Partida Rol por web

La situación se complicaba por momentos y la señorita Carlyle no tardaría en echarlos de su casa en cuestión de minutos. Seguro que las formas utilizadas por los de seguridad no serían propias de la clase que tenía la mujer para la que trabajaban.
En realidad habían ido hasta allí con esperanza de conseguir alguna información, pero sin plantearse seriamente cómo debían abordar a la mujer.......y ahora eso estaba pasando factura.

Observó a sus compañeros, los cuales no parecían encontrar las palabras que llegasen hasta lo más profundo de la anfitriona.
Quizá es que buscaban algo sutil con lo que llamar su atención, pero Louis sabía que esto no siempre ocurría.
A veces, sólo a veces, la mejor táctica era dejar que la brusquedad tomara el relevo de las largas frases.

Se encogió de hombros, pues a esas alturas no tenían gran cosa que perder, y se adelantó un par de pasos sin llegar a acercarse demasiado para no aparentar riesgo alguno para la persona que tenía delante.

- Señorita Carlyle. - hizo escuchar su voz grave sin llegar a alzarla demasiado, pero aún así retumbó en el silencio que se había generado - Un amigo nuestro, de gran prestigio en determinadas esferas, ha estado investigando lo sucedido con la expedición de su hermano. - dejó un par de segundos antes de continuar, pues se lo iba a jugar todo a una sola carga. Respiró profundamente y continuó - Él estaba convencido de que no todos murieron en aquel lugar e intentaba averiguar por qué se ocultan.

Habrá notado que hablo en pasado. - se le agotaban las palabras, pero aún así observó a los ojos de la mujer para comprobar si existía alguna reacción - Ha sido asesinado precisamente a causa de la investigación que estaba realizando al respecto. Al parecer tenía pruebas de que su hermano y alguno de los que le acompañaban, si no todos, se encuentran vivos y escondidos.

¡Sí señor!

Así había que enfocarlo. Brenda siguió en silencio, había callado hacía unos segundos, cuando hablar era crucial, y ahora no iba a entorpecer con sus palabras el camino abierto con sinceridad y franqueza por el explorador.

Le miró con curiosidad. Y cierta admiración. No habría esperado por su parte una salida con esa precisión y esa agudeza. Porque había dicho exactamente lo que había que decir, en opinión de la mujer. Ni más, ni menos. Era una frase, una explicación directa, que superaba el tipo de explicación que hubiera esperado de algún otro de sus compañeros, más habituados a la diplomacia, al rodeo.

Ella la había buscado, y aún estaba puliéndola y dorándola cuando Louis soltó la verdadera razón por la que estaban allí, y sin añadir nada que pudiera complicar las cosas.

Ahora era el turno de la Srta Carlyle... estaba por ver cómo reaccionaba.

Archivald sonrío ante las palabras de Sheridan pues si bien eran directas y crearían expectación en la señorita Carlyle también fallaban a la hora de confirmarlas. Sin embargo archie se mantuvo callado y relajado en el sillón dejando que sus compañeros tomasen la palabra en la conversación.

Ahora ya no nos estamos marcando un farol sino que tenemos al menos una triste pareja con la que jugar esta mano. Esperemos que las nuevas cartas nos sean propicias...

Erica escuchó con atención el breve e impactante relato del guía. Su expresión cambió nuevamente y perdió la armadura que de alguna forma había levantado frente a lo que parecía un recuerdo doloroso.

-¿Asesinado por quién? -preguntó desconcertada- Mi hermano murió en África... como ya saben, supongo. ¿Por qué iba a ser asesinado aquí?

La inquisitiva mirada de Erica estaba clavada en los ojos de Louis. De repente el sol no era suficiente para contrarrestar las temperaturas invernales y lo demostró ajustándose el fular y cruzando los brazos sobre el pecho.

Brenda asientió, esperando la respuesta de Louis. Y disimuladamente llevó su mano hasta el bolso, dando una pequeña palmada. Al mismo tiempo lanzó una mirada de entendimiento a sus compañeros, para que quien la captara, comprendiera. Si era necesario, le mostraría alguna prueba...

No, no - respondió Louis negando levemente con la cabeza - creo que me ha malinterpretado. Es nuestro amigo quien ha sido asesinado debido a las investigaciones que estaba realizando acerca del paradero de su hermano.

El guía trataba de explicarse lo mejor posible, pero ya no sabía si es que sus palabras habían dado lugar a la confusión o si ella era la que había encontrado un sentido que no tenía.
En realidad daba exactamente igual, pues al menos había captado lo suficiente su atención como para disponer de unos minutos más en los cuales seguir hablando.

