Partida Rol por web

Tu percepción de la joven, que permanece rígidamente de pie en tus aposentos, es inequívoca. Se trata de la misma muchacha de la noche anterior, sólo que mucho más palida y con los miembros lacios. Parece que el rubor de la juventud ha desaparecido de la pigmentación de su piel.

Hans, que te ha seguido hasta aquí, dice:

-¿Y bien? ¿Ahora cuál será nuestro siguiente paso?

Frunzo el ceño ante la irresponsabilidad de Arkwright. Ciertamente me sorprende confirmarlo, puesto que su tenacidad a la hora de capturar a mi sire no fue precisamente la que se espera de un hombre que desdeña sus obligaciones para con sus superiores en favor de sus ambiciones personales.

Comprendo vuestra preocupación. No obstante, veo que compartimos una misma misión, y es más, veo que vos no habéis pretendido descuidarla. Hasta ahora mis esfuerzos han sido menos que fructíferos, creo que el Príncipe Salazar ya sabe perfectamente de mis intenciones. No obstante, no pienso permitir que eso empañe mi buena actuación aquí -dejo un largo silencio en el que las infinitas jugadas posibles se cruzan, confusas, en mi mente, ahora algo más nerviosas desde que perdí la partida con el Príncipe. Frustrado, niego con la cabeza y vuelvo a mirar a Aletheia con toda mi atención-. Si, como decís, Arkwright no es capaz de llevar esa misión, sencillamente, esperad a que ese superior vuestro llegue e informadle, como hacéis conmigo, de lo que ocurre con el supuesto director de esta misión que os han encomendado. Mientras tanto, respetada... compañera -hago hincapié en estas dos palabras, dejando clara mi disposición a colaborar pero sin querer dar lugar a excesivas confianzas-, podéis contar conmigo para llevar a cabo vuestras investigaciones y os rogaría sinceridad, ya que trabajamos por una causa común. Ese Harfleur me ha enviado, con el beneplácito del Príncipe Marsilio di Castilnuovo, para administrar los recursos humanos y Cainitas con los que cuenta Valladolid para protegerla de la invasión del Sabbat y, a ser posible, ganar terreno, además de para valorar la lealtad de Lope de Salazar.

Las palabras de Alejandro parecen turbar a la Tremere. Una nube cruza sus ojos antes de responder.

-Creo que... tenéis razón. -Dice, cautelosamente- Quizá no debí involucraros en este asunto; pero si realmente el príncipe es una amenaza para nosotros, no tendremos más remedio que aliarnos para conjurarla. Es una contrariedad que Salazar conozca vuestras intenciones, aunque dudo que no albergue sospechas semejantes acerca de cualquiera de nosotros: según sus propias palabras, no se alcanza una posición como la suya revelando lo que uno pien...

Aletheia calla subitamente al oir voces en el pasillo. Luego, sin pronunciar palabra, se dirige hacia la puerta y la abre mínimamente para mirar hacia fuera. Cuando se vuelve hacia ti, parece sobresaltada por algo.

-Debemos salir -dice, trémulamente-. Harfleur está aquí. Y no viene solo.

¿Ya han llegado? Vaya, pues sí parece que tuvieran prisa en venir a controlarlo todo -le contesto, sin ocultar una expresión de sorpresa-. ¿Viene con ese miembro de vuestro clan? Bah, como sea, salgamos, deberíamos estar dispuestos para recibirlos.

Recuperando por completo mi porte noble, me enderezo y camino hacia la puerta, dejándola a ella delante, para que abra y vayamos al encuentro de Salazar y los enviados de las altas esferas de la Camarilla.

-Mi querido Hans, vas a ver ahora porqué el ser más peligroso de la creación es la mujer.-una rápida mirada a Aletheia le confirma su indignación. La risa se escapa de entre los labios de Jack -.Nuestro amado anfitrión es buen, pero las mujeres son mejores. Traeme una copa y lo comprobarás. Mejor trae cuatro.

Mientras Hans va a por las copas, Jack se gira hacia la joven como un depredador hacia su presa.
-Dime lo que deseas, lo que anhela tu corazón. Libera tu más sincera intimidad. Júrame lealtad, y el mundo será tuyo.

La muchacha sólo puede suspirar y decir:

-¡Caballos! -Antes de caer desvanecida al suelo.

Hans deja las copas sobre una mesita y se arrodilla para acomodar a la muchacha en la cama.

-¿Caballos? ¿Ha dicho que lo que más anhela en este mundo son caballos? Vaya, eso es grotesco incluso para alguien tan experimentado en las oscuridades del alma humana como yo. Me recuerda a ciertos episodios sicalípticos de las poesías goliárdicas. Por cierto, hermano Arkwright: mientras iba a buscar las copas, un criado me ha informado de que el príncipe y Gilbert d´Harfleur ya han llegado. También les acompaña un miembro de nuestro clan. Quizá deberíamos bajar.

