Partida Rol por web

Tombstone es una ciudad ubicada en el condado de Cochise en el estado estadounidense de Arizona. La ciudad comenzó como un campo minero cercano a una veta de plata, actualmente propiedad de la compañía Roth-Montgomery es la encargada de la explotación de la mina. Así mismo, se encontraron en las cercanías otros yacimientos, que propiciaron nuevos negocios entorno a la extracción de minerales, habiendo en este caso una comunidad de propietarios (personas de referencia: sr. Hoover, la familia Collins, Lane, Evans y los hijos de Rose) establecida en las proximidades del yacimiento principal. 

Suele haber conflicto entre ambas explotaciones, por lo que los miembros de una y otra compañía procuran no coincidir en los locales de la ciudad. Así, en el pueblo es sabido por todos que los hombres de Roth-Montgomery suelen estar en los locales de la zona norte, lo que incluye el Saloon de Robert Clayton y la cantina de James F. Walker (famosa por ser la única de todo el asentamiento que alberga whisky de importación). Mientras que los miembros de las otras explotaciones suelen acudir a locales más modestos como son la cantina de Joe Petterson y el Saloon de los hermanos Fisher.

Con el tiempo otras vetas de minerales fueron halladas, –la Grand Central, Charleston y Contention-; y más exploradores y aventureros llegaron al lugar. Con todo, se puede apreciar que la minería es la base de la riqueza de la ciudad y que, en la actualidad podría decirse que hay 5 minas que pertenecen a 3 facciones distintas (las dos anteriormente mencionadas Roth-Montgomery y la comunidad de propietarios, así como, la compañía minera Blackwood&Hollister afincada en Tucson). Respecto a ésta última se sabe que tienen una oficina desde la que administran los yacimientos, pero los hombres destinados en la ciudad están centrados en los negocios y dejan de lado otras actividades más ociosas (tienen fama de ser gente respetable y no suelen buscarse líos, ni altercados).

En sí Tombstone tiene bastante movimiento de gente, aunque de noche decae bastante. Aparentemente es una ciudad muy viva de día, con multitud de comercios y gente por sus calles, pero de noche suele estar poblada por un ambiente algo turbio. La seguridad está a cargo del Sheriff Eithan Cox y sus ayudantes (5), se le tiene bastante aprecio y es considerado un hombre justo y razonable.

"Jane" Darling descendió del carro con menos gracia de la que estaba acostumbrada, ya que nadie había ido a tenderle una mano para ayudarla. Sin embargo, no juzgó de forma negativa a quienes la habían recogido hacía dos pueblos y la habían llevado en una pesada travesía en los desiertos de Arizona en un cómodo carricoche cubierto con una lona.

Se despidió de ellos con una cortés reverencia y una sonrisa, y se anudó el bonnet bajo la barbilla. Estaba un poco pasado de moda, al igual que toda su ropa, pero no le importaba. En la calle principal, divisó el primer motel y se dirigió hacia allí, esquivando viandantes y jinetes. Llevaba la maleta en una mano, y en la otra, un puño cerrado que revelaba su tensión interior. Deseaba con todas sus fuerzas que el motel fuera asequible, que en aquel pueblo hubiese trabajo para alguien como ella, y, especialmente, que nadie la buscara allí.

Cuando entró en el motel, dejó la maleta junto a sus pies, y esperó a ser atendida.

A medio galope, Marston había llegado a Tombstone a lomos de su caballo. Un rifle asomaba a su espalda, de forma que cualquiera que le viera podía intuir que se trataba de un hombre acostumbrado a la acción. Después de su paso por la Agencia de Detectives Pinkerton y varios trabajos como cazarrecompensas, Marston estaba decidido a intentar ganar dinero con el oficio que conocía y se le daba bien, y consideró que en Tombstone probablemente tuvieran algún encargo bien pagado para él.

Nada más llegar a Tombstone, trataría de solicitar hospedaje en uno de los moteles y dejaría a su caballo en los establos para que el equino descansase durante la estancia en aquella ciudad. Aunque antes de nada, Marston acudiría a uno de los Saloones de la zona para tomar un trago, encontrar algo de compañía y, lo más importante para él, obtener información que pudiera serle de utilidad durante su estancia en la ciudad. No disponía de mucho dinero, pero a pesar de sus vicios y aficiones, Marston se consideraba un hombre ahorrador.