No sabemos quién está detrás de todo esto, y precisamente por eso hemos venido a verla. - continuó - Debe creernos cuando le decimos que no tenemos ningún ánimo de molestarla, pero ahora mismo nuestra propia vida corre peligro debido a que tenemos conocimiento de la investigación que estaba realizando nuestro amigo.
Para encontrarnos a salvo debemos descubrir qué ocurrió realmente en África, y el motivo por el cual, si Jackson estaba en lo cierto, su hermano se esconde en algún lugar.

Si tras aquellas palabras aceptaba el responder a sus palabras, esperaba que fuese otro quien las planteara.

Mina observaba la situación desde afuera. Había estado a punto de hablar, pero luego de las palabras de Louis se había dado cuenta del error que hubiera supuesto abrir la boca. Hubiera dicho demasiado. Hubiera intentado mucho más consolar a aquella mujer, darle una esperanza de verdad en aquel pantano de contradicciones, que persuadirla a ayudarlos de alguna forma. El movimiento de Brenda le hizo mirarla, y recordar lo que su amiga tenía guardado allí. Lo entendió perfectamente. De nuevo las cartas estaban jugadas, y no tenían más que presenciar cómo lentamente se iba desenvolviendo la situación. Louis había dado en el clavo. Mina miró a Erica, y lo supo al instante. Había dado demasiado en el clavo...

El dolor del lenguaje de la anfitriona sacó a Mina de su contemplación ausente. Cuando cruzó las manos sobre el pecho, instintivamente, ella reaccionó moviendo las suyas sobre su regazo. No había necesidad de revolver tanto dolor como el que debía cargar esa mujer, si realmente creía que su hermano había muerto. Por algún motivo, además de creerlo, vivía en una fortaleza blindada, lo que a Mina le hacía pensar en que temía de algún modo por su propia muerte... ¿Cuánto había sufrido esa mujer por todo eso? ¿Cuánto más estaría dispuesta a soportar?

- Aún no estamos seguros de por qué aquí, ni por qué ahora - terminó diciendo, antes de poder controlarse. Miraba a los ojos a Erica con tanta empatía como no era capaz de darse cuenta, y en el contexto de semejante frialdad del trato entre ella y el grupo, Mina la observaba con calidez - La investigación de nuestro amigo - la mentira le salió automática, porque ya casi no era una mentira; luego de todo eso Jackson Elías, de alguna forma, ahora también le pertenecía a ella - parte de África pero llega a América, y no es de ninguna forma determinante sobre la muerte de nadie en África. Creemos posible que su hermano se esté ocultando de ciertas personas de África de las cuales nuestro amigo trató de advertir a alguien. De alguna... tribu, de la cual es mejor dejarlo todo y hacerse pasar por desaparecido que ser encontrado por ella.

Mina se resistía a hablar de la secta. Pero sus compañeros notaron que, por la forma en la que le hablaba a Erica, no faltaría mucho para que le hablara de la secta, de la sacerdotisa, de los hábitos de los sectarios, hasta de las más ínfimas sospechas sobre qué podrían estar buscando esos hombres...

Ian, que dejó que los demás llevasen el peso de la conversación, decidió tomar una postura de confidente que habría sido inapropiada para cualquiera excepto para un hombre de Dios como él. Se acercó a la joven y posó una mano en su hombro con ternura paternal, dispuesto a apartarla de inmediato si la mujer parecía incómoda.

-Dios sabe que no deseamos abrir heridas ya cicatrizadas, pero hay indicios que indican que vuestro hermano podría seguir vivo, y si esto es cierto podría necesitar nuestra ayuda, bien podría estar perdido o en peligro. No son noticias que se deban recibir de boca de desconocidos, pero así lo ha querido el Señor, y quiero creer que lo hace por algún motivo. -Su voz sonó suave, amable, como el padre que debe dar malas noticias a su hijo y busca la forma menos dolorosa posible.

La anfitriona tardó unos segundos en procesar la información recibida. Su mirada, perdida entre las macetas, reflejaba el esfuerzo de rescatar memorias tiempo atrás olvidadas. Cuando por fin habló su determinación había vuelto y la niña asustada desapareció sin más.

-Joe -dijo a su guardaespaldas-, avisa a Albert de que estaré en mi despacho y no quiero que se me moleste bajo ningún concepto.

Se giró nuevamente hacia los investigadores y les invitó a entrar en casa con un ademán.

-Por favor, estas no son formas de hablar. Permítanme que les ofrezca un breve refrigerio. He sido una grosera, espero sabrán perdonar mis modales.

