Partida Rol por web

...no era difícil encontrar al conde en la oscuridad.

El ventrue se limitó a seguir avanzando mientras se ponía en la parte inferior de la cara un pañuelo perfumado: le preocupaba mucho más el olor inmundo que se pudieran encontrar que el hecho de que cualquiera de los allí presentes pudiera "juzgar su virilidad"; no estaba insinuando que fueran nenes de doce años que iban a lanzarse a hacerlo, por supuesto, tenía más respeto que eso. Pero no eliminaba la posibilidad.

-¿Conoce muchos de estos pasadizos?

Preguntó, mientras empezaba a bajar iluminado con la lámpara del Sheriff.

- Baja y ayuda a la señorita a descender, por favor- le dice a Alex, quien rápidamente se dispone a descender.

- Señorita, por favor, después de usted- y tras un gesto caballeresco, le extiende la mano para que se tome de ella al descender. Sería el último, pero prefería no dejarle a ella ese lugar.

A medida que descendía la oscuridad lo envolvía, la linterna metros delante de él apenas lograba iluminarlo, lentamente entraba en un reino de oscuridad diferente al que conocía, mas profundo y mas peligroso.

Arthur miró a Morgan mientras este se disponía a descender.

- Hijo, si hay algo en que no se equivoca Haversham es en que podría ser Príncipe de su propia ciudad subterránea y ni siquiera tendría que llegar a ver jamás a la Reina. - contestó cortesmente - Por mí, podría quedarse ahí abajo encerrado con sus delirios de grandeza, hasta que se le olvidara siquiera el significado de la palabra luz, pero la eliminación de un vástago es algo muy serio. - iluminó la bajada de Morgan con la linterna, mientras proseguía - Los refugios fueron extendidos e interconectados. Eso el primer nivel. No llega a tener conectividad total entre todas sus partes, pero se pueden recorrer distancias relativamente largas entre los refugios y los túneles del metro. Bajo ese nivel, están las ratoneras, el territorio Nosferatu. No he podido explorarlo tan a fondo como conozco los refugios, pero confío en la soberbia de Rathe. Vendrá a buscarnos él mismo.

El viejo continuó iluminando el camino a los demás, mientras bajaban uno a uno.

Observa a los presentes mirar aquella oscuridad como si fuera la boca del infierno, o el comienzo de alguna peligrosa aventura. Para ella, era simplemente su casa. Aquello dejaba aún mas claro la diferencia de clase entre ella y los presentes, pero, curiosamente, estar en un sitio que solo era conocido para ella le hacía recuperar algo de confianzOH DIOS! ¿QUe son esos ojos!?

Se lleva la mano a la boca. Nadie reacciona, debe ser normal. Quizás es normal. Asume que es normal. Nadie mas ha reaccionado. Espera no haber sido muy evidente. Al menos no ha hehco ningçun sonido, aunque los ojos de terror momentáneo no ayudaron mucho.

Ya recuperada, desciende, no muy segura de cómo se deja uno ayudar a algo tan simple como bajar escaleras, pero hace lo que puede. Los inquietantes ojos rojos del....militar calvo, se podían ver a lo lejos. No le gustaban demasiado.

Es..por aquí comenta, señalando hacia abajo, bien cerquita d ela linterna del Sheriff, una vez están todos reunidos.

Por último descendió el viejo, iluminando la retaguardia. Una vez vuestros ojos se acostumbran a la luz, veis las galerías, excavadas a toda prisa, y apuntaladas con madera, o con vigas de metal en algunos puntos. La vuestra se extiende una decena de metros, antes de que perdáis de vista las paredes. Sin embargo, os parece escuchar ruido, de personas, de vida ahí abajo. Como si fueran hormigas en un hormiguero gigante, el sitio parecía estar más poblado de lo que muchos esperabais.

- Gracias Mary, por allí pues. - asintió el Sheriff.

Tus ojos te muestran mucho más de las galerías de lo que ven los demás. Estas se extienden y bifurcan a lo largo de los metros hasta donde te alcanza la vista, y comienzas a dar gracias de tener algo parecido a un guía. La simple idea de tener que buscar una entrada al nivel inferior en una sola noche y salir de allí con información útil sin alguien que os ayudara te escalofría.

