Partida Rol por web

Tras poco más de media hora de relativo silencio arribaron al lago que los noruegos llamaban Sognsvann.

—Espéranos aquí, Mikkel. Es posible que tardemos un poco.

La nieve aún imperaba en el frondoso bosque que rodeaba al lago. La tranquilidad de la arboleda sólo era interrumpida por el sonido lejano de las aves nocturnas. Habían aparcado a un lado de la estación del T-Bane, cuyo destino final era el propio parque Sognsvann. Por su fácil acceso desde cualquier punto de la ciudad, aquel lago era uno de los más frecuentados de Oslo, ya fuera por entusiastas campistas o estoicos nadadores.

Todo esto había cambiado desde el reporte de las primeras desapariciones. Desde entonces la entrada principal al parque se encontraba acordonada por cintas amarillas que se ceñían a gruesos tocones de lo que sin duda habían sido árboles de gran altura. Las policía de Oslo había decidido prohibír el senderismo por la zona hasta aclarar los hechos. Mateo Lavalle observó las cintas con aspecto meditabundo, y luego pasó por encima de ellas sin tocarlas.

A unos metros del lago se podía percibir un rastro sinuoso de huellas que conducían al extremo occidental del bosque, siguiendo el angosto camino que separaba el agua de los primeros árboles. El lago parecía congelado. En el centro se distinguía un pequeño islote de unos pocos metros de ancho, donde un par de abetos blancos se alzaban.

—Sí —afirmó con seguridad— Este es el lugar indicado.

Cuando Aksel se baja, no puede evitar mirar el lago con un suspiro. El mismo se ha bañado en esas aguas muchas veces, tanto en vida como en su no-vida. Dispersa esos pensamientos de su mente antes de enfocarse en lo que les ha traido allí.

-La primera víctima fué un ciclista. El perfíl de las personas que fueron atacadas en esta zona es la de simples usuarios del parque. Por lo que parece más la obra de un depredador que de alguien con un motivo político. Es decir, atacó a quien tuvo oportunidad de atacar. Mi pregunta es, mi señor Lavalle, ¿que rastros dejaría en el ambiente la actuación de un usuario de las sombras? Este parque es muy concurrido, y la policia ya ha investigado la escena del crimen.

Lavalle desvió la mirada hacia Askel.

—Los rastros pueden ser muy sutiles, señor Haakonsson. El ojo ve lo que sabe que está allí, pero a menudo no lo que realmente está allí.

Acompañó aquellas palabras con un breve derrotero hacia el lago. Tras una breve inspección, señaló la superficie del agua.

—Algo raro sucede con el lago. ¿No les parece que se encuentra congelado? Sin embargo... mirad con detenimiento…

Era cierto. Unos pequeños círculos concéntricos se trazaban sobre la orilla del lago.

—Ahora observad las sombras de los abetos sobre el oleaje. ¿Lo véis?

Las sombras estaban allí, sin duda. Sin embargo, una inspección detallada revelaba que éstas no acompañaban totalmente las ondulaciones del agua. Era como si una sustancia color petróleo cubriera la superficie del lago sin poder captar la sutileza del movimiento del agua al romper contra la costa. El movimiento de las sombras era torpe al lado del acompasado ritmo de las ondulaciones en el agua.

Lavalle se acomodó los lentes antes de continuar.

—Vamos, hagamos un rodeo por el lago. Avisad si observáis algo fuera de lugar.

La malkavian empieza a inspeccionar con interés la zona en busca de alguna pista, no tenía más conocimiento de buscar pruebas que el adquirido de ver series de policías en la televisión.  Pero trato de hacer caso a Mateo, el parecia saber que buscar.

Tal como había hecho el señor Lavalle, pasó sobre las cintas sin tocarlas. Estaba expectante por lo que pudieran descubrir allí y lo que tuviese a bien explicarles el Lasombra. Era una suerte, un privilegio, contar con alguien como él.

Se fijó en el lago y el pequeño islote. Lejos de la ciudad se respiraba un aire de tranquilidad, aunque solo era una calma relativa, pues tenía la sensación de que había algo aguardando o como si en cierto modo pudiesen ser observados.

Agudizó la vista para observar, tal como les pidió Mateo, la sombra de los abetos sobre el agua. Tras unos segundos inmóvil, mirando con detenimiento, pudo apreciar la similitud a una mancha de petróleo, tanto por el color como por la densidad, moviéndose de un modo artificial. Era inquietante.

Asintió cuando el Lasombra les dijo de dar un rodeo. Caminaba atenta a cualquier estímulo o alteración que pudiese percibir.

