Partida Rol por web

Aug Lamedon 08 de Enero de 3005.

De nuevo estabais en Aug Lamedon, ciudad desde la que se divisan, al norte, las cumbres de la cordillera más grande de Gondor. . Tras el final de un año amargo por las pérdidas, esta ciudad tampoco os traía muy buenos recuerdos pues aquí estuvisteis con vuestros compañeros fallecidos.

Aunque brindasteis en su honor, las fiestas invernales no fueron igual y os quedasteis unos días un poco aletargados, como dormidos. El sonido de unas tachas clavarse en la pared interior de la taberna os sacó del trance y os devolvió el dolor de cabeza. ¿A qué se debía el escándalo?

Os acercasteis a cotillear. Habían puesto un cartel. Se precisaba a gente valiente para una misión, aunque no daba muchos detalles parecía que había que localizar o rescatar a alguien. Al enano, esta misión le trajo viejos recuerdos de la búsqueda de un tal Lorn.

Según el cartel, a los interesados se les citaba en un lugar llamado Bar Rocú, el día 11 a la hora de la comida. Habría una buena recompensa para los participantes, y al menos una buena comida para todo aquel que asistiera a la reunión.

Quizá iba siendo hora de sacarse la pesadumbre de encima y pasar a la acción. El día es tormentoso, por suerte en Gondor las temperaturas no suelen ser muy bajas y rara vez la precipitación es en forma de nieve, pero aún así, invita a permanecer al calor de la taberna. Confiáis en que el mal tiempo no dure, o al menos, que dentro de tres días sea clemente.

Aug Lamedon 08 de Enero de 3005.

Estabas en Aug Lamedon, ciudad desde la que se divisan, al norte, las cumbres de la cordillera más grande de Gondor.. No te habías prodigado mucho por las grandes ciudades, pero tal vez aquí encontraras lo que estabas buscando, aventuras, madurar, conocer el mundo real más allá de tu tribu.

Se te hacía extraño tener a tanta gente al rededor, era otra experiencia nueva. Te encontrabas en una de las tabernas de dicha ciudad cuando el sonido de unas tachas clavarse en la pared interior de la taberna te llamó la atención. ¿A qué se debía el escándalo?

Te acercaste a curiosear. Habían puesto un cartel. Se precisaba a gente valiente para una misión, aunque no daba muchos detalles parecía que había que localizar o rescatar a alguien.

Según el cartel, a los interesados se les citaba en un lugar llamado Bar Rocú, el día 11 a la hora de la comida. Habría una buena recompensa para los participantes, y al menos una buena comida para todo aquel que asistiera a la reunión.

Quizá se trataba de la oportunidad que estabas esperando. El día es tormentoso, por suerte en Gondor las temperaturas no suelen ser muy bajas y rara vez la precipitación es en forma de nieve, pero aún así, invita a permanecer al calor de la taberna. Confías en que el mal tiempo no dure, o al menos, que dentro de tres días sea clemente.

Aug Lamedon 08 de Enero de 3005.

Estabas en Aug Lamedon, ciudad desde la que se divisan, al norte, las cumbres de la cordillera más grande de Gondor.. No te habías prodigado mucho por las grandes ciudades, pero tal vez aquí encontraras lo que estabas buscando, aventuras, madurar, conocer el mundo real más allá de tu tribu.

Aún se te hacía extraño sumergirte tan de cerca en el mundo de los humanos, y porqué no decirlo, soportar algunas miradas de desconfianza, pero había que ver el lado nuevo era otra experiencia nueva, los hombres eran… peculiares.

Te encontrabas en una de las tabernas de dicha ciudad cuando el sonido de unas tachas clavarse en la pared interior de la taberna te llamó la atención. ¿A qué se debía el escándalo? Te acercaste a curiosear. Habían puesto un cartel. Se precisaba a gente valiente para una misión, aunque no daba muchos detalles parecía que había que localizar o rescatar a alguien.

Según el cartel, a los interesados se les citaba en un lugar llamado Bar Rocú, el día 11 a la hora de la comida. Habría una buena recompensa para los participantes, y al menos una buena comida para todo aquel que asistiera a la reunión.