Tras pensarlo detenidamente, el pistolero decidió encaminarse hacia el Saloon de Robert Clayton, con la esperanza de hallar a alguno de los miembros de la compañía Roth-Montgomery y escuchar acerca de las noticias recientes. Una vez que llegase frente al Saloon, amarraría a su caballo a la entrada y se dispondría a entrar en el local.

Te acercaste al hotel más cercano a donde te había dejado la diligencia. Podría decirse que la edificación llamaba la atención, tanto los colores con los que estaba pintado como el contraste que ofrecía con las casas de su alrededor la hacían destacar. Según te fuiste acercando, descubriste que a diferencia de las demás construcciones que tendrían sus años, el hotel era realmente nuevo, la madera de la barandilla aún tenía trozos sin pulir y las vetas parecían recién serradas en algunos tramos, por si fuera poco un fuerte olor a pintura provenía de su interior. Accediste a su interior encontrando una sala de estar con 2 butacas con cojines alrededor de una pequeña mesa de madera y también con sillas más austeras entre las butacas, al fondo una escalera de madera ascendía al piso superior y por el pasillo que iba hacia el fondo pudiste ver unas puertas.

A mano derecha de la salita, se encontraba un mostrador con un cuadro de llaves detrás, y a tu espalda la puerta principal por la que accediste, no estaba realmente encajada en sus goznes, aún así pudiste comprobar que era de madera maciza, quizás roble. 

Empezaste a escuchar ruidos y voces provenientes del piso de arriba: 

- Creo que ha entrado alguien.

- Pero si aún no hemos abierto, ¿cómo va a entrar alguien?

- Digo que igual, alguien entró... como aún no hemos colocado la puerta...

Se escuchan pisadas, ruido de arrastrar un mueble, una puerta cerrarse y por fin unas pisadas que hacen crujir levemente los peldaños de la escalera. Un hombre de traje blanco se te acerca, tendrá unos 50 años, quizás algunos más aunque no te da la sensación de ser demasiado mayor, te saluda colocando dos dedos en el sombrero y moviéndolo ligeramente a la vez que ladea la cabeza y se sitúa a tu lado.

- ¿Qué desea? - Te observa, mira tu equipaje, te vuelve a mirar, duda en cuanto a las formas un poco, aunque al final acaba decidiéndose - ¿viene por el trabajo o quiere una habitación? 

Ah, perdón, no me he presentado soy Duncaster, el propietario de este hotel, ¿en qué puedo ayudarla?

Jane ensayó una breve reverencia cuando se presentó el propietario, sin poder creer la suerte que había tenido: en el primer lugar donde llegaba ya le ofrecían un empleo. El aspecto aseado del dueño del hotel le causó buena impresión, ya que señalaba que era un hombre de dinero. Y, además, no todos los días una estrenaba un colchón nuevo en un hotel.

Con una tímida sonrisa, la muchacha pensó que aquel pueblo quizás le había dado suerte.

-Buenos días. Siento que llego un poco temprano -señaló, mirando la pintura fresca y la puerta sin encajar-, pero acabo de llegar al pueblo y... bueno, necesito alojamiento y trabajo. Pensé que aquí podría conseguir lo primero y direcciones para lo segundo, pero veo que la fortuna me acompaña. ¿Ofrecen trabajo? ¿Puedo preguntar de qué tipo?

Sorprendido por las formas, se sonríe aunque trata de mantener la compostura, se atusa el bigote antes de hablar - entonces estamos de suerte todos, usted porque busca trabajo y yo porque necesito empleados - se vuelve a atusar el bigote - ¿cómo se llama srta...?

