Partida Rol por web

Lonely Planet

Ciudad Desierta

Cargando editor
28/04/2010, 02:53
Sólo para el director

Cargando editor
28/04/2010, 03:04

Jota se despertó. Se restregó un poco los ojos y miró su reloj de bolsillo. Eran las siete en punto, hora en la que el sol salía, en este pueblo del sudeste de Estados Unidos llamado La Grange. Era un lindo sitio, lo fue al menos antes de la catástrofe, antes de diciembre de 2012, cuando la profecía Maya se hizo realidad pero no bajo la forma de una inundación o un desastre climático garrafal, sino como una gripe.

Jota se sentó sobre la cama y pensó en la gripe. Primero habían dicho que era una ramificación de la aviar, el virus H1N1 había cambiado, mutado, se había distorsionado. Así nació el H2N1, lo que era simplemente una variación del original produjo transformaciones enormes en los afectados. Primero venía un frío extremo acompañado de fiebres elevadas, luego el sudor, los temblores, los vómitos negros y... finalmente, después de dos semanas, los enfermos morían.

Pero el H2N1 también mutó y antes de que los ciéntificos se pusieran de acuerdo en cómo, por qué y cuál sería la forma de evitarlo, el HHN1 acabó con media población y convirtió al otro 45 por ciento.

Jota fue a la cocina a tomar un poco de agua. Estaba habitando una casa de campo, a la que había logrado entrar hacía una semana, en la Grange. Había Tapiado las dos puertas que daban acceso al exterior, y una tercera que iba a la terraza, la había dejado cerrada, pero sin tablas. Los bichos no volaban. Sabía eso al menos y, aunque la casa de campo tenía unos dos pisos, no era fácil trepar hasta la terraza. Jota no creía que los bichos pudieran llegar ahí. De todas formas había atado unos hilos al pomo de la puerta, los mismos hacían mover unas campanillas que colgaban de sus extremos. Si las cosas querían abrir, las campanillas sonarían y le darían tiempo a Jota. Porque los bichos eran tan fuertes como una persona, no más, no menos.

También morían, no solo con un tiro sino con la luz del sol. No salían durante el día, se escondían en casas oscuras, agujeros debajo de la tierra y otras cosas así. Jota se acordó, con el vaso de agua aún en la mano, de cuando vió al primer infectado. Un escalofrío le recorrió la columna vertebral. Se acordó de sus ojos iluminados, su piel blanca como el papel, sus brazos tan largos que podían tocar el suelo; la espalda encorvada sobre la que sobresalían una especie de osamenta y las piernas con los dedos encorvados como garras.

Dejó el vaso de agua cuando terminó de beber. Recordó también lo peor sobre ellos: eran humanoides, pensantes, inteligentes, macabros. Y comían todo lo que encontraban en su camino. Y hablaban, con una voz que hace tiempo dejó de ser la de un hombre.

Cargando editor
28/04/2010, 03:21

A las siete en punto Ben estaba en el baño, escondido. Había escapado de una de esas cosas anoche y, desesperado, entró en un cine abandonado y se ocultó. Primero fue debajo de las butacas pero las voces, sonidos que hace tiempo habían dejado de ser humanos, se infiltraron en el recinto y Ben supo que no estaba solo. Había más seres allí. Así que, con toda la fuerza de su ser, corrió hasta que encontró este baño. Se metió en uno de mujeres, cerró la puerta, subió al inodoro y no respiró. Prácticamente estuvo movido como una estatua hasta que vió la luz del sol entrar por una de los tragaluces.

Entonces se relajó. Todavía tenía miedo de abrir la puerta y ver a esa cosa. Porque desde la gripe, los humanos que no habían muerto se había convertido en eso, cosas... cosas horribles. Tenían los ojos iluminados, la piel blanca como el papel, los brazos tan largos que podían tocar el suelo; la espalda se presentaba encorvada y sobre ella que sobresalían una especie de osamenta y las piernas con los dedos encorvados como garras. Eran espantosos. Lo peor de todo era que conservaban la inteligencia, podían hablar, tenían la misma fuerza que los seres humanos y comían, comían todo lo que podían comer.

Ben salió del baño y entró nuevamente al cine. Pero entonces retrocedió y volvió al baño. En el cine no había entrada de luz, todo estaba aún obscuro, y el hombre sabía que ellos salían bajo la protección de las tinieblas.

Tenía encima un rifle de doble caño, una linterna y una cantimplora con agua... y solo hasta las ocho de la noche para encontrar refugio antes de que los bichos volvieran, y con ellos la muerte.

Cargando editor
28/04/2010, 03:31

Carl estaba en su sótano, en Griffin, una ciudad del Estado de Giorgia, en el sur de los Estados Unidos. Allí recordaba cómo todo había acontecido exactamente: Al principio los expertos de salud habían dicho que se trataba de una ramificación de la gripe aviar, el virus H1N1 había cambiado, mutado, se había distorsionado. Así nació el H2N1, lo que era simplemente una variación del original produjo transformaciones enormes en los afectados. Primero venía un frío extremo acompañado de fiebres elevadas, luego el sudor, los temblores, los vómitos negros y... finalmente, después de dos semanas, los enfermos morían.

Pero el H2N1 también mutó y antes de que los ciéntificos se pusieran de acuerdo en cómo, por qué y cuál sería la forma de evitarlo, el HHN1 acabó con media población y convirtió al otro 45 por ciento. Se decía de que se había conocido a gente inmune, pero en ese instante los noticieros casi ni transmitían por falta de personal y el ejército se había desvanecido. Todo el mundo avisaba que era preferible quedarse en la casa, y Carl obedeció. Perdió a su familia y gran parte de su esperanza pero no toda... no toda.