Quizá se trataba de la oportunidad que estabas esperando. El día es tormentoso, por suerte en Gondor las temperaturas no suelen ser muy bajas y rara vez la precipitación es en forma de nieve, pero aún así, invita a permanecer al calor de la taberna. Confías en que el mal tiempo no dure, o al menos, que dentro de tres días sea clemente.

Las fiestas de Yule habían pasado borrosas entre pintas de cerveza y lágrimas derramadas por los amigos caídos. La pérdida de Lorgan había sacudido fuertemente el corazón y ánimo de Mutfast. Habían logrado alejar a Lorgan de las estancia de Mandos una vez pero a la segunda el Valar reclamó su alma con fuerza y nada se pudo hacer; aún así la culpa acechaba en las sombras que albergo en mi corazón.

Por suerte la cerveza y la compañía de Angainor habían logrado mantenerme en la realidad, y no me dejé llevar por la tristeza y melancolía que intentan atraparte en sus redes para que no avances. Tras sacar fuerzas de flaqueza me dediqué a hacer cosas, logré una espada corta mejor en la herrería y vendí mi viejo hierro para poder comprar más hierbas curativas y reponer las especies para la cocina revisando los jardines de la ciudad.

Pero a pesar de hacer cosas notaba que seguía anclado en el recuerdo de la pérdida de nuestro viejo amigo y tenía que hacer algo, así que en cuanto vi el anuncio supe que era el momento de volver a correr aventuras y recordar a nuestros amigos caídos de la mejor forma posible: contar su historia a otros aventureros y celebrar los logros que conseguimos juntos.

Busqué a Angainor para comentárselo y le dije:

- Creo que es hora que volvamos al camino...somos al fin y al cabo aventureros y nuestro hogar está al raso, al acecho de una buena aventura y sobre todo de un buen tesoro...¿Qué me dices?

Una ciudad más. Aunque nunca he estado aquí, empiezan todas a asemejarse.

Quizás sí es cierto que somos siempre las mismas personas las que nos encontramos una y otra vez, pero la probabilidad me dice que será cosa de mi mente, que confundo ya los lugares y a las personas. Ése herrero de ahí me recordaba al que conocí en Anglarond... La tendera me trae a la mente aquella otra mujer de Nogrod...

Vago por las calles disfrutando su bullicioso sonido, tan vivo como interesante. Madres llamando a sus hijos, vendedores pregonando su mercancía, animales protestando por su suerte... Yo seguía prefiriendo el campo. Por mucho que me hubieran contado maravillas de las cuidades, la comodidad y paz con la que me crié no era poca cosa en medio de esta caótica circulación de gente.

Siempre es buena idea refrescarse un poco, y cambié el bullicio de las calles por la alegre algarabía tabernaria. Una cerveza fría es mejor compañía que la soledad que me acompañaba desde hace días.

Un sonido poco habitual capta mi atención. Alguien clava un cartel, y la curiosidad me incita a ver qué está escrito en él.

Parece un reclutamiento para una misión de rescate, y quizás eso me sirviese de aliciente en mi viaje. Tras tanto tiempo fuera de casa, recorriendo valles y ciudades, poder sentirme útil ayudando en alguna misión era algo que de pronto me pareció imprescindible.

Sí, acudiría al lugar que el aviso detallaba. Si más gente optaba al puesto, al menos aprendería cómo tendría que comportarme. Los dunlendinos tenemos fama de brutos y pueblerinos, y este puede ser un buen momento para mejorar esa imagen que los demás tienen de nosotros.

La ida hacia el túmulo no nos había dejado más que pesar y amargos recuerdos. Claro teníamos que nuestro oficio nos somete a jugarnos el pellejo, pero nunca uno se prepara para tener que despedirse de estas tierras ni tener que despedir a uno de los suyos.

