Partida Rol por web

La noche había caído en la majestuosa ciudad de Palanthas, los mercados habían cerrado y tanto los recién llegados al puerto como los lugareños, se guarecían de la oscuridad en el interior de las tabernas. Cerca del Palacio del Lord, actual centro de mando del Gran Consejero de la Fe, se encontraba la posada "La Joya de Branchala", una vieja pero inmensa taberna que concentraba la flor y nata de la ciudad en noches frías.

Aquella noche se encontraba la dulce voz de Diana Lafont haciendo las delicias de los oídos asistentes, una conocida intérprete de canciones populares la cual siempre actuaba acompañada por las cuerdas de su inseparable Tranden "El Raudo". La melodía amenizaba sin duda una noche en la cual cinco compañeros se daban cita en aquel lugar tras haber aceptado un importante encargo de los Caballeros de la Fe.

En una mesa apartada, cinco almas tomaban algo en lo que era su primera reunión como grupo. Sea como fuere, los cinco mercenarios habían sido elegidos para un importante encargo que debía dar con la captura de quién estuviere detrás de las últimas desapariciones de la ciudad así como de un sin fin de leyendas y rumores acerca de un conjurador oscuro. Ante la preocupación de los Caballeros de que estos rumores fueran en aumento, se les encomendó a cinco forasteros que hallasen el origen de estos miedos y llevasen al autor de tales actos ante la autoridad.

Sin embargo, poco era lo que sabían acerca de todo el asunto. Tan sólo habladurías y falacias alrededor de una sombra, nadie parecía saber nada con seguridad y, esa noche, debían decidir por dónde empezar.

El joven semielfo alzó la mano para llamar la atención de la camarera. Sin duda no había mejor manera de iniciar una reunión que alrededor de unas buenas jarras de cerveza.

La fama de mercenarios con un buen índice de resultado, digamos, había sin duda llegado hasta los oídos del Consejo de Caballeros en Palanthas, el cual les había encomendado encontrar a un "conjurador" que parecía saltarse las reglas acordadas e impuestas por "La Orden de la Fe".

Alrededor de la mesa, y más en concreto, a su izquierda y derecha se encontraban sentados Jerim Iceblade y Gilen, compañeros y podría decirse que amigos del joven semielfo. Ambos le habían sacado recientemente de ciertos aprietos que era mejor que quedaran en el olvido. Frente a ellos se sentaban una atractiva semielfa llamada Cat, y un mercenario de pelo castaño y ojos color miel que respondían al nombre de Duncan. A ambos Kaylan los había conocido a raíz del llamamiento realizado por el Consejo.

La camarera por fin atendió los ros del joven semielfo.

- Cinco jarras de la cerveza más fría que puedas traernos por favor - el joven esgrimió junto con su petición una de sus mejores sonrisas, la cual fue rápidamente correspondida. Inmediatamente se volvió a dirigir a sus compañeros de misión.

- Tal vez podríamos empezar por las tabernas. Son siempre lugares de intercambio de información y , quizás, si sondeamos a las personas adecuadas podríamos averiguar algo... podríamos preguntar por las personas desaparecidas o por el campesino que fue hallado muerto y luego dirigirnos hacia sus tierras. Tiene que haber algún nexo de unión en su vida en relación con la persona que le ha hecho desaparecer.

Miré a lado y lado observando a todos y cada uno de mis compañeros en esta misión, al margen de un mercenario llamado Duncan, al cual nos habían presentado cuando nos informaron de nuestra misión, los conocía a todos, por unos u otros azares de la vida y los había traído conmigo a esta misión, sabiendo que podrían realizar un buen papel.

Gilen y Kaylan ya hacía tiempo que viajaban junto a mí. Gilen se pegó a mí como una lapa durante una larga travesía entre pueblos mientras buscaba algún contrato con el que llenarme los bolsillos. A priori parecía un pobre desalmado con más ilusión que conocimiento y no parecía que pudiera ayudarme demasiado, pero su don con las personas y su capacidad de caer bien de buenas a primeras nos salvó a Kaylan y a mí de permanecer más del tiempo necesario en un calabozo de uno de los pueblos por los que pasábamos con nuestra ruta. Sin duda aquella vez demostró su buen hacer con la palabra y con la gente, convenciendo al jefe de la guardia que no nos merecíamos estar ahí dentro. Además, me ayudó bastante a negociar el precio y las condiciones en algunos contratos que tomé.

