Partida Rol por web

El capitán D’Val y sus guardias te escoltan hasta las puertas de la ciudadela, donde un pequeño carruaje cubierto te espera. En cuanto montas en él, las puertas se abren y partes a toda velocidad atravesando las atestadas calles de Holmgard.

Después de un corto e incómodo viaje, el carruaje se detiene y el cochero descorre la cortina de la ventanilla de comunicación.

- Hemos llegado al puerto, señor. Allí está vuestro barco, El Cetro Verde - al decir esto, el cochero señala una esbelta carabela mercante anclada cerca del muelle. - El nombre del primer oficial es Ronan. Os espera en la taberna El Buen Ánimo, que encontraréis cruzando la plaza.

Luego el cochero te dice adiós y finalmente desaparece entre el hervidero de gente.

Llegas a la taberna y encuentras la puerta delantera cerrada y las contraventanas echadas. Estás tratando de decidir qué hacer cuando una mano te agarra del brazo y te arrastra hacia la oscuridad.

1. Empuña tu arma y ataca al desconocido asaltante.
2. Intenta liberarte de su presa.

Tras dar las gracias al cochero Viron llegó a la taberna. Algo confuso intenta entender por que esta cerrada. -¿HOLA? ¿HAY ALGUIEN?- Grito de forma inútil, pues nadie le contesto. -Vaya, con el camino que he tenido que hacer y no hay nadie..¿donde estará el tal Ronan? Si no lo encuentro solo me quedará una opción, ser polizón- En estos pensamientos estaba cuando de repente una mano le coge fuertemente del brazo arrastrando a Viron a una zona más oscura.

El instinto de supervivencia provoca que Viron automáticamente intente zafarse del recién conocido, tampoco pretende golpearle ni hacerle nada. No percibe una intención de agredirle, más bien de una intima conversación, pues sino su sentido de alerta le habría puesto en aviso.

-Perdonad, señor, no pretendía asustaros. - Os dice el hombre mientras os libera y abre una portezuela trasera, invitándoos a pasar.

Parece nervioso y la mano abierta que te tiende tiembla visiblemente. Con cierta cautela aceptas el gesto de amistad, entras y te sientas con el marinero ante una mesa de la taberna. El lugar está desierto, salvo una pareja de ratones que roen un gran pedazo de queso.

- El capitán Kelman me ha ordenado llevaros al Cetro Verde, pero sólo si estoy seguro de que sois el Señor del Kai al que llaman Lobo Solitario. ¿Podéis demostrarme vuestra identidad?

No lo ha dicho, pero parece que tus ropas no son suficiente prueba. Debes probar tu dominio de alguna de las disciplinas del Kai.

1. Haz una demostración de la disciplina de la Curación.
2. Haz una demostración de tu Empatía animal.
3. Niégate a demostrar nada.

Un poco sorprendido por la discreción con la que se regenta la taberna, Viron observo a su acompañante. Como ya había deducido no había motivo por el que preocuparse.

Tras la conversación, varias dudas le asaltaron -¿Porque debía de demostrar quien era? ¿Quien se cree que es?-

No quería iniciar su aventura con demasiados problemas, pues la experiencia le decía que estos aparecían solos así que contesto -Bien querido amigo, parece que mi mera actitud no ha demostrado que soy el Señor del Kai, lo cual ya me sorprende, considero que no tengo que demostrar nada ante usted. - Dijo en todo desafiante -Aún así, me inspira una pequeña confianza- Mientras finalizaba esa frase Viron utilizo sus poderes de empatía animal para decirle a la rata que roía el queso que acudiera a su lado, que a cambio le daría más comida.

-Que esta demostración no sienta precedente, solo he considerado que era más sencillo demostrártelo que usar mi querídisimo bastón en tu cuerpo-

- ¿Tiene hambre? -preguntas al marinero cuando los ratones llegan. -. ¿Quizá le gustaría tomar un poco de su queso?