Aún no hemos acabado con las obras interiores por lo que el hotel, aún no ha empezado a funcionar, pero espero que empiece a estarlo en dos, quizás tres días - Escucháis ruidos que provienen del piso de arriba, Duncaster gira la cabeza hacia arriba y ladea la misma en gesto negativo a la vez que suspira. - Tengo otros negocios en el pueblo, por si desea empezar ya... dado que el hotel quizás tarde más de tres días en estar listo, ¿se le da bien atender a la gente, llevar las cuentas, prefiere gestionar al personal, o quizás busca algún trabajo en concreto? 

Puedo ofrecerle alojamiento y pensión completa, al fin y al cabo va a trabajar para mí, a la vez que tendré que pagarle - se vuelve a atusar el bigote con mesura  - 60$ al mes está cobrando la competencia y el local es bastante viejo, creo que aquí subiremos a 65$ la habitación individual, se la dejaré en 20$ y le pagaré 40$ al mes, ¿qué le parece?

Buenas tardes caballero, ¿no es de aquí por lo que veo, verdad? ¿quiere un whisky, quizás una botella de vino o una jarra de cerveza? Tenemos todo lo que un hombre necesita para refrescar su garganta, forastero - Es la bienvenida que te ofrece el barman, puedes comprobar como todo está impoluto, limpio y ordenado.

El Saloon más allá de la puerta que da al exterior y por la que has entrado es un lugar donde no hay mucha luz a estas horas, aún no han encendido las lámparas de petróleo, es temprano todavía, pero las cortinas están echadas por lo que no entra demasiada luz en su interior, tampoco está a oscuras. La estancia es grande, alberga una pianola en un extremo, al lado de un escenario en el que ahora no hay nadie. Así mismo hay 14 mesas a lo largo y ancho del salón, donde hay una mujer joven sirviendo en una mesa, y de gente hay 5 mesas ocupadas con vaqueros principalmente, también observas una mesa con varios hombres de negocios (3), ninguno de ellos va provisto de armas, si bien a su lado hay una mesa con lo que podrían parecer sus guardaespaldas (4) que sí que las llevan, uno de ellos te fijas que lleva dos revólveres en el cinturón.

El ambiente es de calma, no hay discusiones ahora mismo, aunque en la mesa en la que está sirviendo la mujer hay un hombre que parece que está sobrepasándose con ella, si bien parece que la mujer tiene la situación bastante controlada. En la mesa nº4 (por diferenciarla de las otras) hay dos hombres, uno está leyendo lo que simula un periódico, el otro está comiendo una manzana.

En el momento en que te habla el barman, ves como desde la mesa de los guardaespaldas, como el tipo que está comiendo fruta te echan una mirada.

La última mesa (eran 5 las ocupadas), hay un hombre y está sólo, con su vaso y su botella, observándote desde que entraste por la puerta.

El viaje en caravana fue ameno. Es la manera más segura de viajar, pero una vez estamos a siete u ocho kilómetros de Tombstone me separo del grupo. Llego a la ciudad cabalgando solitario. Me he asegurado de estar bien afeitado y con la ropa de punta en blanco. Entro cabalgando con una sonrisa. En el viaje algunos hombres me pusieron al día sobre la ciudad. La compañía Roth-Montgomery parece más elegante y más seria, a mi medida. Con un par de preguntas llego al Saloon de Robert Clayton, momento de conocer algunas personas y ¿Quién sabe? Tal vez encontrar una partidita de cartas. Amarro mi caballo en la puerta del lugar, inclino mi sombrero hacia atrás y entro sacando pecho con la más amplia sonrisa.

-Así es. No soy de por aquí -dijo Marston, con una media sonrisa, mientras echaba un vistazo al Saloon-. Será una jarra de cerveza esta vez.

De todos los presentes, hubo algunos que llamaron poderosamente la atención del pistolero a sueldos, y fue la mesa en la que se hallaban aquellos hombres de negocios. Tal vez podría sentarse cerca de ellos y escuchar la conversación que mantenían. No le pasó desapercibido que, junto a ellos, en otra de las mesas, se encontraban varios hombres que portaban dos revólveres en sus cinturones. Lo más probable es que fueran sus guardaespaldas y, viendo lo bien armados que iban, Marston supuso que debían ser excelentes tiradores.

