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¡Madre!

¡Madre!

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26/04/2008, 10:58
Labiggifabba "Labig"

La imagen de Aboro semienterrada a la sombra de aquel árbol procediente del mismisimo infierno no era una buena visión. El árbol se regocijaba con la dolorosa, angustiosa y mala muerte que le estaba recorriendo el cuerpo de aquella mujer con una semilla apunto de brotar, que por seguro, no tendría las fuerzas necesarias para ver nacer a su hijo.

Lubbi, a pesar de una muerte más que decidida por el destino, se arriesgo a dejar a su mujer a la sombra de aquella desgracia y continuo su camino, comiendose el otro trozo de fruta de aquel árbol extraño a la caida de la noche. Estaba exhausto y su cuerpo le pedía descansar tanto como algo de comida o agua. Al menos, gracias a aquel trozo de fruta, tenía algo fresco en el estomago, y con bastante líquido. No era lo suficiente para paliar todo lo que necesitaba su organismo, pero al menos podría continuar al día siguiente con su viaje.

Con la esperanza rondando su cabeza se durmió aquella noche cubierto por un manto de estrellas y una luna llena brillante y de un color rojo intenso. Su respiración entrecortada por el cansancio y porque le costaba hasta respirar por los dolores de su cuerpo y sus necesidades, se podía oir a bastante distancia pudiendo despertar la curiosida de cualquier animal hambriento y que sin lugar a dudas, Lubbi no sería capaz de matar.

Asi pues, durmio la mitad de la noche, descansado sobre la arena y con frio en su cuerpo, hasta que una voz con medialabia se escucho en la noche. La voz parecía que procedía del mismo infierno, una voz de niño pequeño, una voz de demonio, una voz entrecortada, temblorosa y poderosa a la vez.

¿Donde estás, Padre?...

Lubbi comenzaba a despertarse, a parte de la voz, oía algo que se arrastraba hacia él. Los años de cazador le habían hecho desarrollar un sentido del alerta más propio de los felinos, pues había veces que partía de caza durante días y tenían que dormir alerta por si una manada de hienas decidían hacerles una visita para nada amistosa.

¿Donde estás, Padre?...

Lubbi abrio los ojos de par en paz y su corazón comenzó a desbocarse, su delgado y maltratado cuerpo no era suficiente para parar a aquel corazón que luchaba contra las costillas para salir de su pecho.

¿Donde está... mi madre? Muerta en la tumba...

Lubbi se incorporó alarmado por aquella voz que le estaba diciendo que era...

Soy tu hijo, nonato e imperecedero...

Aquella figura que se veía en el horizonte, envuelta por la una ensangrentada, por aquella oscuridad que sólo hacía ver el brillo de sus ojos. Aquella figura que estaba dibujada sobre la luna, era la figura de un bebe que andaba a cuatro patas y que se caía cada dos pasos para volverse a levantar como si tal cosa y seguir su camino hacia Lubbi.

Esperame. Padre... ya voy.

El sonido de sus pasos, de su voz... el miedo se apoderó de Lubbi y le impedía moverse, poco a poco estaba enfocando la vista hacía aquella criatura que se le estaba acercando a lo lejos, poco a poco comenzaba a distinguir algo, ahora aquel bebe permanecía parado, mirando, con los ojos brillantes, desafiando a aquel hombre que había decidido dejar morir a su mujer en aquel árbol.

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27/04/2008, 11:48
Lubbi Kuu Takla

-No ... no ... no ... no ... dije al ver la criatura que se acercaba a mi avanzando torpemente con esa cara endiablada y que decía ser mi hijo. Incoporado en posición sentada empecé a gatear hacía atrás como si de un cangrejo me tratara poniendo mis manos por detrás de la espalda y arrastrándome por el suelo alejándome de la criatura.

A pesar del dolor que sentía mi cuerpo hice esfuerzos para poder levantarme y salir corriendo alejándome de la vista de esa criatura. Corrí como si el peor de los fantasmas se hubiera presentado ante mi. Mi piel se emblanqueció de repente fruto del susto hasta que torpemente debido al cansancio me caí de nuevo al suelo, mis ojos se volvieron hacía la criatura ... y allí seguía ... avanzando hacía mi ...

