Partida Rol por web

La Dragón asintió inclinándose, y sostuvo la mirada de Togashi Yokuni un fugaz segundo. Lamentaba que la situación tuviera que resolverse con un enfrentamiento directo, pero parecía que no había otra opción. Observó a sus compañeros. Eran poderosos representantes de sus Clanes, incluso los ronin, y aun cuando ninguno era perfecto -ella misma tampoco- hacían gala de las virtudes de sus familias. Honrarían el nombre de Rokugán y de los dioses del Cielo Celestial. No fallarían

Apretó el puño. Su determinación era absoluta. Quizás era por la presencia de su señor, pero sentía que estaban preparados para enfrentarse al Caído y derrotarlo. ¡Por fin librarían al Imperio de esa abominación ancestral! Una sonrisa cruzó sus labios. Radiante, como si atisbara ya la victoria...

Oni Negro miró a Kaori ofreciéndole su robusta mano con la palma hacia arriba para que depositara los pergaminos nombrados en ella. Tras recibirlos su mirada se posó sobre Tameiki. 

-“Tameiki-san. Leeré los pergaminos que Kaori-san me ha confiado en busca de aquellos que nos permitan derrotar a nuestro enemigo. Creo poder soportar su maldad, pero si algo saliera mal, confío en tu destreza para evitar males mayores”.

El Cangrejo se arrodilló y se preparó para leer uno a uno bajo la atenta mirada de la muchacha de cabello enrojecido. –“Si alguien más desea compartir la carga, ahora es el momento. Pero estoy preparado para afrontar mi deber, en solitario si fuera preciso”.

Dicho esto y esperando la reacción de los presente abrió el pergamino de la Montaña de hierro y leyó su contenido.

Oni Negro abre uno de los pergaminos que le tiende Kaori y unas letras negras se iluminan sobre el fondo negro del papel que no se ve afectado por la lluvia que os rodea.

Es verdad que los muertos tampoco duran

Ni siquiera la muerte permanece

Todo vuelve a ser polvo

Pero la cueva preservó su entierro

Aquí están alineados

cada uno con su ofrenda

los huesos dueños de una historia secreta

Aquí sabemos a qué sabe la muerte

Aquí sabemos lo que sabe la muerte

La piedra le dio vida a esta muerte

La piedra se hizo lava de muerte

Todo está muerto

En esta cueva ni siquiera vive la muerte.

El antiguo León sopesó largamente las palabras del daimyo Dragón, a la vez que una sombra de preocupación oscurecía su rostro. La sabiduría del señor de los Togashi era legendaria. Pero tal parecía que no podrían aprovecharse de ella para cumplir su misión. Al menos, no en la forma sencilla y directa que HIDENAGA había esperado.

Lo cual tampoco era demasiado extraño, viniendo de un Dragón...

De todos modos, las palabras del misterioso personaje no habían resultado por completo vanas y carentes de sentido. Pues, si se prestaba atención a ellas, incluso había brindado algunas de las respuestas que el samurai estaba buscando.

Ahora tenían una leve idea de cómo podía llegar a desarrollarse la batalla final con el Enemigo. Y también algún rudimento de estrategia sobre como lanzarse a ella. Para un Akodo, aquella era un ventaja para nada despreciable...

Luego de que ONI NEGRO abriera el primer pergamino, el antiguo León dio un paso al frente, extendiendo su mano derecha hacia KAORI.

- Yo me ocuparé leer otros dos. Aunque no tengo preferencias. Puede ser cualquiera. Después de todo, ya hace tiempo que estamos en manos de los Kami...

Oni Negro cerró el pergamino y respiró profundamente antes alzar su rostro tras la máscara. -"De momento solamente el pergamino que Iwasa Tomo-sama os entregó indica cómo debilitar a nuestro enemigo. Éste pergamino sólo contiene un salmo a la tierra y a la evidencia de que nada muere eternamente".

El Cangrejo se colocó en posición Loto antes de continuar. -"Leeré otro de los dos que me quedan, con la esperanza de que estos sean los que nos permitan triunfar en nuestra misión. Por el momento me encuentro bien. Noto el peso del mal de los pergaminos, pero como dije anteriormente Hiroaki-sama me enseñó bien".