Miró su reloj de bolsillo: eran las siete y hasta las ocho de la tarde la noche no volvería a caer y mientra hubiera luz estaba a salvo. No tenía muchas armas, apenas una nueve milímetros y una escopeta, y las municiones se habían reducido a esto: dos cajas de balas para la escopeta, con veinte cartuchos en cada caja y media caja de balas de la pistola, solamente quince balas. Es que había pasado ya un año de la catástrofe. Porque el fin del mundo vino el 21 de Diciembre, tal cual los mayas predijeron, pero no en forma de una catástrofe natural, sino en forma de una gripe, una espantosa enfermedad...

Carl aún no había visto a ningún infectado de frente. Sabía que eran humanoides, con inteligencia y capacidad verbal, con la misma fuerza que una persona normal, algunos más; que tenían los ojos iluminados, la piel blanca como el papel, los brazos tan largos que podían tocar el suelo; la espalda se presentaba encorvada y sobre ella que sobresalían una especie de osamenta y las piernas con los dedos encorvados como garras.

Salió del sótano, entró a su comedor. Su casa constaba de comedor, cocina, dos baños y dos dormitorios, aparte de un cuarto de reserva en donde ahora más que nada había cajas y recuerdos.

Cargando editor
28/04/2010, 03:56

Joy se despertó en el sillón de terciopelo negro que encontró en la habitación penthouse del hotel, hasta donde había llegado escapando de tres de esas criaturas. Todavía recordaba sus miradas voraces, sus pieles pálidas, sus ojos luminosos rodeados de una aureola de sombra negra, y sus brazos... brazos tan largos que, cuando los dejaban de lado, llegaban hasta el piso. También eran horribles sus espaldas encorvadas y de las que sobresalían unos huesos, como si fuera la parte de atrás de un dinosaurio.

Pero Joy escapó y eso fue una fortuna. Pudo entrar a este hotel y subió por el ascensor que justo estaba abierto en la planta baja. Tocó el último botón y llegó arriba de todo. Siguió corriendo hasta que encontró la puerta de una habitación abierta: era el penthouse. Entró y corrió este sillón negro hasta que tapara la entrada, luego... agotada, se hechó a dormir. En sus sueños recordó cómo comenzó todo, cómo el día de la humanidad llegaba a su fin y era reemplazado por la noche de los infectados.

Al principio los expertos de salud habían dicho que se trataba de una ramificación de la gripe aviar, el virus H1N1 había cambiado, mutado, se había distorsionado. Así nació el H2N1, lo que era simplemente una variación del original produjo transformaciones enormes en los afectados. Primero venía un frío extremo acompañado de fiebres elevadas, luego el sudor, los temblores, los vómitos negros y... finalmente, después de dos semanas, los enfermos morían.

Pero el H2N1 también mutó y antes de que los ciéntificos se pusieran de acuerdo en cómo, por qué y cuál sería la forma de evitarlo, el HHN1 acabó con media población y convirtió al otro 45 por ciento. Se decía de que se había conocido a gente inmune, pero en ese instante los noticieros casi ni transmitían por falta de personal y el ejército se había desvanecido. Luego vino el caos, las masacres y después la soledad. Joy notó que el sol entraba por los ventanales. Un reloj de pared marcaba las siete y hasta las ocho de la tarde la zona era segura, al menos donde hubiese luz. Ellos solo salían de noche, y había que tener cuidado porque eran inteligentes, hablaban y comían, comían casi cualquier cosa.

Cargando editor
28/04/2010, 04:50

Lenore despertó exactamente a las siete. La luz del sol ya estaría afuera aunque no se viera dentro de esta habitación debido a que había trabado las ventanas, como lo hacía cada noche desde que la gripe irrumpió en su vida para destruirla completamente. Estaba en una habitación, un dormitorio que no era el suyo pero, ¿qué más da? Después de todo lo que había pasado en Georgia, o más dicho en el mundo, nadie la iba a meter presa por irrupción de propiedad privada. La casa era la de una anciana que hace tiempo había fallecido, ella fue una a las que la gripe mató. Otros no fueron tan afortunados.

Lenore fue al baño y mientras se enjuagaba la cara y trataba de despertarse, recordó una vez más cómo había empezado toda esta pesadilla, hacía ya un año, el 21 de Diciembre de 2012. Primero habían dicho que la gripe era una ramificación de la aviar, el virus H1N1 había cambiado, mutado, se había distorsionado. Así nació el H2N1, lo que era simplemente una variación del original produjo transformaciones enormes en los afectados. Primero venía un frío extremo acompañado de fiebres elevadas, luego el sudor, los temblores, los vómitos negros y... finalmente, después de dos semanas, los enfermos morían.

Pero el H2N1 también mutó y antes de que los ciéntificos se pusieran de acuerdo en cómo, por qué y cuál sería la forma de evitarlo, el HHN1 acabó con media población y convirtió al otro 45 por ciento. Se había hablado, cuando los noticieros aún emitían sus informes, de que habían encontrado personas inmunes, que ni morían ni eran contagiadas. Lenore había aprendido de la manera difícil que ella era uno de esos, un inmune, un sobreviviente. Sobre los infectados sabía lo elemental, por suerte casi nunca se le acercó uno demasiado: Eran seres deformes, de piel blanca, de ojos luminosos con una aureola negra que los rodeaba, sus espaldas estaban encorvadas y les sobresalían pedazos de huesos, tenían los brazos tan largos que cuando los dejaban caer de costado, tocaban el piso con las manos y comían, eran canívales, que comían todo lo que se cruzaba en su camino, a veces lo torturaban antes de terminar con él.

