Partida Rol por web

-Eh sí... Lady Catelyn también me lo mencionó. -Contestó como si recordase algo- Ve organizando los preparativos en lo que sigo transmitiendo las palabras de mi primo a todos. -Entonces pareció recordar cómo sonreír, la perspectiva de un encuentro marcial parecía atraerle:

-Nos veremos en el patio de armas, debemos ser contundentes para estar de vuelta a tiempo.

-Mis hombres ya deben estar listos. +asintió, devolviendo la sonrisa; el también disfrutaría esto, aunque por razones mucho mas personales+ Solo falto yo. Lo esperare en el patio.

En verdad, le tocaba ir a armarse. De paso revisar que todo estuviera listo y ultimar dos cosas. Así que si no había nada más de parte de los Thalassos, se despidió con un cabeceo de estos, para salir a cumplir la cita pendiente con la Dama…

Bajo al campamento rápidamente; su armadura debía estar allí, junto al resto del equipaje pesado, que por practicidad no había hecho subir a la habitación. Sin embargo, antes de vestirse, se cercioro de que todo estuviera listo. Empezando por el detalle más modesto. Por eso en vez de ir a por Sak o Egil, fue a buscar a Sue ante todo, de forma de ir procediendo escalonadamente. Quería saber la respuesta de la muchacha a su propuesta.

-Bien...- Dijo Cleesten poniéndose en pie. -Yo me iré preparando para asistir al torneo...¿quién querría perdérselo?- Afirmó con cierta ironía. Miró entonces a Natham. -Para cualquier cosa, ya sabéis donde encontrarme.-

Miró entonces a su hija con media sonrisa en su rostro. -¿Asistirás y harás compañía a tu padre, Myria?. Puede que el torneo te resulte más entretenido que el resto de estos días- 

Los acontecimientos se estaban precipitando desde la llegada de Ser Brus Buckler, por lo pronto Nathan ya tenía tareas y se dirigió raudo a cumplirlas dejando al resto de la familia solos.

La relevancia del torneo había decaído, de un lugar en el que las familias podían exhibir su poderío a una especie de clausura de los acontecimientos para simplemente engrandecer o apagar algunos egos. Sin embargo siempre se agradecía poder ser testigos de una convocatoria de esa índole aunque fuese de pequeño calibre.

Allí estaba Sue, puta de profesión, devolviéndole la mirada con sus ojos oscuros. El tiempo para la reflexión y sopesar la oferta había expirado:

-No, lo siento pero no. Agradezco si me libras de la vieja pero no quiero ser esclava de nadie más. -Sus ojos por un momento brillaron más las lágrimas no llegaron a aparecer. -Llegué allí siendo una cría y me han encamado más veces de las que puedo recordar. Por los siete que seguro que quieres lo mismo así que lo siento, pero no. -Antes de que el castellano pudiese decir nada alzó la mano y le silenció.

-Sé que dices que no, pero en algún momento la única forma de sacar a alguien un secreto requerirá que le vacíe los huevos. Sois así así que siento si soy tan descarada... en el fondo seguro que te está poniendo cachondo-Agregó mirándole desafiante. -Como la vieja Dama acostumbra a decir, un hombre con los huevos vacíos es un hombre abierto a vaciar secretos y llenarse de ideas. Así que no.

Solo esbozo una leve sonrisa. Podía comprenderla bien; la típica desconfianza que el perro que ha sido apaleado demasiadas veces demuestra ante una caricia.

-Una forma de pensar algo triste pero practica, acorde al mundo en que vivimos. Aunque también prejuiciosa, ya que no sabes como soy realmente… Parece que me ves como un simple noble que quiere usarte; pero mi madre era del pueblo, ¿sabes? Entiendo un poco más de lo que crees tu desconfianza, aunque este errada esta vez. +replico antes de incorporarse+-Como sea, respetare tu decisión. Tendrás que quedarte un par de días más, hasta que nos marchemos, pero después serás libre de ir y hacer como te plazca… aunque no aquí. Ahora mismo voy a ir a ocuparme de la Dama y su antro. Espero que tus antiguas compañeras sean al menos tan listas como tú para apartarse del castigo. Y ojala alguna recoja la oportunidad de enmendarse. +termino, saliendo de la tienda.

Una vez afuera, primero fue con Sak y la decena escogidos para acompañarles, entre arqueros e infantería.  (4 y 6)

-Tomen sus caballos y esperen en el camino que los alcance; no quiero alarmar a las comitivas de las otras casas. Sak, el problema es con la Dama y quienes se interpongan en el camino. Si crees que alguno de los hombres que quedaron en el burdel también puede elegir apartarse, ve pensando que decirle.  Igual para las meseras y las chicas… La única que me interesa es la vieja. Pero no voy a tener contemplaciones con los que estorben a la justicia.

