Partida Rol por web

Amaterasu acaricia con sus dedos de luz la costa, cuando el kobune finalmente arriba a los largos y firmes muelles de Samui Kaze Toshi. Pero mientras los marineros se ocupan de la maniobra para atracar, es la ciudad en si lo que atrae las miradas de los samurái a bordo del navío.

Modesta en tamaño, parece mayor por el imponente marco de las montañas que la rodean casi hasta sus mismas orillas, una muralla de roca nevada que cierra la visión hacia el Oeste. Los vientos que descienden de esta cordillera bajan para encontrarse con las brisas marinas, cargando el aire con una curiosa mezcla de aromas. Pero también con un frio que atenaza los brazos de los menos abrigados, un clima raro de sentir en primavera y en estas alturas de Rokugan.

Sobre la misma costa, hacia el lado Norte, se alza el imponente castillo Kakita. Enmarca las virtudes del clan con su imponente altura,  los blancos pero sólidos muros y los techos inmaculados adornados con los emblemas de la Grulla y de la familia en sí. Desde luego, parece destilar fuerza, riqueza y orgullo desde sus mismas piedras.

Observándolo, recuerdan su misión, y quizás con un aire de inspiración, pueden intuir la razón del problema que les ha hecho navegar hasta este lugar.

La magistrada les ha reunido en una sala secundaria del castillo, asegurando su privacidad con una determinación algo preocupante. Debe tratarse de algo serio, sin duda, para que ella se tome la molestia de mantener cierta discreción.

Doji Satomi es una mujer que pasa largamente treintena de años. Pequeña, firme y dedicada, lleva casi dos décadas como Magistrada. Ha sido una tutora exigente, sobria con los cumplidos y dura con los regaños. Pero en su veteranía ha conocido todos los aspectos de la tarea que cumplen, así que sus motivos son perfectamente comprensibles.  

-Los he llamado para encomendarles una tarea. +comienza sin más, una vez acabados los saludos de rigor+ Se trata de impedir un asesinato, cuyas consecuencias pueden llevar a problemas todavía mayores. Aunque en líneas generales, esto encaja en nuestros deberes, el contexto personal de esta misión me lleva a pedirles realizarla con la mayor discreción.

-He recibido un mensaje de Kakita Hitori-san esta mañana. Es hijo mayor de Kakita Hatsuo-sama, el gobernador de Samui Kaze Toshi, en la provincia de Gyousha. También un importante cortesano para el clan de la Grulla; ha servido como representante de los Kakita en varias cortes importantes, además de muchas reuniones y tratos, con excelentes resultados en general.

-Según me informa, le han remitido cartas de amenaza, que le aseguran su muerte antes de la próxima luna. Hitori-san se prepara a suceder a su padre como gobernador en esas fechas. Teme que algunos de los rivales con los cuales se enemistara en estos años, aprovechara este momento tan delicado para “liquidar” esta desavenencia. De los 4 hijos de Hatsuo-sama, él es el único que se ha preparado para el puesto; un descuido imprudente. Sin un sucesor adecuado, es muy probable que la ciudad caiga en el desorden civil, perjudicando el comercio de la región y empañando la imagen del Clan cuando menos, además de las relaciones con los socios comerciales.

Eso cuando menos. Dado el carácter peculiar de sus habitantes, la intervención directa de los Grulla…  Minami no se explayo sobre esto, solo su mirada se puso algo mas dura de lo habitual.

-Ustedes se ocuparan de que esto no suceda. Zarparan al atardecer hacia la ciudad. Una vez allí, quiero que investiguen cuidadosamente estas amenazas y protejan la vida de Kakita Hitori-san, pero con discreción. Habrá delegaciones de los principales clanes aliados invitadas a la ceremonia, y resultaría perjudicial para la imagen del futuro gobernador si perciben que esta ocurriendo algo inusual. Por otro lado, desconozco la naturaleza del atentado que se planea; puede que sean solo meras palabras para alterar a Hitori-san, o puede que realmente halla un ataque directo. Por eso envió un grupo que creo capaz de percibir y resolver toda clase de potenciales peligros.

