Partida Rol por web

- Por vuestro aspecto se diría que sois veteranos del frente, pero no estáis muy al día, ¿eh?- Miles se relame tras un nuevo lingotazo. El licor es realmente fuerte, vuestras gargantas se encargan de corroborarlo, pues trago tras trago se refrescan para volver a resecarse. Las cartas de Miles aún permanecen sin ver, incitando al nerviosismo a los hombres sentados ante la mesa.

- Mengsk- pronuncia Miles con la lentitud que permite un paladar derretido por algo más fuerte que alcohol- es un patrón que paga. Hace tantas promesas como sus jefes confederados, y cumple. Mientras su objetivo sea la caida de la Confederación sus promesas y su crédito son bienvenidos para muchos, y no cabe duda alguna que, si ese viejo guarda uno dentro de su pecho, tiene un corazón tan cargado de resentimiento contra esos tiranos que incluye una espoleta de proximidad para reventar medio Concilio Tarsoniano. Todo lo que pretenda de gente como ellos o del General Duke incluirá consumirlos lentamente en un horno de fusión máxima.

Tantea su mano de cartas, tamborileando sobre ellas con los dedos de forma irritante, tranquila y confiada. Deliberada. Rodriguez empieza a jugar con sus cartas mientras observa a los otros dos. El que ha repartido parece intranquilo pese a sostener con firmeza las 5 láminas plásticas como si nada pasara.

- Zanjemos el tema. La política no es tema de conversación en esta sala. Sólo negocio con diversión, no con política. Eso nunca trae dinero, sólo muerte.

- Ja...- Rodríguez sonríe nervioso, mirando con ansia la mano aún oculta de cartas que Miles aún no ha levantado.- Con la venta que le has hecho a ese fantasma podría dar la vuelta a esa política tuya Miles. Y quién le pague a él sí que le dará dinero. Más del que tu has sacado.

Miles frunce el entrecejo, juntando las cartas de su mano en único montón mediante un diestro movimiento. - Rodríguez, estos caballeros no han venido con un fantasma, sino con una fantasma. Harías bien en cerrar la boca y pensar si vas a ver alguna apuesta. Van 20.- Con las cartas juntas empuja un par de fichas al centro de la mesa. Volviendo el gesto a vosotros comienza a encenderse un nuevo cigarrillo:

- Todo lo que sea convertir a esas bestias alienígenas arrasa-planetas en fosfatina espacial nos parece bien aquí. Esos zerg, o esos protoss que les van siguiendo el rastro para terminar de tostar los planetas donde pisan no aportan nada a la humanidad. Serían peores que la política, sino fuera porque al menos se pueden matar. Espero que a esos bastardos de DN-II les cunda matando zerg; y que mueran matandolos. Tengo amigos allí, y no me gustaría nada que nos mandaran a volarles la cabeza. Eso es trabajo de fantasmas.- Miles parece algo enervado durante estos últimos comentarios y escupe al suelo con violencia. El metal cede levemente un par de milimetros mientras el gargajo se solidifica y humea. Un nuevo trago aclara la garganta del marine Miles, al que no parece agradar nada el tema de los fantasmas, pese a que reaparece una y otra vez en la conversación.

Escucho atentamente la conversación, aunque con alguna frase velada, parece que los muchachos exponen su opiniones e inclinaciones en todo este asunto. Dan la impresión de ser mucho más "sanos" que aquél elenco de suspicacias vividas con anteriorioridad, en el cuarto dónde nos acogieron. Parecían pobres diablos a los que la guerra les había tocado en medio y habían tenido que elegir un bando dejando amigos y familiares en el otro.

Tras su supuesta predisposicón a hablar me animé a intervenir con alguna pregunta en el dialogo deshnhibido que mantenían aquellos dos. - Bien, bien, bien... Interesante... Negocios... Aquí todos tenemos nuestros "operacionas" más o menos limpias, y me ha parecido escuchar que le has hecho alguna venta a un fantasma... - Dejo la frase abierta, entonando un pronunciado deje interrogativo, mientras miro fijamente a Miles.

- Nada que tenga que ver con vosotros por lo que parece. Suponía que vendríais juntos y necesitaría más material. Habría dado igual de cualquier modo; lo que le proporcioné es todo lo que puedo conseguirle en estos momentos. Tal vez a vuestra amiguita psíquica le hubiera gustado un viaje de ese polvo, a menos que sea de las remilgadas.

