Partida Rol por web

A regañadientes y frustrados os veis obligados a salir de la cómoda cueva de la montaña a riesgo de quedar dentro de ella con una fuerte corriente de agua cayendo a través de la misma. La idea de bajar por la montaña con esa lluvia no es demasiado buena pero parece que no quedará más remedio.
Al salir a la intemperie de nuevo os recorre un escalofrío. El cambio de temperatura del día anterior a ahora es demasiado exagerado como para ser normal, pero por lo visto a los Vigilantes poco les importa el que lo que sucede allí dentro tenga coherencia o no. Se trata de una matanza y tienen que procurarse eso de cualquier manera.

Bajáis con cuidado la ladera de la montaña aunque tropezáis más de una vez y de dos, por suerte nada grave aunque no es agradable llenarse el culo de barro a pesar de la ropa que lleváis puesta.
Por el camino os fijais en otras cuevas, mucho más pequeñas que la que encontrasteis, pero todas tienen ya pequeñas cascadas saliendo de ellas. Y no deja de llover. Os deteneis un momento a mirar el bosque desde esa altura pero una espesa niebla no os deja ver con claridad. El río baja con bastante más caudal y más velocidad que ayer, podéis oírlo incluso desde cierta distancia.

Un trueno suena demasiado cerca vuestro cuando estáis terminando el descenso por la ladera y podéis ver cómo cae un rayo no muy lejos prendiendo por un momento la copa de un árbol. Momentos después percibís que hay animales huyendo de aquella zona en dirección al río, a donde ahora os acercais.

Cada caída genera un resoplido pero aún así no podemos quejarnos porque sólo hemos salido un tanto magullados del descenso cuando podríamos habernos despeñado perfectamente ladera abajo. Una vez en terreno más plano agarro las asas de mi mochila mientras sacudo un poco la cabeza, procurando apartarme el pelo mojado de la cara. Entrecierro los ojos intentando ver más allá de nuestras propias narices pero entre la espesa niebla, que evidentemente no es natural, y las cortinas de agua eso se vuelve una tarea imposible.

-Me temo que los Vigilantes están acelerando "la final"- comento mientras miro a Michael apenas de reojo, bastante incómoda y tensa ante esa idea porque ambos sabemos que ya quedamos muy pocos en la Arena... a pesar de que hayamos tenido poquísimos encuentros, por suerte.

Es entonces cuando un trueno resuena de manera tan estrepitosa que consigue hacerme encoger mientras contemplo con miedo evidente el árbol que termina en llamas, aunque no dura demasiado en ese estado debido al propio chaparrón que recibe de inmediato -Creo que quieren que vayamos al río- añado al ver los movimientos de los animales, tragando saliva con fuerza mientras avanzo hacia allí procurando no ser vista.

- Eso parece.- respondo escuetamente a Kelia, mientras maldigo por lo bajo el aguacero que nos está cayendo. Como si no tuviéramos suficiente. Los vigilantes harán lo que sea por acelerar el final, y todos sabemos lo que eso significa. Lo intentamos posponer al máximo, pero va a ser inevitable. Igual que los otros años. El problema es qué haremos nosotros...¿Qué haré si llega el momento fatídico en el que sólo quedemos Kelia y yo?...Prefiero no pensarlo, pero cada vez se hace más difícil.

- Pues al rio tendremos que ir. Por desgracia no creo que nos dejen ningún tipo de alternativa, así que vamos.- respondo con el mismo humor de perros. Agarro con fuerza mi hacha. Por alguna razón eso me reconforta.- Recuerda estar atenta. Es posible que nos estén llevando a todos allí para el "espectáculo final". Es muy posible que estén el resto de los tributos por allí...- añado, aunque es evidente que eso ya lo sabe ella.

Temerosos y, sobre todo, desconfiados de la causa de semejante tormenta y su consiguiente chaparrón, os acercais poco a poco al río tratando de manteneros escondidos de los animales cercanos y de posibles tributos que pudieran estar por la zona.
Ya desde cierta distancia podéis ver que el río está a punto de desbordarse, en el rato que lleva lloviendo el caudal ha crecido muchísimo y las aguas bajan muy rápidas y, seguramente, muy frías dada la temperatura ambiental del día de hoy.

