Partida Rol por web

Me separé de Angelus extrañada por su reacción. Quizás había sido demasiado cercana. Quizás aún necesitaba más tiempo. Tampoco entendía sus palabras.

- ¿Secretos? – pregunté extrañada – Hay muchas cosas que no sabéis de mí, como yo de vosotros, apenas hemos comenzado a conocernos, Angelus – respondí suavemente – Nunca pretendí que mi aspecto fuera un secreto. Cambio mi aspecto al viajar por precaución, igual que aquí oculto mis ojos por no incomodar a los mundanos que sirven a los sodalis de esta Alianza. Cuando nos conocimos no sabía que todos erais sodalis, luego no me pareció prudente revelar mi aspecto en mitad de cualquier sitio o haber podido asustar al pobre Giorgio, y luego una cosa llevó a la otra… - suspiré tras mi explicación.

>> Si hay algo que quieras saber de mí, eres libre de preguntar, Angelus – le animé con voz suave mientras acariciaba su mejilla y trataba de sonreír levemente con dulzura.

Tras desempaquetar todas tus cosas decides que es un buen momento para explorar. Deshaces el camino andado hasta llegar al recibidor. Nuevamente puedes contemplar los acabados... notas la magia reverberar en la piedra. Debia de haber sido tallada con algun hechizo de Rego Terram, sin duda.

Pronto oyes que la puerta de la entrada se abre y por ella aparece una mujer alta de pelo castaño, ataviada con una tunica y con una inmensa hurraca al hombro. Cuando se acerca puedes apreciar unos ojos avellanados llenos de vida y un prominente busto que bien rivalizaria con el de Auria.

Se situa frente a ti y lleva una mano a su pecho.

- Salve sodalis, es una alegría ver una cara nueva, bienvenida a Aalburg. Mi nombre es Feromina de Bjornaer, magi de esta alianza. ¿Puedo preguntar el nombre de esta honorable invitada?

Puedes ver que su mirada se posa en tus ojos con fuerza, parece que no le cuesta adivinar tu ascendencia, pese a ello no parece molestarla.

Angelus no necesito meditar la pregunta: su voz brotó sin dificultad, rápida, revelando un torbellino de sentimientos.

—Todo. Como acabaste en la Orden. Tus orígenes. Tu familia. Tus sueños y esperanzas. Quiero saber y conocer cada parte de ti y que tú conozcas las mías. Todos los recovecos de mi vida son tuyos, si deseas explorarlos.

La idea era inmensa, perturbadora, más acorde con al mente de un maníaco que una persona normal. Angelus no se daba cuenta, pero tampoco le habría importado. Por primera vez en su vida sentía que solo podía y debía decir la verdad, entera y absoluta.

—Formaremos una Alianza. Es lo que quieres, ¿cierto? Con Magnus, Mía y Leonor. 

Te acercas a la taberna y entras. Ahora mismo esta vacia, como es logico, la mayor parte de grogs estaban con sus quehaceres, probablemente a la noche estuviera mas animado. Tiene una distribución con algunas mesas, algunas sillas y una barra que da directamente a la cocina donde se encuentra el tabernero preparando un guiso para la noche. Una decoración bastante parca, intuyes tras una puerta la habitación privada del tabernero, mas ninguna mas. Aquella es una posada para los grogs de la alianza y no mas. Pese a ello el tabernero se acerca preguntandote algo en un idioma que no entiendes.

La alianza era... cuando menos, sorprendente, aunque mis cejas enarcadas daban a pensar que me cuestionaba la inteligencia de ese despliegue. Allí me presento con mi nombre de magus, como corresponde, antes de mirar a Giorgio con extrañeza y decir:

- Claro... tened buen viaje.

En cualquier caso, accedo a las habitaciones con el resto, como estos días atrás tratando de no acercarme en ningún sentido a "Alejandro". A la hora de llegar a las habitaciones, anotando mentalmente los giros que dábamos, tomo cualquiera de ellas visiblemente despreocupada al respecto. La sencillez del aposento me resulta más agradable que la ostentación de otros sitios, aunque solo respondo con un cabeceo ante la disculpa del grog.

Me tomo unos instantes para descansar después del largo viaje, aunque no mucho después, termino por salir de la habitación, donde voy a llamar a la puerta de Ángelus. Hay un asunto que quiero tratar con él, y quizás tras haber llegado aquí se encuentre más receptivo.