Con el paso de los días, de las Lunas, parecía que la partida de Lorgan no resultaba más fácil. La comida y bebida no me permitían olvidar la muerte de nuestro amigo y sólo el tiempo me permitió caer en cuenta que era más bien la culpa la que no me dejaba darle descanso. "¿Y si me hubiese interpuesto ante la magia del humano? Es mi deber proteger a los míos, siempre lo ha sido y, sin embargo, siempre he fallado", me dije una y mil veces. Y con sólo repetirme mis errores, mi memoria se volvía cada vez hacia Lorgan cuando cayó herido en el desierto de Harad, hacia Lorn cuando fue asesinado en Dol Amroth, hacia mis compañeros enanos cuando fuimos emboscados en las Montañas Blancas.

Pero a pesar del dolor y la ira, el tiempo y la compañía del buen Mut permitieron que mi corazón, que mi cabeza y mi espíritu encontraran paz finalmente. Días de charlas, de comidas y de risas, permiten a cualquiera ir ablandando su temple, y además como el mediano aproveché el tiempo para visitar la ciudad, en general, y el mercado y la forja, en particular, y me hice de algunas cosas al igual que dejé atrás otras. Y asimismo podíamos agradecer la compañía de los uncas: Samman seguía siendo mi fiel compañera y no podía dejar atrás a Viento en absoluto... no me lo hubiesen perdonado ni Lorgan ni Samman, y tampoco me lo hubiese perdonado yo mismo.

Jornadas pasaron hasta la llegada del buen Mut y su aviso.

"- Es verdad, ya venía siendo tiempo de que nos despegáramos de nuestra silla y saliéramos a hacer lo nuestro- contesto sonriente a mi compañero llevando ambas manos a la cintura y moviendo mis hombros para hacer sonar mi espalda-. Debo reconocer que entre los comentarios que se dan escuché de qué viene el asunto y de repente me acorde de mis viejos compañeros y del viejo Lorn, un buen hombre al que también debimos buscar por el Valle de Erech y del que creo haberte contado en otra oportunidad... he de decir que fue grato recordarles- le cuento a Mut mientras rasco un poco mi barba y luego le miro alzando mis cejas-. Además, si un mediano repentinamente piensa que puede lanzarse a la aventura y buscar tesoros, un enano jamás podría quedarse atrás y negarse a ello- digo echando a reír y agrego-. ¿Quieres que tomemos algo? Quedan algunos días antes de asistir al lugar del encargo, así que tenemos tiempo para disfrutar de buena comida y bebida mientras tanto".

Habían pasado varios años desde que Naowën llegó a aquella tierra, aquellos años no habían sido fáciles y el elfo no se acababa de acostumbrar a la falta de su magia. Había recorrido buena parte de Gondor en aquellos años, observando sin prisa con la paciencia que solo alguien que había vivido durante miles de años podía tener.

Los humanos le resultaban impredecibles, capaces de lo mejor y de lo peor era algo que fascinaba a NaoWën, no pasaba desapercibido allí a donde iba, pues aquella era una tierra de humanos y resultaba extraño ver a elfos en aquellas latitudes, pero el elfo no permanecía mucho tiempo en el mismo lugar por lo que su presencia pronto se desvanecía como el humo.

Sus pasos le habían llevado a Aug Lamedon, una región al pie de las montañas con grandes posibilidades. Naowën solía moverse por sitios menos poblados y apartados pero esta vez quería llegar más allá había estado observando y conviviendo con los humanos durante años pero no había venido hasta aquella lejana tierra para eso.

Un cartel llamó su atención, como si el destino hubiera escuchado sus pensamientos y le ofreciera una oferta que no podía retrasar, si quería cambiar el mundo o ayudar a hacerlo aquel era el comienzo.

A parte de la bebida, pasar a la acción parecía el mejor remedio para olvidar las penas. Quien sabe que os podía deparar aquello y además… rescatar a una persona sería una buena acción, quizá os hiciese sentir mejor.

Los siguientes días mejora un poco el clima, pero justo el 11, el día en que hay que asistir a esa reunión, amanece nublado. Al menos no llueve, por el momento.

Os informasteis que ese Bar Rocú, se trataba de una granja que se encontraba más al norte, en un valle cerca de las montañas. Más paralelismos con aquella aventura en la que participó Angainor.

