Partida Rol por web

Me gustan los retos, la adrenalina, conocer y experimentar cosas nuevas, obligarme a salir de mi zona de confort.

Soy bastante rencorosa, no olvido fácil y por las malas…

…puedo ser muy hija de puta.

Cabalgaron por varias horas abriendo camino al andar.

El sol se fue moviendo, lento y opresor, por el cielo hasta que finalmente, cansado, se oculto en el horizonte inmenso y eterno.

Vino entonces la luna vistiendo un negro vestido de terciopelo y tras ella una infinita corte de estrellas brillando en mayor o menor medida.

Se había ido el abrasador calor del día y ahora la fresca caricia de la noche estaba en todas partes.

Y, “todas partes”, quedaba en medio de la nada misma.

…

Tras las iniciales palabras jocosas de Declan llego el silencio pues el Cazarecompensas era hombre de pocas palabras y profundos silencios ya que tenía por costumbre moverse solo a través del mundo todo.

¿Qué le había llevado entonces a tomar por compañera a una inexperta mujer venida de la ciudad?, ¿había pues, algún secreto designio en ello?, Ruby no podía saberlo aunque ciertamente se lo pregunto muchas veces durante el día.

…

La mujer había decidido postular para un lugar en este viaje pues, según sus propias palabras:

Me gustan los retos, la adrenalina, conocer y experimentar cosas nuevas, obligarme a salir de mi zona de confort.

Soy bastante rencorosa, no olvido fácil y por las malas…

…puedo ser muy hija de puta.

Y ciertamente, por el momento, quienes movían los hilos del lugar le habían dado una buena porción de retos, adrenalina y la oportunidad de conocer nuevas cosas fuera de sus zonas de confort.

Y si no, ¿Qué otra forma había para describir la inicial balacera ni bien llegar a SweetWater y esta posterior salida al peligro desconocido durmiendo a la intemperie con el cielo nocturno como techo y una fogata para calentar el cuerpo?.

Cumplían, realmente y por ahora, con sus expectativas.

…

Una comida magra – carne seca y guisante – calentada en las mismas llamas y unos tragos de aguardiente de pobre calidad fueron su cena de aquella primera noche y luego, una simple y fina manta de lana lo único que pudo interponer entre el frio nocturno y su cuerpo.

Declan se durmió rápido tras acercar su cuerpo al de ella pues, según explico, el punto 1 del superviviente era dormir espalda con espalda, arma al alcance de la mano y lo más caliente posible cuando – como ahora -, tocaba pernoctar sin reparo alguno y en terreno desconocido.

De esta forma Ruby se encontró con la masiva espalda de aquel hombre pegada a la suya y aunque bastante incómoda por ser esta su primera experiencia de campo, el cansancio pudo más y finalmente, se durmió.

Soy decidido, voluntarioso y joven. Las señoritas también me creen atractivo y sencillamente encantador. Podría estar mal que lo diga yo, pero tienen razón.

Mis padres están forrados y he recibido la mejor educación que se puede pagar.

Mi padre es accionista de DELOS Incorporated.

¿Defectos?.

No hay.

Decidido, voluntario y joven.

Lo había demostrado ni bien llegado a SweetWater al ser uno de los primeros en ponerse en marcha y tras observar como le volaban la cabeza al nuevo sheriff que había viajado con ellos en el tren.

Las señoritas también me creen atractivo y sencillamente encantador.

Y sino que le preguntasen a estas tres mujeres hermosas que desnudas y exhaustas ahora dormían en la cama frente a sus ojos. Aunque, ¡ok, si!, eran putas y su trabajo estaba directamente relacionado a follarse a quien pudiera pagar por ello pero al caso, casi, era lo mismo.

Mis padres están forrados y he recibido la mejor educación que se puede pagar. Mi padre es accionista de DELOS Incorporated.

Aquí teníamos un serio problema.

El no había venido a este sitio para estar sucio como un cerdo maloliente y teniendo que soportar las putas carencias que debieron ser tan comunes a las personas que vivieron en los tiempos del real lejano oeste.

Ósea, hacía un calor de mil cojones, ¿Dónde estaba el aire acondicionado?, ¿y el frigobar?, ¡oh, por Dios, que hubiera una ducha decente con agua fresca!, pensó Ethan mientras terminaba de vestirse.