Tarja observa que en el extremo occidental del bosque, sobre el lago, hay un pequeño muelle de madera donde un pequeño bote se encuentra amarrado.

A su vez, una inspección al islote del centro del lago revela un segundo bote que ha sido arrastrado tierra dentro. Del islote que yace en medio del lago no se puede ver más debido a la presencia de dos grandes y frondosos abetos que cubren aquel extremo. Tal vez al rodear el lago en el punto opuesto al que os encontráis sea posible distinguir lo que sucede en la minúscula isla.

Ellinor nota sobre la nieve un camino sinuoso de huellas que a los pocos metros comienza a alejarse del lago, adentrándose en la espesura del bosque. Las huellas se ven recientes, pero al mismo tiempo parecen ser demasiado grandes e irregulares, como si se tratara de un animal herido.

Sin embargo las pisadas son unívocas en un sentido: si fuera un animal, se trata de uno bípedo.

Por aquí hay algo. Dice señalando unas pisadas sobre la nieve comienza a alejarse del lago, adentrándose en la espesura del bosque. Las huellas se ven recientes, pero al mismo tiempo parecen ser demasiado grandes e irregulares, como si se tratara de un animal herido. Puede que sean demasiado recientes para ser del momento del ataque, pero puede que la persona que frecuente esta zona sepa algo de lo sucedido.

- ¿Un testigo? Y no ha avisado a la autoridad y sigue haciendo running por aqui como un vulgar dominguero... Me sorprendería. No quiero suponer nada, pero los asesinos, suelen volver al escenario del crimen. O... *miro las huellas* ... un gangrel? Moran aqui.

Observó las pisadas que señaló Ellinor, siguiéndolas con la mirada hasta que se perdían en el bosque. Era buena idea seguirlas y averiguar a quién o a qué pertenecían. Sin embargo, Tarja también observó algo que le producía una enorme curiosidad.

-Allí -señaló al extremo occidental del bosque donde había un pequeño muelle de madera- en el muelle, hay amarrado un bote. Y en el islote -digirió su vista hacia la pequeña isla del centro del lago- hay un segundo bote. Lo han arrastrado tierra adentro, pero no puedo ver más desde aquí -achinó los ojos esforzándose- me tapan la visión esos enormes abetos.

-Tal vez bordeando el lago, des del lado opuesto podamos ver qué ocurre en el islote en estos momentos.

Miró al señor Lavalle. Había pedido que le avisaran de encontrar algo inusual y ahora tenían dos pistas a seguir, aunque les conducían por caminos separados. Las opciones eran claras: optar por seguir una pista o dividirse. Antes de dar su opinión, escucharía lo que el Lasombra tuviese a bien decir.

Lavalle se detuvo unos instantes a considerar sus opciones. El rastro sobre la nieve era inquietante, aunque no tanto como la presencia de un bote en el centro del lago... De hecho, percibía algo extraño en aquel islote, era como si las sombras —antinaturales— lo evitaran por completo.

—Creo que debemos seguir el rastro en la nieve. Nos alejaremos del lago, pero es posible que lo que sea que haya pasado por aquí pueda revelar parte del misterio, y mucho me temo que de no seguir su rastro, tal vez no tengamos otra oportunidad.

Volteó nuevamente para observar el islote que había indicado Tarja.

—¿Vamos?

- La isla no se va a mover... sigamos el rastro, antes de que se difumine, y podremos volver a la isla luego. Al estar aislada es menos probable que el ganado deteriore el rastro. Ja? *mira a Tarja, buscando su consentimiento*

Tarja estaba inquieta. El señor Lavalle tenía razón, si querían seguir las huellas debían hacerlo ahora o perderían la oportunidad, pero le costaba dar la espalda a la isla.

Miró a Aksel y suspiró. -Está bien... -respondió cual niña que se conforma con algo que no es lo que realmente quiere-. Me preocupa que cuando regresemos no esté el bote ni quienes lo han llevado allí -se sinceró. Dirigió una mirada lánguida a la isla y avanzó con sus compañeros. Aunque le parecía relevante descubrir al dueño de las pisadas, iba más pendiente de lo que dejaban atrás que de lo que tenían frente a ellos.

Siguiendo el consejo de Aksel, continuaron por el camino del rastro que había detectado Ellinor. El sendero era tan estrecho que apenas podían transitar por el de a pares. Varias ramas yacían sobre la nieve, acompañando las gigantescas pisadas. Tras unos pocos minutos de caminata, los árboles comenzaron a separarse paulatinamente, hasta que llegaron a un pequeño claro.

