Partida Rol por web

El segundo día se hacía esperar pero finalmente llegó. Aún con las legañas en los ojos os reunisteis en la entrada esperando que el timbre sonara y os permitieran entrar. La verdad es que habíais madrugado más de lo habitual, y posiblemente ese empeño fuera desapareciendo con el paso de los días de clase.

En las paredes de la entrada al patio interior había un cartel en el que el colegio invitaba a los alumnos que lo desearan una semana de campamentos para conocer uno de los entornos naturales más bonitos de vuestra tierra, todo ello acompañado de juegos con monitores y de novatadas nocturnas, como no podían faltar. Para ello los alumnos debían hablar con Sakura Kinomoto, que era una alumna del centro que llevaba todas las inscripciones.

Por ahora no había señal de que Mayurit estuviera cerca... aunque era muy temprano, claro.

Después del día de ayer, me desperté por la mañana temprano. Como un acto reflejo de nuevo, me levante corriendo de mi cama -¡Que llego tarde!- exclamé. Otra vez tampoco vi mi despertador que indicaba que era muy, pero que muy temprano... pero en mi cabeza siempre era tarde, y no procesaba que yo pudiera llegar temprano. Me vestí, desayuné, y con una tostada en la boca cogí mi bici y fui pedaleando a toda velocidad en dirección al colegio.

Y otra vez... llegaba temprano y me di cuenta tarde -¿Otra vez? Joe... ¿entonces porque me esfuerzo?- pensé; me daba igual haber llegado temprano, me jodía haber acabado exhausta de correr con la bicicleta. Ains... en fin, dejé mi bici en el aparcamiento y me fui a la entrada del patio, donde me quedé delante del cartel que anunciaba el campamento. Me llamaba mucho la atención, y desde luego me gustaría -Mola, tengo que preguntar a Kinomoto-san por las plazas...- pensé. Solo llevaba un día de clase y ya deseaba irme de campamento, así era yo. Me quedé leyendolo detenidamente mientras la gente (y mi querida Mayurit) llegaban a clase... jeje, podría verles por encima del hombro por primera vez por haber llegado temprano antes que ellos.

Llego caminando con calma a la escuela y lo primero que noto es el enorme revuelo que estaba ocasionando el anuncio que había hecho Sakura sobre el viaje escolar.

Esto va a estar muy interesante. - comento a nadie en particular,  antes de reparar en la presencia de Mika.

Buenos días Mika-san. ¿Piensas asistir al viaje escolar? Es una buena oportunidad para disfrutar el aire puro y hacer algo de entrenamiento en condiciones extremas.

Esta vez Hiroshi había sido previsor. Había cenado temprano para poder irse a dormir bien pronto y así poder madrugar todo lo que no había madrugado el día anterior. Tras tomarse un sustancioso desayuno, el enorme muchacho salió de casa con el ánimo por las nubes. Después de todo, ayer había conseguido entrar en el club de cocina con honores y su madre se había alegrado tanto por la noticia que le había hecho su plato preferido para cenar. Así que si un día como el de ayer había acabado tan bien… ¡El de hoy iba a ser aún mejor!

Y por supuesto la mejor manera de empezar un gran día era llegando temprano al instituto. Su adorada Mayurit aún no había llegado, pero aparte de ser razonablemente pronto y como la atención de Hiroshi se había centrado en el anuncio del campamento, no es que le importara en exceso.

 -Un campamento… ¡Oh, buenos días!

En el momento en el que se acercó a leer el cartel reparó en la presencia Mika y Kenichi, a los cuales saludó como si no recordara que competían por el amor de la misma chica.

 -Esto del campamento tiene buena pinta. Seguramente me apuntaré. Los viajes al campo curten el espíritu y eso siempre viene bien.

Buenos días Tameyama-kun. - saludo con afabilidad al imponente muchacho.

Tienes toda la razón del mundo, el viaje es una gran oportunidad para fortalecer el espíritu, justo estaba comentando eso con Mika-san.

Quizá tu puedas convencerla de asistir. Bueno chicos os dejo, tengo un par de asuntos que atender antes de clase, espero que se animen a realizar el viaje escolar. - digo sonriendo con amabilidad.

Haranobu llegó al patio sin demasiado entusiasmo. Desde que había visto ayer a Mayurit montándose en la moto de aquel chico, estaba que se lo comían los demonios por dentro. Por una vez pensó que si todas esas cosas que leían en el club de ocultismo funcionasen de verdad, ya estaría comprando velas negras como para iluminar todo el patio.

Su humor no mejoró excesivamente al ver el barullo que había montado ya de buena mañana. Pues si que estamos enérgicos hoy... pensó, con un deje de resentimiento. No obstante, se acercó a ver qué era el anuncio que tenía a todo el mundo levantado en armas.

Hmmm, un campamento. Bueno, no estaba mal alejarse de la escuela y de la ciudad unos días, cambio de aires y todo eso. La cuestion era... ¿pensaba it Mayurit? Personalmente, si ella no iba, no le daba mucho más. Más aún, si NO iba y la mayoría de otros chicos y chicas sí, el quedarse le pondría en una posición... interesante. Definitivamente, tendría que enterarse. ¿Quizás sonsacando a Kinomoto más tarde?