Dicho esto abrió uno de los pergaminos de la tumba de Iuchiban para leer su contenido.

Tanto Oni Negro como Hidenaga abren pergaminos negros que faltan por leer.

Hidenaga lee el que os dieron Isawa Uona (maestra elemental del aire) e Isawa Tomo (maestro elemental del agua).

Oni Negro lee uno de los pergaminos negros conseguidos en la tumba de Iuchiban (le faltaría uno por leer).

Los tres pergaminos abiertos no son afectados por el agua de la tormenta que os rodea y sus letras refulgen con un color amarillo verdoso.

Sube por su cuerpo de bestia divina
fuerte olor a tierra. Su respiración
viene como un viento del ciclón

Puente de mi soledad:
por los ojos de mi muerte
tus aguas van hacia el mar,
al mar del que no se vuelve.

«No fui nada, y ahora nada soy.

Pero tú, que aún existes, bebe, goza

de la vida…, y luego ven.

La corrupción de las palabras malditas recorriço con más intensidad el cuerpo y el alma del Cangrejo que apretó los dientes  duramente mientras cerraba el pergamino. Unos segundos largos pasaron hasta que alzó su rostro y su mirada. -"Éste sí..." Comentó mostrando en su voz un pequeño deje de alegría contenida. -"Este pergamino permite limitar la conexión espiritual de nuestro enemigo, mientras todos los demás pergaminos se encuentren en uso a la vez y mediante la utilización de activa de la conexión con el vacío del portador de los pergaminos". (1)

Oni Negro se coloco de nuevo en posición loto antes de abrir el otro pergamino obtenido en la Tumba.

Asintió satisfecha. Al parecer tenían una oportunidad, podían reducir a Fu-Leng a su mínima expresión y con el poder combinado de los Truenos y el uso de los Pergaminos Negros terminar por fin con esa amenaza para Rokugán, de una vez y para siempre. No era especialmente diestra en el arte de la paciencia, pero se conminó a contenerse. Si por ella misma fuera, saldría sin dilación alguna galopando hacia el maldito Kami Oscuro...

Pero aún debían ser prudentes. La sombra de la Mancha había tocado a muchos de sus compañeros. Sólo esperaba que el honor que alentaban en su espíritu no hubiera desaparecido con la siniestra grafía de aquellos conjuros. No deseaba causarle mal a ninguno, pero destruiría a quien osara aliarse con el enemigo

Tameiki observaba a sus compañeros francamente emocionada. Una sincera sonrisa apareció en su rostro conforme su mirada pasaba por todos, desde Oni hasta Shiroi. Estos eran los truenos, y estaban haciendo todo lo posible por derrotar al gran enemigo. Juntos lo conseguirían.

Lo único que lamentaba en aquel momento era no participar con ellos del reparto de los pergaminos.

Oni Negro lee el tercer pergamino negro que se había comprometido a leer hace unos momentos repitiéndose la escena de que no se estropea con el agua de la tormenta y las letras brillan de un color amarillo verdoso.

Levanta tu edificio. Planta un árbol.

Combate si eres joven. Y haz el amor, ¡ah, siempre!

Mas no olvides al fin construir con tus triunfos

lo que más necesitas: Una tumba, un refugio.

El Cangrejo cerró el pergamino y se lo extendió de nuevo a Kaori. En su mirada se veía reflejado el esfuerzo realizado para mantener al enemigo interior lejos de la superficie. –“Este también es uno de los que buscamos. Permite limitar la agilidad de cuerpo y mente de nuestro enemigo, siempre que; de nuevo todos los otros pergaminos estén en uso a la vez y se utilice de forma activa la conexión con el vacío por parte del portador de los pergaminos”.

Oni Negro recuperó la compostura después de unos instantes de respirar profundamente, tratando de encontrar el equilibrio entre su endurecido cuerpo y su dolorida alma. Su mirada se posó sobre la figura de Hidenaga en busca de las respuestas que les faltaban por obtener.

