Partida Rol por web

La tromba psíquica lanzada por Isabella cara los dos elementales que habían  descargado su ira sobre Uriel, los golpeo de una manera espectacular. Ambas criaturas se retorcieron de mala manera al recibir tal impacto y les saltaron diminutas chispas de lo que parecía estar su cabeza.

La viuda supo que había dañado  a aquellas criaturas cuando observo tal espectáculo de chispas y relámpagos, mas no se permitió aflojar   su concentración y comenzó de nuevo a  centrarse en sus objetivos.

Con una mueca entre enfado y temor, la enana cargo contra la criatura que tenia enfrente, mas preocupada por el aventurero espadachín que por  enterrar su maza entre los vientos y chispas de aquel elemental. Con un rápido movimiento, llego a la altura de Uriel que  se mantenía de pie a duras penas y posó la palma de su mano izquierda sobre el. Un susurro de palabras enánicas inundo de una débil  luz dorada el cuerpo del aventurero que, se sintió reconfortado y lleno de vigor una vez mas.

Había tenido que usar uno de sus mejores hechizos, el mismo que había traído desde el principio su racha de conjuros defectuosos, pero el esfuerzo al fin se veía recompensado con la recuperación de sus poderes.

Satisfecho con el resultado el mago oscuro preparó otro hechizo de escarcha y muerte puesto que los conjuros de esa naturaleza les afectaban como a todo lo vivo.

El oscuro  mago congeló el aire a su alrededor mientras caminaba lentamente hacia sus compañeros que parecían tener cierta desventaja ante los dos elementales que cerraban filas sobre ellos.

Un desafiante ademán expulsó  aquel proyectil gélido de la mano de Akvahn que sonrió satisfecho al comprobar que la magia había vuelto a ser su fiel compañera. Aquel  proyectil  formado de nieve y hielo impacto  con éxito al elemental de viento y chispas que  exhaló un  desagradable Tskkk...

Ahora que la magia había vuelto  , Akvahn tenía en mente cambiar las tornas en su propio beneficio...

Una vez mas la drow canalizo las energías del caos que corrían por sus venas, un proyectil salió disparado desde la vara contra uno de los elementales, aunque no era demasiado preciso. Tan solo era una treta, aparentemente, pues la bola de energía se desdoblo en otra que fue directamente a por el otro elemental, mas debilitado del grupo.

La maga drow se unió al combate que habían comenzado sus compañeros. Había observado como   sus compañeros intentaban aunar fuerzas y formar una maquina bien engrasada y a punto. Las espadas sonaron en sus oídos  seguidos de quejidos, chispazos y demás sonidos indescriptibles que aumentaron su ánimo para  emplear su magia en beneficio del grupo.

Un giro de muñeca ,un par de pases  suaves de su mano diestra y un nuevo haz de luz violáceo salió disparado cual flecha hacia el elemental mas cercano, dibujando una irregular trayectoria hasta conseguir su objetivo. En medio del trayecto aquel proyectil violáceo se dividió en dos y  ambas partes siguieron cursos distintos. Uno de ellos continuo su camino contra el elemental que inicialmente  iba mientras que el segundo   se lanzó contra el  otro elemental ; estallando casi simultaneamente que su  compañero.

Por suerte o desgracia el elemental al que Nhyria había seleccionado como objetivo apenas sintió el impacto mágico y continuo doblegando la voluntad del espadachín que tenía delante. Sin embargo, la suerte sonrió ala drow y el segundo impacto causo un gran daño  a su oponente que chisporroteo salvajemente...

Mahel falló su último ataque, y el mago humano (que vino a salvarlo de su propia torpeza interponiéndose entre él y el monstruo-tira-rayos) ahora la estaba pasando mal. Preocupado, trata de recomponerse, escupe el suelo y, presionando sus dientes, susurra al oído de Uriel una de sus proverbiales y groseras arengas, al tiempo que lanza una nueva estocada sobre el elemental.