La voz de Nobunaga cerca suyo le sacó de sus pensamientos. Sin darse cuenta se había ido acercando al grupo con el vaivén de los otros estudiantes.

No suena mal, cambiar de aires de vez en cuando te aclara las ideas, y a mi por lo menos no me molestaría no tener que ir organizando turnos de limpiar las clases y cosas así unos cuantos días... ¿Así que vosotros vais a ir, entiendo?

Asano-kun, lo dices como si no quisieras ir y yo que pensé que serías de los primeros en apuntarse, después de todo es una gran oportunidad para que el club de ocultismo realice sesiones al aire libre.

Sendos rituales oscuros y ese tipo de cosas que los hace parecer tan interesantes. - digo con cierta sorpresa ante la actitud un tanto indiferente de Haranobu.

 -Todos deberíamos ir. -Hiroshi se puso digno de repente- Un viaje así es una gran oportunidad para estrechar lazos y adquirir valiosos conocimientos para nuestras vidas. Es algo que nos ayudará a convertirnos en adultos responsables y en valiosos miembros de la sociedad.

¡Pero qué bien que le había salido! Bueno, también era algo normal teniendo en cuenta que su padre le soltaba el mismo discurso, palabra por palabra, cada vez que en verano salían de excursión o se iban a ver a los abuelos en el campo.

Tras su inspirador discurso, el muchacho releyó el cartel y trató de memorizar el nombre de la encargada del viaje.

 -Sakura Kinomoto… ¿Alguien sabe a qué clase va?

Tendrás más suerte en el salón del Concejo Escolar, prácticamente vive allí, y si le dices que vas de mi parte, probablemente te ayude a escoger los asientos para el viaje Tameyama-kun.

Ella es una buena amiga mía.

El enorme muchacho miró a Kenichi con cara de felicidad.

 -¡Muchas gracias Nobunaga-san! Iré a verla luego al salón del consejo escolar y a pedirle que nos reserve cuatro sitios en el autobús.

Porque en la cabeza de aquel chaval todos habíais dicho que sí al viaje y estabais ya casi con la maleta hecha.

La gente se iba arrejuntando junto a mi enfrente de aquel cartel de campamento, todos diciendo las ganas que tenían de ir a él y ya se preguntaban donde estaba Kinomoto-san para pedir su plaza en este -Hum... seguro que querrán ir por si Mayurit viene...- pensé alerta, ya maquinando cosas en mi cabeza -No te preocupes Tameyama-san, yo misma encargaré mi propia plaza, pero muchas gracias por ofrecerte- le dije en tono simpático -Si lo hago yo misma, existirán menos probabilidades de que alguno de estos me la truque- pensé -Y por supuesto que vamos Asano-san... en mi caso es una oportunidad perfecta de batear al aire libre y llegar relajada y preparada a mi partido de béisbol- dije contenta -Y si alguno se acerca demasiado a Mayurit-chan, también practicaré bateando...- pensaba.

Sonó el timbre, sorprendiendo a la mayoría de vosotros, que se encontraba en una animada charla. Como no llegarais pronto os caería un buen negativo. La gente comenzó a moverse en masa pasando por el pasillo principal como si de un embudo se tratara, y la verdad es que era difícil hacerse hueco entre tanta multitud.

Al rscuchar el timbre mi expresión se pone algo seria.

Bueno chicos os dejo, no quiero llegar tarde a clase, después y terminan regañándome, tanto aquí como en casa.

Gracias a mi excelente condición física no me cuesta mucho recuperar el tiempo perdido ahora sólo me restaba sobrevivir a las clases y acomodar mi horario de la tarde.

Ostras, el timbre. Que al final se me olvidó que estábamos en la escuela. Los músculos se me tensaron de golpe... las pupilas se me dilataron... y grite -¡Llegó tarde!- y en un abrir y cerrar de ojos, salí disparada derecha a clase.

¡El timbre! ¡Ayayayayay, que llegaba tarde! El muchachote quiso acelerar para ir a clase a todo correr, pero se le empezó a colar gente de cursos inferiores por delante. ¿Con qué cara se iba a mirar en el espejo si se ponía a avasallar entre chavales menores que él? Respirando hondo, Hiroshi ejercitó la paciencia para dejarles pasar y luego ir él detrás al paso de la pulga.

Cuando finalmente tuvo el camino más libre, corrió todo cuanto pudo, pero ya era más que consciente de que iba a caerle una buena por llegar tardísimo.

Kenichi vio entrar al profesor Tilkiri a su clase, ya que se dio toda la prisa posible y casi llega a tiempo. De hecho el profesor lo vio mientras cerraba la puerta de la clase tras de sí y no lo esperó para que entrara. Dos segundos después Kenichi llama a la puerta.- Adelante.- Dice con una voz poco entusiasta.- Señor Kenichi Nobunaga, si no me equivoco. No es normal que usted llegue tarde a clase ¿Nos puede explicar a la clase y a mí por qué ha llegado dos segundos y 39 microsegundos tarde?.- Parecía que lo tenía todo siempre bajo control el profesor de lengua.

