Partida Rol por web

Phalandar toma gustoso unos tragos de aguamiel y siente cómo su efervescencia le deja un sabor amargo en la boca.
Delicioso!, levanta la jarra en alto brindando a la par que Rhegaer. Sin más, torna su cabeza hacia el tabernero, esperando que éste les ofrezca buenas noticias.

El cantinero tomó las monedas y las guardó bajo la barra, inclinándose en una reverencia todo lo que su prominente barriga le permitía.

-Es cierto que últimamente no se habla de otra cosa -concedió el tabernero mientras comenzaba a limpiar una jarra-, pero claro, su majestad ha traído paz y prosperidad al reino de Cormyr, y nadie quiere ver que nuestro amado rey muere.
-Si muere, algún sacerdote lo resucitará, ¿no? -preguntó una campesina, decidiendo que era un buen momento para irrumpir en la conversación.
-No es posible -atajó un hombre vestido con una túnica negra de aspecto anodino-. Hay una que ley impide que se resucite a nadie de sangre real.
-¿Quién hizo esa ley tan estúpida? -se horrorizó la campesina.
-Los elfos que vivieron en esta tierra antes que nosotros, buena mujer. Fue una de las condiciones que Illiphar, el Señor de los Cetros, impuso como condición al primer Obarskyr para cederle el control de sus dominios.
-Pero el Rey es el Rey. ¿No puede abolir esa ley?
-Podría -asintió el hombre de la túnica-, pero si un rey no respeta sus propias leyes ¿cómo va a exigir a sus súbditos que lo hagan? No, si algo malo le pasa a Azoun (los dioses no lo quieran), sería la princesa Tanalasta la siguiente en la línea de sucesión, y la encargada de regir Cormyr hasta que engendre a un heredero varón.

Las palabras del hombre de negro sumieron a los presentes en un silencio pensativo. Fue el propio posadero el encargado de romperlo:

-Decíais que erais aventureros, ¿no es así? El alguacil no se prodiga mucho por aquí, pero hace un par de días vinieron un par de tipos duros, aventureros como vosotros, pero con acento extranjero. Uno de ellos tenía rasgos de orco. Hablaron algo de una caravana de gemas que debería haber llegado a Arabel y que se estaba retrasando demasiado. Se quejaban de que Thearyn no les había dado el trabajo porque no tenían cédula real. Si el alguacil no les echó a patadas de la ciudad, quizá estén aún alojados en la Jarra Oxidada.
-Ah… antes no me he presentado -dijo el hombre que parecía conocer bien la ley de Cormyr extendiendo una mano-. Me llamo Tlalash, y formo parte de los Magos de Guerra acantonados en Cima Aullante. ¿Sois un grupo de aventureros… auténtico? ¿Tenéis cédula real?

Estrecho la mano del mago y bajando ya la voz a un tono mas privado le digo - mucho gusto mi nombre es Rhegaer - extiendo mi otro brazo a un lado en gesto de invitación a sentarse con nosotros – Y si tenemos cedula real mi señor, nuestra intención era presentarla antes con el alguacil y no hacer mucho alarde de ella para evitar problemas- digo esto poniendo mi mano en el bolso – pero si cree pertinente verla podría yo mostrársela-

Los Escudos de Setesper se sentaron en taburetes en la barra, junto al hombre de negro. El tabernero se retiró para darles intimidad. Aunque no se fue muy lejos, por si querían una segunda ronda de aguamiel.

-No, no será necesario que me enseñéis vuestro real permiso por ahora. No estoy de servicio -Tlalash alzó su copa de vino oscuro de Berdusk a modo de brindis y dio un sorbo para ilustrar su comentario-. Sólo quería que supierais que en Cima Aullante soy yo el encargado de agregar nuevos nombres a las cédulas de los grupos de aventureros. ¿Sabéis que podéis expandir vuestro grupo hasta las treinta personas, no? Lo decía porque si queréis refuerzos para la misión del alguacil y queréis integrar en vuestro grupo a ese par de hombres que mencionaba nuestro buen tabernero, podéis darles cobertura legal. Sólo tenéis que venir a visitarme. Vivo dos calles más abajo, una casa blanca con el tejado de pizarra. No tiene pérdida.
»Por lo demás… hacéis bien en tener cuidado con vuestra cédula. Adquieren precios desorbitados en el mercado negro de Sembia, y suele ser práctica habitual por bandidos profesionales y forajidos oportunistas asaltar a los grupos de aventureros neófitos y robarles su permiso para venderlo en la frontera. Así que tened cuidado y guardarla bien.

