Partida Rol por web

Actuando deprisa para combatir las nauseas que le causaban aquellas criaturas, Lady Isabella concentro su energía mental sobre la araña azulada mas cercana a su persona. La araña cabeceo luchando por el impacto del poder de la psión  y, finalmente un gran esputo de su sangre viscosa salió expulsado de sus fauces.

Aquella intrusión psiónica había dañado bastante como para hacer sangrar algún órgano interno de la criatura arácnida..

Todo marchaba bastante bien, sobre todo porque por momentos el número de enemigos estaba disminuyendo y sin haber tenido que intervenir. El nigromante esperaba que en futuros encuentros tampoco hiciera falta tener que ensuciarse la túnica.

Durante unos momentos dudó si probar suerte con otro hechizo, pero puesto que no tenia nada mejor que hacer lanzó un proyectil mágico en dirección a Uriel, dando sin querer a la araña que tenía enfrente.

Últimamente no estoy muy acertado.

Desde su escondrijo , desde donde se sentía a salvo, Akvahn conjuró un  sortilegio flamígero que lanzó de mala gana hacia la ultima de las arañas pequeñas que tenía a la vista. Esta ultima, explotó cual odre  lleno de liquido, quedando esparcida por el suelo de la mina. Una mueca de satisfacción se dibujo levemente el en  malhumorado mago,a ver como la  dama de clase alta   gesticulaba su asco al ver tal espectáculo tan cerca de ella.

Las arañas azuladas no tardaron en  reaccionar cuando  se percataron de que la ultima de sus obreras había sido eliminada. Con un raudo movimiento, la mas cercana a Akvahn infló sus mandíbulas y escupió un chorro de veneno contra el mas cercano de los aventureros. La mala suerte rondaba a Uriel,ya que el  liquido verdoso explotó sobre su túnica, quemando cual ácido gran parte de ella. Por suerte  tan solo sintió un leve escozor cuando  el veneno rozo su piel.

 La otra araña azulada, estaba bastante ocupada esquivando los embites del tiflin y la enana, que poro suerte para ella , ambos habían errado. En un abrir y cerrar los ojos, la araña azulada abrió sus fauces intentando  morder la rojiza piel de Mahel. Con tan mala suerte que  sus mandíbulas se encontraron con el acero del arma del  tiflin,que había  intuido el ataque de la criatura arácnida.

Aunque habían sido diezmadas, aquellas enormes arañas azules estaban dispuestas a darlo todo para acabar con sus enemigos....

Uriel sabia que ahora le tocaba actuar rápido y concisamente, veía como las pequeñas arañas habían sido eliminadas por ellos, pero los oponentes mas peligrosos y fuertes aun permanecían en pie. Desplazándose hasta encararse con la araña que le había escupido lanzo un golpe con su espada rebosante de energía eléctrica para castigar duramente a esta mientras sus escamas de plata se deslizaban hacia la otra araña para proteger a sus compañeros.

En dos zancadas, Uriel  se abalanzó sobre la araña azulada que estaba ante el, mientras su espada silbaba en el aire. Un diestro espadazo  se empotró contra el quitinoso caparazón del arácnido, salpicando líquidos pegajosos de su interior.

La enorme araña siseó de dolor al contacto del acero del humano y centró sus ataques sobre el nuevo contrincante que le había golpeado...

Mahel vio con desazón cómo la pesada masa de Brunilda rebotó contra la coraza de la araña, y mientras buscaba en el cuerpo del asqueroso artrópodo una parte blanda donde ensartar con su hoja animó a la enana a volver a intentarlo:

- ¡Vamos pequeña! ¡Sé qué puedes golpear más fuerte que eso!

La espada del Mahel rebuscó una brecha en la quitinosa armadura del arácnido, con tan buena suerte que se introdujo entre un par de placas de la espalda de la criatura. Un siseo agudo salió despedido  de las mandíbulas de la araña azulada cuando el frío metal acertó en una parte blanda de su anatomía.

Esta ultima se revolvió de mala manera cuando la espada del tiflin regresaba cual resorte a su posición inicial. Insuflando energías sobre sus compañeros mas cercanos, Mahel sonreía satisfecho del trabajo que estaban haciendo.

- Mi nombre es Brunilda, Maese Mahel.-  sonrió dispuesta a asestar un sonoro golpetazo sobre su enemigo, invadida por la valentía que  expulsaba el tiflin. Sin embargo, aquella araña, todavía fastidiada por la estocada del tiflin, consiguió esquivar el golpe en el ultimo momento y el martillo de la enana volvió a resonar en el suelo de la galería.

Brunilda maldijo entre susurros su mala suerte. Quizás alguna energía maligna  evitaba que sus ataques surtiesen efecto.

-npjotizada-

  Dirigiendo una vez mas su palma en contra las azuladas criaturas, la drow susurró las palabras mágicas para convocar las energías retorcidas del caos. Un punzante haz de energía violácea descargo una furia  tal sobre la araña que se batía en combate con el tiflin y la enana, que explotó en un millar de quitinosos pedazos azulados.

Satisfecha por su actuación, Nhyria se permitió sonreir de oreja a oreja...

Evitando los ataques de la enana y el tiflin aquella araña azul no esperaba el impacto mágico que salio expulsado de la mano de aquella drow pelirroja.  Aquella energía mágica la retorció de mil manera inimaginables hasta hacerla explotar  cual calabaza. Un estruendoso SPROOOT! sonó en la galería de la  mina,mientras los trozos de la criatura salpicaban a Mahel y a Brunilda.

