Partida Rol por web

La melodía se fue haciendo cada vez más grave y melancólica, hasta transformarse en un lamento triste y sombrío, un canto de despedida. No había partitura ni planificación en aquella composición, ni era siquiera alguna tonada reconocible. Bledwyn nunca había tenido un entrenamiento formal, más allá de algunas notas sueltas y una que otra melodía. Solo tocaba como lo sentía, como le salía en el momento, y no siempre podía recordar lo que había hecho. Era como si algún espíritu antiguo tomara prestado su cuerpo por unos momentos para contar con su voz particular aquellas historias olvidadas.

Cuando el sonido se fue apagando, el joven abrió los ojos y reparó de nuevo en los extraños que tenía a su alrededor. Parecían enfrascados en algún tipo de discusión, aunque el muchacho no llevaba el hilo de ella. Sin saber muy bien que hacer, tan solo permaneció allí, en silencio, tratando de que su presencia no se notara. Aún no sabía que diablos hacía allí, pero agradecía cada segundo que pasaba junto a aquella muchacha. No movió siquiera un músculo, procurando extender todo el tiempo posible aquel momento mágico.

Fhengel reconoció en la tonada triste y melancolica del muchacho la antigua canción que los músicos de Rohan tocaban en los funerales de su pueblo desde hacía siglos.

Hay tristes son las casualidades dice el rohirrim mientras se acerca a la cama para comprobar la salud su compañero lo que acaba de sonar es una antigua cancion funeraria de mi pueblo, dime muchacho, quien te la enseño?

El joven tardó unos momentos en confirmar que era a él a quien se dirigía el rubio extranjero. Tardó aún un poco más en reponerse de la sorpresa, y finalmente contestó en un susurro quedo y apenas audible.

- Pues… la verdad… no lo sé. Creo que nadie. Solo toco lo que me sale… - continuó algo dubitativo. – Tal vez recuerde algunas tonadas de aquí y de allá… de aquellos que pasan por la taberna… el susurro del viento… el murmullo del río… no lo sé. – concluyó alzando los hombros en un gesto de resignada ignorancia.

- Hay uno que me enseño un par de melodías… uno como él… - dijo señalando al que se hacía llamar “Neram”. – Viene cada tanto, y siempre trae músicas nuevas. Él me enseñó a tocar, pero no se de donde vienen sus canciones.

El montaraz escucha atentamente la conversación de los presentes en aquella habitación y se lamenta por no tener la capacidad suficente para curar al maltrecho guerrero. No puedo hacer nada por este pobre hombre y parece que los aquí presentes tampoco pueden hacer nada.La situación es desesperante y no cabe otra opción que esperar.

Quizad sea mejor descongestionar esta habitación para que el paciente pueda descansar mejor, bajaré a la planta baja, si me requieren para cualquier cosa no duden en llamarme.

Acto seguido Neram hace una cortés reverencia y sale por la puerta de la habitación.

El hombre de Gondor no dejaba de mirar por la ventana mientras los otros conversaban, la situación en la habitación era tensa, pero no creía conveniente que el grupo se separara, había que tomar una determinación cuanto antes, no se podía hacer nada por aquel hombre y pronto moriria, era justo que lo hiciera en un sitio tranquilo junto a los suyos. Edrran lo pensó mejor...

-Yo también les dejaré tranquilos, estare abajo con el montaraz vigilando cualquier movimiento extraño, no duden en llamarme si me necesitan o si deciden partir- Sus pasos resonaron en el piso de madera cuando se dirigió hacía la puerta, saliendo de la habitación en ese momento...

Leowyn asintió a las palabras de su compañero Fhengel. ¡Es cierto! Es una melodia de los funerales de nuestro pueblo. No había caido en la cuenta hasta que lo has dicho, Fhengel.

Comenzaba a hacerse de noche y varios de los ocupantes de la habitación decidieron abandonarla, antes de lo que lo hicieran la joven se dirigió a todos.

Espero volver a veros. Estamos escasos de ayuda y nos vendría muy bien la vuestra. Nuestra intención es regresar al sur lo antes posible. A Rohan.

Tal vez si aceptais uniros a nosotros... Y no os pediría esto si nuestra situación no fuera desesperada. Pero si aceptais venir y escoltarnos, podría pagaros varias monedas de plata al llegar a Rohan. No tengo mucho, pero os lo daría de muy buen grado.