A Kaylan le conocimos en aquella población, se encontraba haciendo juegos de manos que usaba para ganarse la vida. Me vi obligado a intervenir al ver que la turba requería su cabeza a pedradas acusándole de arcanismo. La pelea no duró demasiado, el retén de la guardia del pueblo llegó al poco de comenzar a repartir leches y Kaylan y yo acabamos con nuestros huesos en el calabozo. Durante la corta estancia, gracias al bueno de Gilen, en el calabozo, Kaylan y yo hicimos buenas migas, el me contó porque se dedicaba a hacer aquellos trucos de magia y las razones que le habían llevado a hacer aquello. Sin duda era un buen aliado en casi cualquier tema, y era el más indicado para la misión para la que nos habían contratado, a parte de por su destreza con los dedos y su buena vista para los detalles.

No solía trabajar con gente como Cat, generalmente acababa en batidas masivas de mercenarios que arrasaban todo a su paso o el punto al que me dirigían estaba vacío y se conocía de sobras, pero podría jurar, sin equivocarme a penas, que Cat tenía el don de dirigir siempre por el buen camino a la gente. Todavía recuerdo aquella misión en que la conocí, escoltando a aquel mercader, sus habilidades al guiarnos por un camino seguro ya me sorprendieron gratamente. Pero hicimos buenas migas al acabar, cuando alguno de los guardias personales de quien nos contrató intentó celebrarlo con ella, durante el descanso final en la taberna. Me dirigí hacia el guardia cuando me di cuenta que ella ya estaba dándole lo que se merecía, cuando el resto de guardias del mercader reaccionaron y se lanzaron sobre ella, no estaba demasiado lejos para actuar y ayudarla con el resto, de los que dimos ambos buena cuenta. Desde aquella pelea, Cat siempre ha estado en mis recuerdos. Sin duda, cuando me hablaron de aquel contrato supe que Cat debía estar con nosotros.

Sobre Duncan no conocía demasiado, si alguien lo había contratado tendría unas buenas razones, parece que sería mi aliado principal en la batalla, así que tendría que comenzar a llevarme a buenas con el, mientras nos protegiéramos las espaldas mutuamente sería difícil que pudieran alcanzarnos.

Cuando nos trajeron las cinco jarras, alcé la mía y la llevé a mi boca para saciar la sed, que ya iba desapareciendo, y para aclarar mi garganta antes de hablar

- Buena idea - dije dejando la jarra sobre la mesa -. Aunque la gente parece no soltar prenda sobre el asunto, pero por lo menos deberíamos conocer la identidad de los desparecidos y del fallecido - concluí.

No podía añadir mucho más a lo que Kaylan ya había dicho. Por la naturaleza de nuestro objetivo, Kaylan era el más indicado para dirigir la búsqueda, solo nos faltaba quedar a su disposición para seguir los pasos que el quisiera

Desde que se encontraron no había dicho nada en absoluto.

Cat no se quitó la capucha hasta que no estuvo sentada frente a los hombres con los que iba a compartir misión. Sus cabellos quedaron al descubierto solo hasta la nuca, pues los extremos quedaban aprisionados y bien resguardados por los pliegues del cubretodo. Estaba seria, aunque no parecía enfada.

No era ninguna novedad para ella tener que relacionarse únicamente con el género masculino en sus viajes, por lo cual sabía que tenía que ser prudente y mantenerse alerta. Que no se repita lo de aquella vez. Indudablemente le tranquilizaba la presencia de Jerim, pero era pronto para que los demás -muy pronto, en realidad- le causaran la misma impresión. O incluso parecida.

Escuchó sin inmutarse al semielfo, mientras cogía su cerveza y daba un largo sorbo. Sus ojos azules encontraron los de Jerim y se limitó a asentir lentamente -Eso es lo primero – Había algo que la molestaba en aquel asunto, no solo que de primeras no se sentía especialmente útil, lo suyo era dormir a la interperie, interpretar las señales de los caminos, cosas así, para nada sonsacar información a gente, tratar con pixtas inconexas, casi inexistentes.... no, había algo más. Casi parecía que el bueno de Sir William Steelglove hubiese perdido la cabeza, y que los fuese a arrastrar a todos en su locura. No era una sensación especialmente agradable.