Mika corrió todo lo que pudo pero no fue suficiente, la clase había empezado ya y aunque llevaran unos minutos la profesora Saikira era muy exigente con la formalidad.- Señorita Mika, ¿Cree usted que es de recibo que empecemos la clase y llegue usted tarde?.- Seguía estando tan fuera de moda como siempre, pero se mantenía en forma, a pesar de oler a laca de su abuela.- Siéntese y que no vuelva a ocurrir.- La clase de inglés iba a comenzar. 

En ese mismo momento entra Hiroshi de una forma espectacular. Con tanta prisa había tropezado en la entrada y un enorme estruendo os confirmó que la puerta ya no estaba donde debía de estar, sino en el suelo bajo Hiroshi, que sacudía su cabeza por la conmoción.- Hiroshi, ¿Acaso eres un rinoceronte? Mika, ve con él a la enfermería, a ver si todo está bien. Luego hablaremos de la puerta a ver qué solución le damos ¡El primer día y así empezamos!.- La gente se reía muy bajito y comenzaban a murmurar.

Al final, aunque hubiera corrido un huevo llegue un pelín tarde a clase... joe, de que me sirve llegar increíblemente temprano para mi si luego la profe me va ha echar una bronca si o si. Me rascaba la nuca mientras me soltaba el rapapolvo con la cabeza gacha -Lo siento Tiranuka-sensei, no volverá a pasar. Ahora me siento, con su permiso...- dije con tono arrepentido. En fin, que le vamos a hacer.

Pero cuando me iba a sentar, pude ver de primera mano la bendita ostia que se ha pegado el gigante de Hiroshi cuando se tropezó con la puerta... menos mal que no estaba debajo de esta, no quería morir tan joven. Pues la regañina al chico que ha roto la puerta ha sido mucho más suave que la mía... pero en fin, entiendo que tampoco este en condiciones de recibir una mayor. Asenti a lo que dijo la profesora de inglés -De acuerdo Tiranuka-sensei- dije mientras me agachaba y trataba de ayudar a levantar al mostrenco. Por muy fuerte que yo estuviera, levantar a una mole como el costaría si el no ayudaba -Vamos Tameyama-san. Le has ganado a la puerta, vamos a la enfermería a ver si no te has hecho nada grave- me dije mientras trataba de pasar su enorme brazo por mis delgados hombros para incorporarle.

Le pido me disculpe Hiyosota-sensei, es sólo que al llegar a la escuela me detuve un par de segundos a revisar el panel de anuncios, pues había una pequeña aglomeración de alumnos.

​Espero sepa comprender que no podía dejar de consultar el mismo, dado que muchas veces se publican allí comunicados importantes de la dirección que todo alumno debería conocer. - respondo de la forma más educada posible.

Me parece que has estado viendo muchas películas últimamente- Nobunaga-kun... la mayoría de gente del club son más bien de estar por casa, y no tiene más o menos rituales que la mayoría de la gente. Ya sabes, llevar el mismo bolígrafo a todos los exámenes para sacar notas, dar dinero en el templo antes de los finales y todo eso. Aunque bien pensado, no te falta razón, sería interesante hacer algo fuera para variar. Así tendríamos más espacio para enterrar los cadáveres, fufufu...- replicó Asano, exagerando la voz de malo de película en la última frase.

Suena el timbre. A lo bobo, se les ha pasado el rato y empiezan las clases. Asano empieza a ir hacia la suya, pero ha estado lento de reflejos y no tarda en verse pillado en medio de la masa de estudiantes que se apelotonan. Para terminar de rematar, oye una voz dando instrucciones. "En orden y en silencio, por favor. No empujen.  Nada de aglomeraciones cerca de las puertas, son las reglas de seguridad. Distancias entre personas, especialmente las chicas. Que Dios ayude al que pille aprovechándose..."

Intenta evitar la procedencia de la voz, pero la dueña de ésta se le planta en los morros- Saionji-san, presidenta del consejo escolar. Más recta que una espada, e igual de mala para la salud.

Asano, ya me estás echando una mano a la voz de ya para mantener el orden con esta panda de marrulleros. Que se note que estás en el consejo para algo, so vago.

Asano cogió aire para contestarle que eso es fácil de decir cuando tu clase no está en la otra punta del edificio y puedes llegar a tiempo aunque te dediques a meter las narices donde no te llaman hasta para algo tan nimio como entrar a clase, pero lo vuelve a echar sin decir nada. Discutir con Saionji es como  intentar derribar el muro de Berlín a cabezazos. No se consigue nada excepto dolor de cabeza.

Tras unos cuantos minutos de recriminaciones con toda la falta de convicción que es capaz de reunir, Asano ya sabía que iba a llegar a clase a las mil y diez, así que procuró ir con calma, preparándose mentalmente para la doble barrila que le iba a caer: la del profe y la de Saionji-san cuando se enterase...