Entró en el edificio y, tras asegurarse de que el servicio se hacía cargo de sus pesados abrigos, les guió hasta una habitación lujosamente adornada con mullidos sofás, flores y retratos de familia. Un escritorio de caoba dominaba la estancia con su presencia.

Erica se dirigió a uno de los sofás y se sentó ceremoniosamente esperando a que los demás hicieran lo propio.

Bien jugado, pensó Nick, mientras se permitía un sonrisa a la espalda de la señora Carlyle. Sus compañeros habían tocado la nota adecuada con ella, y parecía que habían provocado su interés. Ahora era cuestión de darle lo bastante como para que estuviese interesada, y sacar lo que pudiesen antes de que se cansase.

Por ahora, seguiría siendo el borrón del fondo. Las mujeres como ella tendían a olvidarse de quienes no destacaban, y la presencia de Archivald justificaba la de cualquier criado o ayudante. Detrás de sus compañeros, Nick pasó a la habitación.

Y si las cosas iban mal... bueno, el siempre había sido la bala en la recámara.

Henric se quedó boquiabierto por el repentino cambio de la situación, cuando ya empezaba dar por perdida aquella pelea con el destino. Tras escuchar las palabras de Louis y las de los demás, no se dió cuenta de que se había quedado parado sin moverse con la libreta en la mano desde que Erica le respondiera.

Siguió a los demás con ademán curioso hacia el interior de la casa sin guardar la libreta con el dibujo y los recuerdos le asaltaron cuando entró en ella, podía reconocer algunas zonas de las pocas fiestas a las que había acudido allí, no pudo evitar preguntarse donde estaría colgado aquel cuadro.

Una vez en el despacho, se sentó al igual que la anfitriona y recordando las palabras de Erica sobre el refrigerio, se le volvió a revolver el estómago.

-Por mi parte no tomaré nada, hoy tengo el estómago un poco delicado le dijo a la hermana de Roger amablemente.

Archie siguió a la anfitriona de cerca y durante unos instantes más de los precisos sus ojos se dirigieron hacía las posaderas de la anfitriona. Cuando se percato de ello, demasiado tarde como para hacer pasar el gesto como algo casual, se mantuvo en silencio y acepto algo de beber más para no hacerle un gesto feo a la joven Carlyle que otra cosa.

Bien, las cartas han mejorado y ya tenemos un trío, con opciones de full e incluso de poker. La cosa promete...

MacConlom rechazó la bebida con gesto educado y echó un vistazo a los retratos de familia antes de sentarse rígidamente, preguntándose si sus palabras habían surtido efecto en la joven. -Eso da lo mismo, lo importante es que aquí estamos y hemos despertado su interés, hay esperanza al fin y al cabo -se dijo, y esperó nuevamente en silencio a que se iniciaran las explicaciones.

Bien, bien... por fin ha reaccionado. Veremos si eso la coloca a nuestro lado. Si así fuera, eso sería una ventaja inestimable...

Andando por los pasillos de la Mansión, ni tan siquiera se dió cuenta de por donde pisaba. Iba pendiente de lo que pudiera ser el siguiente paso a dar, de las idoneidad de hablarle de la posible secta, de la necesidad o no de mostrarle la nota de Jackson... hasta que llegaron al enorme Salón, y fueron tomando asiento. Entonces Brenda, aceptando con un gesto de cabeza la invitación de comer algo, carraspeó, y habló por fin por primera vez después de haberse presentado:

-Señorita Carlyle, nos hacemos perfectamente cargo de su dolor. Porque, aunque no un hermano, hemos perdido a un amigo. Un querido amigo. Y el modo... fué terrible, se lo aseguro. Puede creer que todos nosotros estamos muy transtornados. Tanto, que a pesar de que ya han atentado contra nuestras vidas, seguimos con la firme intención de esclarecer esa muerte. -Se detiene unos segundo, para enviarle una mirada franca, no son tan distintos, después de todo.- Y comprendemos sus reticencias a recibirnos, después de todo lo sucedido, después de la intervención de la prensa. Pero nuestro interés no es el de la mera especulación, o el morbo. No, vamos a intentar ayudarla a encontrar la verdad de lo que le ocurrió a su hermano, y del porqué de la muerte sangrienta y brutal de Jackson Elías.

Una nueva pausa, para ordenar su pensamiento.

-Supongo que lo que le hemos dicho la ha sorprendido enormemente, tanto como a nosotros mismos. Pero si esa posibilidad fuera cierta, hay mucho camino a recorrer antes de llegar a encontrarle. Y muchos cabos por atar. Y al parecer, algunos de ellos, están en su casa, los tiene usted misma...