Para colmo eran inteligentes y hablaban, aunque su voz sonaba a algo de ultratumba, muy diferente a la voz humana. Lenore pensó que mejor no pensaba más en eso. Fue a la nevera y la abrió para ver algo de comida. La luz en esta casa aún andaba, milagro del Señor, pero no sabía cuánto tiempo iba a pasar esto. Ni tenía la más puta idea de cómo había electricidad sino había personas prácticamente que la controlaran. A menos que ellos supieran manejar las plantas eléctricas...

La chica calló ese pensamiento porque era demasiado angustiante para digerirlo.

Cargando editor
28/04/2010, 09:44
Carl Dowey
Sólo para el director

Carl recorrio su casa lentamente, habitacion por habitacion. Despidiendose, alli ya no quedaba para el nada mas que recuerdos y dolor. Habian ventanas y muebles rotos pero poca cosa, no habian sido saqueadores, un escalofrio le recorrio la espalda mientras recogia lo poco que podia serle util, un gran cuchillo de cocina para el que necesitaria una funda, navaja para afeitarse y algo de jabon (seria demasiado ironico que muriera por una infeccion), los pocos antibioticos que habian en el botiquin...

Salio al patio y dio una ultima mirada a la casa, luego se dirigio al parque donde habia enterrado a su mujer y a su hijo, cuando se hubiera despedido de ellos podria decir adios a Griffin

Despues de la visita tenia pensado acercarse a una tienda de deportes, tal vez pudiera conseguir un machete de verdad con funda, municiones, un saco de dormir y un hornillo de campaña. Con eso y unas cuantas latas de conserva y alguna botella de agua de algun ultramarinos creia que podria sobrevivir el tiempo suficiente para encontrar a alguien.

Porque debia haber alguien, en algun lado.

Tal vez una radio seria una buena idea.

Mientras pensaba en esas cosas llego al parque donde estaba enterrada su familia.

Cargando editor
28/04/2010, 15:10
Ben Mears
Sólo para el director

No se como dejé que me sorprendiese la noche, otro despiste así me podría costar la vida, era imperativo encontrar un buen refugio o preparar bien el que tenía, miré a ver si había alguna manera de salir por el tragaluz, si no la alcanzaba tendría que enfrentarme a la oscuridad del cine.

Notas de juego

Primero antes de salir al cine miro si hay alguna posibilidad de salir al exterior desde el baño, aunque sea trepando etc.

¿Tengo algún refugio provisional o sitio donde dormir?

Cargando editor
28/04/2010, 16:41
Joy Harrod
Sólo para el director

|Habitación Penthouse del hotel|

Abro mis ojos algo desorientada, no tengo ni idea de dónde estoy o lo que me rodea en los primeros segundos en los que mis ojos buscan algo familiar alrededor. Tardo unos segundos mas en darme cuenta de todo: estoy en la habitación de un hotel cualquiera (porque no me había parado ni siquiera a leer el nombre). Seguramente sería uno de esos que acogían turistas adinerados y la habitación me lo dejó claro porque estaba bastante bien adaptada a toda necesidad.

Me levanté del sofá y, por un momento, recordé el horrible aspecto de... Toda la humanidad que conocía como tal, ya no era así. Eran como monstruos... Eran monstruos. Muy feos y peligrosos. Me ponía los pelos de punta solo pensarlo.

Un tanto nerviosa al recordar todo lo que estaba pasando, abrí la neverita de mi habitación de hotel y cogí un botellín de agua, bebiendo un trago antes de abrir el armario que guardaba alguna golosina: bolsas de patatitas, chocolatinas... Cogí una de galleta y chocolate y le quité el envoltorio para llevármela a la boca mientras paseaba por la habitación.

¿Ahora qué?, me pregunté. Estoy completamente sola. No he visto gente viva (lo que se dice viva, porque esas cosas que andaban por ahí... Aunque vivas, no podían calificarse como tal). Y no tengo muy claro cómo se me dará eso de la supervivencia. Si al menos ÉL estuviera aquí... Si al menos pudiera engancharme a su mirada y creer en su voz diciéndome que todo irá bien... Pero ÉL no está. Se ha convertido en uno de esos monstruos y me ha dejado sola. Tan sola que podría consumirme en mi propio silencio. Pensar en esto me provoca unas ganas infinitas de llorar, y eso hago en silencio mientras intento sacar el miedo de mi cabeza e intentar pensar qué hacer o dónde ir.

Cuando termino la chocolatina, busco una algo que pueda servirme para... Vale, lo tengo. En uno de los armarios encuentro una mochila que cojo para poner sobre la cama abierta. En ella meto toda la comida que hay en el armario y la bebida de la neverita. Hecho esto, comienzo a rebuscar por toda la habitación metiendo en la mochila algo de ropa que hay tirada, aunque poca, me servirá. Y, por último, busco armas. ¿Armas en un hotel? Debo estar loca, sí pero necesito algo con lo que defenderme.

