Cedric te da unas direcciones y garabatea una carta de presentación para ti en una cuartilla de papel. Al parecer, conoce al regente de la capilla de Nápoles, que se encuentra no muy lejos de la casa del príncipe. Igualmente, cede a Aletheia para que cumpláis con vuestras labores, no sin antes advertirte:
-El impertinente joven no nos importa, pero es imperativo que abandonemos Nápoles con Uberto en nuestro poder... no hace falta que os lo diga...
El príncipe os cede una habitación a Uberto y a ti, y otra al altivo Cedric de Cornualles. El joven tremere conocido como Jack Arkwright abandona la casa junto con Aletheia.
Uberto parece absorto en algún tipo de pensamiento, pero no está nervioso. De hecho, su comportamiento es muy calmado y tranquilo para la situación en la que os encontráis...
Las veces que intentas entablar conversación con él, o interrogarle acerca de las razones de vuestra captura, se muestra elusivo o sonríe enigmáticamente.
Tienes dos noches para jugar al ajedrez, alternar con alguno de los habitantes de la casa, organizar tu alegato o simplemente relajarte. Sabes que, por mucho que puedan tener contra Uberto, no hay ninguna acusación contra ti, y, sorprendentemente, el viejo parece estar cubriéndote las espaldas...
Tú dirás si quieres hacer algo especial, si no esperaremos a Jack.
Jugaré, en mi alegato pensaré si acaso mientras juego, pero dudo que me haga falta XD
-No os preocupeis, mi Señor. Si la capilla presta entero apoyo, saldremos felizmente de aqui con Uberto. Todavía no ha nacido cainita capaz de ganar a un Tremere en nada.
¿Me puedo llevar a Aletheia o no?
Cita:
;)
Por cierto, ten cuidado con los destinatarios. No querrás que Alejandro conozca tu plan.
Me voy a la capilla de la ciudad y pido un neonato, un tipo capaz de modificar la memoria de la gente y otro que maneje bien la sangre (o sea, neonato, dominacion 3 y vitae 1 minimo). Si Aletheia sirve en alguno de estos casos mejor que mejor. A Aletheia le pregunto qué pasó con los nosfis y como atraparon a Uberto. Quiero que me cuente todo.
La carta de Cedric de Cornualles parece abrirte más puertas de las que esperabas. El Regente de la capilla Tremere, sin embargo, no parece muy dispuesto a ceder a todas tus exigencias sin meter las narices demasiado en el asunto, algo que Aletheia no aconseja. En su lugar, ella propone que pidas al Señor de Cornualles que use sus habilidades en Dominación antes que dejar que el Regente entre en el juego. Aletheia misma está versada en las sendas del Rego Vitae, pues fue su senda taumatúrgica primaria antes de dedicarse a Creo Ignem. En cuanto al neonato, el Regente os lo entrega a regañadientes, sabiendo que su capacidad para entrar en el asunto va a ser muy limitada. Es un joven nervioso, un acólito con rostro asustadizo y que habla un napolitano atroz y en ocasiones incomprensible. Su nombre es Lorenzo.
Aletheia te cuenta cómo encontraron a Uberto. El señor de Cornualles, que ya había estado en Nápoles anteriormente -según dicen, como escala para ir a Jerusalén-, tenía un contacto entre los Brujah locales, quele garantizó una entrevista con el único nosferatu conocido de la ciudad, un vástago elusivo e inquietante que en ocasiones se pone del lado del Príncipe Marsilio y en muchas otras actúa por libre. O por encargo. El nosferatu, conocido como Talión, localizó fácilmente a Uberto, quien, por otra parte, no hacía mucho por ocultarse. Visitaba regularmente a Alejandro de Zucci en su casa, a las afueras de Nápoles. La noche en cuestión, Talión informaba de que por primera vez Uberto había conducido a Alejandro a la ciudad, hasta una ermita abandonada junto a la muralla. Una vez en ella, Aletheia y Cedric descubrieron, al oir ruidos en el subsuelo -cristales quebrándose, en concreto-, una trampilla tras el altar, que conducía a una pequeña habitación circular subterránea. Parecía un templo herético, al decir de Aletheia, pues las paredes aparecían pintadas burdamente con figuras demenciales y oscuras, y el centro lo ocupaba un banco de piedra similar al que se usa para hacer reposar a los difuntos... Allí se encontraron a Alejandro de Zucci y a Uberto de Ercolano, a los que conminaron a acompañarles. Uberto trató de usar un truco burdo, adoptando la apariencia de su discípulo, pero más allá de eso no intentó ningún tipo de defensa. No se empleó la fuerza en ningún instante.
OK. Le pido a Cedric que modifique la memoria del neonato para que crea haber visto con todo lujo de detalles que Uberto diabolizó a uno de sus compañeros Tremere. Aletheia tiene que probar la sangre de Uberto y de Alejandro para cerciorarse de que son ellos. Para evitar intrusiones en nuestras reuniones, ritualizamos la sala para que no salga el sonido ni puedan entrar los que no son de los nuestros (vease Aletheia, Cedric, Lorenzo y yo). Vinculamos el neonato a nosotros como grupo para que nos sea fiel. Por mi cuenta me voy a ver las ruinas de turno para empaparme todo lo posible de lo que sucedió allí. Voy con auspex 1 para ayudarme a buscar mejor todo lo que haya allí. Gracias al simpático mérito memoria eidética recuerdo todo con mucha precisión.
Aun no tengo rituales. ¿Cómo lo hacemos?
-Cedric accede reluctante a modificar la memoria de Lorenzo e implantar ese recuerdo en ella.
