Partida Rol por web

Rebás se quedó mirando un momento a Blarc.

-¿Qué estás haciendo? ¿Acaso es nuestra... prioridad?- preguntó el joven, para luego mirar a Wymar -No olvidemos que no estamos tras esclavistas, si no algo mucho peor...-

Pero no continuó para no dar demasiada información. Yves podía ser un buen contacto, pero no los ayudaría en lo que necesitaban. ¿O sí?

-Si te ayudamos, no sólo tendrías que pasar la noche... también tendrías que ayudarnos cuando lo necesitemos- dijo el joven.

- Pero es nuestra única pista ¿O acaso han logrado averiguar de otra posible vía? - Le preguntó por lo bajo al sacerdote, quizás habían obtenido algo con el detective en su entretiempo. De tener una vía de investigación alternativa, entonces reconsideraría su interesada generosidad.

Se acercó a Blarc, y le dijo en voz baja.

-Justo cuando estábamos por sacar más información sobre Yrac, te encontramos y fuimos hacia la taberna- dijo Rebás -Aún queda por investigar por esa vía-

Y luego se encaró de nuevo hacia Yves.

-¿Conoces a Yrac? Debes haber trabajado con él alguna vez- le preguntó, y sin esperar a la respuesta, agregó -¿Sabes dónde vive?-

- ¿Yrac el cargador? Sí, claro, vive a tres calles de aquí. Si queréis os llevo. ¿Pasa algo con él?

- Andando. - Asintió y sin decir más, dejándole la parla al sacerdote quién debía estar mejor informado al respecto.

Hizo un gesto de asentimiento, y cuando Yves avanzó, le guiñó un ojo a Blarc.

-Vamos entonces...-

Vais a casa del tal Yrac, en una calle de modestas viviendas pintadas de blanco. Delante de los portales hay mujeres reparando redes de pesca. Yves os lleva delante de una de ellas. 

- Este es el lugar.

Allí estaban. Y por mucho que quisiese continuar tomando la delantera en este asunto, el único que poseía la información al respecto era Rebas. Tendría que cederle la posta en esta escena.

- Muy bien, andando, Turth. Yo te cubro. - Le indicó a su compañero, cediéndole la iniciativa de ahora en más. Y dándole la seguridad de que podría hacerlo sin ningún temor a represalias, mientras la autoridad de Helm lo acompañaba. Si terminaban frente a los colmillos de otro Licántropo, nadie sería presa fácil.

Rebás no estaba acostumbrado a llevar la delantera. Generalmente era Wymar si estaba con él, pero aún estaba bastante ausente el detective. Por eso, no se privó de sus métodos.

-Blarc, revisa que no haya algún pasaje o puerta por otra vía, nosotros nos quedamos por aquí hasta que pasen unas... ¿50 respiraciones?- dijo el joven, haciéndole un gesto con la cabeza a Yves para que lo acompañara alejándose un poco de la casa para no llamar tanto la atención.

Observaría el movimiento, y esperaría ese tiempo, desde el cual comenzó a contar sus respiraciones. Era un método que había aprendido en la calle, aunque no siempre tenía buenos resultados. Dependía mucho de la disciplina y consciencia corporal de cada quien, así que confiaba en Blarc para esto.

Luego, avanzaría hacia las mujeres que estuviesen más cerca de la casa de Yrac.

-Buenos días, estoy buscando a la mujer de Yrac, ¿es alguna de ustedes?- preguntó el joven, observando atentamente las reacciones de todas.

Rebás se mostró amable, hasta con una leve sonrisa en el rostro.

- Soy yo. En qué puedo ayudarle?- responde una chica joven que carga un cesto de la compra.

-Oh, mucho gusto, al fin la conozco personalmente- dijo el joven esbozando una sonrisa aún más amplia, dado que sinceramente estaba alegrado de encontrar a la esposa de Yrac -Dime, ¿está él en casa? Me dijeron en su trabajo que había sufrido un accidente, y apenas me enteré que vivía aquí, vine. ¿Está bien él? ¿Usted? ¿Necesita algo?-

Algo que había ido aprendiendo era que siempre era mejor no mentir. Se llegaba a mejores cuestiones si uno no lo hacía, ya que el mismo saber, si es mentido, termina infectando todo lo que viene después. Por lo que había ido desarrollando una buena habilidad para decir lo justo y necesario, como para que suene verídico, sin faltar a la verdad.

