demasiados metros para tan poco uso... Y demasiados recuerdos, demasiadas presencias, para tan poco espacio.

Permanecía en aquel mundo, abstraída, cuando algo le hizo bajar de nuevo a la realidad. No supo inmediatamente qué, ni por qué; pero sus ojos se desviaron, aquel trance se rompió, y todo volvió a su lugar. Las caras contraídas de sus acompañantes en la espera de una respuesta de Henric, y la persona allí dentro, al otro lado de las rejas, que de alguna forma podía tener parte en sacarlos de aquella locura.

Por ello, sin decir nada más, esperó que Henric hablara.

Louis descendió del taxi casi al mismo tiempo que Mina, pero en vez de dirigirse hacia el otro vehículo, encaminó sus pasos hacia la parte trasera del taxi, abriendo de forma inmediata el maletero del coche para extraer todos los objetos personales que habían ido recuperando durante la última hora.
Puede que siguieran utilizando el taxi, pero prefería cambiar todo al coche de Nick aprovechando el momento de relativa tranquilidad, pues no se sabía en qué momento podían volver a comenzar las carreras.
Esperaba que nadie se molestara porque él hubiese tomado aquella iniciativa, pero si así era no tendrían más remedio que aguantarse, pues era lo más óptimo.

Se acercó, ya cargado con todas las maletas, al coche del detective y procedió a introducirlas en su maletero, colocándolas de la forma que ocuparan el menor espacio posible.
Un sonido metálico indicó que había acabado de realizar su tarea, momento en que reapareció junto a los demás y añadió una pregunta a la que había realizado la joven.

¿Habéis tenido algún problema? - esperaba que la respuesta fuese negativa, pues de hecho se les veía bastante tranquilos, pero era mejor asegurarse.

Brenda había bajado del coche de Nick y simplemente había dado unos pasos para estirar las piernas. No creía que Erica les abriera ahora, pero había que probar.

Dejó pues que los hombres se acercaran a la casa, y ella se recostó en el coche, a la espectativa.

Nathan se detuvo igualmente sobre el coche, dejando caer prácticamente todo su peso sobre la carrocería. Aquel estaba resultando un día especialmente turbulento y su pierna se resentía ante tanta actividad. Observó durante unos segundos a su amiga, sin terminar de decidirse a hablar. Finalmente lo hizo.

-Quien nos iba a decir hace tan sólo únos días, mientras compartíamos un té frente a la chimenea de mi casa, que poco tiempo después nos íbamos a encontrar en esta situación. ¡Qué extraño es el destino! - parecía hablar más para sí mismo que cualquier otra cosa, sin embargo eran palabras de afecto las suyas.

La situación se había complicado de nuevo. Unos y otros se miraban sin saber muy bien que hacer. La persona que vivía en esa casa tan ostentosa tal vez no quisiera recibirlos, y aunque eso ocurriera todos tenían sus dudas sobre lo que iban a contar a continuación.

Ejemm... ¿Llamamos a la puerta así sin mas? - pregunta archivald un poco nervioso. Tal vez deberíamos tener un poco aclarado lo que vamos a decir después, ¿No?

Archivald ante el silencio de sus compañeros decidió esconderse en su tabaco de liar por lo que inició el largo proceso manual de prensado y enroscado del cigarro con su tabaco de liar.

Los dos vigilantes empezaban a mostrar signos de curiosidad en dirección a la esquina donde se encontraban los dos coches. El ronroneo del taxi debía oirse a una buena distancia dado el silencio reinante en el barrio.

Delante de la Mansión Archivald hablaba con el resto, decidiendo qué hacer. Pero ella se había quedado aún apoyada en el coche de Nick, a la espera. No sabía qué era lo que esperaban conseguir aquí. Y se sentía impotente. La americana, tan segura de sí misma, tan lanzada habitualmente, estaba abrumada, se sentía vulnerable.

Mientras a su lado Nathan la contemplaba en silencio, Brenda se estremeció. Cuando el inglés habló, a ella le pareció que era como si hubiera estado leyendo su pensamiento, y lo expusiera en palabras para que quedara entre los dos, como un testimonio de su compenetración.

Le sonrió, y afirmó con la cabeza, con rotundidad. Se arrebujó en su abrigo, buscando un calor que la prenda, a pesar de su condición, no podía darle. Lo buscó entonces en la mirada de afecto de su amigo, y su sonrisa se acentuó.

-No nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos, eh? Equilibrio, tranquilidad, seguridad... son aspectos en nuestra vida que damos por supuestos. Estamos tan habituados a nuestras cómodas existencias, a que lo más peligroso a lo que nos enfrentemos sea cruzar la calle, que cuando el verdadero peligro asoma, rompe no sólo nuestra estabilidad del momento... sino que se tambalea toda nuestro esquema vital. Bajó la voz, y se acercó a Nathan, apoyando su cabeza en su hombro, con un gesto casi infantil. -Tengo miedo, ¿sabes? Vale, soy valiente, y lo sabes. Pero ahora... ver a Jackson asesinado de aquel modo... leer esos apuntes desquiciados... la persecución y el tiroteo...

