Partida Rol por web

- De entrar nada Heskan, esto además de a muerto huele a trampa. Mejor lánzala unos (x) metros a ver lo que vemos. A tiempo de entrar siempre estamos. 

Y el enano esperó a ver pasar la antorcha por encima de su cabeza

En efecto, amigo dracónido. Es mejor lanzar, creo yo. Fadrique ni lo habría dudado. Poner sus dulces pero prietas carnes al alcance de cualquiera que pudiera golpearlas era algo que nunca la había gustado. Así que esperó a ver qué pasaba a una distancia prudencial de la boca de la cueva, tras el enano.

Atala tras la caminata, haciendo caso a las recomendaciones del clérigo, decidió sacar su espada y escudo cuando llegaron a la montaña.

-Es una buena idea yo no veo lo que hay ahí dentro, pero el olor ya me está echando para atrás. Por otro lado, si lo que decís es cierto, y dentro está el trozo del cadáver que vimos antes, estoy segura de que cerca de aquí encontraremos todas las respuestas al enigma de los muertos vivientes y lo que pasa con la plaga.

Tras estas palabras la guerrera se coloca al lado del enano. Mejor será que el resto os coloquéis detrás nuestra y os preparéis para atacarlos a distancia mientras Galmor y yo los contenemos en la entrada. Y sino entramos nosotros primero. ¿Qué te parece Galmor?

Primero veamos lo que hay dentro y luego ya veremos - Contestó el enano a Atala 

Solo Galmor y Anru podían ver el bulto en el medio de la caverna, al menos hasta que Heskan decide prender una antorcha, lo que permite al resto del grupo tener una mayor luminosidad y comprensión de la situación de la que hablaba el enano.

Efectivamente, en la habitación había una especie de bulto, mas no se podía ver bien si era parte de un cuerpo, un cuerpo entero, o algún otro tipo de ser o cosa, ya que las irregularidades del terreno impedían ver con facilidad y la luz de la antorcha se perdía con la luz exterior al estar tan cerca de la abertura de ingreso.

Lo que era seguro es que, el tiempo que estuvieron parados el bulto no se movió ni un ápice, se lo ve completa y totalmente inerte. 

Heskan asintió ante las palabras del enano, definitivamente era una maniobra sensata. - Tienes razón amigo Galmor, sería prudente primero ver a que nos enfrentamos si es que tenemos que enfrentarnos a algo - entregó la ballesta a Galmor - Sujeta un momento. Tomó la antorcha con la diestra y se dispuso a arrojar la antorcha al lugar indicado.

Heskan tira la antorcha hacia dentro de la cueva, cayendo la misma cerca de una de las paredes, lo que permitía que el fuego refleje sobre la piedra y pueda iluminar con mayor intensidad. 

Efectivamente, el bulto que había en el centro de la habitación parecía un cuerpo, en un estado bastante más avanzado en descomposición que el que encontraron cerca del cartel.

En este caso (los que tienen visión nocturna) pueden notar que los sarpullidos son bastante más grandes y varios ya se han reventado. El bulto esta inerte, no se mueve en lo absoluto. 

Así mismo pueden ver con mayor detenimiento las irregularidades del terreno, el cual es completamente irregular, el piso esta tallado por el paso del tiempo y el agua únicamente, al igual que las paredes, las cuales están levemente cubiertas de moho y hongos. Al final de la caverna pueden ver que el inicio de lo que aparenta ser un túnel, mas la luz no alcanza a alumbrar hacia el interior de este. 

Me está entrando la sospecha de que el que arrastró el cadáver hacia donde estaba deseaba extender la plaga. Al fin y al cabo, lo llevó justo hasta donde está el cartel. Deberíamos volver y quemarlo. Ya sabía él que tendrían que haber estado pensando las cosas un momento más, pero lamentaba su lentitud de ideas y tenía el gesto compungido.

Siento decirlo ahora.

Tras ver el dantesco y macabro escenario Galmor dio un par de pasos atrás.- Retrasaos, respirar el aire de la cueva puede ser peligroso. -susurró el enano. Tras eso añadió - Podría ser Fadrique, pero una vez aquí creo que debemos seguir con nuestro objetivo principal. El humo podría llamar la atención de más criaturas como las que vimos en el bosque y eso sólo nos traería problemas. Quizás la roca tenga alguna otra entrada. Antes de avanzar por aquí y exponernos a un contagio más que probable propongo rodear el lugar en busca de alguna otra entrada al risco.  

- Deberíamos sacar el cuerpo y quemarlo junto al otro que encontramos y los que nos encontremos - Comenta con voz queda y con n tono lúgubre sentencia: - tengo la sensación que no será el útimo que nnos encontremos.

Es un buen punto lo del humo que dices, Galmor. Valdría enterrarlos, aunque sea algo menos efectivo. De seguro que yo no me acercaría mucho a ese muerto. ¿Tenemos una cuerda? Atada a una flecha quizá pudieramos asaetear el fiambre y arrastrarlo a un hoyo que preparemos para él.