-No sabéis cómo hacer para que Aletheia pruebe la sangre de los prisioneros sin atacaros, pero Aletheia cuenta al príncipe el episodio de la captura y él accede, a condición de que se realice bajo su supervisión. El resultado es que sí son ellos mismos.
-Vincular a otro miembro del clan es algo que sólo puede hacerse con una grave justificación -normalmente como delito- y únicamente por el consejo interior. La infracción de este delito se castiga con la muerte. Cedric y Aletheia te hacen ver que si el regente de la capilla de Nápoles se percata de que habéis vinculado a Lorenzo, sería vuestro fin. Por otra parte, el neonato está tan asustado -y tan emocionado- por participar en el asunto, que no cabe dudar sobre su lealtad.
-Tu nivel de taumaturgia es 0, así que no tienes ninguna competencia mágica. Para realizar el ritual que has mencionado deberías depender de tus compañeros, que si bien conocen bastantes rituales no cuentan entre sus conocimientos con uno para ahogar el sonido o impedir la entrada de extraños. Por otra parte, los rituales requieren tiempo, y es algo que no os sobra, así que decidís usar Auspex durante las reuniones, para percibir cualquier intrusión y sugerir a los guardias del príncipe que extremen la seguridad. Aunque, por lo que cuentan, Uberto de Ercolano y Alejandro de Zucci muestran poco interés en lo que hacéis: simplemente juegan al ajedrez.
-Te acercas a la ermita, que parece haber sido saqueada. La habitación subterránea es circular y pequeña. En las paredes hay un par de estanterías viejas, vacías. En el centro, un alargado banco de piedra, y sobre él, los trozos de un espejo roto. Las paredes están llenas, eso sí, de dibujos toscamente grabados en la pared, con motivos demenciales y aberrantes. Registras todos perfectamente, pero no alcanzas a entender que significan. En algunos, parece que una mano surge del centro de un tablero de ajedrez. En otros, las tres cruces bíblicas aparecen grotescamente deformadas, y en el centro, en lugar de cristo crucificado aparece un personaje extraño con largos cuernos de demonio...
Cuando me digáis que ya no tenéis nada más que preparar, empezamos.
Yo no tengo nada más :P
Quiero que Aletheia me cuente todo lo que ha podido saber al probar la sangre de Uberto y Alejandro.
Aletheia sólo puede contarte lo que ya sabíais: ambos son quienes dicen ser, los dos del clan Malkavian. Alejandro de Zucci es de novena generación.
Pero en cuanto a Uberto, algo bloquea su capacidad de percepción. No sabría decir qué es, pero no se parece en nada a la sangre de cualquier otro cainita.
El salón del piso bajo parece haberse preparado para la ocasión, disponiendo sillas suficientes frente a la del príncipe para que podáis sentaros. A un lado, Jack, Aletheia y Cedric. Al otro, Uberto y Alejandro. Hay un guardia armado en cada puerta, y un criado permanece junto al príncipe, de pie y rigurosamente inmóvil.
-Bien. Os saludo nuevamente a todos. Hemos organizado este juicio para dilucidar si hubo razones fundadas para que Uberto de Ercolano, aquí presente, y Alejandro de Zucci, también presente, fueran arrestados y traídos ante mi presencia hace dos noches. Tienen la palabra los acusadores, que expondrán, y así lo espero ansiosamente, esas razones...
Tomo la palabra poruqe soy el argumentador de mi clan.
-Muy bien, comenzaré entonces a satisfacer la curiosidad de los presentes. Hace ya varias lunas el denominado Uberto, del clan Malkavian, realizó una terrible diablerie sobre uno de los integrantes de mi Clan. Consiguió escaparse de nuestra justicia, vagabundeando por el mundo. Hace escasos días conseguimos localizarle aquí, en Nápoles. Debido a que sabemos lo escurridizo y rápido que es, decidimos actuar velozmente y atraparle cuanto antes, incurriendo en un error que lamentamos. Mis disculpas al Príncipe por no alertarle antes, pero Uberto es demasiado hábil en el arte de la huida como para dejar al azar que le podamos localizar. A no ser que el defendido tenga algo que decir, me gustaría presentar a un testigo directo de dicha diablerie. Este nopudo hacer nada debido a que en ese momento estaba totalmente incapacitado por un pequeño error en un ritual, así que hubo de contemplar impotente como Uberto diabolizaba a uno de los suyos.-Señalo con un gesto de la mano a Lorenzo, y si Uberto o Alejandro no dicen nada, le cedo mi sitio.-Cuéntales todo lo que pasó, hijo.
Le toca a Lorenzo contar la versión implantada de la diablerie. Estuvo supervisada por mí, asi que no creo que difiera demasiado de lo que acabo de contar.
Un vástago joven, de aspecto inseguro y asustadizo ocupó la silla dejada por Jack. Parecía aterrorizado ante la presencia de Uberto en la misma sala que él y se negaba a mirarle directamente. Incluso el príncipe tuvo que pedirle en varias ocasiones que levantara la voz, pues hablaba casi en susurros entrecortados por el pavor.
Su historia coincidía punto por punto con lo expresado por el Tremere: había presenciado como Uberto bebía hasta saciarse de uno de sus compañeros de capilla y estaba completamente seguro de que era la misma persona a la que ahora acusaban.
Cuando terminó de hablar retomó la palabra el príncipe.
Puedes interrumpir siempre que quieras, aunque de momento nadie parece haberte acusado de nada. Uberto, ante acusaciones tan terribles parece no mostrar ni un ápice de nerviosismo.
Tirame Percepción + Empatía.
-¡Diablerie! Ésa es una acusación muy grave, signore de Ercolano, que la Camarilla castiga con la muerte definitiva. Os advierto de que mi mano no temblará al ejecutar esa sentencia, si se prueba que sois culpable. Pero escuchemos vuestra defensa.