…

!NO-LO-HABIA!.

Ehtan lo descubrió (con horror) pronto y tras salir del cuarto, volver a descender las escaleras y encarar al mismo tabernero que habia visto ayer tras la barra de madera.

Si quería asearse las opciones eran dos – las gratis, claro -:

1 – usar el agua de los bebederos de los animales ubicada frente a las puertas mismas del Maripoosa.

2 – salir fuera del pueblo y tras caminar unos doscientos metros usar las aguas del riacho – a veces no muy lodosas -, para asearse.

Otra opción era ir hacia el hotel principal y único de SweetWater y pagar una bañera de cobre con agua caliente a su dueña.

Pero, ¡que gran locura!, había dicho el tabernero mientras se hurgaba con entusiasmo la oreja, ¿Quién puede querer gastar dinero en agua para el cuerpo?.

“…¿de qué sirve tenerlo todo si no puedes sentirte vivo? La vida está para sentirla en la piel y los huesos para romperlos. Ya nos los reconstruirán. Así que, miren, déjense de formularios y formalismos, ya saben perfectamente quién soy yo.

Soy perseverante, arriesgado y entusiasta”.

¿Otros datos relevantes de mi dices?.

Consulta la Newkipedia y la prensa rosa, amigo.”

¿No tendría que haber hecho un ruido la bala al salir del cañón del arma?, ¿Cuándo aparecieron esos sujetos que ahora le seguían?, ¿Qué cojones pasaba, porque le disparaban, le estaban por matar?.

Rick no se había apuntado para esta mierda, ¡no!, y aunque era un hombre que pensaba lo siguiente:

“…¿de qué sirve tenerlo todo si no puedes sentirte vivo? La vida está para sentirla en la piel y los huesos para romperlos. Ya nos los reconstruirán. Así que, miren, déjense de formularios y formalismos, ya saben perfectamente quién soy yo.

Soy perseverante, arriesgado y entusiasta”.

Estaba más que claro que lo había dicho de forma metafórica.

EL NO SE HABIA APUNTADO PARA QUE LOS LLENARAN DE PLOMO.

Y, por supuesto, no se había apuntado para SER ASESINADO.

Pero parecía que eso estaba a punto de suceder por que aquellos tipos que no decían nada, le estaban disparando sin miramientos y tras la inicial “mordida” del primer plomo – sin ruido -, que impacto en su hombro derecho destrozando piel e internándose profundamente en las carnes hasta casi el hueso.

(Joder, como dolía).

Llegaron otras tantas mas, - Rick pudo sentir cada uno de los impactos -, que fueron lastimándoles gravemente hasta lanzarlo del caballo.

Desde el suelo y con los “ojos llenos de polvo”, Rick contemplo la llegada del grupo de bandoleros y, puntualmente, el rostro de dos que no llevaban pañuelos en el rostro.

Fueron estos dos quienes tras desmontar se acercaron charlando animadamente como si él no estuviese allí, desangrándose como un puto carnero en el matadero.

- Bandolero joven: ¡Ey Billright!, ¿Qué ha hecho este tipo para que nos manden tras él?.

* Billright: Eso no me importa “Chico” (en español), trabajo es trabajo y el trabajo ahora es acabar con este sujeto.

- Bandolero joven: Casi esta en las últimas, mira como resopla el bastardo. (Dijo entre risas y muy divertido a su compañero).

* Billright: ¡Vaya pero si es el puto Chino!, - exclamó con sorpresa  agachándose para acercar su rostro al de Rick -, yo había apostado por ti Chinito, susurró, es una jodida lastima, que desilusión, !Tsk!, comento primero y luego chistó molesto. En fin, nunca he sido bueno para las apuestas, siempre pierdo y parece ser que tu también, sentencio antes de apuntar a Rick con el revólver de largo caño y disparar.

- BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM –

Sonó, ahora sí, estruendoso el disparo y a continuación todo fue oscuridad,

Y nada más.

En algún lugar.

Ahora.

Las voces...

- ¿son voces? -,

...la han despertado.

