Partida Rol por web

Parecía que el mombre podría saber algo, no me fiaba un pelo de aquel hombre e iba a intentar tardar en pagar lo maximo posible, "¿Cuanto es el incentivo para su memoria?" le pregunto, y hago memoría, lo malo era que me acordaba de que era joven y rubia, una descripción demasiado vaga, pero me fijo que ha llegado Lenna, la cual podría ser de ayuda, "Si me disculpa un momento" le digo acercandome a ella.

"Hace tres dias que paso la ultima a la ciudad de Sonnenfurt, pero no me acuerdo de Linda mas allá de que era rubia, que solía tener los labios pintados y ..." mejor de ahorraba la parte de los pechos, "El de la oficina dice que por un incentivo, se "acordara" de si había alguien parecido a ella", le digo a la hochlandesa.

Al llegar al edificio de las diligencias Lenna se fijó en ese carruaje que estaba siendo preparado para partir. Especialmente en los pasajeros*. Luego viró la cabeza para examinar el interior de la oficina, y allí encontró al cazador.

—Perdone, maese Grosskopf, estoy algo desorientada. Le han dicho que la última partió hace tres días hacia Sonnenfurt, ¿verdad? Si es así, no tiene sentido que Linda haya usado estos servicios, puesto que hasta ayer ella estaba trabajando en la taberna¹. ¿O esa diligencia llegó desde Sonnenfurt?² En cualquier caso, no me importará destinar unas monedas para ver si al menos este tipo la ha visto —respondió la saqueadora, algo perturbada aún por la reunión anterior.

Lenna sacó unos chelines y los posó sobre el mostrador.

—Disculpe, buen señor. Como mi compañero le ha comentado buscamos a una apreciada amiga. Si en algún momento ha visitado usted la taberna de herr Taunenbaum debe haberse fijado en ella. Es una joven preciosa y con una voz tan dulce como la de un ruiseñor —comentó mientras desplazaba las monedas, acercándolas a las manos del tipo, antes de darle una descripción algo mas detallada de Linda, alguna marca distintiva y ropa que pudiera usar con asiduidad —. ¿Podría decirnos si la ha visto por aquí en algún momento? Espero que éstas le puedan ayudar a hacer memoria.

Fârandar asintió al Capitán según este hablaba, guardando de nuevo broche y carta. - Sí, nos gustaría hablar con Herr Moritz. Gracias Capitán, pasaremos por allí en breve. Y contad con que si averigüamos algo más, lo pondremos en su conocimiento. - dijo, mirando significativamente al cazador de brujas. Estaba claro que lo siguiente que el elfo iba a hacer era hablar con aquel hombre.  - Tras terminar aquí y allí, acudiremos a ver a Lord Axel Herbart. - 

El âsur no tenía conocimiento de que allí fueran a estar en fiestas en breve, pero era bueno saberlo. Obviamente, el trasiego de gente no ayudaría a controlar mejor aquella situación, pero ese no era problema suyo. 

Tras irse el Capitán, el elfo miró al hechicero. - Bueno, sigamos con las pesquisas. Esto empieza a ponerse demasiado interesante como para ignorarlo, si me disculpas la frivolidad. - estaba claro que el elfo estaba preocupado, pero también había surgido un destello de interés genuino en su mirada. - Mis metas tendrán que seguir esperando, por ahora, hay que ayudar a tu dama. - 

Y sin más dilación, se levantó y se plantificó delante del cazador de brujas. Carraspeó un par de veces y realizó una muy ligera inclinación de cabeza. - Herr Hewitt, mi nombre es Fârandar Clarândir y provengo de la lejana isla de Ulthuan. - dijo, sin presentar a su compañero, si es que éste le seguía, dado que no sabía si el hechicero le seguiría el juego o se quedaría en segundo plano.  - ¿Sería posible tener unos momentos con usted para poder hablar de un tema privado? - puede que Herr Schiller se encargara de financiar al cazador de brujas, pero a Fârandar no se le había escapado que Herr Capitán no había nombrado al orondo burgués ricachón en ningún momento, por lo que por ahora, lo mantendría al margen de ser posible.