Así pues partisteis temprano, no fuese cosa de que encontrarais contratiempos. Además, cerca de las montañas hay más cantidad de animales salvajes. Pero no fue el caso y el viaje transcurrió sin incidentes. Debía de ser media tarde cuando en el valle que os habían comentado visteis una casa grande, con un corral con animales y humo saliendo de la chimenea.

Según os acercabais olía más y más a carne a la brasa, se os hacía la boca agua.

Tal vez aquella misión sirviese para mejorar la imagen de los Dunledinos, o para mejorar un poco tu situación económica, o conocer a más gente. Quien sabe que te podía deparar aquello y además… rescatar a una persona sería una buena acción.

Los siguientes días mejora un poco el clima, pero justo el 11, el día en que hay que asistir a esa reunión, amanece nublado. Al menos no llueve, por el momento.

Te informaste que ese Bar Rocú, se trataba de una granja que se encontraba más al norte, en un valle cerca de las montañas.

Así pues partiste temprano, no fuese cosa de que encontraras contratiempos. Además, cerca de las montañas hay más cantidad de animales salvajes. Pero no fue el caso y el viaje transcurrió sin incidentes. Debía de ser media tarde cuando en el valle que te habían comentado viste una casa grande, con un corral con animales y humo saliendo de la chimenea.

Según te acercabas olía más y más a carne a la brasa, se te hacía la boca agua.

Tal vez aquella misión sirviese para mejorar conocer mejor a los humanos, o para mejorar un poco tu situación económica, o volver a mejorar como mago. Quien sabe que te podía deparar aquello y además… rescatar a una persona sería una buena acción.

Los siguientes días mejora un poco el clima, pero justo el 11, el día en que hay que asistir a esa reunión, amanece nublado. Al menos no llueve, por el momento.

Te informaste que ese Bar Rocú, se trataba de una granja que se encontraba más al norte, en un valle cerca de las montañas.

Así pues partiste temprano, no fuese cosa de que encontraras contratiempos. Además, cerca de las montañas hay más cantidad de animales salvajes. Pero no fue el caso y el viaje transcurrió sin incidentes. Debía de ser media tarde cuando en el valle que te habían comentado viste una casa grande, con un corral con animales y humo saliendo de la chimenea.

Según te acercabas olía más y más a carne a la brasa, se te hacía la boca agua.

Huelo el aroma de carne a la brasa y me recreo en ese olor durante unos segundos antes de abrir la boca y comentar con mi viejo amigo.

- Angainor, no sé si la aventura merecerá la pena...pero si ese olor viene del Bar Rocú te aseguro que la comida sí que la valdrá... - digo relamiéndome por dentro - ...y si tienen una buena cerveza para acompañar hasta estoy pensando en instalarme en la zona un tiempo...

Reviso el exterior de la granja en busca de gente para ver si somos o no los primeros en llegar.

El camino hacia el Bar Rocú había resultado sin problemas... habernos levantado e iniciado la marcha temprano ayudaba bastante y además permitía llegar a buen horario a destino. También resultaba favorable el no encontrarnos con criaturas, algo que también permitió a los uncas relajarse y jugar en el camino.

Al acercarnos a la casa escucho las palabras de Mut y no puedo sino sonreír mientras abro y cierro la boca, pensando en lo deliciosa que ha de estar la comida.

"- La verdad que no puedo negarme a ello... el olor resulta demasiado agradable como para resistirse- contesto a mi compañero y llamo a los uncas para que se acerquen-. Yo diría que vayamos yendo, tal vez nos estén esperando con algo de esa carne y la cerveza que dices... supongo que aquí es donde debíamos venir- agrego comenzando a caminar hacia la casa".

El día había aparecido nublado, Naowën esperaba que aquello no fuera un mal presagio de lo que estaba por llegar. SE puso en camino temprano, pues le gustaba madrugar al fin y al cabo no necesitaba descansar tanto como un humano.

Vió el amanecer de camino al lugar, Naowën disfrutaba de los caminos, de su tranquilidad. Pasaron varias horas cuando la casa apareció en el horizonte, el humo saliente de la chimenea anunciaba el fin del trayecto y el inicio de lo que podía ser una verdadera aventura.