Pero no reconoce este sitio, - ¿Dónde quedo el desierto, la fogata, el frío nocturno y Declan? -, aséptico, de muros oscuros, piso metálico y atestado de pasillos infinitamente largos (sin ninguna puerta al alcance de sus ojos) que convergen justamente en donde ahora esta ella acostada.

- Las voces ,¿lo son en verdad?, gritan cosas que no entiende –

Desorientada comienza a pararse y es ese el momento donde siente el primer “mordisco” de dolor sobre su hombro derecho. Involuntariamente lleva su mano izquierda hacia el sitio donde aquel dolor, ahora punzante, comienza a acrecentarse y con horror descubre a continuación como el rojo carmín de la sangre tinta sus dedos.

Se mira.

- Las voces estridentes no callan y ahora el ruido reverbera no solo en sus oídos sino en su cuerpo al completo –

Y descubre que esta herida, que en su hombre tiene un pequeño hueco negro se abre a través de su piel y sus músculos hacia dentro, quizás llegando hasta el mismo hueso.

(Joder, como duele).

¿Dónde está, que hace ahora, como ha llegado allí?.

Ruby no entiende qué coño está pasando y mientras tanto.

- Las voces no callan -.

En algún lugar.

Ahora.

Ruidos cercanos...

- ¿son voces? -,

...lo han despertado.

Pero no reconoce este sitio, - ¿Dónde quedo el desierto, los bandoleros y el dolor? -, rustico de paredes sencillas de madera y con un pobre mobiliario.

La ventana cercana con sus sucias cortinas a través de las cuales se filtra la luz y la cama vieja y maloliente donde ahora esta acostado.

Mas allá, una puerta de madera cochambrosa y angosta.

Y las voces que se filtran hacia él.

- son voces? -

Despertó de súbito, asustado, con la misma adrenalina con la que había ¿muerto? Como quien despierta de una pesadilla, o como quien se ahoga en el mar y sale bruscamente a la superficie, se enderezó en el camastro con un grito ahogado y llevándose la mano al pecho.

No reconoció el lugar, se preguntó dónde estaba. ¿Todo había sido un sueño? No era imposible, pero, si había sido una pesadilla, ¿por qué no recordaba cómo había llegado a aquella cama?

Ansioso, se miró el cuerpo para descubrir si, de verdad, había sido tiroteado.

El sonido estridente de las voces de arranca del sueño apacible. Dormir al calentor siempre era agradable, y en cierta forma me sentía segura. Pero todo eso se desvanece con las voces. Mi primera reacción es incorporarme hasta dejar sólo las posaderas plantadas en el suelo, que se me antoja frío... cosa que acabo corroborando cuando las palmas de mis manos entran en contacto con algo metálico. ¿Donde coño estoy? ¿De donde vienen los gritos? 

Pasan muchas cosas al mismo tiempo. La incredulidad, pensar que sólo es una puta pesadilla, el shock... el dolor. Porque a la vez que estoy asimilando que coño esta pasando, el dolor punzante me hace torcer el rostro. Una mano instintiva va al foco del color y el carmesí pone mi corazón a la altura de mi garganta, bombeando con violencia, amortiguando las voces con tus tambores. Si, las voces acaban siendo un eco dentro de mi alerta.

Finalmente me pongo en pie. Dios, esto tiene que ser una puta pesadilla. Tiene que serlo, vuelvo a tocarme el hombro con pasmo.

- ¡Eh! ¿¡Que coño pasa¡? - digo seria al aire, a la nada. Venga Rubý, no te agobies, una puta pesadilla. Solo una puta pesadilla.

Su cuerpo estaba cansado. Lo descubrió al incorporarse y sentir los dolores – como pequeñas mordiditas en todas partes -, pero que parecían congregarse en donde había recibido el balazo final.

Lo cual era extremadamente raro pues, a simple vista, (hasta donde podía mirarse a sí mismo), no tenía ni siquiera un rasguño.

La habitación muy venida a menos, polvorienta y sucia – carente de mucho mobiliario, parecía estar ubicada en el altillo de algún desconocido sitio pero al menos, todas sus cosas estaban allí.

Su cartera y los dólares recibidos al llegar al parque, el arma que el mismo había elegido, el atuendo de época, absolutamente todo.

Como si nunca se hubiera movido de allí. Como si no se hubiera ido del puto pueblo de los cojones.