-No decepcionen esta confianza. Han sido seleccionados entre los mejores de mis alumnos para la tarea que les encomiendo. De cómo la resuelvan, dependerán muchos futuros, inclusive los suyos. Ahora puede retirarse.

No hay comitivas de bienvenida ni nada por el estilo cuando pisan los tablones del muelle. Solo algunos heimin hablando con los marineros para organizarse en bajar la carga. La única mota de color la aporta un cortesano Grulla, cuyo kimono destaca resplandeciente en el amarronado entorno.

Al verles, se aproxima e inclina en una formal reverencia. Se trata de un hombre ya maduro, delgado, con el rostro blando y algo arrugado. Se le nota adormilado en esta hora temprana, o puede ser que la expresión de fatiga en sus ojos lo acompañe siempre, puesto que cuando habla lo hace con amistosa pero lucida parsimonia.

- Ohayô gozaimasu. Mi nombre es Kakita Mikoro, y soy el jefe de puerto. ¿A quien tengo el honor de recibir? +inquiere, alternando la mirada entre las varias figuras. Desde luego, es una comitiva la mar de variopinta.

Reunión con Doji Satomi

La cabeza de Michio descansa reposada sobre el futón delante de sí. El samurai se encuentra orgulloso delante de la magistrada esmeralda a la que aspira emular en el futuro, pero aun es joven, aun recuerda su gempukku no hace tantos meses atrás, y su camino aun es largo. Con pasión, el samurai imperial acepta el cargo que le ha sido otorgado. Mira a un lado y a otro, al grupo que viajará con él. Les conoce de varias semanas, a algunos los conoce mejor que a otros, a alguna preferiría incluso más. 

No hay mucho más que puedan aprender de la situación, pues Satomi-sama les ha ofrecido todo lo que sabe de ella. Tendrán que esperar a llegar a Samui Kaze Toshi para obtener más información y comprender. 

-Compañeros- Michio espera a la salida de la sala para dirigirse al grupo que viaja con él. -En las últimas semanas hemos llegado a conocernos, a confiar entre nosotros pues solo hay algo que es importante por lo que luchar. Hantei no kami y sus descendientes, en su divina sabiduría, han asentado las bases de la civilización, y es nuestro deber como magistrados mantener la armonía en el Imperio. La Ley Imperial es nuestra arma más importante.-

Samui Kaze Toshi

Ni comitivas, ni grupos que recibirlos. La llegada del grupo es confidencial, oculta para el público pues la noticia del atentado del heredero es, seguramente, también un secreto para la gran mayoría. Michio le dirige una mirada al grupo, dando un paso el primero hacia el puerto. El aire es frío, especialmente para el tiempo del año en el que se encuentran, Michio se cubrió con su haori para impedir que el viento traspasase las capas de su kimono. Acortó la distancia con el único samurai del lugar, mientras los heimin continuaban su trabajo a su alrededor.

Michio se inclinó con respeto hacia el Grulla y escuchó su introducción. - Ohayô gozaimasu, Kakita Mikoro, espero que las bendiciones de Inari no kami hayan reposado sobre ti en este día. Mi nombre es Seppun Michio, gobernador de Shizuoka.- El samurai permitió que el peso de un nombre imperial cayese, dando un instante para continuar mientras volvía a alzar la cabeza. -Éstos son mis compañeros de viaje y aliados, hemos venido por invitación del primogénito del gobernador, Kakita Hitori-sama. No había más que el guardián del puerto necesitase saber, así que Michio esperó a que fueran otorgados paso por el Puerto para poder llegar cuanto antes a Mikoro-sama. Ya había realizado sus propia presentación, así que los demás también podrían presentarse, pero el motivo de su viaje tenía que permanecer en silencio, y creía haberselo recalcado bien durante el viaje a raíz de las palabras de Doji-sama.

