Partida Rol por web

Arthur!

Mary había estado en la última fila del grupo hasta entonces. Escuchando, entendiendo más d elo que parecía, y viendo muchas menos salidas a aquello de las que quisiera. ¿Y esta gente hablando de guerra otra vez! ¡Jesus Jesus!

Vale que fuera un farol para algunos, ¡Le daba igual! Hablar de eso con tanta ligereza! Ni la palabra deberían decir! Ni la palabra! Le gustaría poder ponerles a todos en las rodillas y darles una somanta de palos, que es lo que necesitan para entrar en razón! O eso o eran seres naturalmente diabólicos a los que Satán había privado de la capacidad de pensar correctamente, para que con su mente torcida tomaran decisiones que trajeran maldad al mundo. Si, eso tenía también todo el sentido del mundo.

No resentía que esa cosa atroz con el cuero dado la vuelta se hubiera desvanecido. Pero no le gustaba que suiera de ella. No le gustaba nada en absoluto.

Se pegó a Arthur, aprovechando para inspeccionar sus heridas con discreción. Todos aquellos caballeros, d eprote tan imponente y hablando tan seguros de si mismos! Habrían tranquilizado. Y tranquilizaban un poco, peor no podía sacudirse la duda "Tenían idea realmente de lo que decían"

No estaba muy segura de eso...

Tiene...tiene poder para cumplir algo de lo que dice?

Susurró a los presentes, cuando ya estuvieron lejos

- Tiene poder suficiente para que jamás volvamos a ver a un Nosferatu. Sería como peinar toda Londres en la más absoluta oscuridad, recorriendo un laberinto, y buscando cosas que pueden ocultarse a nuestros ojos incluso aunque los tuviéramos delante nuestra. - explicó el viejo - Pero no les necesitamos para contener a unos cazadores, por mucho que se les haya subido el ego. El señor Harker debe haber perdido las riendas de la situación en favor de su pupilo, el Pare Hoodchild. Pero lo solucionaremos. - avanzaba tranquilo, sin resentir ninguna de sus heridas.

Ernest estaba aun furioso, mas se encontraba lo suficientemente centrado como para saber que arrancarle la piel a tiras a Haversham no era algo productivo en aquellos momentos, así que guardando sus garras lo desterró de sus pensamientos y se centró en analizar la conversación que había mantenido Sir Arthur con aquel insufrible nosferatu.

La noticia de la presencia de cazadores en la ciudad sin duda era algo malo, pero se le escapaban algunas cosas de las que se habían dicho.

   - Perdón por mi ignorancia, pero Sir Arthur tal vez vos podáis aclararnos la situación.- Inquirió aproximándose al gangrel para caminar a su altura.- ¿Quien es el Sr Harker y el Pare Hoodchild? y ya puestos ¿Quien es el "ciego" que parece controlar los actos del primogénito nosferatu?-

- Tiene razón, señor Worthington, que torpeza por mi parte. Prosigamos la marcha mientras les cuento un par de historias. La primera se remonta a hace casi un siglo. Sin duda, habrán leído en sus libros de historia sobre el gran incendio de 1861, en Southwark. - caminó con paso firme, desandando el camino - En aquel entonces, las cosas no eran tan plácidas como ahora, pese a lo mal que estemos con esta postguerra maldita. La Inquisición había extendido sus dedos por la ciudad, y el Príncipe Mithras, bastante activo en esos tiempos, pujaba por el control de la ciudad contra los mortales. La lucha era encarnizada, progenies enteras desaparecieron en noches, pasto de los fuegos de la Inquisición, y los refugios que utilizaban estaban blindados tanto en lo físico como en lo burocrático. Por mucho control que tengas en la Cámara de los Lores, no puedes ordenar la demolición de la Catedral de Southwark con facilidad, y menos en aquellos tiempos. Finalmente, y tras la caída de varios Ancillae con poder y posición en la ciudad, Mithras decidió utilizar medidas drásticas, antes de quedar tan debilitados que un par de manadas Sabbat pudieran hacerse con la ciudad. - sacudió la cabeza, como si no estuviera orgulloso de ello - Con todas sus bases asentadas en el sur del Támesis, ordenó que ardiera, que ardiera todo el sur de Londres. En aquel entonces, Juliet no era más que una aprendiz,  yo era el Sheriff de toda la ciudad, aquel que debía liderar la operación. - cerró el puño, con fuerza, como tratando de evitar que se le escapara el alma por él - Varias partidas pirómanas salieron aquella noche, pero pocas regresaron. La Inquisición había previsto un movimiento así, y estuvo rápida en cortar a nuestros grupos señuelo, mientras unos pocos nos infiltrábamos en el distrito y prendíamos los fuegos que acabarían con centenares de personas. Personas inocentes, personas ajenas a nuestra guerra en las sombras. Southwark quedó devastada, y la Inquisición tuvo que recular. Sin embargo, Mithras, en un movimiento de previsión, antes de que Roma centrara su mirada en nuestra capital y nos aplastara como a cucarachas, ofreció parlamento a la Inquisición, y estos... respondieron.