Y eso, ¡justamente eso!,  era lo más condenadamente extraño del asunto, le hacía replantearse lo que había vivido, ¿Cuándo?, ¿hace un rato, ayer, el mes pasado?, ¿realmente había pasado?.

Tenía que averiguar qué demonios estaba sucediendo o si no iba a volverse loco y por lo pronto, a su alcance, tenía una ventana y una puerta sencilla.

Dos opciones, dos caminos, dos decisiones.

O quizás no.

Venga Rubý, no te agobies, una puta pesadilla. Solo una puta pesadilla

Se dice a sí misma, pero, si es solo una puta pesadilla, ¿Por qué cojones está sangrando y duele tanto?.

O, por citar otro elemento destacable de su ahora, ¿Qué debería hacer, ahora y no luego, que ha comenzado a sentir un miedo terrible justo en el momento en el que sendas sombras de “muchos” que se acercan empiezan a perfilarse por uno de los largos pasillos?.

Correr o morir.

¿De eso se trata esto?.

Al parecer, los disparos no habían sido lo que parecían. Eso solo podía ser un alivio, obviamente. No morir solía ser buena noticia.

Salvo si sobrevives para seguir encerrado en un coñazo de parque temático, claro.

Se levantó, decidido a averiguar lo que estaba pasando. La incredulidad y el desconcierto se mezclaban con la curiosidad. Se asomó a la ventana. ¿Dónde estaba?

Moverse por la habitación le deparo nuevos dolores que recorriendo en ondas su cuerpo cansado le sacaron uno o dos involuntarios gemidos.

Pero, finalmente y a base de una buena porción de redaños finalmente llego hasta la ventana cercana que por algún endemoniado motivo parecía alejarse de el a cada paso que daba como burlándose de su padecer actual.

Las cortinas, arrugadas, rotas y muy rusticas le resultaron ásperas y sucias al tacto y aquella sensación, detallada y profunda, se le hizo extraña y nueva por la magnitud de sensaciones que aquel nimio gesto le provocaba tanto en lo físico como en lo mental.

El sol se coló con fuerzas en la habitación inundándolo todo con su cálido toque y renovando las energías de un muy cansado Rick - ¡oh, el sol!, ¿siempre había sido tan maravilloso? -.

Afuera y abajo, lo supo antes de realmente verlo, Adams observo la calle principal y única de SweetWater, el hotel, la oficina del Sheriff, un par de tiendas y mas allá, donde el rustico camino terminaba, el andén de la estación de tren donde este aun descansaba.

Estaba de nuevo en el Maripoosa a donde había llegado ayer tras bajar del tren y luego de ver cómo le volaban la cabeza a un sujeto a los pocos segundos de llegar.

¡Sí!, había llegado a este saloon, se había bebido algo y luego se pidió un cuarto para dormir. ¿Era así?, ¿o había seguido al mestizo y la chica a la oficina del sheriff, hablado por teléfono con alguien y luego – junto al borracho -, tras comprar un caballo se fue del lugar?.

El borracho le había traicionado, le había pegado en la nuca a las horas de salir y le había robado su caballo, quizás alguien le encontró y le trajo aquí.

O en realidad el borracho nunca le acompaño, quizás el salió solo del pueblo y los bandoleros le encontraron y le dispararon hasta matarle, incluso casi recordaba algo que uno de ellos le dijo.

¡Qué demonios!, la cabeza le iba a explotar y con seguridad, allí donde ahora estaba, no iba a encontrar ninguna respuesta.

Pesadilla o no, el ser humano sucumbe en casos determinados a la más irracional de las actitudes. Aquella que no le habla de razón ni lógica, sino de supervivencia e instinto básico. En ese momento, no hay lugar para charla, ni para argumento alguno.

Una bola de pavor y nervios me oprime la garganta, y simplemente me dejo llevar por la vena que comienza a dominar mi cuerpo. Atisbo la sombra de personas que se acercan, y el instinto me dice que debo correr. Que corra o lo pasaré mal. Que salga de ahí cagando leches. 

Y echo a correr en el sentido opuesto.

Ruby corre, tropieza, cae, se levanta y vuelve a correr.

