Partida Rol por web

Asentí a las palabras de Magnus.
- Sí. Parecen glifos de protección… lo que no logro discernir es si son para proteger a lo que hay dentro de lo que pueda venir de fuera o para proteger a lo de fuera de lo dentro…
Volví a asentir a Magnus y me preparé para realizar la Parma y los hechizos pertinentes en cuanto el sol se pusiera.
- Puedo crear una fuente de luz donde prefiráis, ya se un colgante, la camisa o vuestra maza, Magnus.

Tras la marcha de los demás, decide tumbarse en el amplio pasto, dejando que la brisa mágica de ese lugar acaricie su piel. Se siente cansada y dolorida y con pocas ganas de explorar el lugar en busca de cuevas. El camino hasta llegar a la cima, ha sido extenuante tras el combate con los lobos. Todo, quizá, para nada.

Cierra los ojos para dejarse llevar por el lugar. Ciertas cosas le hacen recordar a un hogar perdido. Los recuerdos hace tiempo olvidados, vuelven borrosos de vez en cuando cuando algún lugar o alguna persona le recuerda a la infancia perdida, al hogar de su niñez o a su madre ya olvidada.

Los conocimientos que te legaron tus mentores te hacen notar que los simbolos que te han señalado si es verdad que tienen que ver con la protección, son simbolos antiguos que no muchos en la Santa Iglesia utilizan. No conoces mucho sobre los simbolos ya que nunca has tenido la ocasion de conocer a uno de ellos, pero pondrias la mano sobre el fuego para aseverar que eran simbolos de exorcismo.

Vas sintiendo un cosquilleo que sube por tus pies y te llega por las puntas de los dedos. Notas que la magia rebosa en aquel pequeño oasis en la montaña. Tras una media hora de descanso sientes que estas lista para ver que es lo que emana tanta energia en aquel lugar.

Cuando te vas moviendo por el claro eres capaz de encontrar 2 fuentes mas de Vis.

Espera, esos símbolos...

─Esperad ─interrumpe mientras se acerca un poco para observarlos mejor. Sus sospechas quedan confirmadas y mira al resto con expresión seria─. Noson símbolosde protección. Sonsímbolos deexorcismo, losví enun tratadodel monasterio.

¿Sería posible que lo Infernal estuviera presente en aquella zona? ¿Quién habría grabado esos glifos? Dos nuevas preguntas a las que dar respuesta y ya empezaban a ser demasiadas. Angelus se revolvió el pelo con las manos. No veía el momento de entrar en la cueva, pero la prudencia lo mantuvo esperando a sus compañeros mientras el mismo completaba sus rituales.

Cuando realizas todos los hechizos puedes ver con claridad el interior de la caverna. Ves que es una cueva que se hunde unos cuantos metros en la montaña con un par de recovecos. Todo parece vacio, al final puedes ver que hay un esqueleto, un esqueleto vestido con un tabardo extraño de color verde a manchas, del cinturon le pende una caja negra de extrañas formas, los pantalones parecen ir a conjunto junto con unas botas negras y un yelmo que no te suena de ninguno de los libros que has leido ni de las historias que te han contado, tiene una forma redondeada en la cabeza y una visera extraña semitransparente que le cubre el rostro.

Parece que tiene mas objetos desperdigados por el suelo a su alrededor, pero no reconoces ninguno de ellos, una bola de algo parecido a metal, redonda completamente y, si le quitaras el polvo podrias asegurarlo, brillante. Al otro lado un instrumento alargado de formas extrañas y hecho de un material que no sabrias reconocer a simple vista.

Aun asi hay algo que tienes claro, es un esqueleto y esta definitivamente muerto.

Como otros, comienzo a preparar mi parma mágica y el hechizo de ojos de gato, aunque mientras pienso en si podré hacer una luz, "Alejandro" da con la solución a ese problema. Pensando en lo que me tiene mosqueada desde hace un tiempo sobre los feéricos y criaturas semejantes, decido en su lugar emplear un hechizo para saber si estamos bajo el ojo de alguien. No iba a ser tan útil como ellos en combate, pero quizás descubriese algo.

Igualmente, las palabras de Angelus me hacen mirarlo fijamente un instante con una expresión muy difícil de descifrar.

- Entonces... ¿Podrían estar conteniendo a un demonio? Si tienen esa capacidad, la criatura que estuviese ahí no habría podido salir, se supone. -planteo.

Tras un rato tumbada sobre la hierba, se encuentra mejor. Se nota que todo ese lugar rebosa magia. Su mirada se dirige hacia el cielo y decide que es momento de explorar un poco más. Pero antes debería realizar el ritual de la Parma Mágica para prevenir grandes males.

Tras realizar el ritual, se pone en pie y camina sin rumbo por la pradera. La verdad, es que le gusta bastante caminar sin un destino fijo. Se pueden encontrar cosas muy interesantes sin saber cuál va a ser el final. De ese modo, es capaz de encontrar dos fuentes más de vis.

El lugar es, simplemente, magia pura.

Caminas durante unos 20 minutos. Tus pasos te llevan hasta una cueva que no sabes muy bien por que te pone en alerta. Todo a su alrededor parece normal, arboles, animales, todo, incluso la entrada de la cueva te parece normal, sin embargo hay algo, ahi, en la parte de atras de tu nuca que te dice que no deberias de entrar a la cueva.
 