-¡Tu no eres mi hijo! ¡Huye de mi demonio! ¡Huye de mi! ¡Vete criatura del infierno!

Intenté levantarme de nuevo pero no había conseguido reunir de nuevo las fuerzas para salir corriendo. La criatura que allí se mostraba era horrible, pero tenía algún rasgo que me hacía pensar que fuera mi hijo, mi hijo que nunca consiguió nacer pero que ahora se mostraba ante mi como mi peor pesadilla.

A'boro ... pensé al ver como hacía referencia a mi mujer de la cual decía que había muerto y junto con ella la posibilidad de que la criatura naciera como todo niño debía hacerlo ...

A'boro ... ¿porque no has cumplido mi promesa?

Me froté los ojos y los volví a abrir, deseando que todo fuera una pesadilla fruto del cansancio que sentía, pero el aún estaba allí, me perseguía.

-¡No vengas! ¡Vete! ¡Aléjate de mi criatura inmunda! ¡Vete!

Intenté coger la lanza pero no la llevaba encima ya que me la había dejado en el sitio que dormía presa del pánico por lo que de nuevo reuniendo todas las fuerzas que la desesperación me brindaba empecé a correr de nuevo poniendo pies en polvorosa intentándome alejar del que decía ser mi hijo ...

-¡Aléjate! ¡Vete demonio! gritaba a la vez sin mirar atrás para no verlo nunca jamás ...

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29/04/2008, 08:29
Aboro kuu dabee

El bebé dormía plácidamente en los brazos de una madre orgullosa y feliz, mientras la fría noche llegaba de golpe.

A’boro arropó a su hijo y se cubrió ella misma con las pieles, dispuesta a calentar su consumido cuerpo. Pronto el cansancio y el agotamiento la vencieron y quedó profundamente dormida.

Un mal presentimiento y un sonido extraño la hicieron moverse en sueños, haciendo que despertara de repente con un fuerte sobresalto. Abrió los ojos de par en par y se quedó mirando la oscuridad cara a cara, escuchando como si el silencio del solitario desierto pudiera desvelarle todos sus misterios.
No volvió a escuchar nada, por lo que pensó que había sido el bebé, destapó sus ropas para comprobar si estaba bien cuando su corazón dio un vuelco y paró de latir…

¡¡¡Su Hijo no estaba!!!

Miró nerviosa y desesperada entre las ropas y dentro del ya indefinido agujero, pero nada… no estaba allí. Se levantó de un salto, con el corazón en un puño y la respiración entrecortada, a pesar de que el cuerpo le dolía horrores, de un salto casi imposible salió de allí y buscó a tientas alrededor del refugio. Pero no lo encontró. Un hilo de sangre bajaba por sus piernas dando muestras de su debilidad.

Completamente fuera de sí, llorando de desesperación y agonizando por dentro, dio unos pasos hacia el desdibujado desierto que en la oscuridad se confundía con el cielo. Y ocurrió lo que más temía y a la vez más posible era… una raíz del árbol que la cobijaba bajo sus ramas, sobresalía de la suave arena e hizo tropezar a la pobre A’boro que cayó de bruces sobre el suelo con un golpe seco y un profundo y sonoro grito de angustia.

¡¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!

A’boro lloraba en el suelo incapaz de levantarse, su llanto era tan intenso que su corazón se iba a salir del pecho de un momento a otro, pataleaba en la suave arena golpeándola como si tuviera la culpa de todas sus desgracias…

¡NOOOOO!!! gritó desesperada... en un intento de romper el silencio de la noche y la soledad que la mataban poco a poco...

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29/04/2008, 12:04
Labiggifabba "Labig"

Lubbi corrió como pocas veces había corrido en su vida, y atravesó durante un tiempo que nunca supo cuanto fue de extenso, el desierto en la oscuridad que todo lo cubría. Corrio, grito, lloró, hasta que miró hacia atrás para darse cuenta de que su hijo, aquella criatura que había aparecido en medio de la noche, no le seguía. Relajó su cuerpo y se curvo, casi todando el suelo con sus manos, manteniendo sus piernas flexionadas. Cansado. Exhausto. Perdido. Aterrado.