El elfo entro por la puerta examinando el lugar, sus ojos buscaban la procedencia de aquel olor que llenaba su boca

Que bien huele

Retomar de nuevo el camino era algo que me hacía sentirme bien. Caminar a veces sin rumbo y otras con alguno en mente era algo que me hacía feliz. El contacto con la naturaleza, con mis raíces. Eso me devolvía a casa aunque fuese por unos instantes. 

Uno tras otro, los pasos dados me acercaban más al lugar de mi destino. Pero ya la mañana se hizo tarde, y la tarde comenzaba a convertirse en noche. Aún faltaban horas, pero caminar tanto tiempo me había abierto el apetito. Y desde luego el olor que la casa desprendía la hacía atrayente e irresistible. Me preguntaba si era ése mi destino, el tan comentado Bar Rocú.

No tenía por costumbre irrumpir en la vida de las personas así como así. Me habían enseñado a ser respetuoso, sin duda. Por si acaso no era el Bar Rocú, preguntaría primero, y si no era así, preguntaría si querrían compartir su comida a cambio de dinero, o quizás de algún trabajo que yo pudiese hacerles a cambio, si no me demoraba demasiado en mi viaje. El tener una hora de llegada no era para despistarse, o diría poco de mí de cara a la misión de la que me gustaría formar parte cuando supiese hacia donde ir.

Acaricié a alguno de los animales que se me acercaron, señal de que estaban acostumbrados a cuidados continuos y amables, y llamé a la puerta de la casa. Madera tosca y recia, sin duda hecha con esmero. Los golpes resonaron fuertes en el interior, y preferí hablar antes de asustar más a los de adentro.

-¿Hola? Perdón, no quisiera molestarles. Mi nombre es Axe, y viajo por este valle buscando el Bar Rocú, ¿podrían informarme si estoy en el lugar correcto?

Se trata de una casa de madera. Relativamente amplia. Hay otro edificio a modo de granero, pesebre o tal vez las dos cosas a la vez. La puerta está abierta.

Tras empujarla veis un salón, con una chimenea al fondo. En su interior un cochinillo atravesado por un palo se va tostando lentamente al fuego. También hay una gran mesa en el centro de la sala, con diversos platos ya preparados. Y algunos platos hondos con diversas piezas de fruta de temporada, en este caso cítricos.

Las paredes no tenían muchos adornos, un par de tapices que daban algo más de calidez a la estancia. A parte de la puerta de entrada hay otras tres. Una al fondo y dos a los lados, pero más cerca de la pared del fondo que de la que os encontráis.

Al escuchar la puerta una mujer de unos cincuenta años se asoma – Sois los primeros en llegar. Sed bienvenidos, sentaros. Comed algo de fruta mientras hacemos un poco de tiempo a ver si viene más gente – Ya parecía dar por supuesto a que veníais. Por cierto, que en la mesa había jarras, pero resultaron ser de agua, no de cerveza.

A los quince minutos llega un elfo. No es habitual verlos en estas latitudes y menos solos como este parece venir. Examina la estancia y cierra la puerta tras de si. Me escucháis decir un "Que bien huele"

Y un poco más tarde llaman a la puerta, a los segundos por ella aparece un humano, por la facciones entendéis que debe ser de la zona, se trata de un Dunledino. "¿Hola? Perdón, no quisiera molestarles. Mi nombre es Axe, y viajo por este valle buscando el Bar Rocú, ¿podrían informarme si estoy en el lugar correcto?"

Se trata de una casa de madera. Relativamente amplia. Hay otro edificio a modo de granero, pesebre o tal vez las dos cosas a la vez. La puerta está abierta, así que decides pasar adentro.

Tras empujar la puerta ves un salón, con una chimenea al fondo. En su interior un cochinillo atravesado por un palo se va tostando lentamente al fuego. También hay una gran mesa en el centro de la sala, con diversos platos ya preparados. Y algunos platos hondos con diversas piezas de fruta de temporada, en este caso cítricos.

Las paredes no tenían muchos adornos, un par de tapices que daban algo más de calidez a la estancia. A parte de la puerta de entrada hay otras tres. Una al fondo y dos a los lados, pero más cerca de la pared del fondo que de la que os encontráis.