Antes de salir, el hombre de Gondor se giró para escuchar a la mujer, aquella gente necesitaba ayuda para volver a su tierra, el también dirigía sus pasos hacía allí pero no estaba dispuesto a aceptar aquel dinero por hacer su camino con ellos, no era el dinero lo que le importaba.

-Ya os dije que ire con vosotros, no necesito el dinero, así que mi parte puedes guardarla, esta claro que necesitaís ayuda. yo tengo que viajar hasta allí por otros asuntos y vuestra compañia también puede venirme bien, esperare abajo junto a Neram hasta que queraís partir-

Que haremos Leowyn? Temo que no sovreviva mucho...y aunque no me gusta esta taberna no tenemos el dinero para llevarlo a otra y el traslado sino termina de matarlo no lo ayudara a sanar Fhengel mira a su compañera buscando respuestas, el no sabia que hacer.

Creo que tenemos que irnos cuando antes pero la pregunta es si nos iremos con el en este estado y si muere antes? no me gustaria dejar una tumba para que sea profanada por quien sabe.

Bledwyn simplemente permaneció en su lugar, sin emitir sonido alguno. Se había retirado hasta apoyar su espalda contra la pared, y observaba al herido con una mirada cargada de pena. Aún sostenía su flauta en la mano.

Realmente, en ningún momento se le cruzó por la cabeza la idea de que aquella mujer se pudiera estar refiriendo también a él. Daba por sentado que hablaba a los otros extraños, al hombre del bosque y aquel señor del sur. Después de todo ¿cómo podría ayudarla? No tenía nada de valor, y solo sabía servir mesas y lavar cacharros. Su vida estaría encadenada a aquella posada por los años de los años

Esperaremos a ver que ocurre esta noche. Le dijo a Fhengel.

Después miró al muchacho que aguardaba junto a la puerta. Te agradezco de todo corazón tu música y tu compañia. Espero que el posadero no te de problemas por permanecer aquí tanto tiempo.

Bledwyn al escuchar las palabras de la bella joven volvió a la cruda realidad y se dio cuenta de que el posadero estaría buscandolo y seguramente enfadado con él. Así que se disculpó y abandonó la habitación corriendo y bajó las escaleras a toda prisa. Tuvo la fortuna de que el posadero no estaba al acecho y pudo coger una fregona y simular que llevaba tiempo limpiando.

Cuándo el posadero lo vió, se acercó a él y le dio un pescozón, y le abronco por haberse ausentado tanto rato aunque no consiguió sonsacarle donde había estado.

El día paso tranquilo, sin mayores extrañezas. El posadero andaba malhumorado de un lado para otro pero el joven muchacho pudo apañarselas perfectamente para no ser el blanco de su ira, y así a la noche pudo tocar para todos los asistentes de la posada.

Neram y Edrran controlaron al posadero que se mostraba muy incomodo con la presencia de los rohirrim, y pronto también con la de los dos hombres que lo vigilaban, ya que noto que lo hacían y su cara fue enrojeciendose de rabia y frustración.

Los rohirrim por su parte no salieron de la habitación, y se encargaron de cuidar al hombre malherido. Llego la hora de irse a dormir y cada cual marchó a sus respectivos cuartos, la noche fue tranquila y sosegada, salvo para los rohirrim. El hombre malherido tuvo una mala noche, llena de llantos y quejas, apenas pudieron dormir y su noche fue muy larga.

Al día siguiente durante el desayuno todos coincidieron en la parte de abajo, donde estaban puestas las mesas. Leowyn se quedo en su habitación cambiandose, pero Fhengel fue el primero en bajar. Pronto le siguieron Edrran y Neram. Bledwyn, el muchacho de la posada se encargaba de servir el desayuno, ya que el posadero roncaba hasta altas horas de la mañana, evitandose el madrugar.

Por la mañana Neram se levantó al alba, como era de costubre, tantos años durmiendo a la intemperie hacían que el montaráz no puediese conciliar el sueño a partir de la salida del sol. Pidió a Bledwyn un desayuno prolijo y lleno de calorías, le gustaba almorzar fuerte pues en muchas ocasiones era la única comida que hacía.

Poco a poco, los hombres que conocío ayer comenzaron a bajar a la taberna y los saludó uno a uno, cuando estuvieron en la estancia los rohirrin se preocupó por el estado del jinete.