Se estremeció de nuevo.

-¡Daría algo, mucho, para despertarme ahora mismo en tu casa, sentada en tu sillón, frente a la chimenea! Y comprobar con alivio que me he quedado adormecida tras el té... y que todo esto es una pesadilla producida por la lectura de ese libro... Daría algo para que me despertaras en unos segundos... sacudiéndome y mofándote de mi, con tu fino sarcasmo... como siempre... dios mío, Nathan...

Archivald buscaba con la mirada a Henric a la espera de buenas noticias.

Archivald termino de liarse el cigarillo así que encendió una cerilla con la que empezó a fumarse el cigarro antes de tomar la palabra.

No estoy seguro de que sea buena idea el que vayamos todos a reunirnos con la señora carlyle pero también es cierto que si nos presentamos todos en su casa puede ser un motivo lo suficientemente importante como para que ella nos reciba.

Lo que me preocupa es lo que le vamos a decir. Hay que tener tacto y sobretodo no parecer una panda de lunáticos que me temo que es lo que debemos parecer en este momento - dijo archivald a sus compañeros intentando poner un poco de orden dentro del caos que se había organizado.

Cielos santos, si es que no se me ocurre una manera clara y concisa de explicarle a esta mujer que es lo que estamos haciendo...

Mina mantuvo un momento el silencio, en espera de una respuesta de Henric que nunca llegó. Sin embargo, en vez de impacientarse, le dedicó una mirada cálida. Podía entender su silencio. Más aún, aunque no pudiese entenderlo, sabía que podía aceptarlo. Los demás estaban expectantes de las noticias, pero Henric no hablaba, y alguien debía quitarle aquella responsabilidad. Alguien, quien sea, debía moverse para evitar que esa falta de movimiento se endureciera hasta ser de hierro, y se transformara en un peso que ni entre los ocho pudieran cargar.

Estaba a punto de decir algo, cuando Nathan y Brenda se trenzaron en aquella conversación. Mina observó a su amiga hablar con la sinceridad característica de quien tiene sus miedos fuera de su propia imagen, o de su íntima vanidad, y no pudo más que sonreír. ¿Qué le había pasado a ella misma, frente a la situación? ¿Cuán preocupada había estado por otros, por otras cosas, para sentir aquel tipo de miedo? Desde el mismo momento en el cual la puerta del hotel se había abierto, y había sido de los que habían descubierto el cuerpo de Elías, todo había sido muy rápido. El pánico había sido instantáneo, volátil. Su instinto frente al peligro había acribillado su miedo, o al menos lo había sobrepasado y anestesiado hasta el momento donde sintiera un poco de seguridad. Nunca había apreciado lo que había significado criarse con su padre, jamás... Hasta ese momento.

Había que seguir: ninguna pregunta podía contra ese simple convencimiento. El presente lo necesitaba. Ellos lo necesitaban.

- Sí, en verdad esto es una pesadilla, Brenda - la miró, y no dudó en acercarse, a pesar que ella había buscado refugio en otro. Mina no reconocía ese tipo de barreras - Y también todo esto me da miedo... - llegó hasta ella, y esperó un segundo a que se irguiera, como sabía que lo haría ante su cercanía. En el momento que lo hizo, Mina la rodeó en un abrazo fuerte y lleno de calor - Pero saldremos de ella. No has dejado de ser ni un poco de valiente por esto.

La soltó tras unos momentos largos, los suficientes. La miró a los ojos, profundamente, y le sonrió. Entonces miró a Henric, y finalmente se decidió.

- Henric no ha recibido ninguna contestación, Archivald. Creo que eso es un problema... Quizás no quiere saber del tema, o quizás es que no le ha dado tiempo a responder. Ninguna de las dos cosas es muy buena - se echó el pelo rojizo hacia atrás - Más que qué le vamos a decir... creo que deberíamos saber bien qué le queremos preguntar. No sé si sería bueno hablarle de Elías y el hotel.

Henric se había quedado completamente ausente nada mas salir del coche de su buen amigo Nick.

La enorme mansión le produjo recuerdos del pasado que no pudo evitar recordar. Los tiempos en los que el era alguien en la ciudad y en los que sus obras se vendían por mucho dinero. Tiempos de fiesta, de juergas, de borracheras, de codearse con la élite...

Pero todo eso ya había pasado, aunque le era muy complicado evitar no recordar aquellos recuerdos, como le había ocurrido la primera vez que visitó la mansión.

Las palabras de sus compañeros le sacaron de aquel estupido trance en el que se había vuelto a sumir, era obvio que la resaca ya había pasado y que de nuevo volvía a ser el mismo Henric de siempre: el tímido artista metido en su propio mundo al que era difícil acceder.