Miró a los lados, comprobando que nadie estuviese pendiente de aquel grupo de cinco personas tan extraño y peculiar.

Finalmente se quedó observando al hombre que tenía a su izquierda, mirándolo mostrando cierta curiosidad, profesional, Duncan creía recordar que se llamaba – ¿Tú tienes más información que pueda ser de ayuda? 

La jarra regresó a sus labios, bebiendo mientras miraba al interpelado.

El semielfo miró a su congénere, por la forma de mirar a Jerim algo le decía que uno y otro no eran desconocidos. Bebió un largo trago de su cerveza. Aquella mujer parecía esconder un complicado pasado. Apuntó mentalmente preguntarle a Jerim cuando se presentara la oportunidad.

Esperó conocer la opinión del resto de sus compañeros antes de adoptar cualquier tipo de iniciativa.

Duncan respiró hondo y contempló el grupo. Hacía tiempo que no aceptaba un encargo en compañía y ahora formaba parte de un equipo de cinco nada menos. No sabía que esperar de cada uno de ellos.

Frente a él, al  otro lado de la mesa, Jerim. Un luchador corpulento al que se veía curtido en peleas. Probablemente, careciera la mas mínima sutileza a la hora del combatir, pero ya se ocuparía él mismo de aportar el estilo.

Sobre Gilen, que parecía aún más pequeño con el bárbaro sentado a su lado, no había mucho que contar. Sin duda era el más joven, no parecía tener cierta utilidad, pero estaba allí con ellos y el tiempo pone a la gente en su sitio. Podría acabar siendo el rey de medio mundo o morir esa misma noche tras un traspié frente a la escalera.

Más resuelto parecía el semielfo, Kaylan. Había hablado dos veces y había acertado ambas. Una bebida para aliviar el espíritu y una propuesta.

Finalmente la única mujer que los acompañaría. Pelirroja y con unos grandes ojos azules que le observaban con cierta curiosidad.

-Pues no más que vosotros – Dijo, mientras observaba el fondo de tu jarra -. Pero lo que dice el muchacho es sensato. Podríamos separarnos y abarcar más terreno. Tabernas, burdeles y mercados son buenas opciones.

No podía olvidar que desconocía el pasado de aquellas personas. Hombres mejores que ellos estuvieron a su lado y se habían desvanecido en el recuerdo, algunas veces por suerte y otras por desgracia. Quizás pudiera ir conociéndolos por separado, sin el aura de fraternidad que emanaban por sus historias pasadas.

Gilen se quedó como espaciado, con la jarra aún en la mano y fijando la mirada a un punto en la pared con una débil sonrisa mientras los escuchaba... ¿realmente estaba prestando atención? Luego, pareció darse cuenta de su entorno y bebió un sorbo de cerveza para aclarar la garganta antes de responder Bueno... si. Por algo se empieza, pero tengamos cuidado. El consejo pidió discreción en esto. Mejor escuchar que hablar, decía mi padre ¿Si me entienden? dejó la vista vagar por la sala, como quien no busca nada en particular, pero observando de pasada a cada comensal Tal vez podemos empezar por acá mismo, ver que rumores recorren la sala: alguien debe saber algo. remata antes de hundir la cara tras la jarra nuevamente.

Todos habíamos hablado y todos parecíamos estar de acuerdo, pero alguien dijo algo bastante más interesante que el resto, por eso le había hecho venir

- ¿Crees que podrías, amigo Gilen, moverte por la taberna y preguntar sin levantar sospechas, o sin molestar a la gente? - pregunté casi de forma retórica, sabía bien que Gilen era capaz de hablar de lo más desanimoso con alguien y que pareciera una conversación jovial sobre cualquier otra cosa - Yo me sentaré en la barra a ver si capto alguna conversación con el tabernero o puedo hacer que suelte la lengua, les gusta hablar.

Parecía que su propuesta había encontrado eco entre sus compañeros y que todos estaban de acuerdo. Mientras Jerim sugería a Gilen que deambulara por la taberna en busca de historias, el bárbaro se levantó y se dirigió hacia la barra a cumplir con el cometido que había nunciado.