En su nuca siente las caricias de los zarcillos de sombra fríos y ardientes al mismo tiempo.

No quiero volver el rostro pues sabe, dentro de sí misma, sabe, que no le lleva mucha distancia a “loquesea” que hay en la oscuridad y que ahora la persigue.

Los pasillos se tuercen, a veces ascienden y otras bajan, caóticos y sin indicaciones, inciertos, como el camino que ha decidido tomar.

En algún momento gira siguiendo el rumbo del pasillo y todo cambia ante sus ojos en un parpadeo.

Se encuentra ahora en un sitio muy oscuro en el cual hay una columna de luz potente que ilumina una cama de metal.

En ella, Ruby reconoce a un hombre que ha visto recientemente.

Rick Hyung Adams.

Y el que ahora está siendo sujeto a las más abyectas torturas pues entre la oscuridad se mueven siluetas oscuras.

ELLABERIIIIIIIIIIIIIIINTOOOOOOO, le grita Rick mientras llora, UNLABERIIIIIIIIIIIIINTOOOOOO.

Estaba en el puñetero pueblo. Bien, era un alivio saber que, al menos, no estaba muerto. Dónde todo empezaba a ser una alucinación o un sueño no estaba claro. ¿En qué momento se había truncado? ¿Qué parte de aquel día empezó siendo real y cuál no?

Se vistió, concentrado. Enojado, por supuesto. Negaba. Chistó, molesto, y luego asintió.

...ni alucinación ni borrachera ni un sueño... pistolas de pulso eléctrico... sí... quedé inconsciente y alguien me ha traído de vuelta aquí... no quieren dejarme salir....

Cogió su arma y la comprobó. Estudió las balas. ¿Eran auténticas? ¿Fogueo? ¿Simulación?

...saben que quiero irme y aún así... no me dejan irme... secuestrado... pero ¿por qué?...

Apuntó con el arma a una esquina y disparó.

De seguro las balas eran de coña, digo, las que se usaron para dispararle el día de ayer (porque, hubo un ayer ¿verdad?).

De coña, - seguro -, pero quizás iban rellenas con alguna droga alucinógena que le había hecho “viajar” y no de la mejor forma.

(De coña…eso…seguro lo eran.)

Lo que no era de coña y mucho menos gracioso era que – al parecer -, no le dejaban irse. Que le – o les pues no había llegado solo -, mantenían cautivo en este sitio. Porque, a ver, el había dejado bien en claro su intención de irse de aquí y visto lo visto, ¡joder!, estaba de nuevo en el puto pueblo.

 (¿Porque era el mismo pueblo no?).

Al peso, forma y función tanto el revólver como sus balas parecían reales. Sopeso la primera mirándola desde distintos ángulos y luego, descargo y cargo las seis balas tras mirarlas con sumo detalle.

Era un arma, un arma cargada y parecía ultra real no una réplica.

(Habría que probarlo.)

Rick apunto a la pared, - era lo más cercano si descontaba su propio cuerpo pero, ¿Qué loco se dispararía a sí mismo? - , amartillo y el sonido seco del metal le indico que el revólver estaba listo, solo faltaba gatillar (como en las películas) y – en teoría -, tras la explosión vendría la nube con olor a pólvora y la bala buscando su objetivo.

¡BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM!

El retroceso fue brutal, tanto que sintió el “golpe” en el hombro cuando el revólver se disparo hacia arriba pues no se había preparado para ello. Le rodeo un perfume a pólvora fuerte que picaba en los ojos y en la nariz y en la pared, a no muchos metros de distancia un orificio irregular donde la bala se había introducido.

(Por qué había una bala allí…¿sí?.)

En algún momento llego el sueño y el sueño trajo la inconsciencia.

Descanso plácidamente, por largo tiempo, sumido en la nada misma y cuando despertó – mucho más relajado al menos en lo referente a su cuerpo -, aun se encontraba en la celda donde el mismo se había encerrado pero, no todo estaba igual que la última vez.

La reja de su celda seguía cerrada como cuando el mismo lo había hecho pero, alguien se había colado en el interior mientras dormía y le había quitado el revólver.