- Escúchame lastimoso mago de feria, te juro por mi maldita madre astada que si te mueres en ésta bajaré mi cobrizo culo hasta el infierno que te toque en suerte, te encontraré y pasaremos el resto de la eternidad juntos. Y lo único que verás será mi desagradable rostro y lo único que oirás será mi chirriante voz diciéndote lo estúpido que eres por interponerte entre este terco tiefling y su enemigo. Así que será mejor que te dejes de niñadas, endereces esas dos flacuchas piernas tuyas, te pongas de pie y procures mantenerte vivo... ¿lo has entendido?

Mientras el resto del grupo comenzaba a reaccionar contra los elementales que amenazaban su supervivencia,  Mahel  lanzaba un severo golpe al elemental mas cercano. Este ultimo chisporroteo abundantemente y algunos jirones de viento revolotearon  en la cara del tiflin como si de un salpicadura de sangre se tratase. No contento con eso,  ladró  unas palabras de animo cara su enigmático compañero  Uriel, en un intento de  que reuniese fuerzas de flaqueza y se enfrentase a los enemigos que tenía delante.

Reconfortado con aquellas extrañas palabras de animo, Uriel se recompuso y  se puso en guardia ante el elemental que tenía delante, preparado para asestar un certero golpe que terminase con la vida de la criatura.... Pero a los escasos segundos que la espada de Mahel se hundiese en el elemental, este se inflo cual globo y estalló,  causando estragos a su alrededor... 

Uriel notaba como los golpes estaban minando su fuerza y precisión, a pesar de que sus compañeros le ayudaban con grandes palabras y ánimos, su mano no sujetaba la espada con la misma fuerza, y una vez más de nuevo fue testigo como de que esta sensación evitaba que su golpe bien dirigido acertara al último enemigo en pie.

La explosión del elemental cogió por sorpresa a ambos guerreros que lidiaban con el cuerpo a cuerpo, causándole un daño considerable. Por suerte, un extraño halo de  protección  permitió que el tiflin   no notase el daño que este ultimo ataque del elemental  causaba. Perplejo ante  dicha situación , Mahel observó como su compañero, el enigmático Uriel,  había recibido de pleno todo el poder  de la explosión y sus heridas volvían a sangra y afear su salud.

Este ultimo, aún dolorido por el impacto recibido , levantó su espada en un vano intento de llamar la atención del ultimo de los elementales cara el. Su espada dibujo un arco en el aire ,rebotando en la fría roca del suelo de la estancia. El metálico sonido de su arma  anunció la inminente respuesta de la ultima criatura en pie.

El elemental que quedaba tenía delante a  Brunilda, una joven enana dispuesta a darlo todo por su dios Moradin. La criatura  lanzo sus dos zarpas de viento y relámpago sobre la joven enana con una velocidad pasmosa. Un aventurero poco experimentado encajaría de mala manera aquellos ataques, sin embargo, Brunilda levantó su martillo pesado con ambas manos y bloqueo ambos golpes con total normalidad. Durante unos escasos segundos, tanto su arma como su armadura  centellearon con un brillo dorado en el momento de recibir dichos embites. 

Chirriando lleno de ira, la criatura de viento y rayos, comenzó a girar sobre si mismo  tornando sus vientos en una oscura nube de tormenta.....

El último elemental no se cansaba de recibir tortas... Todos los aventureros se estaban cebando con la criatura, pero ésta, lejos de sentirse cohibida, parecía que planeaba una nueva jugarreta.

Y Lady Isabella no le apetecía descubrirlo. Así que volvió a coger el canal psíquico abierto y lo deformó hasta centrarlo directamente al elemental.

Menos área... más mortal

Isabella concentró una vez mas sus poderes psíquicos contra el elemental que se alzaba ante  Brunilda. Frunció su ceño y llevo su mano diestra a la sien para dar mas fuerza a su  concentración.  Como el rumor del oleaje un zumbido extraño recorrió el trayecto que separaba ala mujer de la criatura y , esta ultima comenzó a retorcerse de dolor.

Mientras sonreía de satisfacción, Isabella  observó el espectáculo que ofrecía el elemental a los presentes. Giraba sobre si mismo cual torbellino mientras intentaba mantener su forma de nubarrón sin mucha suerte. Finalmente estalló de la misma manera que su compañero,en un millar de chispas y vientos huracanados que recorrieron la estancia. La onda expansiva afectó  en gran medida a  su compañera enana y al enigmático espadachín, ya bastante malherido  por estas criaturas.