Un poco por delante del grupo, Ernest escuchó las indicaciones de Mary y siguió avanzando por donde ella les señalaba. Ciertamente, era un alivio ver que la nueva incorporación de aquel grupo variopinto, parecía conocer aquellos túneles extensos y prácticamente laberínticos.

Pero, ¿Por que traer un segundo guía si Halesworth desconocía el hecho de la fuga de Leroy? ¿Sería posible que la Reina ya hubiese previsto la traición del nosferatu?

Dado lo ocurrido hasta el momento no dudaba en esa posibilidad. Lady Anne no reinaba en Londres por mera casualidad del destino. Reinaba por que se encontraba muy por encima del resto de los vampiros de la ciudad. Su agudeza e ingenio políticos y su previsión sobre los posibles problemas que pudiesen causar contratiempos a sus planes estaban fuera de toda duda.

Moviéndose entre las sombras de las galerías, el conde permaneció atento a cualquier posible peligro que pudiese salirles al paso. Vestido con su uniforme, se movía con agilidad y en silencio, como un lobo al acecho.

Pese a que estaba allí debido a su caída en desgracia, no podía evitar que un resquicio de emoción le recorriese la columna al encontrarse en una misión en un territorio que era mas que probablemente hostil. En cierta manera, aquella situación le recordaba los bosques de Mathausen, cuando él y Karin, su sire, emboscaban y daban caza a los soldados nazis que osaban adentrarse en sus territorios.

Ahora su objetivo era otro mas "diplomático", pero no descartaba encontrar en su periplo a aquella rata de Leroy para poder darle caza, así que estuvo atento a cualquier detalle, sonido u olor que pudiese indicar la presencia de aquel prófugo traidor.

Continuáis en la dirección indicada durante varias decenas de metros. Los pasillos a vuestros lados se extienden, mientras os movéis de forma laberíntica, casi errática, girando y girando en cada recodo. Puertas cerradas a galerías, en las que se escuchaba vida, incluso llantos de niños de cuna; secciones derrumbadas por la caída de las bombas, o simplemente por una mala proyección al colocar los pilares sustentores. Cada vez hace más calor, ya no se podría decir que fuera está el invierno, cebándose con los que ni siquiera tienen un lugar bajo tierra en el que esconderse.

Habíais perdido ya completamente el sentido de la orientación cuando Mary y Halesworth se pararon frente a un grupo de cajas de fusibles. Se trataba de una docena de cajas de metro y medio de alto por un metro de ancho, que abastecían las galerías de la zona. Cada una, de color blanco roto, tenía pintada una inscripción en su tapa. A12, A25, D3, F10... Para alguien que viviera allí sería extremadamente difícil notar que una de las cajas contenía una inscripción que no correspondía con ninguna galería. Para alguien de la superficie, era imposible.

Halesworth sacó una llave y abrió el candado de la caja. En su interior, no había fusibles, sino un agujero excavado que tras un metro en horizontal, caía hacia las profundidades, con unos pocos asideros como único retén de una caída de cuatro metros hacia abajo.

- A partir de aquí, es territorio Nosferatu, así que subid la guardia. Mary, adéntralos lo que puedas sin perder el camino de vuelta, mientras exploro la zona. - su voz fue cambiando al pronunciar las últimas palabras, a la vez que lo hacía su tráquea. Había dejado en el suelo la lámpara de gasolina, que iluminaba su transformación con una luz mortecina, carente de calor. Su cuerpo se encogió, su ropa cayó al suelo, mientras lo que parecían ser plumas surgían de entre su piel. Los ojos se encendieron de un rojo vivo, destacando la nueva figura del Sheriff: un cuervo monstruosamente grande. Un batir de plumas y el pájaro se internó por el agujero sin decir nada más, dejándoos a solas con vuestros pensamientos acerca de ese foso.