Con esto los despidió, para ir a hablar con Egil y Rhae en la tienda reservada a esta.

-Tal cual hablamos anoche. Se visten encapuchados, pero Egil lleva las armas y la cota debajo para cuidar de ella, y una armadura ligera para ti Rhae. Nos siguen dando un rodeo, para observar a distancia o mezclados con el gentío que puede armarse al comenzar todo. +observo a la muchacha+ Lo importante es que le des una buena mirada a ser Brus y Ser Gregor. Después se regresan a todo galope y hablaremos cuando este de vuelta.

Era cuanto tenía por acomodar. Con ayuda de Egil se coloco la armadura al completo, recogió su brioso corcel y lo monto. En verdad, así armado daba la estampa de un caballero, la misma con la que le gustaba actuar. Una estampa que ojala pudiera ratificar con el titulo.

Pensando en esto, pico espuelas levemente y regreso a la fortaleza, para aguardar en el patio a los dos “verdaderos” caballeros, pues eso era, aun con la sospecha de que uno de ellos fuera un secuestrador y un conspirador…

Me giro hacia mi padre y realizo una mueca de desagrado, no quería ver el torneo, pero lo miro a los ojos, estudiando el rostro de mi progenitor.

-Eeeeh… Bueno… creo que podría estar un ratito, pero pequeño.- Levanto la mano indicando con dos dedos algo diminuto. -Ya sabes que no me gustan mucho esas cosas en las que se están pegando todo el rato.-

De reojo miro a mi hermanito, está demasiado decidido con esa competición, pero yo no quería que le hicieran daño.

-Pero padre... -Protestó enérgicamente Samuel cortando a su hermana. -Sé que dije que quería justar... Pero, ¿nos damos por vencidos?- Preguntó, parecía que iba a arrancar en algún tipo de retahíla sin embargo sintió la mano de su hermano cerrarse apresando su brazo y calló.

-Padre, coincido en que deberíais hacer acto de presencia para representar a la casa y para guardar las apariencias. -Comenzó el primogénito. -No obstante si logramos confirmar que ha existido un complot... O dos... La recompensa sería demasiado jugosa para dejarla pasar.

-Es por ello que os pido que de manera paralela no dejemos pasar esto, es nuestra última oportunidad y como bien apuntó Ostlich, los Horpe parecen estar en el ajo... 

El caballo pifiaba y pateaba el suelo con ansia, acostumbraba a ser cabalgado más aquel día su jinete pesaba más de lo habitual, además se había cubierto de una armadura que sin ser lujosa desprendía algunos brillos según como incidiera el sol. La montura sabía que aquello era el presagio de la guerra, o al menos de una escaramuza y por ello se comportaba con cierta ansiedad. Sin embargo su jinete la sabía capaz y aguardaba con paciencia.

Las órdenes habían sido despachadas con celeridad por el castellano y fueron acatadas con la misma presteza. Aún se encontraba pensando en las palabras de Sue cuando no tardó en aparecer Ser Brus primero pertrechado tal y como le había pedido. Poco tardó en llegar Ser Greggor tal y como le había confirmado unos minutos antes Sak.

-Hummm. Es una buena mañana para cabalgar. -Valoró mientras dedicaba una mirada al exterior que se dibujaba bajo el contorno de la puerta- Así que una expedición punitiva, putas y chulos. Está complicado encontrar acción para nosotros en estos tiempos de paz.

-Eso es lo que me preocupa... Tener que cabalgar para matar a una mala puta. ¿Os pegó sarna castellano? -Preguntó.

-Nunca había visto a ese lacayo vuestro que me trajo las órdenes de los Buckler por tus palabras. -Aseveró.- Más veo que éstas eran tales. ¿De dónde lo sacasteis?, por los siete que parece hombre curtido

—Desde luego...— Asintió ante sus hijos. —Nadie ha dicho lo contrario.— Remarcó.

Miró entonces a su hijo Samuel. —Así es...lo dijiste. Y en un tono bien audible. Y por mediación de tu hermano irás.— Constató. 

—Y por eso y porque me toca representar a la casa, iré yo también— Concluyó.

La siguiente mirada la dedicó a su primogénito.

—Ya te lo dije Rickard; las decisiones de la casa ahora son cosa tuya. Tú decides lo que hacer. A fin de cuentas mi vida está irremediablemente en su ocaso y la vuestra apenas amaneciendo.  En ti queda la decisión de lo que hacer respecto a Pazo Pajar.— Explicó con total tranquilidad. —Vuestros fallos o aciertos me tocará sufrirlos o disfrutarlos durante pocos años más. A vosotros, toda una vida.— Tomó entonces del brazo a su hija dedicándola una sonrisa.

—Pensáis que ya sois lo suficientemente adultos y maduros para dirigir la casa. Bien...hacedlo. Yo, me voy a ver el torneo.—

Se dirigió ahora a su hija, retomando el asunto del torneo.