La fría brisa acariciaba el pelo de la cortesana mientras el kobune se acercaba al puerto de  Samui Kaze Toshi. Sus ojos recorrían la ciudad frente a ella y se deleitaban en la exquisita arquitectura del Kyuden Kakita que se imponía mas allá. A su mente le acudían los detalles de la misión que Doji Satomi sama les había encomendado, la tarea requería de discreción y eficacia, y para ello había elegido a un grupo de magistrados de su confianza. Majime sentía que era un verdadero privilegio tanto para ella como para cada uno de los que la acompañaban, y fallarle a la Magistrado Esmeralda no estaba siquiera entre las posibilidades.

El kobune se detuvo en el muelle mientras unos heimin amarraban la embarcación. Se puso de pie y se tomó de la mano de Takeshi para salir, el fiel budoka que la acompañaba siempre estaba dispuesto para lo que ella le requería. Un cortesano Kakita se acercó a ellos, dándoles la bienvenida. Se acercó con pasos lentos y movimientos delicados, dedicándole una amable sonrisa apenas perceptible, mientras Seppun Michio san hacía las presentaciones pertinentes. 

Luego, se inclinó levemente frente al cortesano - Hajimemashite, mi nombre es Domi Majime, yoroshiku onegaishimasu - dijo a modo de saludo respetuoso - Manejar un puerto tan importante para el clan da cuentas de la estima que el Daimyo Kakita Hatsuo-sama tiene por usted, Kakita Mikoro sama. El puerto es la base de la prosperidad de esta ciudad y usted es quién logra que eso suceda, basta con dar una mirada para ver el resultado de su excelente labor - asintió levemente tras elogiar el estado del puerto y evitar agregar detalles sobre su visita. Se puso a la derecha de Seppun san, dispuesta a avanzar hacia dónde los condujeran.

Durante el viaje había comenzado a apreciar a sus compañeros, había disfrutado del tiempo con ellos y le habían arrancado alguna que otra sonrisa sincera. Por consiguiente su humor taciturno se había pasado a un segundo plano, casi olvidado, no podía negar que estaba nervioso, por demostrar lo que valía y por sus nuevas obligaciones, como les acababa de recordar la magistrada. Aquella mujer era dura y directa, aquello le gustaba. Un pequeño toque del hogar.

Todas esos pensamientos iban y venían en su cabeza mientras bajaba del barco, menos mal, tierra firme al fin, donde no se movía el suelo, donde no había tan poco espacio para ir en una dirección y en otra, volvía a llevar su armadura, bien pulida, las partes lacadas reflejaban el sol, la familiaridad de su peso le reconfortaba. Su tetsubo se balanceaba en su mano y el kabuto debajo del otro brazo, mientras disfrutaba de como la  brisa enredaba con su pelo negro.

Sus pequeños ojos  oscuros recorrieron la linea de la costa que conformaba el puerto hasta detenerse en el castillo que dominaba el paisaje, aquello era magnífico, los muelles de los cangrejos eran muy distintos. El clima, la costa.... hasta las gentes parecían más felices. Al lado de aquello todo , su hogar, en su memoria, parecía gris y triste.

La conversación de sus compañeros le sacó de su mundo interior y se dirigió allí.

Hiruma Yoshihara. Dijo con una reverencia bastante marcial Cuando el seppun le dio pie a presentarse. Pero no dijo nada más. Dejo que Majime hablase sin interrupciones; las palabras de aquella mujer, sus gestos, eran una obra de arte cada uno, el paso estudiado de un elaborado baile y disfrutaba observando ese baile.

Un puerto impresionante, una responsabilidad enorme, sus superiores deben tenerle en mucha estima si lo dejan en sus diligentes manos, Kakita Mikoro-dono. Elogió a su interlocutor cuando la gruya acabará de hablar, esta vez hablo mas despacio y con más elocuencia. Incluso sonrió con amabilidad. Estaba aprendiendo que los miembros de otros clanes necesitaban que se les reconociese algún mérito por hacer lo que se supone que debían.

Mikoro vuelve a inclinarse respetuoso ante las primeras presentaciones, es obvio que considera que el que fueran los invitados de su señor logra mejorar vuestra posición y la presencia de un samurai imperial no hace sino acentuar su postura.