"Y allí estaba yo, de pié tras su silla, observando sobre la mesa el poder que podía desatar nuestro Príncipe. Un par de días antes portaba bombas incendiarias, y en ese momento le tendía la pluma a aquellos humanos para firmar un tratado, una tregua. No más muertes, por ningún bando. Ningún vástago asesinaría a ningún humano, nunca más, y ningún inquisidor atacaría a vástagos de Londres. Así se firmó, y así se mantuvo durante estos noventa años. Noventa años de paz en las sombras. Peter Harker, en aquellas una joven promesa inquisidora, estaba presente ese día. Abogaba por la paz, y sin él, probablemente Mithras no lo hubiera conseguido. Tras la firma del tratado, fundó una organización independiente, el Arcanum, dedicada a la investigación de lo oculto, tanto vampírico como humano, y se desvinculó de la Inquisición... tanto como pudo. Si quería que el tratado se mantuviera, tenía que seguir en contacto con la Inquisición, asegurarse que las nuevas generaciones recordarán los cómos y los por qués. Quizás la suerte nos sonríe, al darle una vida tan longeva. Harker es en estos momentos, uno de los humanos más poderosos de todo Reino Unido. El Padre Hoodchild era su pupilo, hace treinta años, pero siempre permaneció más cerca de la Inquisición que del Arcanum, y cuando decidió volar por su cuenta, tomó las riendas de la Inquisición. No he oído mucho más de él, pero según tengo entendido, no es partidario de mantener la tregua, aunque llevar la contraria a Harker es para él impensable, y con eso contamos. Hasta este momento, se había mantenido quieto, pero ahora, si Haversham está en lo cierto, puede que Harker haya perdido influencia sobre el grupo Inquisidor. El gran problema de los mortales es que las generaciones venideras rápidamente olvidan los cimientos de sangre sobre los que se construyeron sus casas."

Hizo una pausa para reflexionar. Quizá lo hacía sobre el pasado, quizá sobre que bifurcación tomar, en aquel agujero lleno de sitios en los que perderse. El aire frío y húmedo lo impregnaba todo, y la luz de la pequeña lámpara apenas daba para ver unos pocos metros más allá de cada túnel.

- El ciego, Peter el ciego. Es el sire de Haversham. Sobre su cabeza pesa una caza de sangre que lo ha mantenido fuera de nuestra isla desde hace más de un siglo, por abrazar sin consentimiento de nuestro señor el Príncipe. - notáis que cada vez que habla de Mithras, lo hace con vehemencia. El vinculo de sangre era una atadura muy potente, y estaba claro que Arthur estaba muy ligado a aquel Matusalén - Haversham fue el resultado de su afrenta, pero Mithras le perdonó la vida, y el ciego huyó antes de que pudiéramos darle caza. Nunca imaginaría que podría volver, pero no se de nadie más que pudiera obligar a Haversham a encontrarse con otros vástagos. Normalmente intercambiábamos información a través de sus animales, unas ratas del tamaño de un muslo, que en caso de rodearnos a cualquiera de nosotros, nos harían puré. Así que... eso es todo. Les recomiendo señores, que busquen algún argumento para justificar la ausencia de su compañero forzoso. Por mi parte, no me concierne el problema, así que ni desmentiré ni corroboraré su versión. La Reina también cuenta con que muestren su capacidad diplomática para salvar sus propios pellejos.

El sitio comenzaba a ser familiar. Habíais llegado ya a la galería a la que habíais bajado por aquel agujero en el suelo.

La chica abre los ojos como platos, y se hunde más en su rinconcito de sombras, mientras camina con el resto hacia la salida.

"blablabla, fuego, blablabla, muerte, blablabla, fuego, blablabla Arthur mata gente, blablabla guerra, blablabla no tregua, blablabla muerte." fue lo que ella oyó del verboso discurso del sheriff, y estaba bastante segura de no haberse perdido ninguna parte importante.

No podía ser!Imposible! No podía dejar que nada de eso pasara! No iba a pasar verdad? De que hablaban siquiera, quien tendría interés en que eso pasara?

Ojeo a los caballeros que caminaban a su lado. Sus trajes limpios la inclinaban a interpretar tanta serenidad como que sabían lo que hacían, pero en el fondo no estaba nada convencida... Y algunso eran monstruos, seguro, no debía olvidarse de eso...

