Partida Rol por web

Angelus no estaba de acuerdo con seguir adelante, pero convencerlos de lo contrario costaría aún más tiempo y él no era precisamente ducho en esas lides. Casi sin pensar agarró la piedra con la mano derecha -la izquierda estaba ya en llamas- y la expuso para que Alejandro pudiera encantarla. 

─Bien, entremospues.

​Al menos ahora su curiosidad quedaría saciada. Tomó el segundo puesto detrás de Magnus y echó a andar tras santiguarse. 

Finalmente todos decidís entrar en la cueva a explorar. La luz ilumina lo suficiente como para que veais el interior. Conforme entrais veis algunos simbolos mas. La cueva se hunde unos cuantos metros antes de hacer un giro y al final de dicho giro encontrais el esqueleto que os ha descrito Alejandro.

Os fijais que los simbolos terminan en donde la cueva gira, por lo que alrededor del esqueleto no hay nada esencialmente. Es un esqueleto con un casco de un material que no reconoceis con una visera transparente que le cubre el rostro. Su indumentaria es peculiar, un tabardo de un color verde a manchas y unos pantalones del mismo color, unas botas negras envuelven sus pies. Esta dispuesto como si simplemente lo hubieran dejado alli. En el cinto lleva una caja extraña tambien que no parece poder abrirse. A uno de sus lados un objeto redondo y negro del tamaño de un puño con una palanca diminuta reposa sobre el suelo cubierto de polvo. En el otro un extraño objeto alargado con recovecos redondos esta tirado con la misma cantidad de polvo que el otro objeto.

Sigues vagando por el bosque, todo rebosa vida y magia, se nota que estas en un regio magico.

De pronto todo se torna gris y la lluvia comienza a caer. Con una corriente de aire te ves transportada a lo alto de la montaña desde alli puedes observar un espectaculo magnificente. Toda la montaña esta rodeada de criaturas de todos los reinos de la realidad, ves como bolas de fuego caen desde el cielo envueltas en humo y se estrellan entre las criaturas del suelo. Todas ellas se dirigen hacia la montaña, sin embargo cuando tratan de acercarse el propio bosque se defiende repeliendolas.

Fijandote bien puedes ver el claro donde estabas antes, pero ahora habia una gran edificacion cubierta con una cupula de brillante energia, sin embargo eso no es lo que mas te sorprende, lo que te sorprende es la gente que hay, reconoces magos de la Orden, pero tambien hechiceras del bosque, brujos de sangre y sacerdotes, templarios cristianos y jinetes moriscos y muchos otros que no sabes que son, todos luchando codo con codo preparando defensas y lanzando hondanadas de ataques aquellos que podian combatir a distancia.

Al mirar de frente un rostro indefinible e indescriptible te mira fijamente. No es hombre, ni mujer, ni niño, ni anciano, ni tiene la tez clara ni oscura. No sabes definir el color de sus ojos o el de sus labios.

"Preparaos"

Dice con una voz neutra.

Cuando despiertas te encuentras tendida sobre una raiz de un arbol. Aquella habia sido sin duda una visión que recordarias.
 

El joven mago se sorprendió de que su visión con la magia había sido correcta. Allí estaba lo que había visto. Aquella indumentaria tan peculiar y aquellos objetos harto extraños.

Miró a los demás.

- Intentaré invocar su espíritu para poder comunicarnos con él. – informó antes de proceder a lanzar su hechizo haciendo los gestos correspondientes.

No se fiaba de que tocar alguno de los objetos o del propio cuerpo pudiera desencadenar algún hechizo que estuviera en reposo, así que prefirió no arriesgarse de momento y emplear una versión a distancia del hechizo.

- Espíritu del cadáver que aquí yace, te invoco para aclarar tu muerte y si podemos ayudarte a encontrar reposo. – recitó para invocarlo.

Aquel extraño cadáver no presentaba heridas aparentes. No tenía sentido. El resto de compañeros no parecía tener más idea que él de la razón por la que pudiera estar allí. Así que Alejandro iba a preguntárselo a él mismo...

