Partida Rol por web

Después de casi medio día subiendo por la montaña pedregosa me siento totalmente abatida y molida pero al distinguir la cueva consigo sacar fuerzas de flaqueza, al menos esta vez el esfuerzo ha valido la pena -Creo que esta noche podremos dormir bastante bien... quizá hasta podamos encender una hoguera, ¿no crees?- comento algo más animada mientras empiezo a recoger algunas ramas secas que nos encontramos por el camino para ahorrarnos trabajo más tarde.

-Además no es fácil llegar hasta aquí así que no creo que nadie nos sorprenda apareciendo de repente de la nada- asiento procurando convencerme a mí misma aunque supongo que cualquiera podría deslizarse hasta aquí sigilosamente... pero es bastante difícil y prefiero confiar en la primera opción. La verdad es que ya somos uno menos...

- Bueno, aún así creo que sería prudente hacer guardias. Es cierto que no muchos tributos pueden llegar aqui, pero si alguno tiene esa idea y nos sorprende por la noche...Además no debemos olvidarnos de las fieras.- comenta Michael siempre alerta ante las posibles dificultades. Por muy segura que parezca una zona es mejor no confiarse. Cualquier signo de debilidad en el peor momento y puedes acabar muerto.

-Lo de la hoguera si que me parece bien. Así no pasaremos frío y encima el fuego espanta a los animales. Aunque mejor no la hacemos demasiado grande no vaya a ser que atraigamos a alguien.- añade uniéndose a la recogida de ramas secas mientras siguen avanzando. El calor de la hoguera y su luz en medio de la oscuridad siempre sube la moral. Y en un lugar como este tener la moral alta incluso en momentos difíciles es muy importante...

Antes de que desaparezcan todos los árboles de vuestra vista os dedicais a recoger ramas secas. dada la cercanía del río al principio se hace complicado pero después conseguís haceros con una buena pila que intentais guardar en vuestras mochilas antes de poneros a trepar por la montaña.

Después de una dura ascensión entre piedras grandes y enormes por un paisaje de aspecto árido y sin árboles, expuestos a ser vistos por cualquiera que mire en concreto en vuestra dirección, llegáis a lo que es la entrada de la cueva que visteis rato después de comenzar a trepar por la ladera de la extensa y gran montaña.

No tardará en anochecer y el cansancio hace que rogueis poder pasar una noche de descanso decente cuando os asomáis desde la entrada de la cueva. A pesar de que la entrada es muy muy grande, con un rápido vistazo os basta para comprobar que desde ese momento el interior de la cueva de va estrechando cada vez más, dando lugar a una cueva no muy grande ni muy profunda, pero con aspecto acogedor, al menos ahora que aún hay luz por parte del sol artificial que baña la Arena.

Entrais con cuidado, atentos y en silencio esperando encontrar algún animal salvaje pero parece estar todo en calma, explorais en menos de 5 minutos todo el interior de la cueva , a pesar de que es pequeña y estrecha, no tiene mal aspecto. Lo único malo es que la parte de la entrada muestra partes heladas y el frío en esa zona es notable incluso de día. Más adentro la humedad l invade todo, no llega a verse agua por ninguna parte pero sí que las rocas están repletas de musgo y el suelo que pisais es como barro, tierra mojada.

-Pff... supongo que era demasiado pedir que fuera acogedora, ¿no?- tuerzo el gesto pero después sonrío sarcásticamente a Mike, dejando la mochila en un rincón cercano a la entrada -Tendremos que quedarnos más afuera de lo que me gustaría, si acabamos enfermando será peor- está claro que en el fondo de la cueva hay demasiada humedad, hongos y frío. No parece una combinación muy recomendable.

Aprovecho que todavía disponemos de luz y empiezo a unir troncos y hojas secas para procurar encender la hoguera con una de las cerillas, no debería resultar muy difícil. Tenemos que tenerla lista antes de que anochezca... y además es mejor mantenerse ocupado con lo-que-sea.