De uno de los cajones saco unas tijeras que no me servirán para demasiado pero... Pero no me queda otra. También encuentro en el mismo cajón una pequeña navajita que algún huésped debe haberse dejado olvidada y que a mi me vendrá de perlas. Doy otra vuelta alrededor de mi misma y decido subirme a una silla para arrancar la barra que sujeta las cortinas de la ventana. Sí, esto me servirá para dar buenos golpes... Al menos, hasta que sea capaz de hacerme con un arma mas eficaz. Como una pistola o algo por el estilo... Mientras tanto tendré que confiar en mis conocimientos de kárate y en lo poco que he podido encontrar allí dentro.

Ya lista, con la barra en la mano y la mochila a hombros me dirijo a la puerta de la habitación y la abro con mucho cuidado y atenta a todo lo que pueda aparecer...

Cargando editor
28/04/2010, 20:57
"Jota"
Sólo para el director

- Buenos días. - Se dijo recobrando la compostura. Tener pesadillas y dormir de forma entrecortada podria agotarte pero sin duda te ayudaba a mantenerte alerta. Se tomó unos segundos intentando poner en orden las prioridades para hoy. Comprobar la casa, comprobar reservas de comida y agua, reunir el equipo minimo, buscar materiales por el pueblo y reunir provisiones para ponerse en ruta. ¿Quizá una visita a comisaria? ¿algún coche patrulla?.

- Lo primero es lo primero - murmuró buscando en los cajones el cuchillo de carnicero. Le habia pillado medio dormido pero tenia que meterse esa costumbre en la cabeza. Antes de nada, coge el arma. Y para asegurar la casa, un arma corta era mas practica que cualquier otra cosa.

 

Notas de juego

Cuando puedas, describeme un poco el pueblo, el barrio en el que está, si está en las afueras, que hay llamativo, si los coches funcionan o se han quedado sin bateria. Doy por sentado que no hay luz ni agua corriente, pero si hay gasolina, si llevo varios dias supongo que andaré algo falto de reservas. La mayoria de la comida supongo que se habrá echado a perder salvo las conservas y latas.

No se que habré traido conmigo a la casa así que aprovecho esta "Revisión de inventario" a ver que llevo. Por supuesto corrigeme si he presupuesto de mas o de menos, es solo para tener un poco de punto de partida.

Ah, y buena suerte con este proyecto ^^

Cargando editor
28/04/2010, 23:47

Lucian permanecía en su habitación, donde se había refugiado prácticamente desde que las cosas se pusieron feas. Delante de su ordenador, que gracias a Dios todavía recibía energía eléctrica, aunque él no entendía cómo, repasó mentalmente cómo comenzó todo este caos que diezmó a la humanidad, porque por lo que él conocía, bien podía ser el último habitante del planeta.

Todo empezó hace un año, el 21 de Diciembre de 2012; tal cual decían las profecías Mayas, el mundo se acabaría ese día pero no debido a una inundación u otro terrible desastre natural... no, la razón era algo que una vez se conoció como el virus H1N1 o gripe aviar. Primero el virus mutó y se convirtió en el H2N1, la gente que se contagiaba experimentaba fiebre altísima, temblores, sudor frío, vómitos negros y moría. La mitad de la humanidad murió devido al virus, pero entonces la cepa mutó por una segunda vez y el HHN1 convirtió al otro 45 por ciento. Se decía de que se había conocido a gente inmune, pero en ese instante los noticieros casi ni transmitían por falta de personal y el ejército se había desvanecido. Todo el mundo avisaba que era preferible quedarse en la casa, y Lucian obedeció. Pronto los noticieros dejaron de emitir, la televisión tuvo como señal una lluvia de estática y después... después la soledad.

Lucian volvió al ordenador, el sitio de Google se mantenía, pero no había cambiado su portada en ¿qué? ¿seis meses?. El muchacho no lo recordaba bien. Suspiró y pensó en el paso siguiente, ya casi se le habían acabado las provisiones y, tarde o temprano tendría que salir de su casa. Ahora eran las siete de la mañana y hasta las ocho los seres no salían. La luz solar los mataba, como un tiro, el fuego y demás. Lucian sabía la teoría de los bichos, aunque nunca haya visto a uno cara a cara. Tenían los ojos iluminados, la piel blanca como el papel, los brazos tan largos que podían tocar el suelo; la espalda se presentaba encorvada y sobre ella que sobresalían una especie de osamenta y las piernas con los dedos encorvados como garras. Eran espantosos. Lo peor de todo era que conservaban la inteligencia, podían hablar, tenían la misma fuerza que los seres humanos y comían, comían todo lo que podían comer.

 

Cargando editor
29/04/2010, 00:00

Mark estaba caminando por una calle desierta a las siete de la mañana. El sol estaba saliendo y él sabía bien que era seguro. Los infectados eran totalmente vulnerables al rey sol, su luz los mataba peor que a un vampiro. Claro que eso era lo único que esas criaturas horrendas tenían en común con los malévolos pero preciosos seres de la literatura y el cine. Tenían los ojos iluminados, la piel blanca como el papel, los brazos tan largos que podían tocar el suelo; la espalda se presentaba encorvada y sobre ella que sobresalían una especie de osamenta y las piernas con los dedos encorvados como garras. Eran espantosos. Lo peor de todo era que conservaban la inteligencia, podían hablar, tenían la misma fuerza que los seres humanos y comían, comían todo lo que podían comer. Morían de un tiro, de una decapitación, quemados por el fuego y con otras maneras. No eran zombies, no eran vampiros, eran hombres... al menos lo habían sido.

Mientras Mark veía al enorme edificio de K-Mart, una cuadra más adelante, repasó los acontecimientos que hicieron que la humanidad simplemente dejara de existir.