¿Cómo está el herido?¿Ha pasado buena noche?

Fhengel baja primero por que la Leowyn se habia negado, apenas si responia a los saludos de los que habia conocido el dia anterior.

Cita:

Cuando levanta el rostro puede verse reflejado en el las penurias de la noche anterior ademas de la falta de paz y sueño Esta bien sobrevivira, creo que dentro de poco partiremos dice el rohirrim con una sonrisa que parecia mas una mueca. Pero antes de que el montaraz pueda acerle otra pregunta se acerca lo mas posible y le susurra Todavia esta en los umbrales de la muerte pero las paredes escuchan y tu me dijiste que me cuide en este lugar

Bledwyn tuvo serios problemas para levantarse aquella mañana. Había deambulado por la posada hasta altas horas de la noche, y cuando por fin se recostó en la montaña de paja que le servía de jergón, su estado de excitación no le dejó pegar un ojo. Finalmente, se rindió al sueño, envuelto en ilusiones de bellas princesas y gestas heroicas.

En la granja familiar, su padre solía despertarlo cuando la noche aún era bastante cerrada, sin importarle si había lluvia, viento o  nieve, y por lo general lo hacía de forma bastante poco considerada. Un cuenco de agua fría sobre la cabeza y el muchacho ya estaba listo para trabajar. Como mecanismo de defensa, Bledwyn había conseguido que su cuerpo le avisara cuando el amanecer estaba cercano, y esta costumbre le había sido de un valor inestimable cuando se puso al servicio de su grosero patrón actual. Ciertamente, le había evitado innumerables escándalos y alguna que otra golpiza.

Cuando finalmente abrió los ojos, ya había algunas luces en el cielo, y varios comensales en la sala principal. Intuyendo la reprimenda, se puso de pie de inmediato, sirvió atolondradamente los desayunos (con generosa abundancia en el caso de los rohirrim y sus compañeros), sin tener muy en claro lo que hacía, y finalmente se retiró de vuelta a la cocina. Allí masticó algo de pan remojado en leche tibia, mientras trataba de recuperar su compostura.

Los extraños seguían en la posada, tal vez no había sido un sueño después de todo.

Edrran bajó a desayunar y saludó al resto. Estaba uno de los rohirrim, se acercó hasta él.

Eh muchacho, ponme algo fuerte para desayunar. Dijo al joven músico que tambièn estaba en la cocina aquella mañana. Después en voz baja y extramando las precauciones se dirigió hacía el rohirrim. ¿Cómo va el asunto? ¿Donde esta Leowyn? Estana claro que el asunto era el compañero de los rohirrim, pero no quiso pronunciarlo en alto. Nunca se sabia cuantas orejas escuchaban.

Leowyn esta por bajar, el herido sobrevivio a duras penas le contesta el rohirrim a Edrran Esperemos que baje antes de planear cualquier cosa

La puerta de la posada se escuchó abrirse y al mirar hacía ella descubrieron que cinco tipos embozados y cubiertos con capas y capuchas hacían su entrada en la posada. Eran muy altos, a su lado Eddran y Neram que eran los más altos quedaban empequeñecidos. Tres de ellos medirían parecido mas o menos, pero los otros dos eran tremendamente altos. Uno mediria aproximadamente dos metros y el otro aún le sacaba unos cuantos centimetros más. Tuvo incluso que agacharse para entrar por la puerta y no golpearse contra el quicio. Aproximadamente mediría dos metros veinte centimetros. Lo cual era mucho más de lo que alguien había visto alguna vez por aquellas tierras.

Pese a ir completamente embozados con ropas gastadas por el camino, estas tenían pinta de estar elaboradas cuidadosamente por manos habiles y expertas.

Desde el anonimato que le proporcionaba su capucha los ojos de Neram se dirigieron fulminantemente hacia las personas que acababan de hacer acto de presencia en la taberna. Su mente comenzó a fluir incesantemene de conjetura en conjetura. Estaba claro que no eran gentes de la zona, de hecho en su vida había visto un humano de semejante embergadura. La escena no le inquietó profundamente y se apresuró a levantarse de la mesa y dirigirse hacia la barra para poder observar las facciones de los recién llegados.

Bledwyn, ¿qué pasa con ese vaso de leche que te he pedido?

El montaraz se acercó y miró de reojo a los visitantes.