La verdad es que hablar del Caos y de sus seguidores, allí en la ciudad, no era un tema que mucha gente debiera saber. Cundiría el pánico y cosas peores si la gente en general se enteraba. 

El hombre con una sonrisa agradecida recoge las monedas. Aaaaaah, ya se quien decís... Lo lamento pero no, no la he visto coger ninguna diligencia ni a Sonnenfurt ni a ningún otro lado.

Por este lado podéis estar tranquilos, Linda no ha cogido ningún carruaje así que o bien ha salido por otros medios o sigue en la ciudad...

Cuando os acercáis a hablar con el cazador de brujas el gordo comerciante, herr Schiller sonríe graciosamente. No se preocupen sus mercedes, yo ya me iba, tengo mucho trabajo en la salchichería y ya he desperdiciado mucho tiempo de mi buen amigo Mannfred. Que tengan un maravilloso día, caballeros... Se queda un momento pensativo, mirándoos. Me preguntaba... Quizás podamos hablar luego o mañana si no pueden hoy, tengo una propuesta de negocios para ustedes, los héroes de Unterbrock ni más ni menos. Con una pequeña inclinación de cabeza se va dejándoos a solas con el cazador de brujas el cual con un gesto os invita a tomar asiento.

—Aaaaah, pues nada. Muchas gracias por su inestimable ayuda —respondió irónica la hochlandesa, mostrando una falsa sonrisa y quedándose con la cara del tipo—. Disculpe las molestias. Le dejamos trabajar. Esperamos que pueda disfrutar del Wursfest, y... tenga cuidado —terminó diciendo aire misterioso. 

Lenna tiró del cazador y continuó hablando fuera.

—Bueno, al menos podemos cerrar esta vía. Si realmente Linda se ha marchado, lo ha debido hacer andando, o en barca por el río. Aunque algo me dice que aún está por aquí. Oh, sí. Disculpe, maese Grosskopf. Lo que yo he podido descubrir es que Linda tiene un hermano llamado Moritz, que también vive aquí. Ahora mismo, según me han dicho, se encuentra en los calabozos por alterar el orden. Por otro lado, la festividad del Wursfest está atrayendo a mucha gente de fuera, con lo cual se nos va a complicar la cosa de no actuar rápido y con cabeza. ¿Le parece bien que vayamos a encontrarnos con herr Ludeker?

Al ir al cuartel de la guardia de la ciudad os dicen que herr Ludeker salió escoltado por el capitán de la guardia y un pelotón de soldados pero no saben donde se encontrarán ahora. Decidís ir a la taberna donde sabéis que encontraréis a Fârandar y, efectivamente, ahí está, junto con Ludeker, sentados a una mesa conversando con un hombre mayor vestido de negro. Cuando os fijáis con más atención no es tan mayor como aparenta y bajo esos ropajes oscuros se esconde una poderosa constitución. Es más, recordáis que casi siempre está ahí, con una jarra de cerveza pero hasta ahora no os habíais detenido a mirarlo. Curioso cuando menos...

La puerta de la taberna se abre dejando pasar a herr Grosskopf y a Lenna que se dirigen hacia la mesa donde os encontráis...

El elfo asintió hacia el burgués, dejando que se perdiera por la puerta, cogió aire para hablar y lo retuvo durante unos instantes mientras veía entrar por la puerta a sus compañeros. Con un gesto les pidió que se acercaran y dado que Herr Mannfred no había dicho esta boca es mía, se sentó en una de las sillas, antes de empezar a hablar. 

- Lo que me trae a usted es informar de un encuentro que tuvimos anoche con tres seguidores de Khorne. Habíamos quedado con.. * - Fârandar refería lo sucedido en voz baja, haciendo un resumen de los hechos, luego profundizarían más según las preguntas del cazador de brujas. 

Asintió Lenna al asur con un leve gesto de cabeza y tomó del brazo al cazador.