Todo empezó hace un año, el 21 de Diciembre de 2012; tal cual decían las profecías Mayas, el mundo se acabaría ese día pero no debido a una inundación u otro terrible desastre natural... no, la razón era algo que una vez se conoció como el virus H1N1 o gripe aviar. Primero el virus mutó y se convirtió en el H2N1, la gente que se contagiaba experimentaba fiebre altísima, temblores, sudor frío, vómitos negros y moría. La mitad de la humanidad murió devido al virus, pero entonces la cepa mutó por una segunda vez y el HHN1 convirtió al otro 45 por ciento. Se decía de que se había conocido a gente inmune, pero en ese instante los noticieros casi ni transmitían por falta de personal y el ejército se había desvanecido. Muchas voces habían asegurado que lo mejor era quedarse en sus casas pero Mark pensaba distinto, él tenía que seguir. Eso sí debía buscar refugio antes de la puesta del sol, eso era algo indiscutible para cualquiera que quisiera sobrevivir.

Mark llegó a la puerta del K-Mart y antes de abrirla, pensó si habría alguien más. Por lo que él sabía, bien podría ser la última persona sobre el planeta.

Cargando editor
29/04/2010, 00:10
Mark Callaway
Sólo para el director

Cierro el plano que tenia abierto y me quedo mirando las puertas del enorme supermercado. recuerdos de compras aqui con Peter y Cristine me asaltan. Se ven carros con ruedas abandonados por doquier, rollos de papel que el viento maneja como quiere. como en todos los K-mart que  me habia encontrado, las puertas de acceso estaban el aparte central de la nave. Asi que me dirigí hacia allí mientras guardaba el plano en una de las redecillas de m mochila de montañero de 20 litros. Cuando acabé, saqué el rifle winchester. Nunca se sabía cuando podías encontrarte con problemas en este nuevo mundo.

Avanzo a lo largo del K-mart buscando alguna luna rota por la que entrar. Si no encuentro avanzare hasta las puertas principlaes e intentare forzarlas si tienen cerrojo.

Cargando editor
29/04/2010, 06:07
Lenore Corlett
Sólo para el director

De pronto sintió que su estómago se resolvía. Corrió al baño y, aferrada al inodoro, descargó el contenido de su vientre, por el lado equivocado, en grandes arcadas.
Mientras se limpiaba, echándose agua a la cara, se maldijo por haber comido aquél paquete de macarrones con queso que había vencido hacía una semana. La comida fresca comenzaba a escasear y Lenore no podía darse el lujo de ponerse selectiva. El espejo le devolvió una imagen pálida y casi espectral. Lenore ya era delgada antes del fin del mundo, pero ahora daba la impresión de que una brisa no muy fuete, sería capaz de llevársela volando como a Dorothy.
Sólo esperaba que los niños estuvieran bien alimentados. Sabía que era una tontería preocuparse, pero así eran las madres, ¿no? Su abuela cuidaría bien de ellos. No les dejaría comer porquerías.
Cuando las autoridades sellaron Atlanta para combatir la infección, la misma noche del concierto, Alex y Lenore trataron de romper el cerco militar. Alex había terminado con un tiro en la garganta. A ella, un soldado que llevaba una máscara de gas, le había dado un culatazo en la frente, que la había puesto a dormir por lo que luego supuso fueron horas.
Se tocó la herida de la frente, que había cubierto con un trapo y cinta adhesiva. Hizo un mohín, todavía dolía.

Entreabrió la puerta, sólo lo suficiente para poder asomar la cabeza. Con cautela y lentitud, miró a uno y otro extremo de la calle, que encontró completamente vacía, como era de esperarse a aquellas horas. Abrió la puerta por completo y salió, empujando su destartalado carrito de supermercado. Era hora de “hacer las compras”. La heladera de la casa no estaba muy bien provista y ella acababa de vomitar lo último que podría recibir en justicia el calificativo de comida. Empujó el carrito por la desolada calle. El viento entre las hojas de los árboles y el chirriar de las ruedecillas eran los únicos sonidos que quedaban en el mundo.

Notas de juego

Bueno, no supe donde parar, así que lo dejé en un punto que me pareció adecuado, pero tú dirás.

Cargando editor
29/04/2010, 10:37
Lucian Wasser
Sólo para el director

Todo había dado inicio.

Lucian se encontraba en su habitación. Una habitación rectangular con una cantidad de objetos determinada, en determinados espacios. Según la orientación de su silla y de su cuerpo, habían libros atrás de él, un sillón unipersonal y cómodo hacia su "Sur-Oeste", una planta hacia su "Sur-Este", una cama hacia su "Nor-Oeste", un escritorio al frente suyo, y un guardarropas con objetos aparte de ropas a su "Nor-Este". Además, una ventana, y un basurero, como elementos aparte, cercanos a él, y hacia su "Norte" relativo. Su cuerpo estaba tranquilo, era delgado, aunque algo sedentario, pero sin llegar a demasía en ese aspecto. Su alma estaba inquieta, como siempre lo estaba, deseosa de inspiración. Y su mente...

Su mente estaba indecisa. Su mente había notado varios aspectos. Aspectos como que pronto se le acabaría la comida. Podría seguir hackeando para tener dinero, pero no era suficiente. ¿Hackear una compañía de comida? Difícil, y difícil que hubiera repartidores que la trajeran, aún si "Mágicamente" pudiese, con su ciencia computacional cambiar las direcciones de envío, en pos de no tener que moverse. Se encontraba sellado, encerrado, como un ratón en una jaula. ¿Que le tocaría hacer? ¿Que tendría que hacer?