- Por supuesto Seppun-sama, disculpe por este pequeño acto burocrático.

Responde al Imperial aunque en cuanto se incorpora se le nota henchido de orgullo, seguramente por el reconocimiento del la Grulla y el Cangrejo.

- ¿Podría preguntar los nombres del resto de ustedes? Solicita para cumplir las formalidades, interesado tal y como ya había anunciado, en el nombre de los otros samuráis.

¡Qué interesante!

La visión de Samui Kaze Toshi emociona a Tadashi. El puerto rodeado de las montañas era digna de las historias que había escuchado durante el trayecto en el kobune. Baja del barco algo más retrasado que sus compañeros y permite a otros presentarse primero.

Cuando su interlocutor pregunta el nombre del resto, da un paso adelante.- Mi nombre es Kitsuki Tadashi, el honor de conocernos es mutuo, Kakita Mikoro-sama.- Se inclina al saludar.

Bajo algo rezagada del kobune pues estaba admirando las vistas, parece que el Seppun y la Doji ya se han presentado como deben ya alguno de mis otros compañeros tambien. Sonrio amablemente a Kakita Mikoro.

Mi nombre es Asako Ariko, es un honor conocerlo Kakita Mikoro-sama. Es un placer haber llegado a tan hermosa ciudad.

Con una inclinación de cabeza me coloco algo por detras de DojiMajime ya que siendo ella cortesana y del clan que rige en estas tierras lo normal es que sea ella la que lleve la voz cantante durante las primeras conversaciones.

Aunque es temprano, ya hay algo de movimiento en el puerto. La mayoría son pequeñas barcas de pescadores que salen a faenar, pero también hay algunas naves más grandes, de hecho ves varias barcazas custodiadas por ronin y ashigaru, aunque a esta distancia es difícil apreciar las diferencias entre ambos. Lo más extraño es que una de esas barcazas luce el mon Cangrejo en sus velas.

La reunión con Doji Satomi había sido bastante tajante. Como era natural en un magistrado de cierto rango, nos daba órdenes, sin molestarse por nimiedades. Pude ver cómo los diferentes miembros de mi grupo se lo tomaban, pero sentí que de todos manaba el mismo sentimiento: deber. La supervivencia de Kakita Hitori era algo que de repente iba más allá de nosotros. Como escorpión, era algo que podía comprender.

En esto venía pensando cuando bajamos finalmente del kobune en las tierras Grulla. Una vez ahí miré alrededor. Frio, viento, humedad, olor a sal y a pescado en todo el aire, marinos haciendo su jornada esperando terminar para ir a divertirse en algún lugar de baja calaña. "Que ciudad de mierda" Recuerdo haber pensado cuando bajé de la embarcación, mientras miraba al castillo. Realmente los Kakita se habían esmerado en que su casa al menos no se viese tan mal como el resto de la ciudad.

Dejé que los cortesanos se hagan cargo de hablar con la comitiva local, haciendo solamente una reverencia y mirando de reojo a los heimin que descargaban nuestras cosas para vigilarlos. Hasta que Kakita Mikoro, quien comandaba la comitiva, pidió nuestros nombres, con lo que volví a hacer una reverencia, esta vez un poco más pronunciada, mientras recitaba. —Bayushi Korekiyo. — No hacía falta agregar nada más para una formalidad.

El León había sido el último en abandonar la embarcación.

Pues mientras sus compañeros se apresuraban a descender del kobune para tocar tierra después de tantos días de travesía, el Ikoma simplemente había optado por permanecer junto a la borda para continuar observando con detenimiento el exquisito panorama que se abría ante él.

Yoshiro había adoptado aquella posición desde hacía ya un buen rato, cuando los primeros atisbos de la ciudad pudieron hacerse visibles entre los girones de niebla que ocultaban la bahía. Y tal parecía que no había fuerza en el mundo capaz de apartarlo de su fascinada contemplación.

