Partida Rol por web

La mañana se abrió camino entre las  casas de un solo piso  cercanas a la mina donde descansaban todos los integrantes de los Martilleadores, anunciando el nuevo día. Poco a poco los enanos  se organizaron en sus diferentes quehaceres. Unos  encendieron la fragua ,otros preparaban las herramientas de trabajo, otros  confirmaban los planos en una gran mesa llena de pergaminos y anotaciones varias...

El frío de las montañas  se hundía en los huesos de cada uno de los aventureros, aún habiendo tomado un  cuenco de  leche caliente y llevando las toscas pieles que el día anterior les habían entregado los enanos.

Gunter Picoferreo aguardaba en la entrada de la mina de Kardhû acompañado por Yasper Rocadura y un par de enanos que portaban un par de mochilas. En esas mochilas  se reunían ciertas herramientas que había prometido el propio Gunter la noche anterior...

El aliento de  los enanos y los aventureros dibujaban extraños hilos de  vaho en el aire ,mientras se acercaban a la mina....

Con su ceño fruncido, Gunter Picoferreo saludo a los aventureros con cara de pocos amigos. Estaba claro que el frío mañanero no era algo que le gustase precisamente. Mientras el vaho de su aliento se escapaba  , el rudo enano  anunció:

- Muy bien, aventureros del Gremio. Aquí tenéis los enseres que os prometí ayer en la noche. Espero que os sean de utilidad.-  señaló a ambas mochilas que dos de sus trabajadores  llevaban en brazos.  De mano-factura enana , tenían un aspecto  tosco a la par que resistentes y  contenían un par de cetros solares, raciones secas para un par de semanas, algunas mantas o capas y  otros tantas herramientas que no se veían a simple vista.

Gunter Filoferreo levantó la vista hacía los aventureros y finalizó:

- Espero por el bien de ambos gremios, encuentren  el nido de las arañas y acaben con el....-  refunfuño un poco hasta que al final, continuo: - ... y si hay algo mas ,no duden en actuar en consecuencia.-

La fría mañana no le sentaba bien a Isabella. Bueno, para ser exactos, el hecho de levantarse temprano ya era un fastídio para la delicada mujer. Ya ni hablar de, además, ponerse a hacer algo.

Lo único que empujaba a la mujer a entrar en dicha mina era el insistente frío que había a techo descubierto. Pero el saco de Gunter le advirtió que no iban a la mina a hecharse una sistecita... ¡Menudo fastidio! ¡Si al final se le rompía una uña tendrían que aguantarle su mal humor! Y Gunter...

Isabella siguió enfurruñada mientras esperaba que alguien se hiciera cargo del saco. ¿O de verdad esperan que lo cargue yo?

Akvahn se vistió con su características prendas negras, un conjunto que incluía un par de guantes de extraña piel de cuero. Ahí fuera haría frío pero incluso en los mejores días los llevaba puestos. Para finalizar añadió a su vestimenta el abrigo que los enanos le ofrecieron la noche que llegó. No le gustaba aquella prenda pero la necesitaría y lo sabia demasiado bien.

Con paso tranquilos a la vez de solemne y con las manos cruzadas a su espalda, se fue acercando a la entrada de la mina donde algunos de sus compañeros empezaban a reunirse. Mientras Gunter les hablaba el shadar-kai bajó la vista y centró su interés en el suelo, buscando algo. Cuando lo encontró apartó la nieve del suelo y recogió una piedra. La sostuvo en la palma enguantada y pronunció unas palabras en el idioma de la magia que hizo que la piedra empezara a brillar. Después de aquello el mago negro se lo entregó a la nada y una mano espectral lo agarró.

-Quiero que te mantengas cerca de nosotros. -ordenó y un fantasmal rostro apareció para asentir a la orden con una leve inclinación de cabeza.

Gunter se acercaba al grupo tiritando y envuelto en la capa qu ele entregó Gunter el día anterior y también en toda la ropa que pudo ponerse. Era evidente que el frio no gustaba especialmente al Tiefling

- AH! Compañeros! Qué bueno veros de nuevo! Os abrazaría si no fuera porque este frió endemoniado me está entumeciendo los brazos.

Y señalando con un movimiento de su cabeza la entrada a la mina añade:

- En este páramo helado casi deseo que esas cuevas de ahí se internaran tanto en la tierra como para llevarnos al mismisimo inferno. Aunque, según lo que nos comentó mease Gunter eso es justamente lo que vamos a encontrar adentro, ¿verdad? JA! JA!

- Bien. No sé qué pensarán ustedes, pero yo no quiero estar un minuto más congelándome aquí. Estoy listo para entrar!