Magnus apretó el mayal en sus manos y se removió, nervioso. La nigromancia era algo que no le hacía la más mínima gracia. Lo último que necesitaban era un hechizo que saliera mal y un espíritu molesto al que hacer frente vete a saber cómo. Echó una mirada furtiva al resto de acompañantes. ¿Habría alguno capaz de expulsar un espíritu en caso de necesidad?

A pesar de estar prevenido, se le pusieron los pelos de punta cuando Alejandro empezó su invocación. Por mucho que supiera que era un hechizo de Mentem, se le parecía demasiado a las siniestras artes de la nigromancia como para sentirse cómodo. Apartó la mirada y se quedó contemplando los objetos que había allí desperdigados.

Aquellas baratijas... ¿que serían? ¿Habrían jugado algún papel en lo sucedido al finado? Su mano estaba a punto de tocar el obeto del lado derecho cuando una ligera pizca de sentido comñun lo hizo detenerse. Con reticencia, se echó hacia atrás y miró al resto de sodales.

—¿Algunode vosotroses diestroen Vim? Deberíamoscomprobar siesos objetosson receptáculosde algúnhechizo omaldición.

Mientras esperaba su respuesta su curiosidad encontró un nuevo enfoque. Aquella visera transparente. No era cristal, de eso estaba seguro y no tenía ni idea de que podría ser. Su mente hizó un rápido repaso de todos los materiales que conocía, pero ninguno cumplía con esta propiedad. Un material totalmente nuevo. En nombre de Dios, ¿podría ser verdad?

Se despierta como cuando uno se despierta buscando el aire. Ahora ya no está en la cima de la montaña, sino entre las raíces de uno de los árboles. Está confundida por la visión que ha tenido. No sabe si es un evento futuro o un evento pasado, pero ahí se ha liberado una batalla... o se liberará. Y ese ser sin forma ni sexo... ese ser ha dicho que se preparen.

¿Qué es lo que está por venir? Sin duda, va a ser algo peligroso y problemático. O quizá solo sea su mente jugando con ella. Pero no es algo que pueda dejar pasar. Se levanta y decide ir a buscar a los demás. Debe compartir esa información antes de olvidarse de los detalles.

La importancia de las visiones está en los detalles.

Un poco acongojada por si en verdad nos estamos metiendo en la boca del lobo, me quedo cerca de los chicos. Estar fuera tampoco me alegraba demasiado, la verdad, por lo que finalmente me adentro con ellos hasta llegar al cuerpo. No entiendo bien del todo lo que ha dicho Ángelus, pero sí que no es buena idea tocar los objetos sin verificarlos primero.

- Creo que si pudiese alzar la voz, podría tener éxito, pero este sitio me da cosa como para ponerme a gritar. -replico.

Por una parte Angelus entiende sus reticencias. A él tampoco le hacía especial gracia el ambiente de la cueva, pero no podía dejar pasar esta oportunidad.

—Os imploro que lo hagáis. Los objetos podrían ser importantes. Y no sabemos si seguirán aquí después de que nos vayamos —se muerde la lengua y se pregunta como podría calmar a Mía—. Os prometo que no dejaré que nada os dañe. Cueste lo que cueste.

Las últimas palabras fueron un intento de arreglar su orgullo masculino, aunque no por ello una falacia. No era agradable reconocer su falta de habilidades ante una mujer y si encima esta fuera herida por su culpa sería algo que lo atormentaría de forma inagotable.

El sobrecogimiento ante el cadaver era supino. ¿Quien era? ¿De donde venia? ¿Por que estaba alli? ¿Que clase de fuerzas encerraba para necesitar tales protecciones?

Formando un semicirculo a su alrededor y con Alejandro un paso al frente comenzó a formular el hechizo dirigiendose al espiritu de aquella criatura.