Y ni hablar de... Aquellos. Aquellos a los que Lucian no quiso dar nombre, por no inquirir en conceptos equivocados, teniendo en cuenta que él era un joven muy detallista, casi a niveles neuróticos. Sujetó sus cabellos, de los cuales unos pocos estaban desordenados, y el resto eran lisos y sedosos, tomándolos en un gesto de nerviosismo y de contemplación extrema. No tenía una sola idea, y sólo poseía datos. Datos como, por ejemplo, que... Aquellos salían a las 8 de la noche, y era temprano, aún tenía 13 horas para actuar. ¿Pero y si se encontraba con otras personas? Quizá buscarían aprovecharse de él, dañarle. Eso sería lo normal que hacer cuando hay pocas personas, y mayores oportunidades de obtención. Así es el humano, un ser oportunista, e inseguro, posesivo, y agresivo, impulsivo.

- Poco racional...

Se dijo a sí mismo en voz baja, con su monótono habitual. Su piel de leves facciones Judías, contrastaba con los rasgos caucásicos mas "Promedio" que le dejaron sus padres. Tenía grandes rasgos de su abuelo, Sahaquiel, pareciéndosele prácticamente por completo, habiendo sido referido como un "Clon de él cuando era joven". Pero claro, ahora ya no lo tenía, a su maestro, a su guía. Tendría que arreglárselas por sí solo.

Así, dejó el computador prendido, pero con una clave en la pantalla. No tenía tiempo para conectarse como "Noah", como habitualmente hacía. Ahora, era hora de algo distinto, y Lucian se sentía, si no envalentonado, al menos decidido, lo suficiente para hacer una mueca no agradada, y luego ir a tomar las preparaciones oportunas.

Su mochila, con variados objetos para mecánica, como atornilladores, tuercas, y otros variados, todos en una caja dentro de la mochila. Algunos cuadernos para tomar notas, o anotar cosas que le parecieran recordables. Además, unas de las últimas cosas que le quedasen, comestible más que nada, porque agua aún tenía de los pozos y sistemas que estaban en el vecindario, vacío ahora, siendo Lucian el único habitante. Cerró la mochila, y añadió un elemento más.

Su querida. Su compañera. Yumi. Así la había llamado. Yumi significaba amistad, y eso era lo que sentía por su abuelo, más que sólo respeto, o consideración familiar. Así mismo, se llamaba la Katana, como si fuese una mujer, por alguna razon, según el punto de vista de Lucian. Se irguió en su silla, y se elevó para sacarla desde por encima de los estantes con libros, sin siquiera tocar estos. Una vez Yumi fuese sacada, la miraría, sujeta en ambas manos, y luego a un lado la dejaría.

De reojo, miraría la Torah, uno de los principales libros en su mini-biblioteca, el cual se encontraba ahí mismo, en uno de los espacios. Haría un gesto de inclinar la cabeza, como respeto, a lo que luego se dirigiría hacia su ropero, en el que tenía otros objetos. De ahí, sacaría un largo tubo, de esos de arquitectura, de color negro, que servían para llevar pergaminos y papeles enrollados como cilindors. Porque su deseo era volverse arquitecto, como Sahaquiel, después de todo, tenía todo preparado por si llegasa estudiar, cosa que no pasaría, producto de su joven edad, 17 años sólamente, ya en esa época, desolada, y nula.

Así, se escuchó un sonido de precipictación, seguido de un choque, y posteriormente un giro plástico. Yumi habría sido guardada dentro del estuche para arquitectura, el cual estaría leve, pero no exageradamente suelto en su tapa, en pos de poder sacar el arma apenas la necesitara de dicho estuche. No era lógico andar con una Katana por las calles, aún si estuviesen estas potencialmente vacías.

Al fondo, el tema que sonaba, era Fear of a Blank Planet, que no podía ser mas propicio para la ocasión. Parte de los gustos musicales del joven Lucian, a quién grupos como Porcupine Tree atraían por su complejidad, conceptualidad, y esencia taciturna. Finalmente, llevando su mochila con objetos necesarios para variadas situaciones, y su Katana cubierta por el estuche, y este rodeado por una banda a su propio torso, Lucian decidió salir, sintiendo el peso del futuro sobre sus hombros.

- Shalom...

Pronunció con solemnidad, cerrando sus ojos, antes de irse, como despidiendo el hogar. No sabía que le vendría, y lo dudaba también. Fear of a Blank Planet terminaba, a medida que el joven Wasser revisaba sus instalaciones de seguridad eléctrica que daban a varios ángulos de la casa, teniéndolas activadas por si acaso. No le alcanzaba el conocimiento para haber creado algún panel portable que le permitiese acceder a dichas cámaras desde lejos, pero al menos podría tener datos de qué pasó al volver, eso si es que algo pasaba. No sobraba la paranoia en el mundo en que estaba.

Finalmente, su mano tomó el pomo de la puerta...

Y esta se pudo escuchar ser abierta.

Avanzaría, en búsqueda del futuro.

Y de su supervivencia.

 

 

Cargando editor
29/04/2010, 19:06

Richard abrió los ojos y vió que eran las siete de la mañana. Comenzaba entonces la franja de hora segura, en la que los infectados no salían de sus agujeros, cuevas o departamentos oscuros. El hombre se sentó sobre la paja que hacía de colchón en el granero que había encontrado anoche como refugio, en un pueblito de Georgia. Las dobles puertas estaban cerradas con la barra que él había asegurado anoche. Por la única ventana, bien alta, pequeña, entraban los rayos de sol.