- Bueno, es una cueva. Me conformo con que no tenga osos dentro, o algún otro tipo de animal peligroso.- comenta Mike encogiéndose de hombros ante las palabras de Kelia.- Además deberíamos estar agradecidos. Al menos no tendremos que dormir a la intemperie. Y si conseguimos un buen fuego nos mantendremos calientes sin problemas. Por no decir que todo esto nos proporciona una gran protección.- añade destacando las ventajas de la cueva a pesar de que en cierto modo no resulta nada acogedora por dentro.

- Porque estoy seguro de que si nos tiramos aqui mucho tiempo los patrocinadores moverán los hilos para sacarnos a patadas de la cueva, porque si no votaría por quedarnos aqui hasta que pasara todo.- añade torciendo el gesto. Es muy poco probable que los patrocinadores les permitan quedarse ahí, esperando a que el resto de tributos se maten entre ellos.

Una vez os asentais en el interior de la cueva, decidiendo que lo mejor será no estar en el fondo de la misma a causa de la humedad reinante en ese pequeño espacio, Kelia se pone manos a la obra: Saca la caja de cerillas de su mochila y con las ramas que habían recogido prende fuego a las ramas más secs y después con calma va soplando para que la llamita aumente y aumente hasta que la fogata sea decente.

En el momento en que la muchacha se encuentra ocupada al 100% en provocar más y más llamas, Mike se dirije a la entrada de la cueva con más ramas recogidas pero tropieza en la entrada viéndose obligado a soltar las mismas, viendo cómo echan a rodar ladera abajo. Tendréis que apañaros con la leña recogida por Kelia, la que ahora está prendiendo con facilidad, o salir a buscar más ramitas, lo cual en las inmediaciones de la cueva no será tan fácil como en el bosque.

Apenas un cuarto de hora después la hoguera es lo suficientemente grande como para proporcionarles calor al menos durante la mitad de la noche o incluso más si se cuida de que no se apague.

-Mikey, ¡te has lucido!- le regaño poniendo los brazos en jarra pero aún así no puedo evitar acabar riéndome -¿Estás bien?- estoy bastante convencida de que el único herido ha sido su orgullo pero por si acaso pregunto mientras extraigo una de las raciones de comida de la mochila

-Voy a intentar calentar esto, seguro que nos sienta bien. Podrías ir a buscar algunas ramas más, si consigues encontrarlas- me encojo de hombros dando a entender que tampoco le obligaré pero por lo menos yo prefiero tener cosas que hacer y en las que mantenerme ocupada así que empiezo a cocinar toscamente con lo poco de lo que disponemos. Con que la comida esté algo caliente me conformaré de sobra...

Por un momento parece que sencillamente estemos pasando un buen momento en una especie de acampada improvisada. Desde luego es mucho mejor pensar en eso que en lo que realmente nos obliga a estar aquí.

[Lapsus cronológico]

Mientras comíais junto al río que encontrasteis se escuchó de nuevo un cañonazo, varios minutos después del anterior:

En alguna parte estaba habiendo una pelea... y los tributos caían como moscas. Los ciudadanos del Capitolio y los Vigilantes estarían contentos, estaba siendo un tercer día con sangre y muertes que poder mostrar a los telespectadores.

Ya era casi de noche cuando un nuevo cañonazo y su atronador eco que se pudo escuchar por toda la cueva sonó. No debía quedar mucho para que anunciasen en el cielo quiénes habían caído durante el día, pero desde luego la pelea que se habia llevado la vida de todos esos tributos bien podría haber satisfecho a la audiencia con su dosis diaria de sangre en los Juegos.

Después de un rato en silencio esperando que anochezca comienza a sonar el himno que precede al recuento de bajas.

Seguido del inconfundible sello del Capitolio que ilumina el cielo:

Mientras aún sigue sonando el himno se apagan las luces y casi en la más absoluta oscuridad comienzan a sucederse las imágenes de los fallecidos durante el día en el orden en que han dejado de respirar en este maldito lugar:

Termina la música y tras un fogonazo de luz el cielo vuelve a tornarse oscuro.

Tras ver con curiosidad las fotografías de los fallecidos durante el día decidísteis que no había que perder más tiempo y que lo mejor era dormir lo máximo que pudiérais, así que dicho y hecho preparasteis la cueva para tal propósito.