Uriel descendió de su habitación encontrándose a casi todos sus compañeros en la entrada del lugar que iban a investigar y purgar. Su mirada se dirigió unos segundos hacia el Shadar-Kai, a pesar de que no tenia su confianza, había sido escogido por el gremio como uno mas de aquella incursión y si por el fracasaban se las vería con el, allí o en el infierno donde se encontraran.

Mientras se colocaba los bártulos que les fueron entregados y dispuso de su espada en la mano mientras la afilaba, canturreaba por lo bajo una salmodia arcana para unirse a esta una vez mas y poder ser uno con ella. Su confianza no se reduciría a pesar de lo que se encontraran delante, había combatido y casi perdía a grandes compañeros en alguna misión, pero se prometió a si mismo que no seria este el caso.

- Por mi parte, estoy dispuesto.

Había dejado la posada en silencio con el ceño fruncido y  amantada hasta las orejas con las pieles que los enanos le habían regalado el día anterior. Estaba claro que el clima no mejoraba en la mañana, aunque observaba con cierto recelo a los ufanos enanos  realizar sus quehaceres en mangas de camisa y charlar amenamente acerca de las curvas de las recién llegadas.

Cuando  escuchó las respuestas afirmativas de sus compañeros para entrar de inmediato en la mina, se permitió el lujo de esbozar una sonrisa,  recordando su antiguo hogar.  Un movimiento afirmativo con  su mentón para confirmar el avance del grupo de aventureros.

Los petates fueron  recogidos por el llamado Uriel y la alegre  y jovial Brunilda, que abrió la expedición  al internarse en la mina.  Mientras comenzaban su descenso, pudieron observar como algunos enanos y el propio Gunter se despedían con la mano. Llegaron a escuchar  algunos víctores y palabras de animo mientras  descendían por la sinuosa cuesta de la mina.

Al rato,  los pasos se volvieron mas lentos y cautos, ya que  los rayos del sol matutino eran engullidos poco apoco por la oscuridad de la mina. El viento había amainado y, aunque podían sentir el frío, ya no era tan abusivo como en la superficie. El olor a tierra removida impregnaba los sentidos de los aventureros mientras  eran iluminados por Brunilda que había sacado del petate un cetro solar.

Poco a poco , ante sus ojos  aparecieron algunos enseres de minería, como picos, palas, alguna linterna sorda, unas cuerdas, algunas vagonetas  subidas a unos raíles mas que defectuosos, unos puntales de maderas bien acabados amontonados en una esquina; y un millar de pequeñas herramientas que desconocían su nombre.

Brunila señalaba el camino con suaves movimiento de su mano libre acompañandola siempre con una sonrisa agradable, pero el silencio se apoderaba del grupo  poco a poco...

Al llegar a una amplia galería después de descender  lo que parecían kilómetros y kilómetros, Brunilda   frenó su avance y advirtió:

- Mis señores,  fue aquí donde  tuvimos nuestro ultimo percance con las alimañas.- con cierta mueca de disgusto ,prosiguió:- Demasiado cerca de la superficie, tememos por los mineros y sus familias.- Levantó el cetro solar hacia delante y ,para asombro delos aventureros, aquella sala estaba cubierta por enormes telas de araña.

- Como podéis observar, mis señores, esta criaturas  no pierden el tiempo, ya que hace tan solo día y medio que se dejó de trabajar en esta zona.- la joven Brunilda sonrió a los aventureros intentando  sonar despreocupada:- Pero ahora que estan aquí , no tenemos que preocuparnos..-

Tras descender y contemplar el lugar, Akvhan se acercó acompañado de su sirviente espectral a las telas que las arañas habían confeccionado para el lugar.

Sacó la daga que mantenía oculta en la manga y cortó un poco de tela, comprobando su resistencia. A continuación comprobó si se mantenía adherido al filo y la fuerza del pegamento. No era demasiado ducho en el campo de la naturaleza pero sabía lo básico como para saber si eran animales fuera de serie.

Después de un estudio básico se centró en su campo, para comprobar si su teoría de que eran criaturas estimuladas mágicamente era correcta.

Hacia relativamente poco tiempo que había abandonado la comodidad de su hogar, y a pesar de que ya había vivido una aventura en la que se había enfrentado a verdaderos enemigos, muchas cosas del mundo exterior aun le eran desconocidas. Jamas se habría imaginado arañas capaces de hacer ese tipo de telas y en tan poco tiempo.

Lo cierto es que jamas había tenido la ocasión de acudir a ninguna escuela de magia que le permitiera pulir bien sus poderes, pero todo lo que envolvia esos temas atraía muchísimo su atención. Por lo que cuando vio que Akvahn parecía estar empleando algún medio místico para examinar las telaarañas, no pudo reprimirse el acercarse a echar un vistazo con curiosidad.

Por suerte para su delicada piel, la temperatura era más agradable en las profundidades, lástima del olor a tierra. Le preocupaba que sus prendas acabasen oliendo igual.