Utilizando la disciplina del Kai de afinidad Animal ordenas a los dos ratones que se acerquen. El marinero te mira asombrado cuando los dos peludos animalitos depositan el queso a tus pies, a regañadientes por sentirse engañados, y se escabullen de nuevo.

- Ciertamente sois un Señor del Kai. - Dice el marinero, pero la expresión de asombro de su rostro desaparece para dar paso a una desagradable mueca de burla y desprecio.

- ¿O debería decir que lo erais?

Al pronunciar estas palabras, una puerta se abre ruidosamente detrás de ti y tú te vuelves a mirar. Ves a tres maleantes del puerto que avanzan hacia ti. Están armados con una cimitarra cada uno y no tienes más remedio que luchar contar ellos.

- Bien chicos, veo que me teníais preparada una bienvenida muy agradable- dijo Viron mientras se levantaba de la silla y preparaba su escudo, junto con su bastón -Veamos, ¿quien quiere ser el primero? -Justo en ese momento, el primer maleante del puerto se lanzo contra Viron, cimitarra en mano, con el cuello de nuestro protagonista en su punto de mira. Justo cuando estaba a punto de alcanzarle, el escudo de Viron logró desviar el ataque lo suficiente para que la cimitarra unicamente rasgara la piel por el hombro. Aprovechando la inercia del golpe, Viron se giró e impacto con su bastón en el cuello del maleante, el cual acabó en el suelo.

Los otros dos miraron sorprendidos los reflejos de Viron pero decidieron que aun seguían siendo dos contra uno, por lo que otro de ellos lanzo un golpe cortante de arriba a abajo. Rápidamente nuestro protagonista lo esquivo muy por los pelos y clavo su bastón en el esternón de su enemigo, escuchándose un crack bastante estruendoso,parecía que algo se había roto. Mientras caía al suelo Viron, con una voz templada y suave dijo: -¿Aun sigues aquí? Si quieres acabar como tus amigos, unicamente tienes que pedírmelo- Momento en el cual Viron aprovechó para lanzar su bastón cual jabalina, asestando un golpe cuasi mortal en el ojo derecho de su enemigo.

Con los tres maleantes fuera de combate se acercó, con algo de arrogancia, y colocando su bastón en la nuez del marinero que anteriormente creía ser un amigo -Bueno bueno...¿Y ahora que? ¿Quieres acabar como ellos o me vas a contar donde esta Ronan? Más te vale contármelo o decirme donde esta algún oficial del Cetro Verde, o acabaras como ellos- Confiando en que sus palabras y actos habían hecho mella en el marinero, Viron se dispuso a registrar el cuerpo de sus asaltantes en búsqueda de algo valioso o que pudiera serle útil.

Consterndo, observas como el último de aquellos hombres coge tu bastón con ambas manos y se golpea la nuez él mismo, muriendo ahogado a los pocos segundos con una macabra sonrisa en el rostro. Además, te das cuenta de que el marinero que se hacía pasar por el primer oficial Ronan al parecer ha escapado durante la pelea. Rápidamente registras los cadáveres de los maleantes, pero no encuentras nada de valor. Sin embargo, adviertes que los tres llevan en la muñeca izquierda el tatuaje de una serpiente. Quienquiera que los haya enviado a matarte debe de conocer ya la importancia de tu misión.

Sales de la taberna por la puerta lateral y descubres el cuerpo de un marinero muerto tendido al pie de unas escaleras. En la parte interior del cuello de su chaqueta, que está manchada de sangre, hay una etiqueta con el nombre de Ronan. Este hombre era el auténtico Ronan y ha sido asesinado. Cubres el cadáver y te diriges al puerto donde está anclado el Cetro Verde a unos trescientos metros del muelle.

1. Utiliza uno de los muchos botes amarrados en el muelle.
2. Ve a buscar al impostor que se hacía pasar por Ronan.

Viron no sabia que hacer. Por una parte estaba su misión, coger el barco y zarpar rumbo a su destino. Por otro lado, no podía permitir que el asesino de Ronan se saliera con la suya. -Pobre Ronan- pensó -Ha sido asesinado sin motivo, solo para poder llegar a mi...- Tenia que vengar su muerte. No podía permitir que muriera en vano.