—¿Conoce usted a ese señor que los acompaña, maese Grosskopf? Bueno, en cualquier caso, sentémonos con ellos, y luego nos pondremos al día —murmuró mientras tiraba del talabeclandés hacia la mesa.

Al sentarse, saludó y se presentó antes de dedicar una rápida mirada al soldado, simplemente para ver si le veía buen color de piel. Luego se mantendría callada y pendiente de seguir con atención la conversación.

Gherard estuvo escuchando la conversación pensativo en un momento había mucha gente a la que conocer y muchas tareas que hacer. El aprendiz de hechicero acompañó a sus compañeros a la mesa y se sentó escuchando la conversación con el cazador de brujas.

Tras sentaros con el cazador de brujas y contarle el elfo toda la historia notáis que tras esas ojeras sus ojos se entrecierran denotando la concentración que emplea para todas y cada una de las palabras del asur. Asimismo os percatáis del detenido escrutinio al que sois sometidos todos. 

Tras acabar el elfo y dejar pasar unos segundos, carraspea su garganta. Habéis hecho bien en contármelo aunque la próxima vez aseguraos de que soy el primero en saberlo; ahora me tocará lidiar con el capitán de la guardia por temas de... jurisdicción.

Le da un trago a su jarra de cerveza. La cercanía del Wurfest* y la aparición de estos individuos no parece una casualidad. Gracias por avisarme, mejor será que me ponga en camino cuanto antes. Apura la jarra mientras se levanta y se seca los labios con la manga de su chaqueta. Al levantarse veis el broche de plata que lo identifica como uno de los cazadores de brujas de Sigmar, su espada, su daga y una pistola que penden de su cinturón. Este hombre está mayor pero a todas luces sigue siendo un oponente formidable a tenor de su envergadura física y la soltura con que se mueve. Pues al final iba a tener razón herr Schiller que permanecer aquí me iba a reportar trabajo. En cuanto a vosotros, no os alejéis mucho de la zona, puede que os necesite y si es así quisiera poder localizaros con premura. Caballeros. Señorita...

Y con un gesto de su mano derecha cogiendo el ala de sus sombrero a modo de despedida se aleja con paso firme hacia la salida de la taberna.

Asentí ante las palabras del cazador de brujas, tenía sentido lo que decía pero en ningún momento le di mayor importancia, ni pensé por un momento que nos hubiéramos equivocado en nuestras elecciones.
La Guardia, a mi saber, era la ley y la ley era a quien primero recurriría, al menos hasta estar más familiarizado con los círculos de poder humanos.
- Nosotros seguiremos buscando a nuestra amiga. Id con la bendición de Asuryan y de Sigmar. -

Una vez Herr Mannfred hubo salido, me giré hacia mis compañeros, la bella Lenna y el resto. - Al parecer, nuestras actividades nos van a proporcionar no pocos problemas. No me siento demasiado cómodo con tanta gente pretendiendo nuestros servicios, aunque por otro lado... - se tocó el estómago con la palma abierta en un movimiento circular que debería resultar obvio.
- ¿Alguna novedad? -

Lenna se sintió aliviada cuando ese cazador de brujas se fue. Ciertamente todos ellos tienen un aura extraña, oscura, ¡de mal fario! Gozan de fama de atraer problemas. Así que normalmente cuanto mas alejados, mejor. Aunque en este caso, pensó ella, quizá si podría serles útil disponer de la ayuda de alguien que lucha contra los poderes oscuros con tal ahínco.

La hochlandesa asintió a su compañero mas íntimo y se dispuso a contar lo que habían descubierto.

—En la oficina de diligencias no la han visto. y tampoco he sacado nada sobre esos cultistas. Lo que sí he descubierto por mi... contacto —dijo esbozando un ligero mohín de disgusto—, es que Linda tiene un hermano que también vive aquí. Se llama Moritz, y es conocido por emborracharse y armar jaleo. De hecho, según me dijeron, está ahora mismo descansando en el calabozo. Por otro lado, el Wurstfest está atrayendo mucha gente de fuera, lo cual nos puede dificultar la búsqueda. ¿Qué habéis descubierto vosotros? ¿De dónde ha salido ese tipo? ¿Qué busca? ¿Y vos, herr Ludeker, qué habéis hallado?