Así mantuvo ocupada su mente durante el viaje, hasta acabar delante de un montón de sucias telarañas. ¡Que visión más desagradable!
La explicación de Brunilda dejó pensativa a la noble dama. ¿La biblioteca de Ashkell no había un tomo sobre ciaturas similares? Pero apartó rápidamente estos pensamientos. Tales telarañas le recordaban a peludos bichos que suben por las faldas. Así que prefirió centrar su atención en la nueva decoración de la mina y si había una pista (o un bicho) colgada en ella

Aunque relajado, Mahel apoya su mano sobre la empuñadura de su espada, listo para sacarla a la más mínima señal de peligro. Esperará a ver el resultado de las pesquisas de su compañeros antes de dar un paso más. Susurrando se dirige al grupo

- Bien, cerebritos ¿qué pueden decir de esto?

Esta mas que claro (por lo menos para vosotros dos) que  alguna energía mágica esta  "ayudando" a que proliferen estas alimañas. Algo semejante a los sacrílegos poderes de los nigromantes, pero orientados a las pequeñas y venenosas criaturas que han convertido la cueva en un enorme nido de arañas. Quizás un druida maligno o un chaman pueden ser la causa de esta invasión arácnida.

A primera vista, esta claro que son arañas, ya que pocos son las criaturas que viven en  telas viscosas como las que rodean el interior de la mina. De lo que no estáis tan seguro es de  que tipo de veneno portan dichos  arácnidos....

En un rápido vistazo al interior de la primera sala de la cueva, con cierto temor de que esas criaturas  desciendan sigilosamente sobre vosotros, levantas la vista al techo. distingues  oscuros bultos que parecen corretear entre las estalactitas.

Bajando rápidamente la vista, para alertar a tus compañeros, ves enfrente  unos ovillos de hilo arácnido, como bolsas o petates que parecen cimbrar sin que el viento que se cuela las toque.  Puedes distinguir que están a pocos metros de tu grupo.

Akvahn había dejado de ignorar a sus compañeros (o al menos a uno de ellos) cuando la drow se acercó a curiosear y preguntar. Aunque era obvio que sus conocimientos en lo arcano no estaban a su nivel las cuestiones y observaciones de la mujer reflejaban inteligencia y un talento innato para la magia. El mago parecía mas educado y cortes a la hora de corregir a la mujer que cuando trataba con otros.

Durante unos minutos expusieron sus teorías, las cuales estaban bien respaldadas por las pruebas. Por primera vez en mucho tiempo el nigromante disfrutaba de una conversación inteligente y no tenia intención de abandonarla a cambio de informar al resto. Tendría que rebajarse y hablar en una jerga para que el resto pudiera entenderlo.

Evitando acercarse a las telarañas debido al asco, pero intentando mirar más allá de los primeros obstáculos debido al morbo, Lady Isabella escrutó entre la oscuridad de la cueva con intenciones de detectar a aquello que no quería ver en su cama.

De repente, dió un paso atrás señalando vistosamente hacia las telarañas que tenían enfrente. Interrumpió la conversa técnica que tenían Akvahn y Nhyria con la única palabra que se le ocurría en esos momentos. La escupió con todo su asco:
-¡BICHOS!

Después de la primera palabra (vale que no había sido su discurso más brillante) todo resultó más fácil. Hablar le ayudaba a controlarse (siempre se sentía más a gusto siendo el centro de atención)

-¡Hay arañas ahí delante! ¡Puaj! ¡Y sobre nuestras cabezas! -retrocedió otro paso más a medida que les señalaba con la mirada- Deben de haber puesto huevos ¡ecs!

Lo cierto es que esperaba otra reacción por parte del Shadar-kai, y fue una grata sorpresa. Los conocimientos arcanos de Nhyria estaban muy lejos de los del mago, pero tenia ganas de aprender, y este pareció captar el interés. Finalmente cuando creían que tenían el tema de las arañas claro se giro hacia el grupo.

-Hay energía.... parece energía necrótica, es lo que esta instigando a las arañas, seguro que las ha vuelto mas agresivas y Selûne sabrá en que mas cosas les habrá afectado. Pero desde luego no es algo de su naturaleza, alguien o algo las esta manipulando.

Luego escucho las advertencias de su compañera e instintivamente se puso en guardia, con la vara en la mano. A pesar de que las arañas no la disgustaban, las arañas mágicamente alteradas eran otro tema.

Mahel desenfunda su espada y extiende los brazos al costado de su cuerpo, invitando a una pelea.

- Bueno, ¿y dónde están? ¡No las veo! ¿Son grandes? Alguien debería echar fuego en ese hoyo para obligarlas a salir ¿no creen? Tenemos una misión que cumplir...