Además, no seria un buen señor del Kai si dejaba que murieran inocentes. -¿Que valor tendría mi misión si el mal que quiero evitar es el mismo que permito?- Decidió ir tras el impostor. No podía dejar que esto quedara así.

Tu actitud es noble. Tal vez no la más acertada dadas las circunstancias, pero tu lucha contra el mal debe darse desde el más bajo escalafón, por lo que no te queda otra opción.

En seguida deduces que el impostor debe de haber escapado por la puerta principal de la taberna y, si todavía permanece en la zona del puerto, estará en la plaza principal o en sus alrededores. Registras los edificios y callejuelas que rodean la plaza, pero, por desgracia, no hallas ni rastro de ese hombre.

No desperdicias más tiempo en una búsqueda inútil y regresas al muelle, donde desatas un pequeño bote del amarradero. Mientras remas hacia el Cetro Verde, empiezas a sentirte inquieto por el hecho de que tus enemigos te hayan descubierto tan pronto, no has comenzado bien tu misión.

Mientras remas con rumbo hacia la carabela mercante, observas sorprendido que la escala para subir a bordo está siendo izada. Un marinero de aspecto vulgar se asoma por la borda y te maldice. Parece creer que eres un refugiado que trata de meterse en la nave como polizón.

Pero cuando a gritos le dices que eres Lobo Solitario y que has sido víctima de una emboscada que te ha tendido un impostor en la taberna, la escala es bajada de nuevo. Asciendes por un costado de la nave y eres recibido por un hombre alto que lleva un uniforme con galones dorados. La barba y el pelo rojizo que le cae sobre la frente le cubren el rostro casi por completo.

- ¡Levad anclas! - Retumba su voz.

La tripulación pone manos a la obra como si de ello dependieran sus vidas. El capitán te conduce a su camarote, donde en dos vasos escancia wanlo, un fuerte licor. Cuando le cuentas lo que te ha sucedido, se muestra preocupado.

- Alguien nos ha traicionado vilmente y el enemigo ha puesto ya en marcha sus planes para hacer fracasar tu misión. - comenta una vez que has terminado tu relato-. Tú has perdido el elemento sorpresa y yo a un valiente primer oficial. Esperemos que la travesía a Durenor sea rápida y segura.

Le dejas en su camarote y subes a cubierta a tiempo de ver en el horizonte la silueta de Holmgard. Con sentimientos encontrados de orgullo y temor, desciendes por las escalerillas a tu camarote cuando la última torre de la capital desaparece en la lejanía...

A la mañana siguiente te despiertan los graznidos de las gaviotas que revolotean sobre la carabela. Sopla un fuerte viento que hincha las velas. Desayunas con el capitán, que está de mejor ánimo que el día anterior, y te dice que el Cetro Verde navega a buena velocidad y que en una semana arribará a Port Bax, el principal puerto de Durenor. De repente se oye un grito procedente de la torre del vigía.

- ¡Tierra a babor por la parte de proa! ¡Tierra a babor!

El capitán y tú subís a cubierta, donde tenéis que hacer frente a la fresca brisa marina.

- Es Mannon -dice el capitán señalando la escarpada costa que se divisa a lo lejos-, la isla más meridional del archipiélago de Kirlundin. Los marinos mercantes la llaman Punta Naufragio. Numerosos barcos han acabado sus días contra esos acantilados de granito.

El capitán Kelman te tiende un catalejo muy ornado con el que contemplas la isla con más detalle. Las abruptas rocas están festoneadas con los esqueletos astillados de barcos que encallaron o se estrellaron contra la costa en una tormenta. Fascinado, no puedes apartar la vista de esos cascos destrozados, imaginando las escenas terroríficas de su destrucción. Luego, súbitamente, sobre las crestas del acantilado se cierne una negra sombra, como una pequeña nube cargada de lluvia.