El silencio se había apoderado nuevamente de todo a su alrededor, sólo se escuchaba a él mismo respirando fuertemente, tragando enormes bocanadas de aire seco y arenoso que le hicieron toser varias veces. Le dolía sutraquea seca el tacto mismo del aire, sus huesos le dolian en cada respirar y sus músculos apenas respondían a sus órdenes. Su fin parecía cerca.

¿Donde estás, Padre?... ¿Donde estás, Padre?... ¿Donde está mi madre? Muerta en la Tumba?

La voz, poderosa y a la vez quebrada de aquella criatura volvió a sonar en el decierto. Los ojos de Lubbi se abrieron de par en par. Muchas veces había conocido el miedo, miedo de perder su vida porque alguna presa se había vuelto contra él, porque había sido atacado por algunas criaturas peligrosas del desierto, por ver como su padre murió. Pero nunca había sentido Terror. Aquella criatura que era su hijo le estaba produciendo ese sentimiento. Terror. Terror hacia él.

La criatura se acercaba a cuatro patas hacia Lubbi desde el orizonte.

Espérame Padre levantó la mano, curiosamente la luna volvía a estar situada justo detrás de aquella criatura, detrás del hijo de Lubbi y Aboro. ... ya voy...

Era imposible que aquel bebe, aquella criatura en forma de bebe pudiera haber alcanzado a su padre. Era imposible que ahora mismo estubiera allí, pero lo estaba vienda, estaba viendo como poco a poco y con paso lento, arrastrandose por la arena, semicaminando, se acercaba poco a poco, lentamente pero sin pausarse hacia él. Era como si la muerte se le estubiera acercando y aunque corriera durante días enteros, al volver la cabeza, estaría allí, a la misma distancia a la que la dejo cuando comenzó su huida.

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30/04/2008, 17:43
Lubbi Kuu Takla

La noche cubría con su oscuro manto estrellado mi cabeza bajo la luz que proyectaba la intensa luna ... una luz que deseaba que se apagara del todo ... que dejara de mostrar la horrible criatura que se cernía ante mis ojos y que no se detenía por mucho que corriera ... por mucho que huyera ...

Me perseguía gateando a cuatro patas ... desequilibrándose en cada momento pero me perseguía ... era una pesadilla y tenía la sensación que me perseguiría hasta el fin de mis días ...

Quería que se fuera ... que desapareciera de mi vista ... pero la criatura era el vivo reflejo de la atrocidad que ahora me estaba empezando a dar cuenta que había cometido. Había dejado a mi hijo y a mi mujer junto al Árbol de la Muerte ... destinados a una muerte mas que segura y que me perseguiría para siempre jamás ...

No tenía fuerzas de seguir huyendo, y por mucho que lo hiciera sabía que me cogería aquel que decía ser mi hijo ...

-¡No te acerques! grité asustado acurrucándome en la arena fresca del desierto -¡Vete! ¡Aléjate de mi! ¡No eres mi hijo! ¡Mi hijo está muerto! ¡ESTÁS MUERTO!

Cerré los ojos evitando mirar a aquella criatura, todo mi cuerpo temblaba y las pocas fuerzas que quedaba en mi habían desaparecido desvaneciéndose en el olvido, como seguramente estarían haciendo A'boro y mi hijo, solo eso podía explicar que esa criatura me atormentara ...

-¡VETEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!

A pesar de que mantenía los ojos cerrados las lagrimas empezaron a brotar de ellos, y en cada una de las lagrimas que se derramaban estaba reflejado el recuerdo de mi mujer y de mi hijo ... las cuales iban fundiéndose con la arena ...

-Estás muerto ... estás muerto ... estás muerto ... me repetía una y otra vez con un tono de voz que iba decreciendo dándome por vencido ... ni el mas fuerte de los cazadores era capaz de soportar semejante tortura ...