Tampoco le pasó desapercibido que un tipo parecía estar sobrepasándose con la mujer que servía en las mesas, aunque ella parecía bastante acostumbrada a manejarse en ese tipo de situaciones. En otras circunstancias, Marston seguramente habría intervenido de forma tajante y rápida, con todo lo que ello implicaba, pero para el pistolero había dos claros impedimentos: el primero, que no quería llamar en exceso la atención; el segundo, que acababa de llegar a la ciudad y no quería problemas tan pronto.

Apoyando los brazos ligeramente sobre la barra, Marston se dirigió al barman, sin fijarse ya en los hombres que habían posado la vista sobre él. En especial había dos que habían llamado su atención.

-El tipo de la manzana y el de la botella, ¿son de por aquí? -inquirió, en tono bajo, con gran interés.

Entonces estamos de suerte todos, usted porque busca trabajo y yo porque necesito empleados ¿cómo se llama srta...?

-Señora -corrigió ella, dirigiendo una significativa mirada a sus ropajes negros- soy la señora Daling. Jane Darling.

¿se le da bien atender a la gente, llevar las cuentas, prefiere gestionar al personal, o quizás busca algún trabajo en concreto? 

 -Bueno, esperaba optar a cualquier trabajo. Sé hablar francés, escribir en latín, puedo hacer cuentas y tocar el piano -enumeró ella, esperando que alguna de sus pobres habilidades fueran útiles para aquel caballero-.

se la dejaré en 20$ y le pagaré 40$ al mes, ¿qué le parece?

-Es... es una oferta muy generosa -suspiró Jane, con alivio-, acepto, por supuesto. Si usted desea aceptarme. 

Ansiosa, la joven echó una mirada en derredor.

-He de suponer que no me alojaré aquí, ¿podría indicarme entonces la dirección de mi nuevo hogar? Deseo asearme antes de empezar a trabajar.

-El tipo de la manzana y el de la botella, ¿son de por aquí? -inquirió, en tono bajo, con gran interés.

El barman se pone un poco nervioso cuando le preguntas, mira esas dos mesas en concreto y apenas con un susurro, de manera disimulada, te contesta - esos (el de la manzana y el que lee el periódico) no los había visto nunca antes, llegaron por la mañana y no se han movido de esa mesa, seguramente estén esperando a alguien, y en cuanto al otro... - ¡¡Eso es un robo!! - el comentario de uno de los hombres de negocio interrumpe la conversación del barman - ¡¡No venderé mi parte ni por todo el oro del mundo!!

Se inicia una fuerte discusión en la mesa de los hombres de negocio, los hombres que hacen de escolta por el momento no se mueven*, pero están atentos a cualquier movimiento. Al poco, los dos hombres que estaban en la otra mesa (el de la manzana y el del periódico) se levantan**.

Llego a Tombstone sumido en negros pensamientos. He desertado del ejército a lo grande. He conducido a los hombres blancos a una trampa mortal. Cochise estará contento pero mi tribu jamás sabrá que he sido yo el causante de eso, por lo que no podré regresar.

Me toca buscarme la vida y Tombstone puede ser un lugar como cualquier otro para comenzar de nuevo.

Recorro al paso la calle principal de la ciudad escudriñando con ojo experto todo lo que me rodea. Muchos negocios y cantinas se distribuyen a ambos lados de la sucia calle.

Uno de ellos llama mi antención. Un saloon que está en obras. Un cartel provisional indica que ahí se ubicará el Grand Palace, propiedad del Sr. Duncaster. Un  saloon que no ha abierto aún puede ser una buena oportunidad de encontrar trabajo.

Ato mi caballo "Nikaty"  a uno de los postes de madera y asomo mi cabeza a las obras.

- ¿Hola? ¿Hay alguien?

Aparentemente, el tipo de la manzana y el que estaba leyendo el periódico también eran forasteros en Tombstone y por lo visto estaban esperando a alguien. No obstante, antes de que el barman respondiera sobre el tercero de los individuos, el de la botella, se vio interrumpido por los gritos de uno de los hombres de negocios, que le espetaba a uno de sus compañeros de mesa acerca del trato que estaban intentando cerrar.