Y según os acercais al mismo intentando ser sigilosos, aunque esparais que el sonido de la tormenta ayude a tal tarea, pdéis ver en la orilla contraria a algunos animales tratando de guarecerse de la lluvia, en su mayoría pequeños mamíferos inofensivos. Pero un fuerte y sonoro gruñido hace que ambos mireis en una misma dirección para encontraros con un enorme oso pardo que se ha percatado de vuestra presencia.
Notais sus ojos clavados en vosotros en el instante en que se pone en pie en la orilla del río. Os quedáis petrificados ante la visión del tamaño del animal y solo sois capaces de reaccionar después de que el oso os gruña de nuevo mostrando orgulloso su mortífera dentadura:

Muchos de los animales cercanos huyen de la zona mientras que el oso no parece dispuesto a ceder su territorio a los nuevos desconocidos.

No es ninguna sorpresa que el río esté prácticamente des bordado ya que con esta tormenta incluso un simple arroyo parecería un torrente pero la cantidad de animales que se arremolinan cerca de él y huyen despavoridos sí consiguen llamar mi atención, sólo hasta que un sonoro rugido se alza por encima del sonido de la lluvia y me giro hacia él casi petrificada y helada, más si cabe.

En cuánto veo al oso contengo la respiración un momento y retrocedo un par de pasos. Estoy a punto de girarme y echarme a correr pero probablemente eso sólo me convertiría en una presa a la que seguir así que procuro mantenerme controlada, a pesar de estar aterrorizada, y miro de reojo a Michael -Tenemos que escondernos- le musito mientras intento retroceder con precaución, aprovechando el hecho de que el animal se mantiene a la expectativa para intentar encontrar un sitio en el que pasar desapercibidos. De hecho tampoco es que pensara cruzar el río en ese estado.

Mike se queda un momento petrificado ante la presencia del oso pero enseguida reacciona y, tras escuchar las palabras de Kelia, se mueve despacio hacia algunos arbustos cercanos y consigue esconderse sin mucho problema tras ellos.
Mientras tanto el oso no os quita el ojo de encima a ninguno de vosotros, aunque de momento no da muestras de que vaya a moverse hacia la otra orilla del río en la que estais.

Parece que a Michael se le da bien moverse a pesar de la atenta mirada del imponente oso pero por desgracia para mí resulta mucho más complicado mantener la calma y aunque intento ser silenciosa según retrocedo me noto bastante torpe...

Mike logra esconderse pero Kelia no parece que vaya a tener la misma suerte. La constante mirada del oso pardo la pone tan nerviosa que los propios nervios hacen que tropiece con varias ramas caídas, llamando así por momentos más la atención del animal, que vuelve a ponerse a cuatro patas mientras el río moja su pelaje.

Parece que tras meditarlo un poco el mamífero va a intentar defender el territorio del que se provee comida como sólo él sabe, pero la fuerte corriente del río se lo impide, pues no puede nadar bien, y apenas avanza unos pocos metros en dirección a la orilla en la que estais. Así pues, por el momento os sentís un poco más a salvo, Mike escondido y Kelia con el culo lleno de barro en el suelo aún tratando de levantarse. Ambos suspiráis aliviados mientras la tormenta sigue haciendo caer rayos en lo alto de los árboles, cada vez más cerca de vuestra posición.

Al principio parece que el oso termina pasando de nosotros pero por desgracia Kelia hace gala de su "patosidad" en el peor momento...y qué momento. Lo único que nos faltaba es tener que enfrentarnos a un oso pardo por disputarle su territorio. Ni aún con las armas que tenemos tendríamos garantías de victoria.

- Kelia, maldita sea. ¡Simplemente retrocede lentamente, intentando no hacer movimientos bruscos ni parecer amenazadora!.- le digo en voz baja desde mi posición con un ligero tono de enfado en la voz producido más que nada por mi propio nerviosismo.

La situación se vuelve tan tensa en cuanto caigo de culo en el barro que no puedo hacer otra cosa que abrir los ojos de par en par y contener el aliento. Sé que hubiera sido mi fin de no ser porque el río parece frenar al animal y en cierto modo le hace desistir de seguir cruzando, o al menos eso espero. Por contra yo sólo puedo retroceder torpemente apenas un metro antes de detenerme para empezar a incorporarme al menos hasta quedarme en cuclillas.

-Lo intento...- me justifico por lo bajo ante la bronca de Michael que sólo consigue hacerme sentir mucho peor y más avergonzada. Seguidamente ahogo un sollozo y me aparto el pelo mojado de la cara mientras procuro mantenerme agazapada detrás de unos arbustos. Definitivamente soy un estorbo, no hago nada a derechas, si no fuera por él estoy segura de que ya no seguiría aquí. Pero tampoco es que nadie esté aquí por gusto, ¿verdad? Bueno, unos pocos lunáticos pero esos no cuentan.