Quizas fue el momento, quizas la voz de Alejandro al que notabais con el mismo sobrecogimiento que al resto, pero casi pudisteis percibir la magia arremolinandose alrededor antes de ser dirigida hacia el cadaver, hasta que finalmente... nada. No ocurrió nada, el cadaver continuó en la misma posicion, el polvo seguia aposentado en el suelo y vuestra mirada continuaba fija en el cadaver.

Cuando lanzas el hechizo notas como tu magia choca contra una resistencia que aguanta perfectamente tus intentos de doblegarla, sin embargo eso no es lo que mas te llama la atencion y te preocupa.

Al segundo de chocar con la resistencia que simplemente debia haber disipado el hechizo notas como si tu magia fuera absorvida, es una sensación completamente distinta a lo que habias sentido intentando penetrar la parma de algun sodal o de tu parens.

No te produce ningun daño ni fatiga pese a ello, solo absorve la magia que habias expelido hacia el cadaver.

Tratas de seguir el camino de vuelta al claro y lo consigues, sin embargo al tratar de seguir el camino que han seguido tus sodales solo logras llegar a la primera cueva al ser en linea recta, pero pese a tratar de buscar rastros de su camino la sombra de la noche es cada vez mas larga y los arboles ocultan mas la vision.

Quizas lo mejor fuera volver a esperar a la gente.

No tienen efecto y notas lo mismo

─Si lo que has usado es Susurros desde el Otro Lado, no funciona con un cadáver que se haya descompuesto hasta quedarse en los huesos ─dijo Magnus, su voz profunda resonando desde las alturas, como era habitual─ ¿Qué tal un Los Ojos de la Edad? Así al menos sabremos cuánto tiempo lleva aquí.

La respuesta probable, en realidad, era bastante obvia: muchos años. El polvo solía ser un buen indicador de cuánto tiempo había sido abandonado algo (o alguien, en este caso).

Aunque el hechizo que había sugerido Magnus no era más que una segunda magnitud, el gigante se cruzó de brazos (su mayal apoyado en su costado, como si fuera la postura más normal del mundo) y no hizo el más mínimo viso de ir a hacer nada al respecto.

Mi semblante reflejaba claramente mi estupor. Asentí a las palabras de Magnus bastante ausente.
- Sí, sí… llevas razón… pero… no es eso… Mi magia simplemente… desapareció. – pronunciando aquellas palabras cargadas con un temor primordial, quizás tan solo semejante al temor que sentiría de darse cuenta qué de pronto no podía ver – Fue tragada por un vacío… una anti-magia… por así decir… - no atinaba a explicar la sensación totalmente inusual para mí.
- Probaré otra cosa… Con esto debería poder determinar el origen de sus heridas… - volví a mover manos y brazos invocando la magia de intellego y corporem… - Igual. – mis ojos abiertos como platos - ¿Qué clase de Perdo Vim lo protege?
Una vez más mis brazos y manos se movieron esta vez invocando intellego y vim tal y como había sugerido Angelus… y mis ojos se volvieron a abrir.
- Nada… no soy capaz de atravesar ese silencio mundano… - recordando uno de los hechizos que más miedo le daba sufrir – pero creo… creo que no es exactamente eso… la magia… es absorbida…
Trague saliva.
- Creo que deberíamos salir y volver a sellar la cueva. Quizás con el tiempo podamos encontrar más información de esto… quizás en el Tribunal podamos preguntar a sodali más experimentados que nosotros…

La conclusión de aquel hechizo me deja un poco extrañada. Igualmente, miro con una ligera sorpresa que se refleja en mi rostro, aunque era fácil tomarlo por ofensa, especialmente dada la exigua respuesta.

- Como gustéis. -respondo, dando un paso al frente, e inspirando profundamente.

No era precisamente el mejor aire que había respirado el de esta cueva. Tras eso, comienzo a hablar y gesticular con gran contundencia. No era un hechizo que supiese bien, pero debería servir para detectar si eran objetos mágicos, al menos si tenían cierta potencia.