- Así es, en efecto. El motivo de que le enseñara ese dibujo es por que nuestro fallecido amigo lo tenía dibujado en su frente cuando se encontró su cadaver. Le dijó Henric a Erica adelantándose un poco en el asiento. Sospechamos que es el símbolo de algún tipo de secta que está detrás de todo esto, una secta de origen Africano para más señas, que es el tipo de cosas que estudiaba nuestro amigo y lo que le llevó a inmiscuirse en el caso de su hermano.

Se calló un momento y miró a Brenda, quien había hecho referencia a los libros de Roger que Elías mencionó que estaba en la caja de seguridad de aquella enorme mansión. Ahora había que tantear bien las palabras si no querían mandar al traste la pequeña confianza que habían logrado obtener de Erica. Haciéndole un gesto de aprobación a Brenda por lo que acababa de mencionar, se arriesgó diciendolo claramente.

- Lo que nos ha hecho venir a usted señorita Carlyle, es por que nos gustaría saber que es lo que descubrió usted misma de todo este caso. Nuestras investigaciones hasta la fecha podrían también ayudarla a usted si deseara que intercambiasemos información, pero hay algo más. suspiró y tomó aire, buscando la fuerza para mencionar el permiso que necesitaban para continuar la investigación Hemos sabido que existen ciertos libros con información que nos puede ser vital para continuar desentrañando este misterio y esos libros los tiene usted.

Terminó de manera brusca, pero puesto que los jugadores ya habían empezado a enseñar sus cartas fuera del edificio, había que terminar de hacerlo dentro de él.

Mina no declinó la amabilidad que la anfitriona les obligaba a aceptar. Se sentía mucho más relajada, no tanto porque habían conseguido su reacción favorable, si no haber visto el cambio de actitud en Erica. Le tranquilizaba que aquel miedo y aquel dolor hubieran cedido para dar paso a la decisión. No porque eso significara que le había interesado el asunto, que por algún motivo lo creía posible, y que entonces podría ayudarlos mostrándoles lo que buscaban; si no porque una persona que no ha perdido la esperanza, es una persona que no se ha entregado a los abismos. Mina creyó, al ver a Erica sentarse y mirarlos, que si la convencían un poco más de la veracidad de todo eso, ella misma saldría en la búsqueda, con ellos o de forma paralela, o ayudándolos y manteniéndose al margen. Esa reacción no era de alguien involucrado con la estructura de una secta: y por eso cuando Henric habló de ella, en vez de tratar de callarlo como hubiera hecho en otro momento, Mina no reaccionó.

Había aceptado algo para beber, y sorbió con lentitud mientras Henric seguía hablando. Estaba de acuerdo con que hablaran con la franqueza necesaria, y no le dejaran en una media tinta que le hiciera sufrir. La incertidumbre se le antojaba a Mina mucho peor que la propia muerte, e indeciblemente más cruel. No era algo que le gustara hacer ni ver que hicieran, ni algo que fuera a permitir con facilidad. Sentada a un costado, donde no formaba parte del abanico principal de la conversación, con su vaso de bebida en la mano, Mina puso los ojos en Erica y permaneció observando sus reacciones.

Archivald se mantenía a la expectativa mientras se debatía consigo mismo para no dar muestras de su nerviosismo, el cual venía provocado por la galante presencia femenina que tenía delante suya. Sus ojos se refugiaban huidizos en el suelo o en el vaso de limonada que tenía en sus manos mientras esperaba una respuesta por parte de la anfitriona.

Bien, todo o nada. Si no emparejamos al menos una carta más nos va a tocar salir por la puerta de atrás e igual con los pies por delante...

-Mi hermano tenía muchos defectos -empezó después de oir lo que tenían que decir sus invitados y de darle un sorbo a la copita de jerez-, no tiene sentido ponerlo en un pedestal. No era ningún santo y Dios sabe que el negocio familiar estuvo a punto de derrumbarse antes de que se fuera a Egipto. Pero tampoco es un desconsiderado: si estuviera con vida me lo habría hecho saber de algún modo.

Depositó la copa en la mesa de centro antes de continuar, con los ojos brillantes por el efecto del alcohol.

-Les contaré lo que quieran saber, hasta donde yo tenga conocimiento, claro. Ignoro quién les ha dicho que estoy en posesión de libros o documentos pero quien haya sido... miente. No dispongo de más información que la que obtuve cuando fui personalmente a África, y ni siquiera eso está demasiado claro.

Se levantó del sofá y anduvo por la estancia sin rumbo fijo. Luego se apoyó en el escritorio, usándolo a modo de asiento.

-Sí les pediré que antes de nada me pongan al corriente de sus averiguaciones.