Todavía desde la barra, Marston observa que los cuatro individuos que servían de escolta a los de la mesa permanecían atentos a lo que pudiera pasar. Era poco probable que se produjese un tiroteo entre los ricachones, pero a Marston no le cabía la menor duda de que si uno de ellos diese la orden de disparar, por cualquier motivo, el Saloon se convertiría en un baño de sangre. Se fijó bien en sus movimientos mientras colocaba las manos sobre la barra, para que los escoltas no pudieran dudar de que el recién llegado sólo era un mero espectador.

Aunque lo que le causó más extrañeza fue ver que el hombre de la manzana y el del periódico se levantaban de su mesa, aparentemente para abandonar el Saloon. Marston intentó observarlos con detalle, intentando percibir cualquier minucia que pudiera revelarle quiénes eran o a qué se dedicaban eran esos forasteros.

El hombre de negocios que levantó la voz hizo ademán de levantarse, si bien otro sentado a su lado lo agarró del brazo para que no lo hiciera, en ese momento uno de los pistoleros (escolta) se echa hacia atrás y puedes presuponer que ese movimiento es para sacar las dos pistolas que tiene. Justo enfrente de éste (del pistolero que hace ese movimiento) ves como otro hace lo propio moviendo su brazo en dirección adónde tiene la pistolera.

Todo ocurre muy rápido, aún así...

Tanto el hombre del periódico como de la manzana, no parecen haberse dado cuenta 

Podría decirse que la edificación llamaba la atención, tanto los colores con los que estaba pintado como el contraste que ofrecía con las casas de su alrededor la hacían destacar. Según te fuiste acercando, descubriste que a diferencia de las demás construcciones que tendrían sus años, el hotel era realmente nuevo, la madera de la barandilla aún tenía trozos sin pulir y las vetas parecían recién serradas en algunos tramos, por si fuera poco un fuerte olor a pintura provenía de su interior. Accediste a su interior, ya que la puerta no se encontraba colocada sobre sus goznes. Ya en el interior, te encuentras una sala de estar con 2 butacas con cojines alrededor de una pequeña mesa de madera y también con sillas más austeras entre las butacas, al fondo una escalera de madera ascendía al piso superior y por el pasillo que iba hacia el fondo pudiste ver unas puertas.

A mano derecha de la salita, se encontraba un mostrador con un cuadro de llaves detrás, y a tu espalda la puerta principal por la que accediste, no estaba realmente encajada en sus goznes, aún así pudiste comprobar que era de madera maciza, quizás roble. 

Empezaste a escuchar ruidos y voces del piso de arriba:

- No rayes el suelo, levanta el mueble, no, así no, más... no lo arrastres... el suelo, cuidado, cuidado

- ¡¡Pesa demasiado!!

- ¡Ahora no puedes bajarlo!

Marston no sabía quién era el responsable del tiroteo que, aparentemente, iba a producirse en la estancia de un momento a otro, ni tampoco a cuál de aquellos dos guardaespaldas debería dispararle para mitigar la refriega antes de que esta empezara.

Por ello, el pistolero hizo lo único que podría haber hecho en esa situación: se apoyó sobre la barra y se parapetó a toda prisa tras ella para cubrirse de los posibles disparos que pudieran tener lugar en el Saloon de un momento a otro. Era un hombre rápido de reflejos, por lo que no le sería muy difícil ponerse a cubierto antes de que comenzaran los tiros.

Al escuchar las voces de dos hombres intentando mover un mueble me acerco hasta el lugar de donde provienen las voces.

- Buenas, señores, ¿necesitan ayuda?

Casi sin esperar respuesta agarro un extremo del mueble para evitar que dé contra el suelo.

- ¿Hacia dónde hay que llevarlo?

-He de suponer que no me alojaré aquí, ¿podría indicarme entonces la dirección de mi nuevo hogar? Deseo asearme antes de empezar a trabajar.