Ernest asintió circunspecto y con gesto serio a las palabras del sheriff. La verdad, es que no esperaba que la encomienda de la reina tuviese que ver con motivos tan preocupantes y con tejemanejes de adversarios de tan peligrosa procedencia.

Sin duda el sire de Harvesham y los cazadores de la inquisición debían de ser adversarios a tener en cuenta, aunque por otro lado la Reina tampoco era un débil corderito. Sin duda correspondería a la amenaza con un plan que arrancaría la cabeza de sus enemigos. Literalmente...

   - Gracias Sir Arthur.- Agradeció sin abandonar su tono serio.- Sus explicaciones han aclarado mis dudas al respecto de los motivos de nuestra misión, y de lo necesario que a sido lo que hemos hecho por el bien de la ciudad.-

   - En cuanto a Leroy...- Prosiguió cambiando de tercio.- Bueno, no tengo intención de intentar "engañar" a Lady Anne, simplemente le contaré que Leroy huyó aprovechando las horas de letargo diurno, y como la rata cobarde que es, se debió esconder en los túneles subterráneos de la ciudad. Al menos, por palabras de Harvesham podemos deducir que fue a lloriquear a las faldas del primogénito nosferatu...-

Su mirada se desvió hacia Morgan y Andre, a ver si ellos podían aportar alguna idea al respecto.

¿Tenemos lo que buscamos?

No era consciente de que el Gangrel y yo habíamos bajado aquí para llevar a la Reina un mensaje de revuelta y sedición y para aparecer el uno como un imbécil incapaz y el otro como un incompetente, Sire. Pero definitivamente, si era lo que andábamos buscando podemos sentirnos afortunados, pues nuestro es el Reino de los Cielos.

Reprimió sus pensamientos y mantuvo la calma, como debería hacer cualquier buen Ventrue, aunque después de aquella noche olía que sus posibilidades de convertirse en uno se deshacían entre sus manos. Y ni siquiera podía recurrir a deshacerse de los testigos un tiro en cada nuca porque el Sheriff Halesworth estaba junto a ellos; ni siquiera podía recurrir a una maniobra nacida de la desesperación. Sólo quedaba y asumir su destino: hermosa noche. Lo único que le animaba en cierta medida era la presencia de la chiquilla, que parecía desorientada, confundida e indignada a partes iguales. Era en cierta medida tierno encontrarse a alguien tan humano, no le sorprendía que Halesworth hubiera dedicido gastar algo de su tiempo en sacar el instinto paternal. Y una chica que conocía su lugar y callaba la boca ante los mayores era una cualidad muy a valorar en aquellos tiempos de decadencia y relajación de valores.

Y mide tus palabras, Halesworth. Sheriff o no, estás hablando de Mithras. No puedes dirigirte a él como si fuera alguien más, uno de nosotros.

-¿Argumento? -casi se sintió obligado a carcajearse, pero lo reprimió; quedo una mueca burlona, fugaz, en su lugar- Nada de lo que podamos decir va a hacer que esto parezca otra cosa que el fracaso de lo que nos encomendó. Salvo quizás en que Leroy ha decidido acogerse bajo las faldas de "otra autoridad", y por tanto debemos pedir opinión a la Reina antes de actuar sobre su nuevo juguete. 

André trataba de asimilar toda la información que había escuchado del alguacil, había mucho más detrás de lo que había aparentado, y la situación era política en todos sus aspectos. Disfrutaba de eso, hacía que todo ese tenebroso destino se tornara interesante. Claro que estos poderosos gobernantes de la noche habían sido completamente desconocidos para él, y no gozaba entre los de su sangre de los privilegios que tenía entre los mortales como para poder influir sobre ellos, pero no dudaba que era cuestión de tiempo... y de algunos sacrificios también. 

Ernest y Morgan parecían estar convencidos acerca de entregar a Leroy a la reina, porque advertirle de su traición era condenarlo a la peor muerte. Bien merecía la tenía, y los hubiese apoyado a no ser porque la vida de esos dos estaba atada a la de ese miserable, y lo que era peor, la del prisionero nosferatu también. Política, simple política, si esa información llegaba a la reina, o se mostraba blanda y le perdonaba la vida al sire, o lo condenaba a muerte y la posibilidad de un pacto con los nosferatu se terminaba. Eso lo llevó a proponer otra opción, aún a riesgo de que Arthur se mostrara disconforme.