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30/04/2008, 18:20
Labiggifabba "Labig"

Lubbi se dejo vencer por el terror, por el cansancio, por la culpabilidad de haber dejado morir a su mujer y asu hijo. El hecho de querer ayudar a su pueblo, dando la vida de su esposa y el heredero de la tribu, justo a las raizes del árbol de la muerte, era un acto más que impuro. Seguramente el árbol, que según las leyendas tenía vida y era la encarnación del mal, se había apoderado del espiritu de su hijo muerto y lo torturaba. Lo torturaría hasta que se dejará matar por quien antes él habia matado.

¿Dondo estás padre?

Se acercaba el amenecer, aunque quedaban un par de horas, la claridad se dejaba ver por el horizonte, y la pesadilla, más bien, la criatura, seguía acercándose a su padre. A un padre derrotado y que se retorcía en la arena como apoderado de un espíritu de la derrota.

¿Donde estás padre?

La criatura seguía acercándose y la lunz llena, ensangrentada seguía a sus espaldas, haciendole brillar su rostro manchado de sangre y pretuberancias oseas que desgarraban su tierna carne para salir al exterior. La visión era atroz, era mirar al hijo de la propia muerte arrastrarse por la arena.

¿Donde está mi madre? Muerta en la tumba.

Se acercaba más a Lubbi.

Soy tu hijo, nonato e imperecedero.

Más y más cerca.

Lubbi seguía paraliado y ya tenía a su hijo a apenas unos metros suya. El bebe levanto la mirada hacia Lubbi con sus ojos vacíos de vida, con su cara ensangrentada y su cuerpo deforme y pestilente.

Espérame padre...

Y avanzó más hacia él.

Ya voy.

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30/04/2008, 23:19
Lubbi Kuu Takla

Cada vez mas la criatura se acercaba mas y mas, aunque su voz tenía el mismo tono de voz estuviera a kilómetros o a centímetros, la sentía igual de cercana ... como si saliera de mi interior ... y una y otra vez repetía las palabras que yo me preguntaba desde que había abandonado a mi mujer y a mi hijo a un destino incierto pero que seguramente solo podía acabar de una forma y era la que estaba presenciando ...

La muerte ...

Me acurruqué mas dejando que mi pesadilla se acercara a mi, no tenía fuerzas para resistirme, tan solo podía gritar una y otra vez las mismas palabras desde que había visto su horrible cuerpo ...

-¡Estás muerto! ¡No existes! ¡Estás muerto!

Pero nada surgía efecto ... el que decía ser mi hijo nonato e imperecedero se acercaba a mi paso a paso, quizás venía a buscarme para llevarme con ellos, para llevarme a la tumba junto a el y a mi mujer. Padre siempre decía que la muerte venía a buscarnos, y quizás el era la representación de la muerte ... sin duda algo que nadie deseaba y que solo podía conseguir sus víctimas aterrándolas con sus peores pesadillas ...

Pero yo no podía morir ... no me había llegado la hora. Si ahora abandonaba el sacrificio de A'boro sería en vano, y todo el mundo moriría quedándome solo en el desierto ... debía aguantar ... debía seguir el camino y hacer que el esfuerzo hecho por A'boro no fuera en balde, y quien sabe si aún podría salvarles la vida ...

Me levanté con un gesto enérgico apartando todos mis miedos de la cabeza, igual que cuando solía ir de cacería y las presas eran mayor en fuerza o en número que yo ... debía ser fuerte ... olvidar mis miedos y seguir adelante ...

Me quedé mirando a la criatura que se acercaba mas y mas a mi pero no me moví ni un paso hacía atrás, esperando que esta finalmente llegara a mi, pero si era la hora de morir, lo haría como hizo Padre, luchando por lo que era suyo, o sea ... yo ...

-Tu no existes ... aún estás vivo ... A'boro está viva ... y tu también ... vete porque aún no ha llegado mi hora ... ni la tuya ... estáis vivos ... y voy a salvaros ...

Mi voz sonaba enérgica, con decisión, sin ningún miedo ni tipo de vacilación ... la voz del hombre fuerte que siempre había sido y que por un momento había olvidado.

