Partida Rol por web

Las Tierras de los Valles

8. Una Aventurera, un Guardia y un Perro.

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25/02/2010, 20:23
Director

Un risueño Arledrian se despidió de Charak y condujo a Khaila hasta el custodio de la entrada. Tras devolverle a Khaila su inmenso espadón, el soldado de la entrada despidió con efusividad al joven guardia. Parecían conocerse, o bien Arledrian era bastante conocido en los cuarteles. Aventurera y guardia salieron del imponente cuartel de la guardia.

Un inmenso perro se acercó a la carrera.

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25/02/2010, 20:31
Arledrian

¡Canthus! —lo llamó alegremente Arledrian antes de que Khaila pudiera sentirse amenazada.

En can aligeró el paso e ignoró a su dueño para acercarse a Khaila. La olió y pareció gustarle lo que había olido, pues meneó el rabo y le echó una mirada inquisitiva.

Eh, le gustas —dijo un risueño Arledrian—. Suelo juzgar a la gente según la reacción de Canthus.

El guardia se arrodilló frente al perro para rascarle detrás de las orejas, cosa que el perro pareció agradecer.

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26/02/2010, 12:08
Khaila

Nuevamente colocada la espada en su sitio, la joven guerrera se dirigió junto al guardia hacia la salida. Con el contacto en la espalda del acero, sentía una tranquilidad que era difícil de explicar. Era como si cuando no lo tenía se sintiera vulnerable estuviese donde estuviese.

Al salir, un enorme perro se les acercó. Khaila no pudo más que sonreir ante la proximidad del animal. Acercó su mano a la testuz, permitiendo que se la oliera antes de acariciar su gran cabeza.

A veces los animales son mas inteligentes que los hombres. El tono empleado por Khaila resultó ser demasiado ácido para el gusto de la muchacha. Estaba acostumbrada a que la juzgaran por su apariencia. Muchas veces era lo que buscaba, pero el reciente encuentro que había tenido con la capitana de la guardia le había dejado mal sabor de boca.

Hermoso animal. Terminó diciendo suavizando su voz y sonriéndole al joven guardia.

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26/02/2010, 12:44
Arledrian

Canthus ladró alegremente ante el comentario de Khaila y se arrojó al suelo patas arriba para que la joven le rascara la tripa. Arledrian soltó una carcajada.

Sí, Canthus es tan listo que no le hace falta hablar. Vamos, chico, levántate y pórtate bien.

El perrazo gimió pero obedeció a su amo. Arledrian posó la mirada en la de Khaila.

Así que eres aventurera, ¿no? Siempre he tenido curiosidad. ¿Qué puede llevar a alguien a tomar ese camino?

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26/02/2010, 12:48
Khaila

Ante la pregunta de Arledrian, Khaila dejó de sonreir. Su mirada pareció perderse en el horizonte mientras la joven parecía meditar sobre lo que había dicho el guardia.

Supongo que cada persona tendrá sus motivos. Una sombra de sufrimiento cruzó el hasta ahora sonriente rostro de Khaila. Algunos te dirán que lo hacen por fama, otros por dinero, y otros quizás te digan que por venganza. Supongo que cada uno tenemos nuestros motivos... Volvió nuevamente sus oscuros ojos al joven. Pero ten por seguro que casi todos lo hacemos por no estarnos doce horas trabajando en el campo. Terminó diciendo dibujando una suave sonrisa e intentando zanjar el tema que a ella le resultaba doloroso.

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26/02/2010, 12:55
Arledrian

Arledrian echó la cabeza atrás y rió con buen humor.

Ah, sí. Es lo mismo que diría mi madre: arar todo el día el campo sí que es un trabajo duro y no ir correteando detrás de los orcos, ¿verdad? —se arrodilló frente al animal y le rascó el lomo. Sin mirar a Khaila siguió hablando—. ¿Sabes? Yo de chaval soñaba con ser aventurero. Ayudar a los necesitados, hacer de los Reinos un lugar mejor y todas esas cosas.

La eterna sonrisa del joven soldado se disipó.

Mi madre se burló de mis sueños. Me dijo que tenía que tener los pies en la tierra. Buscarme un trabajo de verdad, vivir honradamente, fundar una familia y esas cosas —carraspeó y volvió a sonreír—. Supongo que tenía razón ¿no? Y que por ese motivo me uní a la guardia. Pero a veces me imagino qué hubiera sido de ese joven aventurero, sus nobles ideales y su espada reluciente.

Arledrian se levantó y sonrió a Khaila. Sus ojos desmentían la sonrisa.

Perdona por contarte estas tonterías. Es sólo que envidio la vida que llevas —ensanchó su sonrisa—Sobre todo la parte de no pegar palo al agua.

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26/02/2010, 13:20
Khaila

Khaila escuchó al joven sin interrumpirle. Una sonrisa de ánimo cruzó su rostro.

Parece que tienes una buena vida y seguro que hay muchas jóvenes doncellas que se volverían locas si les dedicaras una sonrisa. Khaila pareció sorprendida ante sus propias palabras, aunque sin apartar la mirada de los ojos del joven continuó expresando sus pensamientos. Tampoco creas que la vida de aventurero es tan sencilla. Muchas veces vagas sin rumbo. Te olvidas de lo que es el calor del hogar y la sensación de pertenecer a un sitio. Tus objetivos se convierten en hacerte más fuerte, más poderoso... Y cuando consigues eso miras hacia atrás ¿y qué tienes? Puede que una bolsa llena de oro y un vacío en tu interior.

La joven parecía guardar mucho dolor en su interior. Las palabras salían amargas, como si quisieran expresar algo que durante mucho tiempo había estado carcomiendola por dentro.

Tu madre se preocupaba por ti, quizás lo que más deseaba era saber que podría tener a sus nietos corriendo por la casa. No... No te arrepientas de tus actos, aquí, seguro que tienes mucho más futuro... Pero si alguna vez decides finalmente emprender el arduo camino del aventurero puedes buscarme.

Terminó diciendo con una sonrisa más abierta, intentando quitarle hierro al asunto. No estaba acostumbrada a ponerse tan profunda, y su rostro enrojeció suavemente al darse cuenta de que había abierto demasiado su corazón ante un desconocido.

 

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26/02/2010, 13:57
Arledrian

El joven soldado parpadeó sorprendido cuando Khaila elogió su sonrisa, pero según fue hablando más, su mirada se tornó pensativa. La gravedad de su rostro parecía distar mucho de la apariencia de chico simplón que había mostrado en un principio.

Gracias. Me has dado muchas cosas en las que pensar. El Sargento Carbos nos estará esperando pero quizá podamos hablar de ello más tarde. Si tú quieres, claro.

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28/02/2010, 13:19
Khaila

Claro. Fue la escueta respuesta de Khaila. La joven se preguntaba qué estaba haciendo. Siempre había mantenido una distancia mas que prudente con los del género opuesto. Sabía lo dañino que podían ser y casi nunca aceptaba su compañía. Y allí estaba ahora, aconsejando a un joven soldado y encima elogiándolo.

El silencio fue la compañía de los dos jóvenes el resto del camino, cada uno perdido en sus propios pensamientos. Khaila miró de reojo a Arledrian y la sombra de una sonrisa asomó a sus labios. Quizás no fuera tan malo relajarse un poco...