Aguantando el asco, la enana se limpió como pudo algunos de los pedazos mas grandes y se encaró contra la ultima araña azulada que se enfrentaba al enigmático  Uriel...

Todo parecía que estaba a favor de los aventureros y Lady Isabella ya no temía por que los insectos se le acercaran. Además, el caballero Uriel estaba dando cuenta de la última araña. No era tan corpulento como Mahel, pero parecía que sabía defenderse.

Ahora lo ideal sería no lamentar heridas inecesarias, por lo que la mujer juzgó que podría dar alguna ayuda a sus compañeros a rematar la béstia.

El engendro se encontraba solo e intuía su destino. Isabella se concentró y le envió los pensamientos más fatídicos con tal que el monstruo perdiese el ímpetu para combatir.

Cual resorte, Lady Isabella  lanzó su potente embite psíquico sobre la ultima de las arañas que aún se mantenía de pie. Esta se retorció  dando bandazos a diestro y siniestro como si intentase desembarazarse de un invisible jinete,mientras hilos de liquido verdoso escapaba de sus mandíbulas. Un chirrido repugnante fue el anunciante del dolor al que estaba siendo sometida la criatura que, finalmente retomó su estado y lanzo una furibunda mirada a los aventureros....

Los dedos ya no le dolían tanto como al principio del combate. Sus dedos se cerraban y habrían con normalidad otra vez, así que cambió la varita de mano y probó con el último de sus hechizos, pero a pesar de haber recuperado su función motriz era incapaz de canalizar energía a través de el.

"Espero que esto no se vuelva algo permanente".

Desde el alejado lugar que se había agenciado el  malhumorado mago, en el cual tenía una  visión panorámica de la batalla; no parecía ser un buen lugar para  canalizar la energía mágica. Aún cambiando de mano su varita, o por muchos ademanes que este ultimo hiciese su control sobre su magia parecía haberse desvanecido. Maldiciendo en silencio, pudo observar como la ultima de las arañas se lanzaba contra Uriel como alma que lleva el diablo.

Aquella ultima araña  abrió sus mandíbulas y, en el ultimo instante; consiguió atravesar la defensa del enigmático maestro de la espada, dañando el antebrazo izquierdo de este ultimo. Un  diminuto borrón rojizo fue el resultado  del ataque de la quitinosa criatura sobre Uriel ,que apenas noto mientras preparaba su nueva estocada contra la araña...

Uriel había visto como sus compañeros acababan con las vidas de las arañas, ahora era su turno y mas aun tras sentir el dolor incipiente de la herida de la araña en su antebrazo. Canalizando la energía en su espada y rodeando a la misma con los rayos emergentes de su interior y dejando un leve olor a ozono en la zona lanzo un devastador golpe con su arma y dañando a la araña azul que era la ultima superviviente, al menos por ahora.

Aquel ultimo espadazo del Uriel terminó con la vida de la infame araña azul de una manera limpia y sencilla. Esta se desparramó en el suelo echa un jirón  azulado  que se unió a los restos de sus compañeras caídas. El hedor de sus vísceras comenzaba anotarse ene l ambiente pero, por suerte; era mas que soportable.

Ante los aventureros se dibujaba un par de aberturas que  indicaban la entrada a nuevas galerías, todas ellas llenas de  pegajosa tela de araña así como enigmáticos bultos que se retorcían a lo lejos,como si fuesen capullos de mariposa...

Poco a poco un agradable silencio inundó la galería donde se encontraban  y  su respiración se calmaba después de esta primera batalla. Era un momento mas que adecuado para  dedicarle un tiempo a decidir que camino escoger y/o apuntar estrategias para los próximos  encuentros si los hubiera...

Mientras los aventureros se juntaban de nuevo, la joven enana observaba con detenimiento las entradas a las nuevas galerías,como si intentase reconocer que camino seguir...

La escaramuza había finalizado y, para alegría por si misma, Lady Isabella no había tenido cerca ningún de esos sucios insectos.

Pero lejos de alegrarse de la victoria o indignarse por las asquerosas telarañas que ahora deslucían los vivos colores de sus delicados ropajes, la mujer noble guardó silencio mientras con el dedo medio de su zurda dibujaba pequeños círculos en su sien.

Al final abrió los ojos satisfecha.

No tenía migraña.

-Bueno... Ya hemos acabado con los bichos... ¿Nos vamos?

El nigromante estaba preocupado por su impedimento de canalizar magia. Sin el arcano arte no era mas que un triste lisiado. Para dejar de compadecerse se centró en los restos inertes de las arañas y se acercó a las que estaban mas enteras. Preparó un bote, quitando el tapón y poniendo en su lugar un pañuelo tensado, listo para clavar los colmillos de las arañas y reunir la máxima cantidad posible de veneno.

"Estos animales son la auténtica riqueza de la mina".

Uriel observa el final de la última araña y asiente para si. Tenía ligeras heridas que fácilmente podrían causarle mas problemas en adelante por lo que mientras las revisaba y las examinaba minuciosamente, se acerco a Brunilda.

- Bien, Lady Brunilda ¿por donde deberíamos avanzar? – comenta el espadachín mientras ve como la enana deja el ceño fruncido.