Partida Rol por web

Y con la hora mágica, los llantos de una mujer comienzan a resonar por el pueblo. La hora ha llegado y el pueblo resuena con la alarma. Gente de todos los puntos de Confido se dirige de inmediato al lugar por el que se acerca el enemigo. No hay mucho más que discutir aunque no tiene claro que la cosa vaya a acabar bien para nadie.

Comienza a caminar tranquilamente en la misma dirección que los demás. No tiene ninguna prisa por llegar, además... prefiere caminar fuera de la marea humana que se ha formado en, a penas, unos segundos en las calles del pueblo. No puede ser seguro desplazarse rodeada de tanta gente.

─¡Espera! ─exclamó, acelerando el paso para perseguir a Alejandro. 

El corazón rebotaba en su pecho con cada zancada y no era para menos. La multitud que se estaba reuniendo podía ser de ayuda si el fae se decidía a atacar, pero también un serio problema para tratar de hablar con él. O ella. Eso era lo peor de todo, la falta de información. En la Alianza siempre había un libro, un pergamino, una rápida explicación de su parens a casi cualquiera de sus preguntas. No aquí. Se enfrentaban a un cúmulo de suposiciones y solo Dios sabía lo que estaba por acontecer. Una plegaria silenciosa vino a sus labios al mismo tiempo que se preparaba para invocar la magia si fuera necesario.

Los guardias de la entrada no habian atacado a la criatura, pero veis que la igilaban de cerca, quizas esperaban refuerzos, quizas era otra motivacion, pero el hecho era de que la criatura andaba llorando como un alma en pena con los brazos sobre la cabeza. Poco a poco os acercasteis a ella hasta que quedasteis a una distancia prudencial, ni aun con vuestro aspecto amenazador la criatura parecia haceros mucho caso.

Ante vosotros aparecia una mujer vestida con harapos hechos jirones, de pelo blanco y tez aun mas blanca, que lloraba desconsoladamente. Sus manos eran normales hasta que llegaban a las uñas donde se tornaban en unas filosas garras de medio metro aproximadamente. No lograbais verle la cara pues estaba tapada con su pelo blanco y las manos las llevaba pegadas al rostro como si estuviera enjugando sus lagrimas.

La criatura andaba como dando tumbos pero parecia claro que su objetivo era llegar hasta la iglesia.

Cuando Alejandro echa a correr, miro por un instante a Magnus, pero cuando él se lanza a perseguirlo simplemente suspiro y me levanto ligeramente la parte inferior de mis ropajes para no pisarlos, echando a correr tras de ellos. Chiquillo estúpido, ¿tanta prisa tiene como para arriesgarse a que nos dispersemos? Pienso simplemente, aunque al menos ha habido la suerte de que lo siguiésemos en su carrera, pero no me hubiese extrañado que otros magi hubiesen decidido dejar que se arriesgase por su cuenta.

- Las carreritas repentinas nos las ahorramos a la próxima, por favor. -le digo, aunque a pesar de ello apenas resuello.

Para los magi es estúpido cansarnos si puede haber un conflicto, pues dependemos de nuestra resistencia para ser capaces de canalizar la magia sin desfallecer.

Colocándome en posición semilateral, me enfoco en la vara que tengo en una mano, dejando la otra libre para los gestos necesarios para la magia* que tenía pensado lanzar.

Corro al trote para no cansarme excesivamente y tampoco es que sea el mejor atleta, ni que sea muy rápido. Al poco me llevo la mano diestra debajo del chaleco para buscar algo que queda fuera de la vista de los demás. La turba parece estar lejos aún, así que confiaré en que no se den cuenta de…

“Parpadeo” un instante, quizás haya sido solo un efecto óptico, pero es como si me hubiese desplazado unos pocos metros pasando del punto A al B sin parecer haber pasado por toda la distancia que los separaba.