En verdad, el joven parecía profundamente impresionado por la magnificencia del lugar. Y sus penetrantes ojos oscuros destellaban con inocultable excitación mientras registraban cada rincón del complejo entramado de callejuelas y construcciones que constituían la ciudad. Como un niño que no podía apartar la mirada de su regalo de cumpleaños.

Por supuesto, Yoshiro había visto otros asentamientos notables con anterioridad. La mayoría en las propias tierras de su Clan, y unos cuantos que incluso superaban ampliamente aquel villorio, tanto en magnificencia como en extensión. Sin embargo, aquel poblado irradiaba un aura extraña, como de ensueño, que lo volvía sugerentemente encantador. Único entre todos los que había conocido.

Y no podría haber sido de otra manera. Pues allí tenía su cita con el Destino.

Finalmente, tras largos momentos que casi se volvieron una eternidad, el cortesano abandonó su puesto junto a la borda y se acercó al grupo reunido en el muelle.

- Es un gran honor conoceros, noble Kakita Mikoro-sama. - se presentó el Ikoma con una voz grave y profunda, que parecía reverberar entre las montañas circundantes, a la vez que se inclinaba en una marcada y muy sentida reverencia - Mi nombre es Ikoma Yoshiro, y soy el mayor de los hijos del renombrado Ikoma Kazuo, autor de las afamadas "Crónicas de Furumaru", que de seguro conoceréis. Su padre fue el venerable Ikoma Nakamuro, destacado archivista de la Biblioteca Ikoma, y el abuelo de este el glorioso Ikoma Takashi, quien sirvió toda su vida con valor y devoción en las Legiones Imperiales.

- Ciertamente, es un lugar hermoso, este donde vivís. Espero poderos retribuir de algún modo este inmenso placer que me habéis otorgado al obsequiarme con vuestra sincera hospitalidad.

Mikoro tomo nota de los nombres debidamente, devolviendo cada saludo con una suave reverencia, incluso el austero del Escorpión.  Asintió a los cumplidos con una sonrisa apacible, pero sin hacer comentarios al respecto.

-Ah, es grato comprobar que los amigos de Hiroto-sama se encuentran en todas partes del Imperio, y abarcan todo el Orden Celestial... De seguro desean reunirse con él, así que no les importunare más.  

Se hace a un lado, rozando el borde del muelle casi para abrirles camino sin estorbar. Al parecer, los formalismos han concluido, pero no sus palabras.

-Pueden dejar su equipaje aquí y le diré a alguno de los cargadores que lo lleve por ustedes. Si se les ofrece otra cosa, me encontraran aquí diariamente. Espero que su visita sea bienaventurada  y los kami bendigan su andar mientras nos acompañen. +declara, dejándolos libres para marcharse.

No logras discernir cuan honorable es Mikoro, solo queda suponer que lo esperable de un Grulla.

Por otro lado, el nombre te suena de algún sitio. No obstante, la referencia es muy vaga para ubicarla ahora mismo, curiosamente confusa en la memoria.

El primer obstáculo ha pasado, pensó el Seppun conforme continúa con una inclinación de gratificación al jefe del puerto. Sin duda una de las personas que más rumores podía conocer y esparcir en la ciudad. Michio hizo una sutil señal a Majime-san para que se acercase y caminase junto a él. El Imperial disfrutaba de la compañía de la samurai-ko. Hasta que no estuvieron a una distancia prudencial, se conformó con hablar de banalidades conforme caminaban, las cargas de los barcos, el clima de la ciudad, las aves que descansaban sobre los postes del puerto y en sus aguas.

