Partida Rol por web

Desde tu posición alcanzas a ver llegar a Briggitte medio corriendo al camino bien marcado que va a dar al claro, muy cerca de donde estuviste colocando las trampas.
La muchacha rubia no llega a caer en ninguna de ellas por no acercarse lo suficiente pero la ves pasar a escasos metros de ti. Comprendes que si quieres hablar algo con ella es ahora o nunca.

Pss...! Briggite! Cuidado... -  Digo en un intento de chillido susurrado. - ...Alguien se ha dedicado a poner trampas alrededor de la cornucopia... Ya he oído caer a uno a manos de una red de espinas...

Me fijo en si lleva mochila y si porta más de lo que debiera, quizás sea un buen trofeo...

Fijándote en tu compañera de Distrito ves que porta una espada y un cuchillo de combate agarrado en el cinturón. No ves que lleve nada más, ni siquiera lleva mochila.

¿Sauce? ¿Eres tu? -digo en un murmullo de voz. Queria volver la mirada hacia donde estaba la voz de Sauce para observar detenidamente y saber donde se ocultaba mi compañero de distrito, pero el miedo a caer en una de las trampas era mas fuerte que yo, así que decidí segir hablando entre murmullos mientras me detenia suavemente de mi carrera y finalmente me paré: - Sauce -dije un poco mas fuerte- ¿Me escuchas?

Cuando Briggitte se gira buscándote siguiendo el sonido de donde provenía tu voz puedes ver que también lleva algunas hogazas de pan.
Antes de que te de tiempo a responder a sus susurros llega a tus oídos el inconfundible sonido de un disparo y sabes bien lo que eso significa:

El primer tributo de estos Juegos ha muerto. La primera víctima que, tal vez, saciará un poco la sed de sangre del público.

Al contrario de lo que esperaba, la sorpresa, me invade y una lágrima humedece mi rostro. He de contenerme para no salir corriendo a socorrer a Briggite. Me doy cuenta de que estoy metido en un juego, un juego muy real, en el que nadie se lo va a pensar dos veces antes de matar a alguien, o soy yo, o son ellos. Vuelvo a mi consciencia habitual...

Aunque no era mi intención que muriese de esa manera... He conseguido mi objetivo. Debo encontrar alguna manera de alcanzar esas hogazas. Pero ahora, debo centrarme en encontrar al autor de tan certero disparo...

Dirijo, sin mover un músculo, mi mirada hacia donde creo que puede haber procedido el disparo. - Hola, nueva víctima, estoy deseando conocerte... - Pienso, mientras espero a que mis ojos me digan dónde se encuentra el nuevo proyecto de Oswald.

Cuando le vea, me dirigiré hacia uno de mis cebos, para intentar atraerle hasta él. O que al menos, invierta sus balas en el aire y no en la carne humana que me recubre. 

Apenas ni ha pasado un minuto desde el primer disparo cuando puedes oír otro:

Parece que alguien se está encargando de matar a los tributos de dos en dos en alguna parte... Hasta la noche no sabrás quiénes ya no están en los Juegos.

Sí, soy yo. - Le indico desde mi posición como llegar hasta mí, teniendo en cuenta que exista alguna red de camino hacia mí. - Ven, guarécete conmigo, de momento no me ha visto nadie... Es un sitio seguro...- Susurro desde donde estoy.

Antes de continuar su camino hacia ti parece que Briggitte ha visto las trampas colocadas y se decide a observar bien las trampas que va encontrando a su paso.
Una vez llega junto a ti esquivando las trampas te pregunta en un susurro:
- "¿Has visto quien a colocado las trampas?"
Y se queda calladita esperando una respuesta por tu parte.

Unos cuantos minutos después de los dos disparos anteriores puedes oír un horrible grito de dolor proveniente de la Cornucopia y a los pocos segundos un nuevo disparo avisa de que otro tributo ha caído. No te queda ninguna duda de que ha sido el mismo que ha gritado con semejante horror. Se te ha helado la sangre:

Un rato después del último disparo notáis que empieza a anochecer.
Hay que empezar a buscar un lugar en el que pasar la noche e intentar descansar.

Justo al caer la noche oís el himno que precede al recuento de bajas.

Ambos os asomáis por entre los árboles buscando un hueco suficiente como para poder ver ligeramente el sello del Capitolio iluminando el cielo.