Gherard escuchó lo que decía el cazador y sus compañeros, despidió al cazador con un asentimiento de cabeza. Por lo demás con lo que dijo Lenna asintió. - Hemos averiguado lo mismo, quiero ir a visitar al hermano de Linda al calabozo a ver qué dice, si queréis hacer lo mismo podríamos ir todos, ¿no? Comentó mirando a todos los compañeros con un gesto de preocupación por lo que estaba sucediendo, y ver si eran capaces de conseguir descifrar el enigma y destapar a los verdaderos culpables.

El Asûr esperó pacientemente a que el mago humano terminara de hablar para explicar lo que había dilucidado hasta ahora. Había más información, quizá sutil, que el mago había ignorado. O quizá lo había hecho adrede, no se sabía. 

- Lenna, Burkhard, hay más. Vamos paso por paso. Como ya sabéis, maese Mannfred es un cazador de brujas, y Herr Schiller, el burgués poseedor de una salchicería que da pingües beneficios al parecer por sus riquezas, está financiando sus actividades. Linda, como bien decís, tiene un hermano, Moritz, que vive aquí también, o sería mejor decir "malvive", pues es conocida su afición a la taberna "El Dragón Danzante", a las apuestas, alcohol y a las peleas. Tiene un carácter difícil. Por otro lado, el Capitán de la Guardia nos agradece el pequeño servicio que le hemos hecho a la ciudad acabando con tres...ya sabéis...y está preocupado porque se va a celebrar la Wursfest y eso va a hacer que la ciudad esté muy transitada, como imaginaréis, por la gran fama que tiene dicha fiesta y la fama de las salchichas de la ciudad. - 

Se detuvo un momento para mirar a sus compañeros y siguió su recopilación. - Detuvieron a Moritz anoche al lado del cementerio, borracho y vociferando. Está en los calabozos imperiales, y el Capitán nos va a arreglar una cita con él. Sobre quien firma la carta, el Baronet R, el Capitán no sabía nada, pero nos ha revelado que dado que se prevee un aumento de las actividades criminales y delictivas, el graf ha tenido a bien enviar a su hijo, lord Axel Herbart para dirigir el tribunal de fiestas. Es posible que se encuentre en la mansión que mantienen aquí sus padres. El capitán nos sugiere preguntarle a él sobre este Baronet. - 

- Por último, Her Schiller quiere vernos luego o mañana, tiene una propuesta de negocio. - concluyó su exposición. 

- La conversación con Herr Mannfred no ha sido nada productiva, pero al menos lo hemos puesto sobre aviso y parece que nos cuenta como aliados. He alcanzado a ver que porta un broche de plata que lo identifica como uno de los cazadores de brujas de Sigmar...y creo que con eso está todo. No estamos mucho mejor que antes, pero al menos hemos podido informar a las autoridades y nos consideran aliados. Y hemos podido contrastar lo del hermano de dos fuentes distintas. Como bien habéis dicho, lo mejor será ir a verlo. - 

El elfo se levantó, preparado para ir a realizar la visita. - ¿Vamos? - 

La joven hochlandesa quedó sin duda sorprendida por todo lo que habían recabado los otros. Sorprendida primero, y luego molesta, al pensar que se podría haber evitado un mal trago.

—Vaya, de lo que se entera uno en la taberna... —comentó al tiempo que cruzaba la mirada con el elfo y esbozaba una leve sonrisa, sin pretender reprocharle nada en ese momento—. Buen trabajo. Vamos a ver a Moritz.

Durante el camino Lenna se preocuparía una vez mas por el estado del soldado asur, ofreciéndole ayuda por si la necesitaba para andar, y concediéndole alguna que otra muestra de cariño.