Asintió mientras esperaba al resto del grupo que se reformulase allí en el corazón de las tinieblas. No hizo ningún comentario ante el terror de la muchacha delante de los sagrados dones de Caín: probablemente no tuviese demasiadas noches y menos valor si cabe para estar ahí abajo. Además es una mujer, ¿de verdad esperas que una chiquilla tenga el mismo temple de los varones del grupo? Oh, sí, en los vampiros es diferente, pero necesitas adaptarte para eso. Simplemente, por ahora era más mujer que vampiro, y por eso traía los atalajes de su sexo.

"Y conoce las cloacas. No nos olvidemos de eso. Nadie con propiedad o deberes altos conoce esta zona, y no es el caso"

En aquellas galerías se seguían hacinando las víctimas de la guerra. Los desposeídos, ya fuera porque no tenían nada o porque lo habían perdido todo. Le soliviantaba, no porque fuera monstruosamente injusto, sino porue ese no era destino para los combatientes... los otros podían reventar por lo que a él respectaba, no se merecían las mismas prebendas. Si fueran capaces de desterrar la influencia de las ratas de esa zona, qué glorioso podría ser devolver a toda aquella gente a un buen camino, a un buen propósito que llenase y diese significado.

-... -calló, viendo al sheriff convertirse en un cuervo descomunal- Bien. Eso es algo que ha ocurrido.

Hizo un gesto con la cabeza hacia el lugar, una invitación, como si fueran a algún sitio sin demasiada clase pero nada parecido al reino de las ratas que tenían delante.

-Adelante, Mary. Le seguimos.

La transformación del alguacil lo sorprendió, sabía que había vampiros poderosos que podían hacer cosas increíbles, pero esa no se la había imaginado. Andar por la vida sin sire era algo que aún pagaba, en algunos aspectos era un pleno ignorante de la sociedad vampírica, y no dejaba de recordarlo cada vez que presenciaba demostraciones como éstas. 

Se paró al lado de Morgan, seguido de cerca por Alex. Trataba de ver con gran esfuerzo lo que había alrededor, las lentes parecían no ayudarlo entre las sombras y sentía que podía tropezar en cualquier momento. Los sonidos de los túneles era algo a lo que no estaba acostumbrado, prefería los salones del parlamento, sin lugar a dudas.

Se mantuvo en silencio, confiando en que la experiencia de Ernest era la mejor aliada de ellos en ese momento, y observando los movimientos de la joven que había venido con el alguacil conocerá realmente estos terrenos? 

La transformación del Sheriff, curiosamente, no la sorprendió tanto como los ojos de Ernest, aunque no era algo a lo que uno se acostumbrara del todo. Se giró hacia el resto del grupo, y asintió a las palabras de Morgan. Las ropas elegantes de los caballeros la seguían intimidando, costaba animarse a hablarles, era mas sencillo con simples soldados!. Pero lo fuera de lugar que estaban ayudaba a rebajar las cosas, gradualmente, a un terreno más mundano. Se centra en ese detalle, y se anima a mirarlos y a dirigirse a ellos directamente, por primera vez en la noche. 

Cuando estemos abajo, por favor, traten de no hacer ruido. Les pide, quitándose los guantes oscuros de las manos y guardándolos en un bolsillo del viejo vestido Las galerías retumban mucho. Casi todo se oye desde arriba

Dicho eso, se escurre dentro de la caja y baja por la mugrosa escalerilla hasta el suelo del último nivel. Ya en el suelo tarda un poco en orientarse. Nunca ha estado allí más de unos minutos. La última vez cuando buscaban al niño de los Wood, y por suerte no tuvieron que ir muy lejos para encontrarlo. Los túneles que corrían sobre sus cabezas ahora mismo los conocía como la palma de su mano, pero aquello...

Miró hacia el techo, esperando ver la imagen de los túneles en que vivían aparecer a través de la piedra para tranquilizarla. Su imaginación se encargó de que funcionara. Como esperaban, la estructura no era muy distinta.

Alí estaba la panadería, si, y por allí ya no había sanitarios así es que ... oh! qué olor!

Por aquí.

Murmura, y echa a andar en silencio, con una mano bajo la nariz

Ernest no se vio sorprendido por la transformación del sheriff en un cuervo, después de todo pertenecían al mismo clan, y aunque él aun no poseía aquel nivel de control en protean, si que había visto a su sire transformarse en múltiples ocasiones. Aunque, por otro lado, Karin habría preferido adoptar una forma mas lobuna y con menos plumas...