Os quedais a la espera de ver aparecer los rostros de los muertos en el primer día de estos Juegos. Tras el sello se apagan todas las luces, todo es oscuridad hasta que aparecen poco después las fotografías de quienes ya no competirán contra el resto en la Arena de los Juegos:

Cansado y un poco más contento con lo encontrado comienzas a plantearte hacia dónde ir ahora.

Recuerdas lo que Brigitte y tú visteis desde lo alto de un árbol y tratas de orientarte para saber hacia dónde andar ahora.

- Este: lago con agua y zona desértica.
- Sur: Cornucopia, bosque y el lugar donde comenzásteis.
- Oeste: Algunos claros y más bosque, además de algo que intuyes podría ser agua.
- Norte: La montaña, imponente y con poca vegetación.

Según lo que parece, quedamos un poco más de la mitad... Tributo más, tributo menos

Sáuce, ya con la mente fría y los ojos despiertos, intentó reflexionar sobre como proceder a partir de ese momento. Ya no tenía la tensión que había invadido su cuerpo durante el ataque del muto. Ahora, podía tomarse las cosas con más calma

Echó un vistazo al cielo. El sol comenzaba a descender por el horizonte

Bueno. Quizás no con tanta calma

Dando buen provecho de los trozos de fruta seca, se guardó la lata, la botella, y la pomada, y siguió caminando hacia el oeste. Por unos instantes, había planteado la posibilidad de ir al norte o al este, pero el lago le olía a trampa, y el norte, en cambio, tenía pinta de ser una región peligrosa. Quizás el oeste era un lugar bastante atractivo, y, por tanto, con mucha concurrencia de tributos... Pero era la mejor opción, de eso no cabía duda. En ningún momento se replanteó volver al sur. Estaba claro donde esa cosa tenía su guarida. La Cornucopia estaba vedada

Cuando vio que la noche se le echaba encima, decidió improvisar un refugio. Era cierto que una construcción humana llamaría la atención de otros tributos (o mutos) pero, al no haber encontrado cuevas ni refugios naturales (cuando pensó esto, volvió a reconsiderar la idea de la montaña, aunque al final la desechó. No eran más que ratoneras, al fin y al cabo), debía procurarse una protección frente al frío. Ojalá los vigilantes no hicieran de las suyas esa noche, eso sería horrible

Su estómago se quejaba. Un par de trozos de fruta no era suficiente para él. Mañana tendría que cazar, era un hecho. Intentando ignorar la sensación de vacío en su estómago, sus labios resecos y su lengua pastosa, decidió ponerse manos a la obra. No tenía mucho tiempo

No se preocupó mucho en hacer un buen refugio. Simplemente, algo que le protegiese del viento, que sirviera para sobrevivir (aunque fuera a duras penas) esa noche. Sí que se esmeró un poco más en hacer trampas para protegerse. Trampas para que todo aquel que se acercara por la noche se viera entorpecido, herido, y, con suerte, muerto. Terminó ya cuando era de noche, y se replanteó si dejarlo. Al final, con un suspiro, decidió forzar un poco la hora, y hacer una o dos trampas para animales. Un par de horas de sueño menos no se acusarían tanto como el estómago vacío

Rezando para vivir un día más, e intentando despejar su mente, se acurrucó frente al árbol que había servido de poste central para su refugio, y se hizo un ovillo. La estructura de palos y ramas apenas se sostenía, y dudaba que sirviera para más que para molestarle. Pero no había tiempo para improvisar otra. Debía arreglárselas

Sí, mañana será otro día...

Comenzaba a anochecer cuando terminaste de fabricar lo que debería haber sido una especie de refugio pero que se limitaba a unos pocos troncos aquí y allá entre los que poder meterse.
Las trampas eran otra cosa, desde luego era un auténtico profesional en cuanto a trampería se refiere. Quizá hasta el dia de hoy, hasta estos malditos Juegos, no te hubieras dado cuenta de ello. Si algún animal pequeño pasaba cerca de tu localización sin duda se llevaría un susto mortal o casi... y si algún tributo merodeaba cerca durante la noche deberías oír sus quejidos si cae en alguna de tus trampas.

Haciendo recuento... de los 12 tributos que entrásteis ayer por la mañana hoy quedáis 8. En la Cornucopia murieron los tributos del Distrito 1 y con ellos esa rubia medio loca que tenía a todo el mundo aterrorizado. Era una pérdida muy bien recibida. También con los dos profesionales terminó el juego para el chico rubio del Distrito 3.
Hoy había caido alguien más, una chica si tus oídos no te habían traicionado, y en cuanto anocheciera su cara aparecería en el cielo resolviendo tus dudas.