Miles responde a Nexus con naturalidad, pero es obvio que está pendiente de vuestras reacciones. La partida de póker podría estar jugándose a más de un nivel.

 Una sonrisa velada iluminó el rostro del piloto.

—Relacionar la palabra polvo con la fantasma me parece del todo desatinado —dijo un tanto entre dientes—. ¿Hablaba en alto?

Tras la retórica pregunta volvió a sonreír de manera socarrona.

—Vamos a dejarnos de gilipolleces. Sinceramente me la traen bastante floja los asuntos de los fantasmas y lo mismo me pasa con vuestro rollo rebelde. Yo meto balas por el culo y cuando cobro pregunto de que bando estaban, ¿no se si me entiendes amigo? Si tienes algo con lo que negociar háblate, porque me parece que empiezas a tocarme un poco las pelotas.

- Yo no vendo nada que no se me haya pedido. Buscabais alcohol - nuevamente coge la botella y rellena todos los vasos de uno en uno.- y lo habéis encontrado. El resto... hum.. no es asunto mío. Pagad lo que consumáis y no os metáis en líos.

Dicho esto Miles da la vuelta a las cartas. Un nuevo coro de quejas y reniegos acompaña al sonido de las fichas arrastradas hasta el marine anfitrión.

El piloto cogió el vaso visiblemente enfadado y lo vació de un trago. Lo volvió a dejar sobre la barra con un fuerte golpe.

—¡Sargento... paga! —exhortó dirigiendose a Connor.

Acto seguido se dió la vuelta y se dirigió hacia la sala donde el medicucho estaba examinando a la fantasma.

—Yo me largo de aquí.

Miles parecía haber zanjado la conversación, y no se mostraba muy proclive a decirnos nada más que nos pudiera interesar. Así que comencé a pensar que permanecer más tiempo allí con esos rebeldes sería una pérdida de tiempo. Posiblemente el médico ya habría terminado con el examen de la fantasma y quizás éste se mostrara más dispuesto a comentaros algo que nos sirviera de utilidad para aterrizar, un poco, en la base.

- Bueno, pues si como dices, podrías vendernos lo que te pidieramos, seguramente no será la última vez nos veamos las caras. - Le digo a Miles desviando la mirada de la partida que estaban echando a la puerta de salida.

Miré con cara de malas pulgar al piloto mientras daba un último y abundante trago de wishky destilado, el cual me quemaba la garganta y seguidamente el estómago proporcionándome un extenso placer que por desgracia tan solo duraría unos escasos segundos.

Solté unb par de monedas al barman y dediqué una distraida despedida al tal Miles, dando por supuesto las palabras del firebat de nuestro grupo de supervivientes acerca de que sin duda volveríamos a vernos para hablar de ese material que puede proporcionarnos.

- Y bien, habrá acabado ya ese doctor con la operativo ?

Los créditos caen sobre la mesa con su característico repiqueteo, que queda apagado por un intenso sonido intermitente y la activación de los focos de emergencia. Inmersos en la luz anaranjada observáis como los jugadores de la timba se giran como un solo hombre en dirección a un monitor que acaba de encenderse. Kerrigan, la irascible pelirroja al mando de esta estación transmite un aviso:

- ¡Alerta de proximidad xenomorfa! Iniciado protocolo de evacuación. Todas las tropas dirijanse a sus puestos de defensa en el área suroeste. El personal no militar deberá prepararse para una movilización de emergencia. Repito, alerta de proximidad xenomorfa...

Nuevamente los problemas os siguen de la mano de los salvajes alienígenas de DN-II.

- Ya habéis oido muchachos, coged las armas. Esas bestias habrán arrasado DN-II y aún deben querer más. Hagamos que mastiquen plomo hasta ahogarse en su propia sangre.

Tanto Miles como sus compañeros de timba abandonan descuidadamente su reciente partida derribando vasos y sillas en el proceso de colocarse el equipo y coger su armamento.

Ya fuera de las dependencias donde Miles regenta su "local de ocio" véis las lamentablemente escasas fuerzas de defensa que permanecen en el barracón dirigirse a todo correr fuera de este obedeciendo las ordenes.