-Ouch, vaya, lo siento, me había vuelto a quedar pensando en mis cosas. se sonrojó ligeramente, pero en breves segundos la palidez natural de su piel volvió a ganar la batalla por el color de las mejillas. No, es cierto, no recibí respuesta, lo que no nos soluciona el problema que tenía yo mismo al principio. Dijo esa última frase mirando de reojo a los dos vigilantes de la puerta y frunciendo el ceño al mismo tiempo. Dudo mucho que sin una invitación expresa podamos pasar, aquellos dos hombres de allí se pusieron muy desagradables conmigo la otra vez y no creo que nuestro número les vaya a intimidar ahora. Tenemos que pensar algo... o esperar un poco mas, cosa que no me agrada en absoluto. Luego está el tema de como encarar la entrevista con Erica...

Y nada mas terminar de hablar, volvió a ensimismarse en sus pensamientos, intentando encontrar una solución.

Louis escuchó a unos y a otros mientras intentaban decidir qué hacer en aquel momento, sobretodo después de saber que Henric no había recibido respuesta a su misiva....aún.
Lo que el guía tenía claro es que no podían seguir perdiendo tiempo y regresando una y otra vez hasta aquella casa hasta que la mujer quisiera recibirles. Había que intentarlo...no, no había que intentarlo, ¡había que conseguirlo!

Cuando quiso darse cuenta, sus pasos le acercaban a la verja donde se encontraban los miembros de seguridad.
Caminaba con las manos en los bolsillo y de forma tranquila, para no alertar en demasía a aquellos hombres que debían estar preparados para actuar a la menor señal de peligro.
Pero él no pensaba realizar ningún movimiento amenazante. A veces eran mucho más peligrosas las palabras.

¿Podrían decirle a la señorita Carlyle que le traemos un mensaje de su hermano? - dijo sin pensárselo dos veces.
Si lo hubiera meditado con más tranquilidad, puede que no hubiese buscado aquella excusa, pero en aquel momento le parecía lo suficientemente impactante como para que, al menos uno de ellos, fuera a dar el aviso de su presencia allí.

Se encontró, casi sin saber cómo, casi sin darse cuenta, entre los brazos de su fiel amiga. Su habitual calidez se extendió a ella, y la arropó como un edredón de plumas en una noche invernal. Brenda lo agradeció, y le devolvió el abrazo mientras una sonrisa surgía de sus labios, casi antes que las palabras. El gesto espontáneo había cambiado súbitamente su estado de ánimo, y el miedo, aunque no había desaparecido, había quedado atrás.

-¡Eres genial, mi querida Mina! Consigues contagiar tu entereza, tu serenidad. Y, desde luego, consigues transmitir tu cariño a cuantos te rodean.

Se separó de ella con un asentimiento, y puso su atención entonces en Sheridan, al que vió por el rabillo del ojo acercarse decididamente a la reja de la mansión, como si alguna idea de cómo abordar a los dos hombres se hubiera afianzado en su cabeza.

Efectivamente. Tuvo que morderse el labio para disimular una sonrisa al escuchar la afirmación de Louis, acerca de un mensaje del hermano de Erica Carlyle. Admiró su desparpajo, y se quedó pendiente de la respuesta de los guardas...

Archivald tiro el pitillo que estaba fumando al suelo y lo piso con sus botas camperas. A continuación avanzó rápidamente detrás de Sheridan para situarse cerca suya pero sin intervenir en la conversación.

De pie con los brazos cruzados en el pecho y con su expresión seria en el rosto podría parecer que venía en busca de problemas así que decidió situar sus manos en la espalda adoptando una posición marcial pero más distendida.
A continuación puso una falsa sonrisa en su rostro, como si se acabará de acordar de un chiste gracioso.

Mina aún estaba de espaldas a la verja cuando se separó de Brenda. Agradeció que estaba así cuando, tras un repentino silencio, Louis largó la mentira del día. De esa forma, los guardias no verían la sonrisa de Mina extendiéndose, no verían el cambio de su rostro... No verían el gesto de quien vuelve a ver a un niño haciendo una travesura arriesgada. Miró a los ojos de Brenda, que se mordía los labios, y su sonrisa se amplió más. Aquel hombre tenía una fuerza arrolladora, sin duda. Una fuerza que ya le había visto en acción, y que ya había rendido sus frutos. Aquella que les había llevado a saber la ubicación de los archivos, a moverse, a seguir...

Se dio vuelta sólo cuando estuvo segura de que su rostro no traicionaría a Louis. Los guardias sólo verían en ella una mujer joven, pendiente de la suerte de uno o dos hombres que podrían ser tranquilamente sus hermanos, sus amigos, o quizás alguno hasta su esposo. No había nada que indicara sorpresa: sólo una espera en calma. Aún sonreía con suavidad.

Louis no miraría atrás. Pero Mina se preparó para ir tras él, para apoyarle, si tenían que continuar la mentira. Sabía que podían tener éxito una vez más.