Richard controló sus cosas mientras recordaba todo los sucesos desde que esta pesadilla horrible había dado comienzo, hacía casi un año atrás.

Todo empezó el 21 de Diciembre de 2012; tal cual decían las profecías Mayas, el mundo se acabaría ese día pero no debido a una inundación u otro terrible desastre natural... no, la razón era algo que una vez se conoció como el virus H1N1 o gripe aviar. Primero el virus mutó y se convirtió en el H2N1, la gente que se contagiaba experimentaba fiebre altísima, temblores, sudor frío, vómitos negros y moría. La mitad de la humanidad murió devido al virus, pero entonces la cepa mutó por una segunda vez y el HHN1 convirtió al otro 45 por ciento. Se decía de que se había conocido a gente inmune, pero en ese instante los noticieros casi ni transmitían por falta de personal y el ejército se había desvanecido. Todo el mundo avisaba que era preferible quedarse en la casa pero, a medida que los meses pasaban y las cosas solo iban en picada, las personas ya no obedecieron órdenes. Richard trató de estudiar el virus pero su laboratorio fue ocupado por infectados una noche. Él salío vivo por muy poco. Aún recuerda a esas criaturas, muchas veces sueña con ellos.

Tenían los ojos iluminados, la piel blanca como el papel, los brazos tan largos que podían tocar el suelo; la espalda se presentaba encorvada y sobre ella que sobresalían una especie de osamenta y las piernas con los dedos encorvados como garras. Eran espantosos. Lo peor de todo era que conservaban la inteligencia, podían hablar, tenían la misma fuerza que los seres humanos y comían, comían todo lo que podían comer. Morían de un tiro, de una decapitación, quemados por el fuego y con otras maneras. No eran zombies, no eran vampiros, eran hombres... al menos lo habían sido.

Richard comprobó que tenía dos latas de atún, un abrelatas, un machete que había conseguido en una de sus tantas huídas, un encendedor, dos botellas de agua, un frasquito con aspirinas, un pañuelo, una barra de chocolate, una lata de gaseosa y una cajita de chicles. Eso era todo. Podía igual revisar este establo en busca de algo más, o no. Lo único importante era no olvidarse de la franja horaria segura: de 7 a 20 hs, después la ciudad era de ellos nuevamente.

Cargando editor
29/04/2010, 19:59

Rinus despertó en el fondo de la camioneta en donde había dormido durante la noche. La misma tenía vidrios opacos por lo cual era lógico que las criaturas no lo hubiesen visto. Él, sin embargo se aseguró de trabar las puertas y recostarse en el asiento del fondo, cubrirse con una manta que llevaba en su mochila y parecer un bulto de esos tantos bultos que se encontraban en la ciudad. Durmió, no demasiado bien pero al menos su cuerpo descansó. Cuando el reloj de bolsillo pitó su alarma avisando que eran las siete, el joven abrió los ojos. Empezaba la hora segura: de siete am a 20 pm los bichos se quedaban en sus "casas". No podían tolerar la luz del sol.

Rinus bostezó, aún un poco cansado y su mente fue hacia atrás, recordando como fue que empezó esta horrible epidemia.

Todo empezó el 21 de Diciembre de 2012; tal cual decían las profecías Mayas, el mundo se acabaría ese día pero no debido a una inundación u otro terrible desastre natural... no, la razón era algo que una vez se conoció como el virus H1N1 o gripe aviar. Primero el virus mutó y se convirtió en el H2N1, la gente que se contagiaba experimentaba fiebre altísima, temblores, sudor frío, vómitos negros y moría. La mitad de la humanidad murió devido al virus, pero entonces la cepa mutó por una segunda vez y el HHN1 convirtió al otro 45 por ciento. Se decía de que se había conocido a gente inmune, pero en ese instante los noticieros casi ni transmitían por falta de personal y el ejército se había desvanecido. Todo el mundo avisaba que era preferible quedarse en la casa pero, a medida que los meses pasaban y las cosas solo iban en picada, las personas ya no obedecieron órdenes. Rinus mismo salió de su casa y vagó por muchos sitios buscando refugio, buscando otras personas, aunque ya podía pensar que era el último habitante de la tierra, él tenía que seguir, ¿qué más quedaba?

Rinus tomó un bocado de pan que guardaba en su mochila y unos sorbos de agua. También tenía una petaca con alcohol pero esa era para los momentos en los que el terror lo vencía. Como una noche que vió pasar a uno de los infectados.

Tenían los ojos iluminados, la piel blanca como el papel, los brazos tan largos que podían tocar el suelo; la espalda se presentaba encorvada y sobre ella que sobresalían una especie de osamenta y las piernas con los dedos encorvados como garras. Eran espantosos. Lo peor de todo era que conservaban la inteligencia, podían hablar, tenían la misma fuerza que los seres humanos y comían, comían todo lo que podían comer. Morían de un tiro, de una decapitación, quemados por el fuego y con otras maneras. No eran zombies, no eran vampiros, eran hombres... al menos lo habían sido.

Rinus se sacó esa imagen de la cabeza y comprobó sus cosas: tenía una 9mm con 15 balas en el cargador, una navaja, dos latas de conserva, un abrelatas, dos botellas de agua, la sábana que llevaba enrollada, un encendedor, un anotador, dos lapiceras y una caja de pastillas de menta. Y estaba en esa camioneta sin combustible, en el medio de Georgia, en algún pueblo del que no conocía su nombre.