Al instante, en la estancia solo resonaba el zumbido de estática que el segundo generador  emitía. Los elementales habían sido eliminados y el grupo de aventureros  volvía a emprender la marcha para descubrir que se ocultaba en las profundidades de las minas de Kardhû.

Uriel sintió de nuevo el poder del elemental incluso en la muerte de este. De nuevo quemaduras debido a la energía eléctrica desprendida por este al morir había cauterizado parte de su cuerpo.

Había salido realmente golpeado en este enfrentamiento, pero gracias a su entrenamiento sabia que ahora era momento de restablecerse y a la vez investigar que podían hacer con lo que aun se mantenía en funcionamiento.

- Creo que esto ya es cosa tuya Lady Brunilda. Vos podréis decirnos si esto aun se mantiene en funcionamiento y si no es así lo que hay que hacer. – comenta el Espadachín, aunque esperaba que funcionara y la enana pudiera darles información sobre que quedaba aun por investigar.

La refriega había llegado a su fín y sin embargo no sa había hecho el silencio. Había otra de esas máquinas diabólicas zumbando y haciendo recordar a los aventureros que guardaba dentro de ella más elementales hostiles.

Pero eso ya le importaba poco a Isabella. Con la estática todavía presente, la mujer noble no podía controlar a su pelo, y cuando más intentaba peinarse más se le encrespaba todo
-¡Malditos bichos! Primero las telarañas y ahora... ¡ESTO!
Apretó los dientes para controlar su frustación, intentó pensar en otras cosas.

-Caballero Uriel, pareceis maltrecho... Dejadme hecharle un vistazo a vuestras heridas

Aunque habían acabado con aquellos elementales que eran usados como energía para los artilugios mineros que la compañía de enanos poseía, aún no habían terminado su aventura. Algunos de los aventureros habían recibido la peor parte de este enfrentamiento y, aun doloridos, estaban mas que dispuestos a seguir adelante.

Mientras Lady Isabella se preocupaba de las heridas  que había sufrido Uriel, Brunilda asintió a las palabras del espadachín. En un par de zancadas se acerco al  generador que rezumaba estática, ignorante de los sucedido en la estancia. Así pues, la enana revisó varios engranajes,que ronroneaban al unisono; después reviso un extraño cuadro de mandos con varias luces que se encendían y apagaban sin un orden aparente.

Aseguro unos cables que desparecían en el techo de aquella galería, revisó los anclajes de frío metal que  agarraban la enorme estructura y finalmente giró sobre sus talones para informar a sus nuevos compañeros.

- Mis señores, por suerte, el generador que todavía se encuentra operativo, controla las funciones de las puertas y los elevadores que nos conducirán a la segunda planta de la mina.- Su rostro se torno algo triste;- Donde muchos de mis compañeros volvieron heridos o  afectados  por las visiones de tiempo pasados.-

Meneando la cabeza para quitarse el pensamiento triste de su mente, Brunilda sonrió a los aventureros y añadió:-  Si queréis recuperar fuerzas antes de adentrarnos en la galería que nos conducirá al elevador, creo que es un buen lugar para hacerlo.-

Con absoluta calma el mago se ajustó los guantes de piel negra y crujió los dedos al cerrar las manos. Aunque sentia el cuerpo algo entumecido estaba de buen humor, o por lo menos lo bastante bien como para no hacer comentarios despectivos sobre la estatura y el corto intelecto de los compañeros de Brunilda. Al fin de cuentas una vez mas estaba ileso y todo gracias a la carne de cañón que tenía por compañeros.

Uriel se alegro al escuchar las respuestas de la enana. Parecía que aun podrían hacer buen uso del generador que restaba operativo. A pesar de ello escucho las palabras y aunque había salido bien golpeado en ambos encuentros, no cejaría en su empeño de acabar la limpieza que aquel lugar tanto necesitaba.

- Por mi parte estoy dispuesto a continuar. He recibido palizas peores, y no por ello cejare en mi empeño de culminar esta obra con buen término. – comento el Espadachín. Miro a sus compañeros. - ¿Y vosotros?