Fue entonces que escucharon el sonido de varias ramas al quebrarse con estrépito. Lavalle se detuvo al instante. Una atronadora voz rompió la tranquilidad de la noche.

—¡Uggh! ¡Uggh! ¡Fy faen! ¡Huelo la sangre y los huesos de Cristianos en mi casa!

Un gigantesco troll de más de tres metros de altura apareció en el pequeño claro del bosque. Más extraordinario que su estatura eran las cabezas: tres de ellas, para más detalles. La que así había hablado era la más fea y deforme del tridente. 

Otra de las cabezas replico, cuya particularidad era que apenas conservaba un par de feos dientes rectangulares en su brutal boca.

—¡Nei, Nei! ¡Fy faen! Estos no son cristianos, muy bien. No huelen, muy bien —olfateó al aire antes de agregar— Huelen a muerte.

La tercera cabeza, completamente calva a diferencia de las otras dos, tomó la palabra.

—Como el viejo brujo. El que casi nos comimos ayer en el bosque. ¡Jejejeje! ¡Pero le di una buena mordida en su mano, y ahora tenemos un anillo nuevo! ¡Jejejeje! —era cierto, el troll llevaba un extraño anillo con runas inscritas colgado de su grueso cuello, pues evidentemente no había cabido en sus dedos regordetes— ¿Qué tenéis para ofrecernos? ¡Vosotros no escapareis!

Cuando la última de las cabezas habló, el troll se movió con una velocidad inusitada para su constitución, y, estirando uno de sus musculosos y atrofiados brazos, intentó afferarse a su próxima víctima.

¡Tranquilo señor de los bosques! No queremos problemas, ni convertirnos en su cena, solo queremos saber coas, y usted es el más sabio de estos lares. Dijo mientras caminaba hacia atrás alejándose de la criatura. Estaba tratando de calmar las emociones de la criatura, era un truco que le había enseñado Will. Solo lo había probado con ratas y gatos, y con algún que otro vagabundo violento, pero nunca contra una criatura tan grande.

Se quedó helada al escuchar tan atronadora voz, y ya no digamos al ver la gigantesca figura que se alzaba frente a ellos. Le miró de pies a cabeza, con la boca abierta y los ojos desorbitados.

¿Qué demonios era eso?

Siguió el discurso de las tres cabezas, a cuál más desagradable. Aunque decían cosas distintas, al final resultó mandar el estómago que compartían. El menú, ellos mismos.

-¡Alto! -dijo con decisión, controlando la distancia que les separaba. Ellinor intentaba razonar con ellos y lo cierto es que la Toreador tenía confianza en que lo lograse. Sin embargo, aunque el troll se calmase y les explicase lo que querían saber, nada garantizaba que después les dejase salir con vida. Tenía hambre y quería devorarlos. A menos que encontrase una alternativa.

-Venimos a entregarte un mensaje, nos envía el brujo -dijo seria, mirando a las tres cabezas para luego fijar su atención en el objeto que colgaba de su cuello-. Quiere recuperar su anillo y está dispuesto a hacer un trato. Un... buen trato -añadió con cierto aire de misterio.

-Responde a las preguntas de mi amiga y te contaré más.

Aksel se escondió tras un arbol cuando vió aparecer al trol. Maldita criatura... cuando era mortal, de niño, les tenia miedo. Recordaba a su yaya contarle historias de trols. Tales sensaciones solo fueron superadas por la primera vez que vió uno, estando ya abrazado. Su moral protestante hacia que sintiera una gran aversión por aquella horrenda criatura.

La acción de Aksel no fue provocada por el miedo, aunque quizás, si por la sorpresa. En todo caso, esperaba haberse escondido de los 6 ojos de la criatura lo suficientemente rápido como para pasar inadvertido y contar con el elemento sorpresa y tuviera que ayudar a sus acompañantes. Los ojillos de los trolls eran lujuriosos, como el de todos los paganos. El definitivamente, no se fijaria en alguien como el, teniendo a Tarja enfrente. Miro a su alrededor entonces. ¿Donde está el Lasombra?

Por el rabillo del ojo Aksel distingue cómo Lavalle, recuperado tras la sorpresa inicial, se desintegra por completo en una mancha espesa y amorfa de sombras que se confunden en la oscuridad de la noche. Otra nube espesa de consistencia viscosa envuelve al ventrue, ocasionando que sea imposible advertir su presencia tras el tronco del árbol.

Tarja y Ellinor habían enfrentado a la criatura, lo cual le había dado los segundos necesarios al Lasombra para hacer su acto de desaparición. Al notar como Aksel se alejaba, decidió extender sus poderes para cubrir al otro vampiro.