Tras unos tensos instantes Kelia logra llegar cerca de donde se encuentra Mike sin que el oso haya seguido intentando cruzar el río con esa fuerte corriente. Puede que el animal salvaje quiera defender su territorio pero sabe que si intenta cruzar el río se lo llevará la corriente. Gruñe ferozmente antes de que Kelia desaparezca de su vista y parece alejarse hasta la orilla abandonando por el momento el río y sus peces. Vuestra presencia le ha inquietado.

Una vez os sentís bastante más a salvo el silencio se apodera de vosotros. Michael sigue nervioso por lo sucedido y Kelia también, a la par que avergonzada por su torpeza al alejarse del oso.
Un trueno restalla cercano a vosotros obligándoos a despertar del shock momentáneo y ambos os miráis esperando que alguno tenga ua buena idea sobre a dónde dirigiros a continuación.

Observo con cierta rabia los torpes intentos de Kelia por salir de la línea de visión del animal, auque finalmente lo consigue y resoplo de alivio. Es entonces cuando nos quedamos parados durante unos minutos sin saber siquiera que hacer. Un trueno nos saca de nuestros pensamientos forzosamente. Tenemos que movernos o lo que sea. Pero claro...un movimiento en falso puede ser letal, como ya ha pasado con el oso.

- Kelia, deberíamos prepararnos. Una emboscada o lo que sea.- comienzo a decir con poco convencimiento. Tengo tan pocas ganas de matar a nadie como ella. Pero es muy posible que no tengamos elección.- Si han querido atraernos hasta aqui significa que también lo harán con los demás. Deberíamos estar preparados para lo que pueda pasar. Se que es duro pero no nos queda alternativa. Aunque tal vez podríamos conseguir que fuera el oso el que atacase a los otros...- añado dándole vueltas a un posible plan de acción.

-Sí, eso suponía yo también...- reafirmo las palabras de mi compañero con un ligero asentimiento de cabeza, empezando a sentir un frío notable al habernos quedado quietos bajo la lluvia -Hacia el final es habitual que nos obliguen a reunirnos para que todo finalice de la peor manera posible- me remuevo con un escalofrío de desagrado sólo de imaginármelo, recordando algunas finales de ediciones pasadas para nada recomendables.

-Intentemos preparar algunas trampas. Aunque sólo sirvan para hacerles tropezar debería bastar...- procuro no pensar en el hecho de que si funciona después tendríamos que aparecer y "acabar el trabajo" pero sé que tarde o temprano tendré que enfrentarme a esa realidad. Aunque mejor ellos que nosotros, ¿no?

Cansados y, sobre todo, desilusionados por no tener nada claro qué hacer a continuación, decidís intentar montar algunas trampas vigilando que ningún oso o tributo se acerque a vuestra posición.

Primero es Kelia quien se afana como puede a dicha tarea, tratando de preparar una trampa sencilla con palos afilados, lo primero que se le ocurre dadas las circunstancias, pero a causa de la lluvia es practicamente imposible afilar ninguna rama, todas están empapadas, resbalan de las manos de la muchacha y hace imposible manejarlas.
Así Michael tampoco tiene mayor suerte, trata de imitar a su compañera, intentando alejar de su mente la idea de que los Vigilantes estén tratando de unir a los tributos supervivientes, pero no consigue centrarse y la lluvia hace que estornude unas cuantas veces.
Es muy probable que en unas horas ambos tengais una fuerte gripe, o un catarro al menos, a consecuencia de la lluvia fría que lleva varias horas cayendo sobre vuestras cabezas.

Os miráis durante lo que parece una eternidad, sopesando vuestros siguientes pasos, pensativos, desilusionados y cansados. No sabéis qué hacer, ni hacia dónde ir. Volver hacia el río no parece buena idea a pesar de que el oso ya se haya marchado. De pronto oléis algo raro y deducís que la lluvia ha cambiado su composición. No os atrevéis a probar el agua que ahora cae sobre vuestras cabezas pues el ambiente se llena con un fuerte olor a aceite o queroseno, aunque es Michael quien más se percata de ello, acostumbrado como está a ese tipo de olores en las minas del Distrito, donde a veces se abusaba de ese tipo de cosas para calentarse.

Deja de llover y el silencio y la calma se adueñan de vosotros y de los alrededores, solo alcanzáis a escuchar vuestras propias respiraciones agitadas. Os sacudís las gotas de lluvia o lo que fuera eso de la cabeza y la ropa como podéis, pero no os da tiempo a nada más.