- Engañar a la reina? impensado mi señor Conde, pero de ahí de hablar de fracaso, mi querido primo, eso si que me encargaré de que no ocurra. La verdad es algo sutil, y depende de quien la diga y en que momento, nuestra reina sabe eso muy bien. Leroy no volverá con nosotros y se ha quedado en los túneles subterraneos, oculto y espectante, eso es un hecho y de eso debe enterarse su majestad. No hace falta que pierda tiempo en detalles como su desplante, por el contrario, bien podemos decir que gracias a Leroy dimos con el Primogénito y que se quedó oculto para recaudar mas información. Eso es, sencillamente, incomprobable, ni mentira ni verdad, pues puede incluso que sea eso lo que haya sucedido, pero cualquiera sea el caso, esas palabras alargaran vuestras vidas y la del prisionero, lo cual nos favorece a todos - hace una pausa, satisfecho - y no es fracaso alguno, se nos ordenó que interrogásemos a Harvesham y descubriésemos que ocurría, y gracias a la ayuda de Sir Arthur - lo mira con respeto, necesitaba contar con el apoyo de este nuevo aliado para sobrevivir frente a su majestad - esto lo hemos cumplido de buen modo, además de contar con la posible colaboración del clan si logramos entendernos. Creo que Lady Anne estará mas que conforme con esto, no así con las noticias que llevamos, cuya gravedad apenas puedo comprender. 

El viejo se permitió el lujo de reír afablemente por unos instantes.

- Es audaz, Andre, mucho. Pero la Reina podría ser la abogada del Diablo, y hacerlo parecer un ser indefenso y angelical, como si le hubieran crecido las alas blancas de nuevo. Es más, probablemente podría convencer al juez y al jurado de que realmente tienen las alas blancas ante sí. Tenga cuidado y elija bien sus palabras si decide caminar esa senda, pues un paso en falso sería fatal... - agarró un asidero en la pared del agujero que daba al nivel inferior - Usted primero Mary, volvemos a estar a salvo, y gracias por guiarlos. - le acarició una mejilla con manos nudosas por la edad, mientras ayudaba a la muchacha a subir por aquel acceso - La Reina aprecia todas sus posturas caballeros, el falaz, el que solo enseña media moneda, y el sincero. Realmente aprecia a cualquiera que demuestre mantenerse firme en su postura, y no torcerse, pues alguien recto en su camino puede ser utilizado para beneficio de la ciudad, en un campo u otro. No se alejen de ese camino, y puede que descubran que son más preciados para el servicio a su Majestad de lo que ustedes imaginan.

Mary ya casi había llegado arriba, tres metros más arriba, cuando una mano surgió del agujero y la ayudó a subir el último trecho.

- ¿Puedo ayudarla, señorita? - preguntó una voz que los caballeros de abajo reconocieron de inmediato.

Al ver una sombra con voz sobre ella da un grito y salta hacia atrás

Mary saltó hacia atrás, en una caída de tres metros de altura. Con una voltereta en el aire, pudo coger el suficiente equilibrio como para caer grácilmente al suelo, y mirar arriba para ver qué demonios estaba ocurriendo.

Una voz bajó por el hueco.

- ¿Está bien señorita?

Tras un aterrizaje espectacular, la chica mira alarmada a los lados, interrogando a sus acompañantes con los ojos. ¿Qué hacía ese tipo allí? ¿soy la única que cree que no debería haber nadie esperándonos arriba? parecía decir.

Ernest estaba tan sorprendido como Mary por la inesperada aparición, pero acertó a hacerse a un lado dando espacio para que la vampiresa cayese con gracilidad felina.

   - ¿Sheriff Holmes? ¿Sois vos?- Preguntó aunque ya sabía la respuesta.

Lanzando una mirada a Sir Arthur se preguntó si el gangrel sabía algo al respecto de que hacía allí el otro sheriff de la ciudad. Desde luego aquella misión tenía que revertir de una importancia mas grande de lo que parecía a primera vista, si era necesaria la presencia y supervisión de dos de los sheriff de la ciudad.

- ¿Quién iba a ser si no? O al menos, lo que queda de mi después de recorrer a toda velocidad las calles de Londres buscando su rastro. Suban, traigo noticias importantes. - dijo, asomando la cabeza por el hueco.

Mientras disponíais de nuevo el ascenso, el viejo os dijo algo en voz casi inaudible.

- Aún no es Sheriff, no dejen que se le suba a la cabeza. - parecía tener el rostro serio.

Andre subió con dificultad , se hubiese caído de no ser por la ayuda de su guardaespaldas, que aún estaba perturbado por el horror de ver al deforme Nosferatu. La mente del Ventrue estaba concentrada en sus propios pensamientos, prediciendo posibles respuestas de su reina ante las medias verdades que planeaba decirle. 

La mano de Holmes llegó en el momento justo y logró salir de esa pesadilla.

¿Por qué nos busca?

¿Nadie pregunta por qué nos busca? 

¿Qué ha pasado?