La taberna era sin duda una mezcla de olores. Desde el alcohol que flotaba en el aire, hasta el penetrante olor a sudor que se concentraba más en unos puntos que en otros. En cualquier caso era una ir y venir de gentes de distintas razas.

- La idea de Duncan no es mala. Quizás separarnos en dos grupos podría permitirnos avanzar más rápidamente. En cualquier caso - el semielfo dio un nuevo trago a su jarra de cerveza y no paró hasta ver al fondo - sé por dónde voy a empezar....

Ante la mirada de sus compañeros se acercó ágilmente a la camarera, tomó una botella de vino blanco que portaba en su bandeja dejando una moneda en cambio. Sin parar de caminar se hizo con dos copas de la barra, las llenó y abandonó la botella, ya casi terminada, para acercarse sutilmente a la bardo que amenizaba con una increíble voz la velada. Aprovechando un receso que ésta hacía, sin duda para no forzar la voz en demasía, y mientras sus compañeros de mesa, ya algo alejados, tan sólo acertaban a ver al semielfo sonriendo y gritando, el joven se acercó a la bardo gritando  Bravo! Bravo!....

El resto de sus palabras se perdieron entre el murmullo ensordecedor del resto de habitantes en la posada, y del grupo que sustituía a la dulce Diana Lafont; un alegre grupo de enanos empeñados en alegrar la noche en la taberna.

El joven semielfo avivó sus ojos rasgados y lució la mejor de sus sonrisas mientras estiraba ligeramente su brazo en un gesto de ofrecer la copa a la joven Srta. Lafont.

- Nunca oí una voz capaz de desnudar las almas como vos lo estáis haciendo. Permitidme brindar a vuestra salud con el sólo objeto de reconocer vuestros méritos y alegrar mi triste espíritu cargado últimamente de desdichas y pesares. Vuestra voz ha sido un bálsamo que, por un instante, me ha permitido viajar de los fríos yermos en que habita mi alma desde hace unas lunas, hasta un paraje donde el sol brilla alegre y con intensidad.

Kaylan esperó atento y con gesto sencillo que la bardo tomara su copa y brindara con él.

Escuchó a Duncan con atención, había supuesto que al venir contratado por otros lares había alguna pequeña opción de que tuviese más información, pero se había equivocado, así que se encogió de hombros y contestó a su idea con voz tranquila -Me parece bien. - Parecía que por lo menos de primeras había cierta sintonía en el grupo, lo cual era de agradecer, ya tendrían tiempo de odiarse o directamente de luchar. No había ninguna prisa.

Contad conmigo para mercados y tabernas. -Sonrió levemente mirando al hombre y después a Jerim con complicidad, bebiendo después de la cerveza, sí que la había conseguido fría el tal Kaylan.

No iba a pisar un burdel. Lo tenía clarísimo: Ya eran bastante los tíos, de la mayoría de las razas, pesados en ambientes mucho menos propensos, como para meterse en el mismísimo ojo del huracán. Además, seguro que los otros estarían contentos de ir a esos espacios y que no la echarían de menos, ni remotamente.

Levantó la vista cuando se marchó el semielfo y comenzó a hacer su propio barrido de las personas que estaban en la posada a aquellas horas tras la propuesta del muchacho, buscaba principalmente a amigos de su padre, personas a la que hubiese acompañado en algún trayecto, cualquiera de la que guardase un recuerdo medianamente aceptable para empezar a tantear -A ver a quién encuentro....

Ponerse a hablarle a un completo desconocido tampoco era una opción para ella.

La noche avanzaba y los cinco improvisados compañeros comenzaban a urdir un plan de acción. Sin mucho por donde empezar, fue el semielfo el primero en tomar la iniciativa y se levantó de la mesa como una exhalación en dirección al escenario para, lo que parecía ser, dirigirse a la intérprete que amenizaba los oídos de los presentes. La cantante podría ser un objetivo interesante siempre que pudiera sacarle algo de información pero más aún si es que realmente sabía algo.

Mientras tanto, el gigantón del grupo, decidió acercarse a la barra por si podía captar algo de los parroquianos, alguna conversación o algo interesante que llegase a sus oídos. Igualmente el tabernero podría ser una buena opción si es que podía hacerle hablar.