Aunque podía verlo, desde donde ahora estaba. Su arma descansaba sobre la vieja mesa de madera de la oficina del sheriff y a su lado, cómodamente sentado en una de las pocas sillas presentes había un hombre que le miraba con seriedad y al cual – con horror – reconoció al instante.

Sabe usted, dijo Thomas con mucha educación acariciando el caño del revólver y sin mirarle, mi padre que era un hombre simple, de familia como yo mismo, no conocía de libros o estudios pero era, a su modo, muy sabio.

El decía siempre, “estos placeres violentos generan finales violentos” sentenció y le miró a los ojos.

¿Quién diría, señor, que iba yo mismo a entender esa frase de mi padre de la manera más difícil, verdad que bien lo sabe usted?.

La pistola era de verdad. Las balas eran auténticas. El olor de la pólvora era olor de pólvora. Aquello no era un petardo, la bala incrustada en la pared demostraba que ese arma funcionaba. Se acercó y estudió con el dedo el agujero en la madera.

Torció el gesto. Aquello no le gustaba nada. Les habían dado armas auténticas y no les habían avisado. Cualquier imbécil podría ponerse a jugar y matar a alguien. Nadie les había hablado de aquello.

En realidad, nadie les había explicado nada de absolutamente nada.

...cobayas... ratas de laboratorio en una jaula...

Se acercó a la ventana y miro al pueblo. Un parque de atracciones.

...ratas de laboratorio con una rueda en la jaula... una rueda para dar vueltas y creer que te estás divirtiendo...

¿Qué diablos estaba pasando?

Rick se sintió un prisionero más que nunca. No había ningún motivo para retenerle allí y, sin embargo, lo estaban haciendo. Le habían disparado, agredido. La sensación de no entender nada era agobiante. Nada tenía sentido. Sintió un subidón de adrenalina y de ira. Era un hombre pacífico, pero no un idiota sumiso. Si tenía que pelear por lo suyo, por su vida, lo haría. Iba a salir de allí fuera como fuera.

Se acercó a la puerta con el arma en la mano y la abrió lentamente, dejando solo el espacio indispensable para poder mirar qué había más allá.

Por lo menos pude descansar. Con el agua el dolor de cabeza comenzó a desaparecer. Debía guardar la garrafa. Otros podían tomarlas y sacarlas aparentemente del aire, pero yo me había tenido que batir y matar a gente por intentar conseguirla. Y por supuesto no lo había hecho. Parecía que todo el lugar conspiraba contra mí. 

Pero no, no conspiraba, simplemente nos habían dejado en el lugar, tendría que intentar salir, al resto al parecer no les imp...

Me estaba levantando y no noté que tenía las... Mis pistolas ¿DONDE ESTABAN MIS PUTAS PISTOLAS? Me levanté con furia buscando mas cosas en mi cuerpo, las llaves estaban, seguía en el mismo lugar y fuera... fuera estaba el tipo idiota de antes.

—Ah, joder, que esto es un sueño. En fin... —dije tratando de despertar. Solo hacía falta pensarlo fuerte y... y nada. El puto decía mierdas. Pero yo ya sabía que eso de los sueños son cosas sin sentido que recordábamos del día anterior y no pasaba nada. 

Me levanté y abrí la celda. 

—Tu padre se follaba a las cabras y luego le hacía que tu madre se la chupara, ella decía "¡Sabe a cabra!". Y a tu padre, a pesar de su evidente tara hipercromosoica, no le castraron como debían y naciste tú. Y tu padre se puso muy feliz por haber tenido un hijo, tío y nieto a la vez. ¿Que cómo? Tu abuela tuvo un hijo, tu padre, que se la folló después de a las cabras, tuvo una hija con él, tu madre, y también se la folló y naciste tú. Por tanto eres su hijo, su nieto y su sobrino. Retrasado triple. 

Me acerqué al teléfono, el teléfono que no sonaba. Arranqué el cable. 

—Voy a tener que matarte otra vez para poder dormir, ¿verdad? ¡Pero voy aprendiendo! Voy a ahogarte con este cable, y tú vas a sufrir hasta morir otra vez. Y no lo hago de otra manera POR NO MANCHARME —grité y me tiré a por él con instinto asesino. 

Total, era un sueño, y los sueños sueños son, como me hacían estudiar en el bachillerato en ese estúpido curso de literatura mejicana.