La verdad es que contaba en que el personal llegaría a partir de mañana, pero como usted ya está aquí pues... - se atusa el bigote, pensando una respuesta que se ajuste a lo que quiere decir - ...pues puede quedarse en una de las habitaciones que ya tenemos lista. Acompáñeme y se la muestro - enfila hacia el pasillo, en esta misma planta baja sin necesidad de utilizar la escalera. Luego da media vuelta y te coge parte del equipaje - ¿me permite, Sra Darling? - Vuelve de nuevo a dirigirse al pasillo, espera a medio camino que le acompañes - En esta planta hay 2 habitaciones para usted y el encargado, así como un almacén y la cocina. Si se fija es fácil recordarlo, las dos puertas de la izquierda debajo de la escalera son habitaciones - compruebas que las habitaciones de la planta baja tienen un cerrojo interno, parece fuerte - mientras que las dos puertas de la derecha coinciden detrás de la barra y son el almacén y una pequeña salita donde pueden comer los empleados - abre tanto las puertas de uno y otro lado para mostrártelas - Esa puerta del fondo da al exterior - hay un pequeño patio, con una fuente.

 -Bueno, esperaba optar a cualquier trabajo. Sé hablar francés, escribir en latín, puedo hacer cuentas y tocar el piano -enumeró ella, esperando que alguna de sus pobres habilidades fueran útiles para aquel caballero-.

Son interesantes sus conocimientos, había pensado en contratar a alguien para que se encargara de la pianola, pero si usted la sabe tocar, no tendría inconveniente, de todas maneras, pensándolo bien, casi prefiero que se encargue de las cuentas y del personal. Para la animación del local ya tengo organizada a la gente, mañana las conocerá... si la diligencia es puntual.

Podría hablar con el predicador si quiere tocar el piano en la iglesia, aunque dudo que si trabaja aquí le parezca bien.

- Buenas, señores, ¿necesitan ayuda?

Casi sin esperar respuesta agarro un extremo del mueble para evitar que dé contra el suelo.

- ¿Hacia dónde hay que llevarlo?

Abres la puerta de donde provienen las voces y efectivamente te encuentras a dos hombres tratando de llevar un mueble del centro de la sala hacia un extremo, también hay una cama grande movida, así como una mesita fuera de sitio.

En cuanto a los hombres que ves, uno de ellos viste con ropa elegante y lleva un traje en color blanco, mientras que el otro viste ropas más corrientes.

 - Ah, perfecto, ayude a Paul, hay que llevarlo hasta la pared. Luego tenemos que llevar esa cama hacia el otro lado, a poder ser que no rasque el suelo y tampoco que marque la pared - no parece importarle lo más mínimo que acabaras de llegar, de hecho de trata como si fueras uno más o trabajaras para él.

 - Sr. Duncaster... es un indio - es más un tono de sorpresa que de animadversión en principio.

Bueno, una vez acabáis de orientar y colocar los muebles bajo las indicaciones del sr. Duncaster, éste mismo acaba dirigiéndose hacia ti - muchas gracias, amigo, sin tu ayuda no podríamos haberlo hecho. Paul ponle algo de beber, se lo merece. 

Jane comenzó a caminar tras su nuevo patrón, observándolo todo con curiosidad, hasta que este se detuvo.

¿me permite, Sra Darling?

Con una leve sonrisa le tendió la maleta, aliviada de ver que parecía un caballero de los que quedaban pocos en aquel rincón de norteamérica. 
Atendió a las explicaciones de Duncaster en silencio, pero con ojos inquisitivos, deseando recordarlo todo a la primera. Cada pocos segundos asentía con la cabeza, dando a entender que lo había comprendido.

 Para la animación del local ya tengo organizada a la gente, mañana las conocerá... si la diligencia es puntual.

¿Las? Jane enarcó una ceja, intrigada. Quizás el local iba a ser un casino, y estaba esperando a unas croupiere...

Podría hablar con el predicador si quiere tocar el piano en la iglesia, aunque dudo que si trabaja aquí le parezca bien.

Fue entonces cuando la muchacha se detuvo en seco.

-Perdone, esto es una casa de huéspedes, ¿verdad? -Preguntó sintiendo que su espalda se tensaba-. No es una de esas... uno de esos... -la viuda carraspeó suavemente, bajando el tono de voz-, no es uno de esos burdeles... ¿no?