—Hjia...a ver...no es como antaño. Ahora no sólo participan caballeros y es verdad que puede parecer más una batalla que un intercambio honorable como en el pasado. Pero míralo por el lado bueno. Asiste mucha gente, el ambiente no deja de ser festivo, aunque la tragedia puede que lo enturbie un poco. Eso no quita que quizás conozcas gente interesante. Prueba...las jaquecas repentinas siempre están ahí.— Sonrió.

Alzó entonces la vista para llegar a prensenciar la llegada de Ser Brus y Ser Greggor. Miró entonces a sus hijos.

—Todo vuestro...— Sonrió. 

—¿Vamos entonces?— Preguntó a Myria.

-La guarnición de los Thalassos podrá ser modesta, pero me gusta pensar que compenso cantidad con calidad, ser Gregor… +replico sin dar mas detalles. Acomodo su caballo haciéndolo girar en el lugar, y apunto a la salida.

-Volviendo a lo que nos trae aquí esta mañana, ciertamente, no espero una gran pelea con putas y matones, pero hacer justicia es deber de los caballeros, sin importar la época. +ladeo la mirada nuevamente hacia el mercenarios+ En verdad agradezco vuestra sugerencia de visitar los locales de la zona… Sino, no habría dado con esa arpía, la que gusta despojar de su oro a los visitantes, ya sea por las buenas o por las malas… En fin, ¿vamos, caballeros?

-Sí, ya sé como son…- Hago una mueca y tras pensarlo un instante, lanzo un suspiro resignada. -Pero solo voy para acompañarte, un rato.- Puntualizo.

Después miro hacia mis hermanos, al mayor y luego al pequeño. -Id con cuidado.-

Tras eso, agarrada al brazo de mi padre, digo. -Vamos.- Y bajando un poco el tono de voz mientras nos alejamos murmuro. -Si me encuentro mal tendrás que acompañarme a pasear y creo que me tocará elegir a mí el destino.- Sonrío.- Pero intentaré aguantar un poco.-

Al oír las palabras de su padre, el más joven de los dos hermanos sintió el peso de la responsabilidad de sus propias decisiones y si no quería decepcionarle debía asumir las consecuencias de la decisión que había tomado. 

-Así lo haré. No os decepcionaré con mi actuación- Prometió - Hermano, mucha suerte- Le dijo antes de volver a dirigirse a todos los miembros de su familia -Ruego que me disculpéis, debo prepararme.

-Muchas gracias por el voto de confianza padre. No os decepcionaré. -Agradeció despidiéndose con sincero afecto. Entonces se dirigió a su hermana a la que dedico un cálido beso en la mejilla. -Iremos con cuidado- La dijo sonriendo. -Volveré antes de que te des cuenta. -Terminó de agregar mientras sujetaba la puerta dedicando una última mirada a los miembros de la familia que restaban por marcharse.

Entonces quedó solo y meditó brevemente sus siguientes pasos. Debía ponerse en marcha cuanto antes, más no podía ir sólo. Necesitaría ayuda.

Myria no había estado nunca en nada parecido a ello. Creía que iba a ver una pareja de actores interpretando algún tipo de obra teatral por la que uno acabaría besando el suelo y otro alzándose la gloria. Sin embargo no estaba viendo nada de aquello, al menos nada por el momento.

Consciente del interés que iba a generar la justa entre el pueblo llano, Lord Ralph Buckler, señor de Puertabronce, llevó el espectáculo a las afueras, más allá de donde campaban los diferentes ejércitos que habían sido allí citados.

Y allí había gentes de todo tipo de linajes: se juntaban lacayos, villanos y nobles en el mismo lugar pues no solo de justas iba la cosa: mercados con productos exóticos como frutas desconocidas cuyos vendedores declamaban haber sido importadas desde Dorne o las figuritas que perjuraban que venían desde las islas del verano más allá del Mar Angosto. También había lugar para productos más mundanos como el resultado de las últimas cosechas, armas y armaduras que un par de armeros se afanaban por vender a los que estaban a punto de participar en la justa. Más allá se oía el familiar griterío de los que habían optado por gastarse los dineros probando los efluvios de las bebidas espirituosas que habían sido fermentadas en la última estación.

Y en el centro de todo ello se estaba terminando de construir un vallado para que el populacho se asomase mientras que los invitados del Lord Buckler contarían con el privilegio de verlo desde un graderío que se encontraba ya habilitado para la ocasión.

-Pongámonos en marcha cuanto antes, con suerte volveremos a tiempo de ver terminar todo esto. -Contestó un Ser Brus totalmente motivado. -Al menos las justas serán lo más ameno que habrá sucedido en los próximos días. Que los siete se lleven las cacerías y sus malditos accidentes.