Kyoshiro dio un paso hacia Kaori yo leeré uno Kaori le tendió el pergamino de Isawa Tadaka y el Shiba lo abrió y lo leyó. Una vez más las letras amarillo-verdosas refulgían y el papel de este no se veía afectado por el agua de la lluvia. Tras ello informó a los demás aparte de dar una resistencia natural al daño, también sirve para hacer más vulnerable físicamente a Fu-Leng, al igual que dice Oni Negro debemos de usar los demás y conectar con el todo y la nada para que surta efecto.

Al llegar la medianoche
y romper en llanto el Niño,
las cien bestias despertaron
y el establo se hizo vivo…

El antiguo León, tras leer los pergaminos y pronunciarse el resto pues ya tenemos todos los que nos hacían falta entonces para poder luchar con el innombrable, los que yo he abierto limitan los reflejos y la fuerza de nuestro enemigo de la misma forma que ha explicado Oni Negro.

Una voz proveniente de todos lados a la vez sólo si yo caigo tendréis el doceavo pergamino y hasta que no tengáis este último no debéis usar el resto o no servirá de nada. Ha llegado la hora, montaros sobre mi lomo vamos a por él, dejármelo a mí solo, es algo personal.

Tras estas últimas palabras el que era el daimyo del Clan Dragón se transforma en un dragón 

Baja al suelo hasta que os montáis sobre él y, con la velocidad de un rayo, viajáis hasta las afueras de Otosan Uchi. Durante el corto camino y ahora allí os acompaña la tormenta.

Veis que Otosan Uchi está siendo asediada por el Clan del Cangrejo y los Trasgos y Onis que les acompañan.

Togashi os baja en lo alto de una colina y asciende de nuevo solo. De Otosan Uchi sale otro Dragón pero este no es verde y de ojos amarillos, si no negro de ojos rojos, y parece enfermo trozos de carne se le caen del cuerpo y supuran un líquido amarillento. Hay gusanos enormes sobre su piel herida y huele a podrido. Es más pequeño, más débil y menos ágil que Togashi; sin embargo, le hace frente.

Togashi toma la iniciativa, más rápido que el que deducís es Fu-Leng, le da una dentellada en el cuello arrancándole parte de la carne de su cuerpo. Fu-Leng responde mordiéndole también aunque no le hace ni la mitad del daño que este último ha recibido. Claramente si el combate continúa así, Togashi vencerá. Dentellada tras dentellada Fu-Leng recibe mucho más daño que Togashi; sin embargo...

El daño no parece afectar a Fu-Leng, de hecho llegáis a pensar que ya está muerto y que por ello los ataques de Togashi no le afectan, por otro lado los pocos mordiscos que recibe Togashi sí le hacen daño y poco a poco el que era el daimyo del Clan Dragón va sucumbiendo a los débiles ataques de Fu-Leng hasta que este último hace caer a Togashi al suelo. En un último aliento escucháis una voz que procede de la tormenta Kaori, es el momento, ahora o nunca

Kaori va corriendo a una velocidad que casi parece sobrenatural hacia el cuerpo de Togashi que se encuentra a unos metros vuestra y con sus propias manos atraviesa la piel del dragón Togashi arrancándole su corazón que todavía estaba vivo, bañada en sangre abre el corazón de este último desgarrándolo y del interior de este sale el último pergamino que os hacía falta. Kaori se apresura a leerlo mientras, Hidenaga, Oni Negro y Shiba Kyoshiro hacen lo propio con el resto de pergaminos que limitan el poder de este.

El dragón negro baja de los cielos hacia vosotros con intención de mataros; pero, antes de que pueda hacer algo en esa forma, al leer vosotros los pergaminos que limitan su poder, se empieza a transformar entre gritos en una criatura que podéis denominar un Oni.

Unos brazos esqueléticos le crecen de las costillas aparte de los suyos que poseen unas garras ennegrecidas. Unos tentáculos con aspecto de intestinos salen de su cuerpo. De la cintura para abajo posee cuatro patas. Posee una musculatura excesiva y grotesca. Una armadura rígida y escabrosa, hecha de poder oscuro rodea todo su cuerpo.