Al escuchar la puerta una mujer de unos cincuenta años se asoma desde lo que parece ser la alacena – Adelante, adelante, bienvenidos todos. - Dice. Por cierto, que en la mesa había jarras con agua fresca.

Allí ya había un par de seres más. Gente un poco rara, sin duda, menos la mujer, todos extranjeros. Se trataban de un enano y un ser pequeño, nunca habías visto uno pero debía de tratarse de un mediado.

Y un poco más tarde llaman a la puerta, a los segundos por ella aparece un humano, por la facciones entendéis que debe ser de la zona, se trata de un Dunledino. "¿Hola? Perdón, no quisiera molestarles. Mi nombre es Axe, y viajo por este valle buscando el Bar Rocú, ¿podrían informarme si estoy en el lugar correcto?"

La mujer lo saluda y le dice que está en el lugar correcto.

Se trata de una casa de madera. Relativamente amplia. Hay otro edificio a modo de granero, pesebre o tal vez las dos cosas a la vez. La puerta está abierta. No obstantes llamas con los nudillos y hablas, quizá más que nada anunciando tu presencia.

Tras empujar la puerta ves un salón, con una chimenea al fondo. En su interior un cochinillo atravesado por un palo se va tostando lentamente al fuego. También hay una gran mesa en el centro de la sala, con diversos platos ya preparados. Y algunos platos hondos con diversas piezas de fruta de temporada, en este caso cítricos.

Las paredes no tenían muchos adornos, un par de tapices que daban algo más de calidez a la estancia. A parte de la puerta de entrada hay otras tres. Una al fondo y dos a los lados, pero más cerca de la pared del fondo que de la que os encontráis.

Al escuchar la puerta una mujer de unos cincuenta años se asoma desde lo que parece ser la alacena – Pasa, pasa. Toma asiento, estás en el lugar correcto. - Dice. Por cierto, que en la mesa había jarras con agua fresca.

Allí ya había más gente. Gente un poco rara, sin duda, menos la mujer, todos extranjeros. Había un enano, un elfo y un ser pequeño, nunca habías visto uno pero debía de tratarse de un mediado.

Me sirvo una fruta mientras esperamos sentados a que el resto de los aventureros vayan llegando. No tardan demasiado en hacer acto de presencia el resto por lo que en breve podremos comer y enterarnos para qué quieren formar un grupo. El primero en hacer acto de presencia tras nosotros es un elfo, hacía tiempo que no veía uno y más raro me parece en estas latitudes, aunque claro él pensará los mismo de un hobbit.

Luego aparece un dunledino, por su físico me recordaba a Ulrij. Pregunta por el Bar Rocú así que decido indicarle que está en el sitio correcto:

- Está usted en el sitio correcto señor Axe. Siéntese y esperemos a ver si llegan más aventures... - cojo un cítrico y se lo lanzo mientras comento - ...la fruta apaga la sed que el camino provoca, tómese una pieza y se encontrará mejor. Mi nombre es Mutfast Lanudo, aunque todo el mundo me conoce como Mut. Mi compañero de viaje es Angainor... - presento a mi viejo amigo que parece disfrutar también de una pieza de fruta.

El que me abriesen la puerta afirmando que estaba en el lugar correcto me hizo sentir alivio. Caminar por tierras extrañas teniendo por meta el llegar a un lugar provoca en cierto modo ansiedad por no estar en el sitio adecuado.

Agradecí a la buena mujer las palabras y su bienvenida, acercándome a la mesa que me señalaba.

Ya había allí más gente, y uno de ellos habló dirigiéndose a mí con palabras corteses de bienvenida. En mi pueblo sabemos ser amables si lo son antes con nosotros, así que le correspondí del mismo modo. Saludé antes a los demás que allí se hallaban.

-Hola a todos- me llevé una mano al pecho, gesto que los dunledinos hacemos para significar que algo es de corazón, de modo sincero-. Gracias por vuetras amables palabras, maese Mutfast. Aceptaré de buen grado la fruta que me ofrecéis, pues el camino hasta aquí ha sido largo y tedioso. Cierto es que hay mucha gente convocada. -quizás más de los que me esperaba, pensé.