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01/05/2008, 01:29
Labiggifabba "Labig"

El bebe, como si de un bebe normal se tratase, no entendía las palabras de su padre, y se repetía una y otra vez mientras se acercaba a Lubbi. En sus ojos había una expresión de desosiego, de pena, de tristeza, como si necesitara un abrazo o un gesto de cariño. Volvió a levantar la mano, a pocos metros de su padre, que ahora se había levantado con energías renovadas, con el espiritu guerrero de los Afar.

¿Donde está... mi madre? Muerta en la tumba...

De su ojo derecho caían gusanos blanos mezclados con sangre y con pus, que corria su mejilla derecha. La boca permanecía entreabierta, con un gesto de dolor, era imposible cerrarla por los dientes que le salían largos y afilados hacia fuera. Las pretuberancias oseas que le salían en la cabeza, como una corona, sangraban y se agrieteba los alrededores. Su tez era pálida, grisásea.

Soy tu hijo, nonato e imperecedero.

Y bajo la mano y continua su camino hacia Lubbi. Aquello era real, aquello no era una pesadilla. El olor a ceniza que le llegaba a su olfato, tenía que ser cierto, el fuego que podía ver en el ojo sano de aquella criatura, tenía que ser real. Aquellos agujeros negros que dejaba en la arena que él tocaba, tenía que ser cierto. Aquel bebe tenía que ser algo real.

Lubbi se quedo atento, atónito ante su hijo. Reconoció algunos gestos, algunas partes, algunos detalles que le hacían reconocerse como a si mismo en aquel bebe. Era como si fuera él cuando pequeño. ¿Y si era su hijo? ¿Y si había vuelto del infierno para buscarle? Y de pronto....

...la mano de aquella criatura todo el tobillo de Lubbi, aquella mano que tenía un tacto como la piel de una serpiente, fría, viscoza, sobrecogedora. Y el tobillo comenzó a emnegrecerse y un intenso dolor recorrio todo el cuerpo de Lubbi.

Espérame Padre...

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03/05/2008, 11:17
Lubbi Kuu Takla

La criatura lentamente se iba acercando abriendo sus brazos de par en par para abrazarme ... pero no le tenía miedo ... era un hombre fuerte y eso no iba a asustarme. Sus pasos se acercaban lenta e inexorablemente hasta que finalmente una de sus horripilantes extremidades tomó contacto con uno de mis tobillos.

Un punzada intensa de dolor recorrió todo mi cuerpo desde los pies hasta la cabeza haciendo estremecer mi cuerpo de dolor a la vez que solté un grito que recorrió todo el desierto de este a oeste y de norte a sur.

-¡aaaaaaaaaaaaaaaAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHH!

Me quedé mirando a la criatura que sonreía como aquella que por fin después de un largo camino logra encontrar a su Padre y desea abrazarse a el, pero yo deseaba todo lo contrario ... deseaba que se alejara ... que se fuera ... si alguna duda tenía de que aquello era irreal mi tobillo decía lo contrario.

Apenas podía sentir mi pie del intenso dolor que sentía ... pero no desfallecí. Me quedé de pie apoyando levemente el pie, sin hacer ninguna fuerza sobre el para no caer en el suelo ... y me quedé mirando a la criatura con los ojos furiosos, en el no veía a mi hijo, sino a la reencarnación del mismísimo diablo ...

-No estás muerto ... tu no existes ... ¡estás vivo! dije con un tono frío sin ninguna emoción ...

-Aún puedo sentiros ... siento que estáis vivos ... ¡tu no existes!

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03/05/2008, 12:49
Labiggifabba "Labig"

Por la mejilla en descomposición del hijo de Lubbi recorrieron dos hilos de sangre que provenían de sus ojos, a modo de lágrimas. Y un llanto inquebrantado y crudo salio de su garganta hueca. Estaba siendo rechazado por su padre, estaba siendo rechazado por aquel que le dio la vida y le dió la muerte. Su mano, presa de un terror propio de un crio cuando se queda con la luz apagada y a solas, se aferro al tobillo de su padre con tal fuerza que éste comenzó a sangrar.