Gracias por el consejo y por lo que nos ha contado. Sonrio mientras alzo la jarra de aguamiel a modo de brindis en agradecimiento Si necesitamos aumentar iremos a visitarle Y dicho esto le doy un largo trago.

-Pienso que primero debemos enterarnos bien de que se trata para luego juntar mas personas... ¿tiene usted conocimiento de que trabajo es el que el alguacil esta ofreciendo?... no debe ser nada tranquilo supongo yo para como están las cosas estos días por acá.- sonrío y bebo.

quedo absorto ante la presentación de Tlalash... involucrar más gente... mhm..
al escuchar la acotación de Rhegaer, aguardo en silencio con mi jarra de aguamiel esperando las palabras del mago...

El Mago de Guerra asintió levemente a las palabras de Sharaden, y después escuchó a Rhegaer mientras agitaba su copa para disfrutar del aroma del vino.

-Lamento no poder ayudaros, pero no estoy autorizado a compartir esa información. Id a ver al alguacil y él contestará a todas vuestras preguntas.

¿Y dónde podríamos encontrarle ahora? Le pregunto agachando muy levemente la cabeza.

Una sonrisa se escurrió por el rostro del Mago de Guerra.

-¿Ahora? Lo más probable es que esté en su casa, disfrutando de su mujer y de sus dos hijos. Lo mejor es que vayáis mañana por la mañana. El alguacil es un hombre ocupado, pero estoy seguro de que encontrará un hueco en sus quehaceres para atenderos.

Respondo la sonrisa Muchas gracias por la ifnormación. Entonces me giro hacia los demás Supongo que esta noche sería mejor pasarla en la posada, ¿no os parece?.

Sonrío ante la respuesta del mago y del apuro de mi compañera de viaje. -Estoy de acuerdo contigo Sharaden, el buen caballero Jeskyl sugirió que la Jarra Oxidada tiene habitaciones sensillas para pasar la noche, creo que estaría bien dormir allá- tomo el ultimo sorbo de mi jarra y observo al mago -Mi buen señor gracias por la compañía y los consejos, me retiro a descansar que mañana será un largo día - ahora dirigiéndome a mis compañeros - os aconsejo que no bebáis mucho, y si no vienen ya saben donde me buscarme, que tengan buenas noches - hago un gesto de despedida con la cabeza, camino entre las mesas y salgo de la taberna en dirección a la posada

Deacuerdo pues, creo que después del viaje a mi también me sentará bien descansar.
Phalandar toma un último sorbo de la deforme jarra de metal y la posa sobre la mesa, mientras exhala un suspiro de ligero agotamiento.
Mañana iremos a ver al alguacil, a ver que tiene para nosotros.

Se cubre la cabeza con su túnica parda oscura y se aleja, a la par que se despide.
Buenas noches.

Las voces sabias de nuestros compañeros han hablado Sharaden, por más deliciosa que este esta bebida y nuestra garganta acarree largos días de viaje, tendríamos que conseguir una cama...

Me doy cuenta que estoy cansada y asiento con la cabeza terminándome lo poco que me quedaba ya en la jarra.
Hum...no nos hablaron también de la Posada del Elfo Durmiente?

Si.. aunque me llamó la atención la forma en la que la comparó con la Jarra oxidada... llamando a esta última de "precio razonable"... no podemos permitirnos 1po la noche, pero podríamos pasar para averiguar... si no me equivoco la del elfo está en el centro.

Como prefieras, pero si estamos muy cansados podemos ir en otro momento, es tarde y no creo que haya mucha gente por ahí Me levanto y al ponerme de pie me estiro, haciendo sonar las articulaciones y soltando un suspiro. Bajo los brazos y le miro con una sonrisa apacible ¿Entonces?

La verdad es que yo también estoy bastante cansado... vamos a la del elfo durmiente pues, parece que está mas cerca.
digo mientras me rasco la cabeza contrariado por las horas de viaje y por el aguamiel...

-mmm pues sera el elfo durmiente es mejor andar juntos...-

Vamos pues Digo echando a andar hacia la puerta, que la atravieso, notando el aire fresco en la cara despejándome Mmhh ¡esto sí sienta bien! digo estirándome otra vez.
Entonces me pongo a buscar con la mirada la posada del elfo, pero el cansancio me puede y no la veo.