De repente, con un estruendo que provoca que os tengais que tapar los oídos con fuerza, un rayo cae en un árbol casi al lado vuestro y prende instantáneamente en llamas. Las llamas parecen no querer apagarse y rápidamente devoran el árbol que parece hecho de papel. Una vez las llamas tocan el suelo el fuego se propaga por los alrededores incluso a pesar de la humedad, estáis a unos 200 metros de las cenizas del árbol y con rapidez se empiezan a prender helechos, ramas caídas, hojas secas y todo cuanto el fuego encuentra a su paso.

Mike enseguida se da cuenta de que no eran imaginaciones suyas. Los Vigilantes han dejado caer una lluvia de combustible sobre la Arena con la intención de hacer arder gran parte de la misma, acelerando así el proceso de muerte en el lugar.

No tarda en llegar hasta vosotros el abrasador calor del incendio provocado que amenaza con haceros arder vivos, pues está claro que el viento favorecerá a que se extienda en dirección a donde os encontráis.

Michael ya no tiene duda alguna de que era queroseno lo que esa extraña lluvia ha dejado caer, sin embargo Kelia, temblando de frío y asustada, aún no comprende cómo las llamas pueden acercarse tan deprisa a vosotros tras la tormenta que ha caído durante el día.

Pero no hay tiempo para pensar, en cosa de un par de minutos las llamas llegarán a vuestra posición. Las únicas opciones posibles se dividen entre correr, morir quemados o asfixiados.

Al principio no entiendo bien qué es ese olor que detecto en el "agua" que nos cae encima. Está claro que no es agua, al menos no del todo, pero ¿Qué es entonces? ¿Qué pretenden lanzándonos esa sustancia en forma de lluvia?. Demasiado cansado como para pensar con claridad la respuesta a esas preguntas no llega hasta que un rayo cae demasiado cerca de nosotros haciendo que el bosque se prenda de fuego. Pero no es normal, la velocidad a la que se propaga ese fuego no es normal, ni siquiera con fuerte viento. He ahí la respuesta.

Sin perder un segundo doy dos zancadas para llegar hasta la posición de Kelia y cojo su brazo dándole un fuerte tirón para que me siga.- ¡Corre Kelia!.- la chica parece estar en estado de shock y tarda en reaccionar, por lo que sigo tirando de ella con todas mis fuerzas. Temo hacerle daño, pero no hay alternativa, o reacciona o se quema viva.-¡Al rio!- vuelvo a gritar guiándola en esa dirección. Debajo del agua el fuego no podrá alcanzarnos. Habrá que bucear, pero tampoco tenemos muchas más alternativas.

El oso ya no me preocupa. Si ha sido inteligente al oler el extraño combustible se habrá ido de ahí, y si no es muy probable que el rayo lo haya asustado. En cualquier caso si nada de eso lo ha hecho moverse del rio el fuego que nos sigue los talones le hará cambiar de opinión seguro...o al menos eso espero...

Ante un estado de shock, Mike es el primero en reaccionar y reconocer el extraño y fuerte olor que hay sobre vuestro pelo y que ha provocado semejate incendio descontrolado.
Kelia nota cómo su compañero tira de ella con fuerza, con tanta fuerza que casi hasta le hace daño. Pero es la única manera de que no se queme viva así que, aunque le queden moratones, seguro se lo agradecerá a su protector.

No tardais en llegar al río pues no habíais llegado a alejaros demasiado y la velocidad endiablada a la que huís del fuego es de gran ayuda. En un rápido vistazo no parece haber rastro de aquel feroz oso, lo cual os alegra sobremanera, bastante tenéis con evitar la muerte por fuego o asfixia como para preocuparos también de las zarpas del animal.

Una vez en el río su agua, casi helada, os deja un instante sin aliento y os congela hasta las ideas.

Creo que ambos nos percatamos enseguida de que básicamente no es está lloviendo combustible hasta dejarnos empapados y con un fuerte olor que casi me provoca arcadas pero a diferencia de Mike yo apenas soy capaz de reaccionar al respecto y en cuanto las llamas se elevan y expanden con velocidad inusitada mi mente desconecta dejándome en blanco debido al terror.

Noto que las piernas me tiemblan, probablemente en un intento de querer salir corriendo, pero no es hasta que mi compañero tira de mi con insistencia que empiezo a correr siguiendo su recorrido hasta el río, cayendo ambos a sus gélidas aguas para "despertarme" de golpe empezando a tiritar.

-Mejor helados que calcinados- comento en un intento de consolarnos mientras los dientes empiezan a castañearme -Será mejor que sigamos el curso del río- propongo para mantenernos en movimiento y conseguir, quizá, esquivar el rumbo del incendio, andando y nadando a través del agua helada sencillamente porque no tenemos más alternativas pero dudo que aguantemos mucho con estas bajas temperaturas.