-Somos un grupo variopinto y vamos a llamar mucho la atención. Deberíamos informarnos de los rumores que circulan por la ciudad, aquello que se dice acerca de la casa del gobernador y su corte. Los heimin, incluso aquellos que sirven a la casa gobernante, tienden a hablar y puede que averiguemos algo con ello.- El shugenja se aseguró que todos escuchasen sus palabras, pero que sus palabras no llegasen más lejos. -Hay oídos y ojos por doquier, recordad que debemos mantener nuestra actividad confidencial.- La habilidad de sonsacar información a las gentes era algo complicada, sobre todo en un lugar como eran las tierras Grulla. Los rumores eran algo normal y común, pero en su grupo contaban con enemigos naturales del clan, León y Escorpión, hablarían los heimin con ellos? Con suerte no son capaces de reconocer mons. Pensó el shugenja con una mirada juiciosa hacia el Ikoma y el Bayushi, una mirada que ellos ya comprendían que no era de altivo, sino de calibrar sus destrezas. -Creéis oportuno tomarnos un momento para averiguar algo mientras caminamos por la ciudad?-

El cangrejo sonrió por la disposición del sepun a no perder el tiempo. Su devoción era encomiable, pero se sintió. obligado a llamarle la atención sobre un pequeño asunto.

Michio-dono dijo sin dar mayor importancia a lo que estaba diciendo Seguramente lo habréis pensado, pero me gustaría que reconsiderara que quizá no sería prudente desatender las formalidades sociales que nuestro anfitrión esperaría de cualquier huésped honorable: una escueta presentación, una puesta en antecedentes, ver nuestras caras, darnos advertencias sobre nuestra indiscreción, si se produjese alguna. Y si es menester indicarnos que instrumentos pondrán a nuestro servicio para ayudarnos a perseguir nuestro cometido. Enumeró todas aquellas cosas como si fueran trivialidades. Si nos ponemos a hacer pesquisas no sabemos cuanto tiempo nos llevará y de seguro que en el castillo están advertidos de que llegamos y nos esperan.

Evidentemente Yoshihara tenía algo en mente. Sonreía con satisfacción.

Aunque a mi se me ocurre donde preguntar por quién es quién en la ciudad. Dijo desviando la atención hacia un rincón de la bahía donde una barcaza del clan cangrejo fondeaba.

Finalizó con una sonrisa. El jefe de puerto podrá hacer llegar mi invitación a el capataz o dueño de esa embarcación y no tendré que ir yo, pero habrá que comprar bastante sake, a fin de cuentas son marineros y los queremos parlanchines. Y lo que es más importante parecerá una sencilla cortesía social. El intento de un hombre lejos de su hogar de sentirse un poco más en casa.

Majime caminaba junto a Michio-san con la cabeza en alto, disfrutando del buen gusto de la familia Kakita. El resto de los magistrados los seguían detrás y por último Takeshi, que había tomado cierta distancia para observar mejor a quienes pudiesen acercarse al grupo. Sus pasos eran cortos, pero de algún modo lograba ir al ritmo del resto, sin que por eso sus movimientos perdieran la gracia y delicadeza que la caracterizaba. Cuando Seppun-san preguntó acerca de posponer el encuentro con su anfitrión, torció su rostro hacia él. Dudó en responder con dureza o respetar el estatus de su compañero, y afortunadamente Yoshijara-san expresó su pensamiento de un modo claro e irrefutable, evitándole a ella la tarea de confrontar a Michio-san.

- Es una muestra de respeto y cortesía acudir de inmediato a ver a Kakita Hitori-sama, un detalle que en el Clan Grulla se estima en gran manera. Como bien dice Hiruma-san, lo mas adecuado como representantes de la Magistrado Esmeralda, es presentarnos primero ante las autoridades - claro que todos los puntos prácticos que expuso Yoshijara-san también eran importantes, pero para ella eran completamente secundarios, resultaba inadmisible romper la etiqueta por obtener una información que de todos modos conseguirían luego. 

Luego le dirigió una mirada amable al Cangrejo - Ignoro cuanto de lo que verdaderamente sucede aquí le haya sido revelado a alguien ajeno a esta provincia, pero si prefieres conversar con uno de los tuyos, no tengo ninguna objeción mientras sea luego de presentarnos ante la familia del Daimyo - la calidez de sus palabras no ocultaba su determinación a no detenerse por ningún motivo hasta cumplir con las formas que se esperaba de ellos. Hizo un ademán de continuar el paso, invitando al resto a que continuase la marcha.