Llegamos ante la criatura. Me quedo una fracción de segundo sin saber que hacer. En mi visión tenía el pelo azabache. Ahora es blanco como la nieve. ¿Por qué? ¿Quizás no sea un duende? ¿Quizás sea algo demoniaco que se alimenta de la vida de los bebes para recuperar su… “juventud”?

Puede que lo haya interpretado mal… así eran las visiones… pero como fuera creía firmemente en intentar evitar el derramamiento de sangre, pues en un conflicto nunca podías anticipar que bando derramaría más sangre o tan siquiera cuenta.

Me planto frente a ella hablándole en latín.

- ¡Detente! ¡Ya has causado suficiente dolor a estas gentes! Conozco tu soledad. Conozco tu dolor. ¡Detente! ¡Buscaremos la forma de ayudarte sin que haya más muertes! – le grite entre atemorizado y suplicante.

Se detiene en seco cuando ve a esa criatura. Ese ser no parece un Fae ni de lejos, pero no sabe lo qué es. Aunque no entiende la estúpida valentía de Alejandro. Ni siquiera cree que ese ser pueda entender lo que está pasando y parece ser un ser demoniaco o un espíritu errante que está sufriendo de algún modo. 

Se detiene a una distancia prudencial sabiendo que si esas garras llegan a rozarla, quizá no vea un nuevo amanecer.

La criatura hace caso omiso al llamado de Alejandro y al propio Alejandro pasando a su lado mientras continua con su llantina, no parece tener intenciones de actuar contra nadie, solo continuar con su camino.

Probablemente aquel ser no hable Latín... pero tampoco parece hostil... de momento. Quizás halla más de lo presupuesto inicialmente. 

Me giro con expresión desconcertada dispuesto a seguir a la criatura deseando que mis compañeros no inicien la confrontación sin estar más seguros de lo que está pasando.

─Tú dirás cuándo acaba el diálogo, Alejandro ─dijo la potente y grave voz de Magnus a espaldas de Alejandro.

Lo cierto es que diálogo no había habido ninguno, puesto que no había habido intercambio de ningún tipo. Todo apuntaba que el "diálogo" acabaría en cuanto alguien se interpusiera en su camino hacia la iglesia. No es que Magnus tuviera intención de evitar que una iglesia católica sufriera un ataque, pero intuía que alguien se estaba refugiando en ésta y probablemente no se mereciera acabar en brazos de ese horripilante ser.

─Mia, podrías adelantarte a ver qué guardan en la Iglesia. Siendo lo paletos que son, son capaces de haberle robado a su hijo...

- Dentro de la Iglesia guardan un montón de gente asustada, ni aún si así fuese... -comienzo, respondiéndole un poco crispada, cuando me doy cuenta de lo que me tiene crispada es, precisamente, una sensación la mar de desagradable que emana de él... y de todos los otros*, de paso- Mierda. -sí, la mayor muestra de decoro del mundo, pero de repente palidezco un poco- Hay que evitar que entre allí, yo me he olvidado de algo. -digo con premura, y entonces comienzo a recitar con rapidez y cuidado el sortilegio de la Parma Mágica tras maldecirme en mi fuero interno.

Parece que la criatura no entiende latín. Aun sin ninguna pista, parece que seguirán dado palos de ciego hasta que la criatura dé a conocer sus intenciones.

-Yo acompañaré a Mía. Si ella quiere.

Mira a Mía. Quizá la confidencia de antes ha hecho que la mujer la vea con otros ojos y no quiera relacionarse con ella más de lo estrictamente necesario. Tampoco se lo tendrá en cuenta.  Aunque de pronto se ve bastante atribulada. Se la queda mirando y ve que comienza a realizar el ritual de la Parma. Claro... con todo lo que ha pasado, no han tenido demasiado tiempo para llevar a cabo según que cosas que deberían ser las más importantes.

Y, resistiendo su impulso primario de seguir a la criatura, se detiene para hacer lo propio.