Tras esperar un poco no pasa nada. Parece que Angelus ha salido.

Sonreí y reí como una chiquilla divertida ante la impetuosidad de Angelus, aunque cuando mencionó a Mía mi cara se torno de nuevo un poco triste.

- No estoy segura de que Mía desee convivir conmigo, cuando no es capaz de compartir su pan ni su sal conmigo – repliqué suavemente más apenada que enfadada por ello.

Pero no queriendo que eso empañara este momento volví a sonreír con dulzura.

- Tenemos toda una vida para conocernos y probablemente la necesitemos para ello, pero en respuesta a tus primeras preguntas, crecí en la corte faerica de mi madre, la reina de la noche en la Alpujarra de Granada, y mi padre fue un pobre pastor árabe de quien se encaprichó. – dejando la historia ahí, pues era consciente de que el resto era mucho menos bonito – Mi parens tenía tratos con nuestra corte y tardó años en lograr el permiso de mi madre para dejarme marchar con él. Él fue quien me enseñó el mundo y la sociedad humana, aunque aún ahí muchas cosas que me siguen sorprendiendo – apunté con cierta nostalgia de mi parens – En cuanto a mis sueños… sueño muchas cosas, como ya viste en Confido – sin estar claro si su alusión a las visiones es porque realmente no entendió el sentido de la pregunta o por querer ignorarlo adrede – pero mis esperanza es encontrar una Alianza donde poder vivir en paz, estudiar, ayudar a los demás y seguir descubriendo más cosas sobre los humanos, que me parecen fascinantes. – añadió con el brillo en los ojos que tienen los magus cuando hablan de su tema favorito.

>> ¿Quieres que te continuemos aquí o prefieres que paseemos por esta hermosa Alianza? – le pregunté por si quería que aprovecháramos el tiempo para explorar un poco – Así podréis contarme más sobre vuestros orígenes, unión a la casa Bonisagus y vuestros deseos para el futuro.

Es un poco decepcionante, pero es comprensible que, con todos los preparativos que tienen, la gente esté atareada y no pare mucho por la taberna. Pese a todo me apetece algo para picar, así que cuando el tabernero me pregunta le contesto en el idioma universal de llevarse la mano a la boca algo de comida imaginaria, rematado por acariciarse la barriga, y también de llevarse una jarra de cerveza imaginaria al gaznate. Y añadir un gesto de "grande", "plato grande". Dejar unas monedas sobre la mesa seguro que completaría el mensaje...

Después, por supuesto, iría caminando tranquilamente a donde Adalbert había indicado al variopinto grupo de Magnus que los magi asistentes al Tribunal podrían comer. El gran salón. Bien, un sitio donde no tener que preocuparse de darse golpes en la cabeza...

Al no recibir respuesta tras llamar una segunda vez a los 20 segundos y esperar casi un minuto más, finalmente me voy a ver cómo está montada la alianza, hablando además con los grog y echando una mano allí donde podía (principalmente la cocina, seguramente).

Su exploración del terreno comienza en el recibidor del castillo. Desde allí se puede ir a todos sitios y siempre podrá volver ahí sin temer a perderse en ese inmenso lugar. Sin duda, es el lugar más grande que ha visto nunca, aunque tampoco es que haya visto muchos sitios. 

Está observando el lugar, tratando de averiguar qué magia se ha usado ahí cuando la puerta se abre dejando entrar a un mujer. Su mirada deja entrever que sabe lo qué es ella aunque tampoco es algo que ella oculte, como "Alejandro".

-Saludos.

La mujer se presenta. Parece amable y, seguramente, también sea poderosa para pertenecer a esa alianza.

-Soy Leonor de la casa Merenita. 

Rapidamente el tabernero asintió al recoger las monedas. Las contó y se fue directo a la cocina. Pudiste sentarte en una de las mesas cercanas a la cocina, sabias que no tardarían en servirte.

Al poco el mesero te trajo un cuenco con agua y paño semilimpio para que te adecentaras las manos y la cara antes de comer. Mientras tanto un grog entró a la taberna. Se quedó mirandote durante unos segundos y se dirigió a otra mesa un poco mas alejada. Alzando la voz llama a la cocina.

- ¡Mario, apporte moi un vin!

- ¡Alle! ¡Alle!