Notas de juego

Nada corregí que había escrito todo en notas, no le prestes importancia, ahora me pongo con el otro turno :P

Cargando editor
29/04/2010, 20:17
Rinus Sayer
Sólo para el director

Llevaba mucho tiempo queriendo despertar en su cama, oler el aroma del café recién hecho y tostadas. Pero eso se acabó.
Al principio fué la incertidumbre de no saber que ocurría, luego la preocupación y la pena, por las personas enfermas que enfermaban y morían, luego la desesperación. La desolación y el miedo, surgió cuando se descubrió sólo, o no del todo. Esos engendros que su día fueron personas, como él, y ahora sembraban la noche de un terror inimaginable.
"Cuántos días habían pasado desde que viera una persona normal viva?, no puedo ni recordarlo..."
Salió de la furgoneta, echando un vistazo a su alrededor. No sabía donde estaba, pero daba igual. Los últimos pueblos que había visitado eran todos iguales. Pueblos fantasma. Ni un ruido, ni una risa, ni un grito...nada...
"Bueno...a ver, la rutina...debo buscar un sitio donde asearme...seguro que hay alguna casa abierta, incluso con la mesa puesta para comer".- pensó triste. Había visto casas con todo tipo de escenas cotidianas, pero carentes de un elemento esencial...la presencia de la gente que la habitaba.
.-Me llamo Rinus Sayer, soy de Wichita, y tengo 31 años.-.- se habló a sí mismo. Necesitaba oír su propia voz no olvidar que sabía y podía hablar.
.- Bueno Rinus, tenemos que echar un vistazo al pueblo a ver si podemos conseguir algunas provisiones y a ver si hay alguna gasolinera. Tenemos que llenar el depósito y seguir.-
"Pero hacia dónde?" En realidad no sabía donde ir. Sólo esperaba llegar a algún sitio que hubiera gente, algún refugio seguro, si es que eso existía. De momento sólo quería seguir la carretera hacia el horizonte y ver si tenía suerte...quería dejar de tener miedo.

Notas de juego

Bueno...hemos empezado. Pues lo dicho, a ver si hubiera alguna tienda o bar donde tomar provisiones, y una gasolinera...sino, al menos intentar hacerle el puente a un coche con gasolina. Si hubiera una tienda de armas, o algo pues también. Ya sé que pido mucho, pero debo empezar la aventura bien protegido!!
Ya me contarás. :-)

Cargando editor
30/04/2010, 04:23

Jota empezó a revisar su casa, o lo que lo era provisoriamente, para buscar provisiones. Después visitaría su entorno. No entendía aún el hombre cómo es que podía seguir habiendo energía eléctrica después de todo el caos. Había dos posibles explicaciones: el gobierno aún existía, aunque escondido y tenía control de las plantas, o la más macabra, los infectados tenían el control de las mismas. Ninguna era más descabellada que la otra ya que bien el gobierno podría tener la manera de lograr eso y respecto a las criaturas, nada había llegado a probar si su nivel de inteligencia era totalmente humana o no, pero sí que eran inteligentes.

En la heladera había huevos, media docena. En una alcena había dos latas de conserva y un paquete de fideos además de una lata de salsa de tomate. Había un cuchillo de cocina poderoso, que podría hacer de arma en un momento de necesidad, no que Jota quisiera ver llegar ese momento, y también había unos cuantos caramelos en un cajón.

Respecto al agua, había botellas para llenar con agua del grifo, en una mochila se podría cargar unas tres botellas de un litro y medio cómodamente. Eso es todo lo que Jota descubrió útil en la cocina. Podría salir y revisar los exteriores y luego volver a revisar un poco más o quedarse allí. También salir a revisar con la idea de encontrar otro refugio y no volver a la casa.

 

Notas de juego

Aunque estás alejado del centro de la ciudad, vos estás en un área poco poblada pero cerca de la ciudad, más bien dentro de la ciudad en donde había millones de personas antes de la infección. Puede haber de todo por allí, pero ahora andas un poco perdido, a menos que consigas un mapa y así y todo nunca es seguro totalmente que todo esté donde estaba antes.

 

Cargando editor
30/04/2010, 04:56

Carl no pudo encontrar una radio. Estaba seguro que había una en la casa pero buscar demasiado tiempo no era inteligente, si es que se quería mover. Salió de su casa y le dió un último adiós y se dirigio al lugar en donde había enterrado a sus familiares, un jardín que estaba prácticamente a media cuadra. La zona de su casa era toda una zona suburbana, así que no era difícil encontrar tierra, árboles, casas bajas y mucho césped, que en algún momento fue cuidado y cortado por los buenotes padres de familia y ahora crecía desparejo y salvaje.

Un ruido de alas le hizo casi tirar el arma, pero solo eran aves. Carl las vió pasar. Una bandada que se dirgía al sur. Dejó que siguieran su camino y se arrodilló junto al montículo de tierra en donde ahora estaban sus seres queridos. Podía tomarse un momento ahí y luego ir caminando por la ciudad, hasta ver alguna tienda. Siempre que mirara el reloj todo estaría bien. Eran las 7:15 recién y tenía todo el día por delante.

Notas de juego

Te he puesto en equipo el inventario, cualquier duda aquí estoy. El jardín donde está tu familia está mirando a la izquierda desde tu casa, es esa gran zona verde. Donde quieras que esté de allí.