Partida Rol por web

El precavido Spinner comete el acto más imprudente de su vida. El frío y calculador arquitecto se lanza sin pensar contra el corpulento jugador de rugby.

De haber visto la escena desde fuera, se habría dado cuenta del grave peligro que ha corrido. El hachazo lanzado por Fabiano describe un semicírculo en el aire paralelo al suelo. El filo del hacha pasa a escasos centímetros de la cabeza de Mark. Más por casualidad y por providencia que por habilidad física, el joven amigo del bibliotecario elude el golpe y sigue su camino en pos del tren inferior de Rick.

Pero el hacha sigue su camino mortal. Este tipo de instrumentos están destinados a cortar árboles, madera, leña... Sobre la carne humana hará estragos.

El bibliotecario cierra los ojos instintivamente, tensando todos los músculos de su cuerpo, preparando al organismo para recibir un golpe... mortal.

PLOF!

El filo del hacha encuentra el cuerpo de Sáez. La hoja de acero abre la carne y penetra, destruyendo estructuras óseas y musculares. El hacha se clava en el costado del viejo, afectando también a su brazo.

La sangre de Marcos salpica explosivamente, manchando paredes y suelo. 

HUMPF!

Fabiano exhala aire al recibir el empujón de Mark. Los dos caen irremediablente al suelo. Marcos se desploma emitiendo un agudo chillido de dolor que presagia lo peor. Después, silencio. 

Aunque la escena parece ocurrir a cámara lenta, lo cierto es que todo ocurre a velocidad de vértigo.

En el momento justo en que Spinner cae sobre Fabiano, la mano de Eliz se clava en el muñeco de vudú que emula al fortachón. La aguja negra con cabeza de caravela entra envenenada en uno de los brazos del muñeco.

De repente un dolor agudo, intenso y localizado se agarra a tu brazo, el que empuña el hacha, como si fuera la mordida de un perro de presa. Es un dolor helado, frío, antinatural.

Tu mente y tu cordura están ya perdidas en un mar de rabia, furia, violencia, dolor y magia negra...

¡Aaaaaahg!

El metal del hacha empapada en sangre tintinea al chocar contra el suelo cuando Rick la suelta. Tirado en el suelo, boca arriba tras el placaje del arquitecto, el jugador de futbol no se revuelve - por fácil que pudiera serle deshacerse de Mark - y, en lugar de ello, se aferra el brazo derecho gimiendo de dolor y pasea sus ojos inyectados en sangre por el techo.

¡Rubí! ¡Rubí!

Aulla, aunque sus gritos podrían ser tanto una petición de ayuda como una amenaza.

Tirado en el suelo sobre Rick miro la espeluznante escena de Marcos en el suelo, con un agujero en su cuerpo nada natural producido por el bestia que se queda en el suelo tirado,, cogiéndose el brazo..

Me incorporo rápidamente, y me quedo en pie algo menos de un segundo,, dudando entre dar rienda suelta a mi rabia o en socorrer al pobre Marcos..

Demasiado tarde. Cómo no se le había ocurrido antes? Solo unos segundos hubiesen evitado la tragedia. Ahora ya no había remedio. El hachazo de Rick había atravesado al viejo bibliotecario, que yacía totalmente inerte, con su sangre empapando el frío suelo.

- Joder, maldito cabrón. Ayudad al viejo!

Con más saña que otra cosa, clava otra de las agujas en el muñeco de trapo, disfrutando de su éxito. Esta vez elige una de las piernas, para asegurarse de que el gigante no trata de incorporarse.

No sabes de dónde procede el dolor súbito que se agarra a ti como un cangrejo. Primero un brazo y ahora una pierna. Inconscientemente sueltas el hacha para echar mano a tus extremidades doloridas. Aúllas de dolor en el suelo.

El grandullón aúlla de dolor en el suelo. Suelta el hacha para echarse mano a sus extremidades doloridas.

Es imposible saber cuánto le duele, si está cabreado, asustado o sencillamente enloquecido.

Lo que acaba de suceder es sencillamente increíble.

Desde el suelo contemplo horrorizada la escena: el hacha yendo hacia el bibliotecario y hiriéndole o matándole, no lo sé aún... Mark corriendo hacia Rick y lanzándolo al suelo, y éste llamándome... ¿Será él de verdad?

Completamente ajena a cómo esté en aquel momento Marcos, con Mark sujetándole y Eli que no sé ni donde está ni que hace, sólo oigo a Rick pronunciar mi nombre desesperado y retorciéndonse de dolor.

Gateando hacia él aparto el hacha deslizándola por el suelo hacia un lado y con las manos le cogo por su rostro desencajado:

Rick, cariño. Soy yo, Rubí. Sé fuerte!

Joder, maldito demonio! Te he dicho que le dejases! Sál de él AHORA!!!!

Aguanta cariño, un poco más y lo que sea que esté utilizando tu cuerpo saldrá!

Al caos reinante en el hall de entrada del edificio del Convento se le une una nueva variable.

POM! POM!

Alguien golpea la puerta principal, de por sí media destruída por los hachazos de Rick.

RUBÍ! RUBIIIIIII! RUBÍ! ¿DONDE ESTÁS?

Una voz familiar se desgañita al otro lado de la puerta, que está siendo aporreada con fuerza desde el exterior.

Los acontecimientos se precipitan.

Marcos ni siquiera notó cómo el hacha penetraba en su carne y cortaba sus huesos hasta un punto y luego empezaba a astillarlos.
Su cabeza dio vueltas y sabía que empezaba su muerte. Mientras caía sus ojos pudieron ver a sus compañeros. Sonrió gracias a la sangre que aun le mandaba a su cerebro y sus músculos un último latido, había salvado la vida de estos chicos. Muere un viejo, viven varios jóvenes. Es un buen intercambio.
Y entonces llegó el dolor. Intenso.
Y el dolor de nuevo desapareció. Y desaparecieron los demás. Despareció la sala.

Zassssss. Su cuerpo pareció despegarse de si mismo. Tras de si el cuerpo caía al suelo, rebotaba, llenaba todo de suciedad, sangre, líquidos negros y trozos y pedazos sucios y sanguinolientos. Mientras que la otra parte de Marcos permanecía impoluta y flotaba hacia la luz.

Y el resto dejó de importar.

Instintivamente giro la cabeza hacia donde vienen los gritos y,  ¡¡dicen mi nombre!!

Contemplo un momento a Rick, dudando entre si quedarme o ir hacia la puerta, quizá son los hermanos...

Y mientras mis ojos van de un lado a otro se posan un instante en un objeto que yace en el suelo: el hacha, aún regalimando la sangre del pobre Marcos.

Y esbozo una sonrisa algo cruel. Ahora no me cogerán por sorpresa y desarmada.

Acariciando la mejilla de Rick me incorporo y cojo el hacha, dirigiéndome hacia la puerta. Estoy a pocos pasos de ella, enarbolo el hacha y digo voz en grito:

DI QUIEN ERES O TE CORTO LOS HUEVOS!!!!

Rubí, corriendo hacia Rick, evita que me dedique a patear su cabeza. Poco importa si era él o no el que movía el hacha.

Me giro hacia el pobre Marcos, quieto en el suelo. Perdiendo sangre sin parar. Parece que todo ha terminado..

Una lágrima aflora en mi ojos. Aún no soy muy consciente de lo sucedido,, pero sé que nada volverá a ser igual.

Los golpes en la puerta hacen que vuelva a la realidad.. Esto no se ha terminado aún... Parece un cuento de los que Stephen King ha escrito en innumerables ocasiones.