Una vez te has lavado para comer te trae un plato de garbanzos con cebolla y acelgas y en un lateral del plato te pone una generosa rebanada de pan y un platillo con grasa. Situa en un lateral una cuchara de metal.

No acabas de entender bien lo que dicen, pero te suena a occitano... pero no lo es, crees que ha pedido vino.

Desandaste tus pasos y llegaste al recibidor. Supusiste que las cocinas debian de estar en la planta del comedor para evitar que hubiera accidentes con la comida por lo que te dirigiste hacia arriba en la escalinata. Al abrir la puerta puedes ver una gran sala con mesas distribuidas por ella. La sala era alta y acabada en una gran cupula con un cimborrio repleto de de vidrieras por las que entraba bastante luz. A su vez habia tres grandes candelabros que iluminaban toda la estancia.

Las mesas ya casi estaban preparadas, un tropel de al menos 20 grogs entraban y salian de una puerta aledaña con cubiertos y bandejas.

Al final de la sala vez una mesa dispuesta a lo largo con 12 asientos en la que ya habian un par de magos sentados. Tus pocos conocimientos de etiqueta te daban a entender que era la mesa presidencial. Aquellos dos magos debian ser primus de alguna casa.

Te devuelve una sonrisa.

- Encantada, Leonor de Merinita -se acerca dos pasos mas hacia ti mirandote de manera mas descarada- tu... eres una duende ¿Verdad?

En ese momento la hurraca grazna sobresaltandote.

- ¡Oh, si! ¡Calla! Ya lo se... -te mira como disculpandose- tendras que disculparlo, no le gusta que me acerque demasiado a la gente.

La boca de Angelus sintió la imperiosa necesida de defender a Mía; no en vano ella se había ocupado de él durante todo el viaje y entendía que sus actos se debían a su fervorosa y encomiable fé en Cristo. En cierto modo solo hacía sino defender lo que era justo y correcto. Pero viendo como en la Orden se reunían magos tan dispares, tanto en creencias como en actos, veía un tanot imposible mantener esa actitud todo el tiempo sin poner en riesgo la unidad y el respeto que los sabios Bonisagus y Triannoma habían querido para ellos

Por eso calló y solo asintió, sin desvelar mucho mucho de su opinión. Habría tiempo para eso, más tarde. Y la historia de Aysha era, como poco, fascinante, tanto que por un momento perdió noción de donde estaba y que hora era.

—Creoque disfrutaríade ambas —contestó con sinceridad y le tendió su mano a Aysha—. Vamosfuera.

Su mirada se mantiene en la de la mujer que tiene frente a ella, incluso cuando se acerca más. Estar centrada en la mujer hace que se sobresalte con el graznido de la urraca. Mira al pájaro y luego vuelve a mirar a la mujer. Si sabe que a su amigo aviar no le gusta que se acerque, ¿por qué lo ha hecho? De todas formas, poco importa.

-Sí - responde a la pregunta sobre si es un duende.

Aunque sus rasgos no son tan evidentes como los de Aysha, por ejemplo.

-La gente puede ser traicionera o cruel. Hace bien en advertirte.

No lo dice por ella. No tiene ninguna necesidad de ser cruel con nadie o de traicionar a otro, pero lo ha visto en sus compañeros. La misma sensación que recuerda de cuando aun vivía con su madre. No recuerda los momentos, pero si como se sintió.

No sabía como interpretar el silencio de Angelus. Tal vez necesitase tiempo para procesar todo lo dicho antes de abrirse a mí tal y como yo había hecho, así que me limité a asentirle y darle la mano dispuesta a salir con él en silencio hasta que él estuviera preparado para hablar. Sabía que habríamos de ir despacio y para empezar que viera mi aspecto real a excepción de mis ojos era un buen comienzo.

Ceñudo por la concentración, Magnus parecía malcarado, como si a él no le hubieran traído lo que quería y al otro sí, cuando en realidad lo que acababa de hacer era descubrir la palabra "vin", sin duda el vino que le servían.

"Habrá que probarlo, aunque sea para comparar" ─pensó para sí Magnus.

Cierto era que después iría al comedor de magos y allí la comida sería seguro mucho mejor, pero le apetecía probar los "caldos" propios del lugar. Sería un buen indicador de cómo trataban a sus trabajadores y tal vez le diera una pista de si podía aspirar a reclutar alguno para su propia Alianza o no.