El caballero asintió y sin perder más tiempo, le dio una vuelta al lugar para inspeccionarlo con cuidado. En busca de rutas de escape, vías ocultas o cualquier signo sospechoso.

La mujer dice que su marido no se encuentra bien y se ha quedado hoy en casa. Parece algo alterada. Le preguntáis si tiene problema con que habléis con él y dice que no. Accede a abriros la puerta llamando a su marido, pero no le responde. Al abrir la puerta suelta un grito de horror. Su marido está ahorcado en la única habitación de la modesta vivienda.

- ¿Pero qué...? - Reacciona sorprendido, aunque el evento parecía reciente. No lo suficiente como para devolver a la vida a este hombre, pero sí para rastrear cualquier retazo de influencia sobrenatural profana. - A un lado. - Ordenó rápidamente mientras se colocaba en el centro, alzando su puño con el ojo de Helm tallado, para ver a través de él cualquier resto de aura impura si la hubiese en la cercanía.

Rebás no dejó de sorprenderse ante la posibilidad de encontrar a Yrac, pero no esperaba el encuentro con el cadáver justo en ese momento.

Blarc apareció oportunamente, y él corrió hasta el marido de la mujer para intentar sostenerlo. No parecía estar con vida, pero nada perdía con hacerlo.

-¿¡Hace cuánto lo dejó?!- preguntó exaltado por la adrenalina y para que la mujer reaccionara rápido.

-Corta la soga- le dijo a un Wymar ausente, para luego poder inspeccionar el cuerpo. Tal vez había alguna seña que le indicara si había sido realmente suicidio... o no.

Según su esposa, llegó ayer muy alterado y extraño. Había sufrido una herida (ella cree que en el trabajo). Estaba violento e irascible, dando golpes a los muebles y gritándola a ella por cualquier tontería. Cuando ella le pidió que no gritara por los vecinos, él se quedó mirándola de forma muy extraña, con los ojos inyectados en sangre. Luego le ordenó que se fuera a dormir a casa de su hermana, que necesitaba estar solo.

- Imagino crees lo mismo que yo. - Mirando por un momento a Rebas, antes de devolver su fría atención a la dama.

- Necesitamos que nos indique dónde y con quién trabajaba su marido. - Le interrogó de inmediato a su esposa. Su marido estaba muerto, y no había nada que hacer. Al menos éste pareció tener el coraje y honra suficiente como para aceptar su enfermedad y arrebatarse la vida antes que arrebatar la de otros. Una acción respetable.

Rebás asintió gravemente, mientras escuchaba a la mujer hablar, y revisaba el cuerpo buscando la herida. Tal vez les daría alguna idea o encontraban algo útil...

-¿Estaba mojado cuando volvió?- preguntó sin levantar la mirada, pero viendo en la zona marcas de humedad o algo que les diera el indicio de que había sido el mismo que se les había escapado.

La mujer no recuerda ese detalle de i estba mojado, dejó su capa en el armario en la entrada.

El ahorcamiento no ha tenido nada extraño que podáis detectar a primera vista.

Os dice que trabajaba en un almacén del puerto descargando barcos. <Os d la dirección.

- Bien. Andando. No hay mucho que hacer por este hombre... Pero vengaremos su muerte. - Afirma el Paladín con firmeza y cierta sombra.

Dando media vuelta y antes de retirarse, se detiene para darle una última instrucción a la señora.

- Le sugiero que pase por el Hogar de los Firmes apenas pueda. Por su seguridad. Diga que va a ser purificada, Blarc lo envía. - Le 'sugirió', con un tono que le daba más bien un motivo de orden y autoridad. El que haya contraído también la maldición era improbable mas no motivo para arriesgarse a dejar más cabos sueltos.