Parece que avanza hacia ti, hasta que de repente descubres lo que la «nube» es en realidad: una bandada de enormes zlans y quizá también algunos kraans. Se da la alarma en cubierta.

- ¡Listos para la batalla!

1. Prepara tu arma y quédate en cubierta.
2. Vuelve a tu camarote, consciente de que el combate en el mar no es a lo que estás acostumbrado.

Nada más ver a los Kraans y a los Zlans el primer pensamiento de Viron fue volver a su camarote, total, con aves poco podía hacer con un bastón, pero de golpe pensó -Soy un Señor del Kai y puedo comunicarme con los animales, debo intentar que esos pájaros nos dejen tranquilos- Dicho esto, se concentró en usar su habilidad de empatía animal para que retrocedieran y dejaran a la tripulación en paz, no sin antes colocarse cerca de la puerta que le permitiria refugiarse. Por muy Señor del Kai que fuera, pelear a distancia con un bastón no era muy buena idea.
 

Tus sentidos intentan captar la esencia de aquellos seres que en la distancia parecen animales, pero que pronto te das cuenta son algo muy distinto. Los kraans son más monstruos que bestias, no sienten ninguna afinidad con la naturaleza y viven por y para los señores de la oscuridad. Su maldad es comparable al de los seres que muchas veces los montan, su crueldad mucho mayor. El resto de la bandada es igual de corrupta que sus hermanos mayores.

Así, viendo que no tienes nada que hacer y sabiendo que sobre los tablones del barco eres una presa fácil, optas por volver a tu camarote y esperar que, sin tu presencia, pasen de largo. La suerte no está de tu lado.

Al cerrar la puerta de tu camarote, oyes los gritos frenéticos de los marineros que se preparan para rechazar a los atacantes. De repente el ruido sordo de algo que choca contra la cubierta en la parte de popa es seguido por los alaridos de unas criaturas que conoces demasiado bien: ¡los giaks!

Los zlans están dejando caer sobre la nave redes llenas de giaks. La puerta de tu camarote se abre de golpe y te encuentras frente a tres de esas horribles criaturas de piel grisácea. Sus espadas están melladas y cubiertas de sangre. No puedes eludir el combate y debes luchar contra ellos.

Giaks*: Destreza en el Combate 16; Resistencia 14.

No teniendo muy claro si podían entenderle, Viron se dirigió a ellos -Así que me toca enfrentarme a 3 criaturitas como vosotros eh- elevó el tono con gran confianza en sus cualidades mientras preparaba su escudo y su preciado bastón -¿Quien quiere ser el primero en morir?- Viendo que ninguno de los tres Giaks se movía, Viron tomó la iniciativa.

De un rápido movimiento su bastón acertó en el cuello del primer Giak, impidiendo que la sangre circulara correctamente y cayendo al suelo de un rápido golpe. Uno de los Giaks, al ver la situación intento rodear a Viron, el cual giró con su escudo levantado y, con un rápido movimiento descendente le abrió el cráneo al segundo Giak.

El tercero de ellos parecía inmóvil, no se sabe si por miedo o por la impresión. Viron bajó sus defensas, creyendo que no le atacaría. Parecía más bien una estatua pensó mientras relajaba sus músculos. En un instante, el Giak entendiendo que no era rival para Viron lanzó su espada con un veloz movimiento que nuestro protagonista no pudo adivinar, impactándole en la pierna derecha. 
Con un más que evidente cabreo, Viron se lanzó bastón en mano a las piernas de su enemigo, haciéndole caer. Indefenso como estaba empezó a asestar golpes con el extremo de su bastón en todas las partes del cuerpo del Giak, donde fuera. De golpe cesó. La criatura no se movía, había sangre por todas partes.

De un rápido vistazo comprobó si en los cuerpos de sus enemigos habría algo que pudiera utilizar o algún arma de la que beneficiarse. Nada más hacer esto, salio escudo y bastón en mano a la cubierta del barco, con la intención de enfrentarse a todo bicho viviente que le quisiera impedir cumplir su más que sagrada misión.