Aletheia y tú hacéis vuestra entrada en la sala. Te sorprende reconocer entre los recién llegados a Cedric de Cornualles, el anciano Tremere que acompañaba a Arkwright y a Aletheia en Nápoles, la noche en la que capturaron a Uberto.

Lope de Salazar os saluda vagamente con la mano. Arkwright y Hans no están en la sala. Harfleur, el arconte, permanece mudo y con las puntas de los dedos bajo su barbilla.

-Bien -comienza el príncipe con impaciencia-. No esperaremos a vuestros acompañantes, señorita, pues el tiempo apremia. La situación, a lo que parece, es desesperada. El cardenal Adriano acaba de llegar a la ciudad y ha sido nombrado regente por Carlos, que está en Alemania siendo coronado emperador. El reino está patas arriba. Mientras hablamos, las más importantes ciudades de la corona de Castilla se han declarado rebeldes al rey.

-Muy bien, bajemos. En cuanto puedas, tengo una misión para ti. Compra el caballo que veas de mayor calidad y enseñaselo a la chiquilla. Que le curen el susto. Ahora es mi mascota.

Acaricia suavemente el pelo de la chica y se prepara para hacerla tragr de su sangre.

-Cerrad bien las puertas y ventanas.

Con un experto mordisco, Jack se abre su propia muñeca y deja fluir muy lentamente la sange en la chiquilla. Poco a poco, masajeando suaemente la garganta para que trague sin dificultad. Para limpiarla de restos depues, se chupa la muñeca y le hace tragar a la niña agua del mismo modo.

Mientras Hans baja a cumplir tus órdenes, la muchacha se desvanece y queda tendida, catatónica aunque saciada, en el lecho. Sólo entonces desciendes hasta la sala de audiencias. Dentro, Alejandro y Aletheia se sientan frente al príncipe Lope de Salazar y al arconte Gilbert d´Harfleur. Encuentras la reunión empezada, y tu entrada coincide justo con el momento en el que éste último toma la palabra.

Te sorprende descubrir también entre los presentes a Cedric de Cornualles. El anciano Tremere alza una ceja en señal de saludo cuando entras en la sala...

La puerta se abre justo en el momento en el que Harfleur toma la palabra y Arkwright entra en la sala despacio.

El arconte toma entonces la palabra, aunque aun mantiene la misma postura reflexiva.

-Ni que decir tiene que, en muchos de esos casos, si no en la mayoría, los rebeldes han sido alentados por elementos del Sabbat. Una revuelta abierta contra el Rey les beneficia, pues nuestra ofensiva contra las posiciones del Sabbat en Castilla estaba enormemente fortalecida por la alianza que mantenemos con el nuevo monarca y sus asesores alemanes y flamencos. Rechazando la autoridad del rey, por tanto, el Sabbat intenta frenar nuestra influencia o al menos ganar tiempo para poder reunir fuerzas. -Harfleur saca un pergamino de los pliegues de su túnica y lo desdobla ante vosotros. Es un mapa del Reino- Valladolid aun permanece leal al rey, quizá porque gran parte del ejército de Carlos se encuentra aquí, así como la mayoría de los nobles, que en un principio le apoyan. Aunque si la rebelión tiene éxito, perderemos su apoyo: los nobles no están muy contentos con la decisión de Carlos de nombrar a un extranjero como el Cardenal Adriano como Regente, ni con que entre sus asesores de mayor confianza no haya ni un solo noble español. Aunque de momento no desafiarán la autoridad de Carlos. Toledo, Burgos, Segovia, Ávila, Salamanca, Zamora... y así hasta 17 ciudades más han declarado una alianza en contra del poder real. Exigen que la corona pase a la Reina Juana, madre de Carlos. De estas ciudades, Burgos amenaza directamente nuestra posición y es un lugar peligroso puesto que allí se encuentran no sólo uno sino dos adversarios formidables....

-¿Quienes se encuentran allí?¿Tan temibles son?

Arkwright mira fijamente al arconte, mientras se extraña pensando qué hace allí Cedric.

El arconte chasquea la lengua antes de continuar.

-El primero de ellos es el Obispo de la ciudad, Montalbán. Es un Lasombra cuyo ascenso en las filas del Sabbat fue mucho más veloz de lo usual. La segunda es una Tzimisce de los cárpatos, gélida y letal como una espada de hielo: Tania Valach. Aunque es Montalbán la figura que ostenta el poder en la ciudad, sus habilidades rivalizan con las de Valach. Ambos amenazan nuestra retaguardia y, como ya he dicho, la ciudad de Burgos acaba de unirse a los sublevados...

-Así pues, debemos conjurar la amenaza de Burgos lo antes posible y así poder centrar nuestra atención hacia el sur. Hemos decidido enviar a un grupo que apoye a los pocos hombres de que disponemos en la ciudad; dado que su situación aquí es aun indefinida, ustedes también acompañarán a ese reducido grupo: deben detener a cualquier precio la rebelión y, sobre todo, inutilizar a Montalbán y a Tania Valach...