El resto del grupo, se quedó en la mesa ojo avizor por si vislumbraban algo llamativo desde su posición.

Kaylan llegó hasta donde se hallaba la hermosa Diana Lafont, su efusivo halago hizo que ella se girase hacia él contemplando como le aproximaba una bebida. La intérprete parpadeó algo confusa y le sonrió de forma cortés y algo condescendiente. Ante las palabras del joven, la mujer alzó la mano en señal de rehusar su ofrecimiento y comenzó a conversar con él.

-Sois muy amable mi señor.- ,exclamó con voz dulce y amable, -Mas debo rehusar su invitación, nunca bebo durante una noche de actuación. Le agradezco sus palabras, no suelo encontrar en estos lares lenguas capaces de ensalzar de forma tan hermosa mi talento.-

Diana le sonrió de forma visible, realmente parecían agradarle sus palabras:

-Es para mí un honor haberos reconfortado tan sólo con mi arte, mi señor, es por ello que amo la música, lo que es capaz de hacernos sentir...-

En ese momento la cantante pareció ensimismarse unos segundos mostrando la pasión que le producía cantar. Al volver de las nubes, miró a Kaylan y concluyó:

-Disculpadme, sois muy amable....- ,hizo una pausa y frunció levemente el ceño, -¿quién sois mi señor?-

Gilen bebe su cerveza, saboreándola mientras observa a los parroquianos. ¿Puede considerarse sospechoso acerarse a a lguien en un bar sin estar al menos un poco borracho? se pregunta para sus adentros. Sonrie ampliamente, nunca había estado en un edificio tan grande, ni con tanta gente de orígenes y ocupaciones tan diversas. Luego de terminar  medio jarro, vé a Jerim acercarse a la barra y a Kaylan ir directo a hacer bulla ante la bardo.

Se levanta de la mesa viendo hacia los lados, estira un poco las piernas y comienza a recorrer la habitación mientres bebe lo que queda del licor a sorbos, buscando entre la multitud alguien agradable con quién conversar superficialmente sobre las desapariciones. Con permiso, ya vuelvo le dice a Duncan y Cat un ojo en nuestro amigo: tiende a meterse en problemas dice bajando la voz, señalando por un segundo al semielfo con la cabeza. Luego pone su más sincera sonrisa de rostro entero y con ojos achispados recorre casualmente la taverna, atento a todo uns egundo a la vez.

La jugada no dejaba de ser complicada. Sin duda, la bardo, por su posición y su profesión constituía una buena posibilidad de información.  El joven semielfo  elaboró una complicada historia para intentar agarrar todas las posibilidades que pudieran conducirle a obtener algo de información.  

-  Mi señora, mi nombre es Kiynyard. En  las mejores ocasiones, alegre trovador; en las peores, un mero recadero. Cuando la fortuna me sonríe, puedo ganarme la vida con unos acordes  de mi música -el elfo saca de entre sus ropas y enseña a la bardo su flauta de pan - , en las peores intento  sobrevivir  haciendo  meros encargos. De vez en cuando, si las circunstancias lo permiten,  procuro también realizar algunos trucos de ilusionismo. 

Desgraciadamente, éste es uno de esos momentos en el que la vida no me sonríe precisamente, y me encuentro cumpliendo un encargo que no quisiera tener que hacer. Busco a la familia de un pobre campesino que me dicen ha muerto en circunstancias extrañas para entregarle una bolsa de dinero de unos parientes lejanos. Me cuentan que del hombre depende una familia, y habiendo tenido sus parientes conocimiento de las trágicas circunstancias de su muerte,  le envian un pequeño peculio con el que poder afrontar el futuro. Más el problema en que me hallo es que no soy capaz de encontrar a dicha familia,  ni al desgraciado cadáver que falleció, ni siquiera  el lugar en que vivía, razón por la cual me encuentro incapaz de cumplir mi cometido; y siento que esa familia verá frustradas sus esperanzas y sus buenos deseos. Más ya no  sé a quién acudir que me pueda dar la información necesaria para cumplir mi encargo,  así que temo que deberé volver sobre mis propios pasos y devolver el dinero a esos parientes.

 La explicación del elfo termina con un profundo suspiro de pena intentando contagiar la misma a su interlocutora.

-  Pero que nadie se atreva a decir que no sea porque no lo he intentado...