Tercer día en Los Septuagésimo Quintos Juegos del Hambre:

Amanece un día más en aquel infierno, y esta vez es un día oscuro, con el cielo cubierto de nubes grises que indican que es muy posible que en cualquier momento comience a llover copiosamente. De hecho un escalofrío que recorre todo vuestro cuerpo os indica que será un día muy frío si los Vigilantes no cambian el clima reinante.

La noche que habéis pasado en aquella cueva de la montaña no ha sido del todo agradable pero el cansancio había hecho mella en ambos, aunque ahora que la luz os ha llegado a despertar os sentís destemplados, como con mal cuerpo por el cambio tan brusco de temperatura.
No se oye apenas nada cerca vuestro, incluso los animales deben estar remoloneando para robar horas de sueño a aquel caótico tiempo meteorológico y, de pronto, según aún os estáis desperezando y estirando, escucháis un trueno no muy lejos de vuestra posición. Es muy posible que hagan que llueva.

Os cuesta despertaros más de lo normal, quizá el hecho de que el día siga bastante oscuro no ayuda a ponerse las pilas y dejar lo de dormir para unas cuantas horas más tarde.
Os lo tomáis con calma, tanta que cada vez los truenos suenan más y más cerca. Y, de pronto, comienza a llover copiosamente, un estruendo resuena por toda la cueva como si el agua cayese de lleno sobre el techo aunque sabéis que no puede ser así.

Ni siquiera han pasado 10 minutos desde que empezó a llover con ganas cuando Michael, andando arriba y abajo por la cueva, se da cuenta de que la parte más profunda de la misma se está inundando a marchas forzadas y no tardará en desbordarse e inundar el resto de la cueva.

Maldigo para mi mismo cuando veo que la cueva está empezando a inundarse. Con lo bien que estábamos aqui. Podríamos haber aguantado un dia o dos sin problemas. Pero seguro que los perros del capitolio han pensado lo mismo y por supuesto eso le quitaría gracia al juego. Así que, a regañadientes, termino dirigiéndome a Kelia.

- Kelia, me temo que tengo malas noticias. Tenemos que salir de aqui ahora.- digo algo abatido. No sól oes abandonar nuestro refugio, sino que además toca ponerse debajo de una tormenta...- Se está inundando y calculo que dentro de muy poco no podremos estar aqui dentro si no es con agua hasta las rodillas.- ni siquiera le doy tiempo a replicarme. Según hablo voy recogiendo nuestras cosas para salir de allí lo antes posible.-Nos toca andar bajo la lluvia, pero con suerte encontraremos algún refugio parecido.- añado dándo una nota de optimismo a la situación, aunque realmente dudo que tengamos otra vez tanta suerte...

Al principio pienso que es toda una suerte que hayamos encontrado la cueva ahora que está lloviendo de forma tan copiosa pues a pesar de que refresca disponemos de una pequeña hoguera que compensa ese frío así que me limito a mover las piernas nerviosamente mientras contemplo el exterior y me agarro a mi propia chaqueta... hasta que Michael vuelve hasta mi posición empezando a recogerlo todo y yo le observo un tanto confusa a la par que preocupada. Ahora que estábamos tan bien... dentro de nuestras escasas posibilidades.

-¿Inundando....?- repito con abatimiento mientras observo el fondo de la cueva con el ceño fruncido pero enseguida me resigno y me mentalizo para ponerme en movimiento, recogiendo los escasos utensilios que teníamos dispersos hasta que volvemos a tener cada uno su mochila preparada y colgada en la espalda, momento en el que resoplo sonoramente para finalmente abandonar la cueva, quedando empapados y calados hasta los huesos en cuestión de apenas unos segundos.

-Tendremos que bajar con cuidado- el ascenso fue relativamente aparatoso así que bajar con el suelo fangoso y resbaladizo no se me antoja muy buena idea y de hecho me pone un poco nerviosa así que dejo que Michael vaya primero para poder apoyarme de vez en cuando en su espalda mientras procuramos encontrar cualquier roca o hueco en el que poder resguardarnos un poco.