De hecho, lo único que encontraba extraño de aquel asunto, era el hecho de que Halesworth se decidiese por convertirse en un pájaro, una forma especialmente incomodad teniendo en cuenta que se encontraban en un lugar tan estrecho y subterráneo.

Encogiéndose de hombros hizo un gesto para que en aquella ocasión Mary encabezase la marcha y les guiase en aquel entramado de tuneles. Descendiendo detrás de ella, se posicionó de manera de que pudiese interceptar cualquier amenaza que pudiese abalanzarse sobre la vampiresa.

Si ocurría cualquier percance ella era su único billete de salida, así que había que asegurarse de mantenerla a salvo de todo peligro.

La única luz de la lámpara de gasolina ilumina vuestro camino. Las galerías, a pesar de estar excavadas a pico y pala, son mucho más amplias de lo que cabría esperar: dos metros de alto, por tres de ancho, con giros suaves, como si el espacio no fuera importante. La humedad del terreno queda latente, pero los pilares están bien apuntalados, son sólidos, incluso más que los del nivel de los refugios. El aire es más frío, y no completamente inerte. Hay ráfagas leves de aire que mueven los vapores del lugar, de forma que no sea inhabitable. Os parece llegar un graznido a lo lejos, débil, seguido de un chillido de una rata, ahogado de súbito.

Os adentráis, y pronto perdéis el sentido de la orientación entre tanta bifurcación. La única que parece tener el paso seguro es Mary, aunque a veces duda del camino a seguir.

...

El tiempo se detiene a vuestro alrededor. Camináis, pero no sabéis por cuanto, o cuánto os llevará llegar al destino. Ni siquiera tenéis claro lo que debéis encontrar, y hace mucho que no oís nada del cuervo.

...

Más galerías, ¿es qué ese sitio no acababa nunca? Os parece oír una risa estertórica a lo lejos... ¿o lo habréis imaginado? El lugar os empieza a sacar de quicio a todos, e incluso Mary comienza a perder la fe sobre el sitio en el que se encuentran. Vuestros sentidos comienzan a sentirse aturdidos, y la lámpara comienza a extinguirse. Por suerte, lleváis alguna petaca de petróleo para renovar la llama si se apagara.

...

Un siseo en la oscuridad os saca de vuestro mareo. Está cerca, mu cerca, ¿cuándo se acercó tanto? Es algo grande, no una rata o un animal de cloaca, es algo mucho más grande que una rata...

Pega un pequeño saltito hacia atrás ante el primer ruido, y escudriña la oscuridad. Ante la forma sombría emprende un retroceso de espaldas en toda regla, sin perderlo de vista, ¿Que es eso?

Aquel siseo repentino e inesperado puso todos sus sentidos alerta.

Moviéndose, Ernest se interpuso entre aquella amenaza desconocida y Mary, en un gesto tan caballeroso como interesado, sacando las garras y lanzando un gruñido de advertencia, a lo que fuese que les estaba acechando en la oscuridad.

El sonido resuena por las galerías, rebotando por las paredes, distorsionando el origen. No tenéis nada claro de dónde viene, os sentís como si estuvierais ciegos, vulnerables. ¿Es que acaso teníais alguna oportunidad contra una emboscada?

Una forma oscura, informe, se agazapa en uno de los rincones de la zona. No está ofuscada siquiera, y por lo que a vosotros respecta, podría incluso no ser humana ni nosferatu. Pero allí, ¿qué otra cosa podría ser?

Parece que está sólo, pero sus ruidos, amplificados por las galerías en forma de eco, bien podrían disimular que son varios, o quizá toda una cuadrilla.

- ¿Qué se le ha perdido aquí a los perros de la zorra aburguesada? - la voz suena, casi congestionada - Este no es su Dominio, presentad vuestros respetos e identificaros, si queréis salir de aquí algún día.

Varios pares de puntitos rojos, pequeños como pequeñas canicas, relumbran a la tenue luz de la lámpara de aceite, que ya agoniza. Os rodean, debe haber como una docena o más, que os observan desde el suelo, expectantes.