El piloto miró las mesas ahora desiertas que habían dejado los soldados y miró a Connor con mirada cómplice mientras se dirigía calmado hacia donde estaba la bebida. Con calma llenó tres vasos y los colocó sobre la mesa.

—Chicos, a esta invita la casa —dijo mientras apuraba el vaso una vez más—. Y ahora pongamos el culo a salvo.

Tras anunciar al desastre la gente desapareció del bar en un abrir y cerrar de ojos. Mantuve la mirada cómplice del piloto durante unos instantes y enseguida comprendí.

Me levanté pesadamente y tomé el último trago de whisky con sumo placer, golpeando el vaso vacio sobre la mesa una vez hube terminado.

- Estos rebeldes podrían armarnos también a nosotros para patear algunos de esos culos monstruosos. Por qué no seguimos a esa Kerrigan y nos agenciamos unos Gauss ?

Tras escuchar el mensaje de Kerrigan por el enorme monitor, llevado por la inercia de la apresurada carrera de todos los soldados, levanto el pie para dar la primera zancada, hasta que escucho la voz de Marron invitandonos a una copazo, me doy la vuelta y le vanto el vaso, -¡Ah! ¡se me olvidaba el reconstituyente! ja, ja, ja- Doy un trago a la bebida y noto como va bajando rapidamente por el gaznate,  -Así mucho mejor, dispuesto a echar fuego por la boca si hace falta, ¡Vamos a buscar a esa Kerrigan, a que nos equipe con lo que haga falta! un segundo despúes recapacité y dije: -Antes podíamos pasarnos a ver donde se ha metido Uriel.

Apuráis con brevedad el trago, que sabe a gloria realzada por la gratuidad del momento. Abandonáis las dependencias de Miles y ya en el pasillo observáis como corren por el pasillo en dirección al exterior de los barracones cierto número de marines, a todas luces insuficiente para contener un ataque xenomorfo como el ocurrido en DN-II.

- El firebat tiene razón. - dije deteniéndome en mitad del estrecho pasillo que atravesábamos - No podemos dejar a la operativo abandonada a su suerte. - sonreí ligeramente al recordar unas horas antes - Además, su ayuda siempre nos ha venido bien.

- Y ya pusimos a Kerrigan sobreaviso. Ahora nos toca aguantar hasta que podamos marcharnos a un sistema más... seguro.

Pensar en estos momentos en qué haríamos cuando consiguiéramos escapar de Antiga Prime no me llevó a ninguna parte. Unirme a los rebeldes ? Volver a la Confederación ? Suicidarme con dinamita atada al pecho en el despacho oval ? Ya habría tiempo para eso, cada cosa a su debido tiempo.

El piloto se encogió de hombros. Todo el mundo correteaba a su alrededor pero a Marron no parecía alterarle lo más mínimo.

—Si es lo que te hace más ilusión en este momento... —dijo dirigiendose a Connor.

Un instante después ajustó sus gafas con un dedo y miró hacia adelante intentando valorar la situación. Inmediatamente después se quedó mirando a Connor esperando una propuesta.

—No parece que esta gente vaya a agradecernos la ayuda... ni siquiera que quieran que intervengamos. ¡Pero qué coño! ¿Desde cuando hacemos lo que el resto quiere que hagamos? Tu mandas jefe.

Con una señal de la mano dio pie a Connor para que enunciara la primera orden.

Por una vez, sonreí ante el gracioso comentario de Marron.

- Te equivocas Marron. Ya no soy el jefe de nada. La Confederación ha terminado para mi por ahora. Además ya viste lo que les ocurrió en la DN-II. Y ya escuchaste al tal Raynor, el general Duke también está acabado.

Un breve silencio se hizo en aquel pasillo, y tan solo se oía de fondo a la multitud gritando y organizarndose para cubrir sus puestos.

- Avisemos a Uriel y larguémonos de aquí.

El piloto se colocó en jarras mirando desafiante a Connor.

—¡Un respeto chaval! Yo nunca me equivoco. Si he dicho, tú mandas jefe, eso es lo que es. ¿Estamos? —dijo palmeando fuertemente la espalda de Teddy Connor.

Pocas veces se veía a Marron dedicar un gesto de aprecio a alguien y esta vez lo había tenido con el sargento Connor. O al menos había tenido un gesto como todo el mundo esperaba Marron pudiera tenerlos.

—Al lío, vamos a por la nena y nos largamos de esta sitio.