Detenida frente a la entrada de la cueva, su mirada se centra en el interior de la cueva. Algo en ese lugar la pone en alerta y la atrae a partes iguales. Su curiosidad inagotable le dice que debería entrar a explorar esa cueva y descubrir sus misterios. Pero, por otra parte, algo en su interior le dice que no es buena idea hacerlo. Además, la luz del día no iluminará por mucho tiempo el interior de la cueva. 

Tampoco tiene ninguna luz que pueda iluminar el camino. Quizá debería ir a buscar a los demás... o quizá, simplemente, debería continuar vagando por ese lugar, sin rumbo fijo. Aun así, su mirada se sigue manteniendo en el interior de la cueva, con los pies fijos en el suelo.

A pesar de todo, decide recordar dónde está la cueva para comentarlo con los demás. No es una persona suicida y la luz con la que cuenta es escasa. Si no muriese por lo que quiera que haya en su interior, lo hará resbalarse en la oscuridad y romperse el cuello como consecuencia.

El sol dibuja una ultima uña sobre el horizonte, finalmente Magnus tambien lanza el ritual de la parma sobre si mismo. Ahora ya estabais todos preparados a entrar... si es que queriais entrar.

Tras realizar toda la secuencia de hechizos retiro mi mano de la superficie de la entrada de la cueva y los miro a todos extrañado.

- La cueva se adentra unos cuantos metros con un par de recovecos, no parece muy profunda. Todo parece vacío salvo por un esqueleto al fondo… Ni siquiera he detectado magia activa… Aunque eso no significa que no pueda estar latente esperando a que entremos o que pueda estar enmascarada… Pero si llego hasta el esqueleto quizás pueda hablar con su espíritu, tal y como hice con Cristina…

>> Sin embargo… - parece que dudo sobre si decirlo – quizás solo haya sido un efecto por la falta de luz… o por el filtro de la magia… pero el esqueleto lleva un tabardo verde con manchas extrañas, unas botas y un yelmo redondeado que jamás había visto… y junto a él había una serie de objetos que tampoco soy capaz de identificar… - comento totalmente desconcertado – Probablemente se aclaré cuando lo veamos directamente y no a través de la magia…

Escucho con atención la respuesta de "Alejandro", y aunque asiento ante la utilidad de lo primero que dice, cuando habla de hablar con eso lo miro con el ceño fruncido. Gesto que no cambia cuando habla de verlo con nuestros propios ojos.

- No. -replico con clara convicción al respecto- Hemos venido a rescatar un niño, y ya nos han advertido que hay algo peligroso en este territorio, ¿para qué vamos a trastear si ya sabemos que aquí no está? -comento, como si fuese una conclusión de lo más lógica y en la que esperaba que todo el mundo estuviese conmigo.

Cuernos, ya me disgustaba tener que haber venido aquí, como para encima ir a desatar algo sin querer por simple curiosidad.

¿Un esqueleto? Angelus ya se estaba arrojando de cabeza en la cueva, muerto de curiosidad, cuando las palabras de Mía lo sacuden con una lógica impecable.

—Cierto —asiente para mostrar su acuerdo—. Subimoshasta aquípara buscara eseniño. Eltiempo apremiay nodeberíamos perderloen cosasdesconocidas yquizás peligrosas. Debemosseguir adelante, elesqueleto nose moveráy podremosvolver enotro momentoa investigar.

Mía ya había atraído antes el interés de Angelus, pero ahora empezaba a tornarse en admiración. Se sentía de veras impresionado por el rápido y claro razonamiento que ella acababa de demostrar. La mayoría de mujeres no solían mostrar un juicio tan claro y preciso, al menos no en las cuestiones que escapaban a la crianza, la costura y otros asuntos femeninos. Su naturaleza curiosa ahora lo empujaba sin remedio; debía saber más de Mía.

- No, subimos hasta aquí para acabar con el mal que asola esta región – corrigió Alejandro a Mía – No sabemos si el bebé que vi en mi visión es actual o es del futuro, ni siquiera si vivió más allá del final de mi visión. No sabemos si lo que yace en esta cueva está relacionado con ello o no, y de explorar el bosque de noche en busca de más cuevas es fútil. Habremos de esperar igualmente a la luz del día para reanudar nuestra búsqueda, así que entre tanto yo al menos exploraré esta cueva. – con una mirada a Angelus que dejaba claro que esperaba que al menos él le acompañase y otra a Magnus esperando también la compañía del gigantón, aunque en principio no pareciera que debieran esperar enfrentamientos físicos.

─El mayal no, Alejandro, puede ensuciarse... ─respondió el gigante al ofrecimiento de Alejandro de iluminar su "maza". Lo inquietante del tema es que no especificó de qué podría pringarse y, a decir verdad, casi era mejor no imaginárselo─ Mejor una piedra que no se vaya a romper y la podemos tirar hacia delante.

Mientras rehacía su ritual de Parma y lanzaba sus hechizos para estar preparado, Magnus asistió al intercambio de opiniones de sus compañeros, anotando mentalmente cada uno de los razonamientos, pero limitándose a responder escuetamente, como era costumbre en él.

─La gente no se limita a sentarse a morir en una cueva. Quiero saber qué le ha matado ─y el gigantón se echó a andar hacia dentro de la cueva, lanzando previamente la piedra de Angelus.

Lo cierto era que en el cuerpo del esqueleto podían encontrar buenas pistas sobre a lo que se estaban enfrentando. Sus heridas darían información sobre si el enemigo iba armado o usaba sólo armas naturales. Tal vez incluso aquel hombre supiera lo que venía a buscar y tuviera información escrita al respecto. Esas cosas no se sabían hasta que uno no examinaba el cadáver.