Una feroz batalla se entabla en la carabela cuando los perversos giaks atacan para hacerse con el control del Cetro Verde.
Posándose en lo alto de los mástiles, los Kraans rasgan las velas con sus garras y sus afilados dientes, mientras los Zlans regresan volando a Punta Naufragio para recoger más redes de malvados giaks.

En la cubierta sembrada de cadáveres aparece una figura amenazadora. Esta criatura se abre camino derribando tanto a giaks como a marineros y avanza hacia ti. Es un Drakkar, cruel guerrero de los Señores de la Oscuridad. Levantando su negro Espadón te ataca y debes luchar a muerte con él.

Parece que no tienes respiro...

Drakkar: Destreza en el Combate 16; Resistencia 24

Viron, de un veloz movimiento consigue esquivar el espadón del Drakkar, muy por los pelos. En ese instante Viron se agacha, golpeando las rodillas de su enemigo con el escudo, forzándole a quedar de rodillas, momento en el cual aprovecha para asestar un duro golpe con su bastón en las costillas del Drakkar.
Su enemigo se queda unos instantes dubitativos, imaginamos que por el dolor, pero rápidamente reacciona y lanza un espadazo contra Viron que, aunque se esfuerza en evitar ese golpe, no puede más que ver como la espada rasga sus vestiduras y su piel. Es solo una pequeña herida superficial, por suerte.
Esta herida provoca que Viron retroceda, pero en su mente esta el pensamiento -Retroceder solo para coger impulso- con lo que en ese momento se lanza, protegiéndose con el escudo y preparando su bastón para una bonita maniobra. La espada de su enemigo es desviada por el escudo pero golpea a Viron con la parte roma en la oreja, causándole dolor y unos segundos de sordera. Por suerte, el bastón también a impactado en el hombro de su enemigo, el cual cae retorciéndose de dolor.

Rápidamente Viron se dirige a su enemigo, el cual ya se ha levantado del suelo haciendo un rápido amago de ataque a la cabeza, el Drakkar se cubre, pero realmente no era el objetivo. Con una veloz maniobra las manos de Viron provocan que su bastón realmente vuelva a dirigirse a las costillas las cuales parte de un solo golpe. El enemigo cae, inconsciente en el suelo.

Viron grita: -¡¡AQUÍ ESTOY!! ¡VENID A POR MI SI TENÉIS VALOR!- En ese instante corre a socorrer a sus compañeros marineros y a acabar con el resto de Giaks que queden en cubierta.

Viendo muerto a su jefe, cuyo corazón se ha detenido por el último golpe, los giaks desfallecen y se retiran a popa. El capitán Kelman reúne a sus hombres y les conduce al ataque contra las salvajes criaturas, haciéndolas replegarse y
saltar al mar para evitar la lluvia de espadas.
Sabiendo que han perdido la batalla, los kraans abandonan los mástiles y huyen a la costa distante.

-Gracias, señor - te dice el capitán estrechándote la mano -, estamos orgullosos y agradecidos de tenerte con nosotros. - En la cubierta resuena una ovación con la que la tripulación te expresa su alabanza.

Ayudas a atender a los heridos mientras se reparan los daños que han sufrido los mástiles. Al cabo de dos horas, la reparación está ultimada, el viento hincha las velas y continúas viaje a Durenor.

Al cabo de tres días de navegación en los que no ocurre nada especial, la vida a bordo te resulta bastante monótona. Te has recuperado bien de tu combate, y no queda rastro de las heridas que te hicieron, algo que debes agradecer a los cuidados que aprendiste en el monasterio Kai.

Por la tarde del cuarto día estás hablando en cubierta con un marinero herido, no sabes muy bien como, cuando percibes olor a humo procedente de la bodega.

1. Entra a la bodega a ver que ocurre.
2. Da un grito de alarma.
3. Corre a avisar al capitán.