Dejaros de estupideces - pronunció el enano visiblemente enfadado- Ya habrá tiempo de encargarse de los muertos. Lo importante ahora es localizar la causa de todo este daño. Los cuerpos puede ser el señuelo de una trampa o una trampa en sí misma con el fin de contagiarnos. Dijisteis que parecía causa mágica, no? pues no me extrañaría que estas personas hayan sido víctimas  de algún experimente por parte de algún mago loco o nigromante.Mientras perdemos tiempo con estos cadáveres puede que haya otras víctimas sanas con las que sigan experimentando y a las que podríamos salvar. Sigo pensando que lo mejor es rodear el lugar en busca de alguna otra entrada. No me extrañaría que hubiera otro acceso, puede que secreto,  para poder salir y entrar de la roca sin pasar cerca del cadáver de ahí dentro, que por lo visto lleva bastante tiempo. 

El gnomo era una criatura bastante paciente, sin embargo, no veía mucho sentido en esperar durante más tiempo para quemar el cuerpo o rodear la cueva para localizar otra entrada, sin embargo, aquella era la decisión del grupo. –Me parece que podríamos hacer mucho más, quizá el buen Fadrique este protegido contra la enfermedad, con todo lo que come nunca le he visto caer desfallecido por una recarga estomacal, tampoco ha enfermado por los variados menús de la taberna de Helm.

Encogiéndose de hombros el gnomo añade. –Es cierto que el humo podría alertar al inquilino que nos acercamos, aunque estoy seguro que él, es decir, el amo de Lance Rock, sabe perfectamente que veníamos hacia aquí y ya debe esperarnos. Lo mejor sería que el buen Heskan destruya los restos con algún buen conjuro, o si es el caso, rodeemos el cuerpo en lo posible pese a lo estrecho del lugar y sigamos adelante.

-Yo estoy con Anru. Si tan peligroso es que nos acerquemos a los cadáveres lo mejor será que los quememos.- Tras esto saca su ballesta y lo envuelve su punta con un pequeño trozo de tela. -Si alguien prende la punta lanzó esta flecha y quemamos el cuerpo sin que nadie tenga que recurrir a gastar energías en eso. Seguro que más tarde nos vendrán bien que los lanzadores estén a plena potencia y sin demasiado cansancio.

Fadrique sonrió. Parecía estar ganando una inmerecida fama de inmunidad a las infecciones mágicas.

No. No soy inmune. Anunció con su habitual susurro deformado por la tela que cubría su boca y su nariz. Digo que mediante una flecha con una cuerda atada ensartemos a ese pobre desgraciado de ahí, tiremos de él, lo saquemos y lo enterremos en un hoyo previamente cavado, si es que os preocupa que se vea el humo. Se puede hacer a una distancia medianamente segura si lo hacemos bien. Luego miró a la guerrera. Eso que dices, estimada amiga, también estaría bien, pero antes habría que rociar el cadáver con algún tipo de combustible ¿no? ¿Aceite para lámparas, quizá?

Pero deshacernos de cadáver o buscar un camino alternativo, como dice Galmor, es algo que, una vez más, deberíamos votar. Yo digo de deshacerme del cadáver.

Esperó a ver qué decían los demás.

Bueno, vosotros veréis. Pero Creo que sois suficientes para hacer eso de coger el cuerpo y enterrarlo o quemarlo o lo que demonios  os venga en gana hacer. Yo mientras estaré vigilando los alrededores y buscando otro lugar por el que poder acceder a la roca. No creo que me lleve más tiempo que a vosotros.

Mientras el resto de tus compañeros deciden que hacer con el cuerpo, comienzas a caminar por los costados, tratando de encontrar otra entrada.

Lance Rock, a pesar de parecer una pequeña montaña desde el bosque, realmente era más grande de lo que pensabas, no era para menos esperar esto, teniendo en cuenta que su pico está cerca de los 25 metros de altura.

Empiezas a bordear de un lado, después del otro, y te das cuenta de que tomará su buen tiempo rodear toda la base de esta pequeña elevación geográfica.

Así mismo, después de un buen rato caminando, y cuando tus ánimos ya están cerca del nivel del piso, te llama la atención algo, un desgaste poco usual en la roca. Lo más probable es que nadie se hubiese dado cuenta si pasara al lado del mismo, por el desconocimiento de la tierra y los minerales. Por suerte los enanos saben de estas cosas... y mucho.

El desgaste va tomando forma de huella a medida que sube por la montaña, parece un paso de cabras salvajes, pero lo descartas de inmediato. ¿Para que querría una cabra ir a una montaña gris casi sin rastros de vegetación teniendo tanta planicie a su disposición?

Los primeros metros son complicados de subir, pero después notas como si se formasen pequeños peldaños que te dan más agarre, con lo que sigues la huella en zigzag. Aparentemente llevaría hasta la cima por la inclinación que va tomando, pero a su vez termina en una especie de corte horizontal, poco apreciable desde el piso.

En este lugar hay un hueco, lo suficientemente ancho como para que un humanoide pueda entrar. El problema radica en que es bastante hondo. A ojo de buen cubero puedes atinar a que hay unos 12 metros de profundidad. El olor a putrefacción también se siente en este lugar, con menor intensidad, por lo que, probablemente, aquí ingrese el aire que sale por donde están tus compañeros con el cuerpo. 

El enano se complace con una sonrisa de la que sólo el coloso de granito es testigo cuando observa esa especie de sendero que sube hacia la roca. Con cuidado lo sigue hasta llegar hasta una abertura. Tras eso vuelve sobre sus pasos a avisar a sus compañeros de su hallazgo