Sus uñas, que en principio tendrían que ser blandas y cortas, eran duras y largas y se introducían en la piel de Lubbi como si ésta fuera mantequilla. Aquello era real, aquel dolor, aquella sangre que recorría las manos del bebe era real. Aquella voz, aquel desierto, todo era real.

Padre... soy tu hijo nonato e imperecedero

Repitió entre llantos de dolor y soledad. Su aspecto, a cada segundo se iva empeorando, algunos trozos de sus mejillas habían caido al suelo, presa de alguna enfermedad extraña, y la carne viva, se le mostraba de un color blanquecino y llena de un líquido espeso y semitransparente que goteaba muy lentamente al suelo. Sus dientes eran enormes y parecía como si crecieran a cada paso.

De pronto el bebe dejó de llorar y su voz cambió, cambió a más grabe, más profunda, más tenebrosa, y gritó por encima del ruido que hacía el viento y las estrellas, por encima del ruido del corazón de Lubbi, por encima de cualquier ruido del decierto.

Vas a morir, Padre

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04/05/2008, 13:35
Lubbi Kuu Takla

Si en algún momento había pensado que todo eso era irreal, el fruto de una horrible pesadilla, todo pensamiento había quedado en el olvido, aquello era real, el dolor que sentía así me lo hacía sentir. Mi tobillo derramaba sangre sobre las manos de aquel que decía ser mi hijo, una sangre bien real.

El intenso dolor me hizo caer al suelo, la criatura aún tenía agarrado mi tobillo y mi cuerpo se estremecía cada vez le oía y cada vez que hundía sus uñas en mi tobillo, pero algo me hizo aún tener mas miedo del que estaba teniendo hasta el momento.

Sus últimas palabras me dejaron helado ...

Vas a morir, Padre ...

Con mi cabeza negaba las palabras de mi hijo inconscientemente. No quería morir, no debía morir, si yo moría todas las esperanzas de mi pueblo morirían conmigo, y el sacrificio hecho por A'boro resultaría en vano, ella y mi hijo morirían conmigo, porque aún podía sentirlos vivos dentro de mi, sentía sus recuerdos y su sonrisa dentro de mi ... ellos estaban vivos ... pero si yo moría ... ellos también lo harían ...

-¡NO! ... ¡No quiero morir! ... ¡No voy a morir!

Como aquel que intenta escapar de las garras de aquel que quiere matarlo empecé a pegar patadas con mis pies, omitiendo todo el dolor que sentía intentando que que la horrible criatura me soltara ...

-¡Déjame demonio! ¡Tu no puedes ser mi hijo y el de A'boro! ¡Mi hijo nunca haría daño a sus Padre!

Seguí con mis patadas con todas las fuerzas que me quedaban intentando deshacerme de la horrible criatura que pretendía acabar con mi vida ...

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05/05/2008, 10:37
Taban Gaysaa

Tubo que detener su historia, una fuerte tos se había apoderado de sus cuerdas vocales, de sus pulmones y de sus fuerzas. Se contorcionaba por el dolor que sentía en cada tos que daba. La vida, y él lo sabía, se le estaba escapando por la boca. Su espiritu deseaba salir de aquel cuerpo deteriorado y viejo, en busca de un nuevo cuerpo recien nacido. Y se estaba escapando con todas las fuerzas que tenía y él no podría detenerlo por mucho más tiempo.

Sus ojos se llenaron de lágrimas amarillentas y su boca de sangre semitransparente.

Recuperó un poco la compostura y bajo la atenta mirada y el silencio de todos tras los últimos acontecimientos contados, continuó con la historia. Satisfecho, contento por volver a contar la historia un año más, aun sabiendo que eran sus últimos días con vida. Esa historia es muy importante para él.

Una de las patadas, acabó abriendo la cabeza de su hijo. Su pequeño cuerpo endemoniado a causa del árbol de la muerte, calló sobre la arena y su sangre se esparció como agua de lluvia, que rápidamente tragó la tierra, deseosa de coger água para saciar su sed.

Lubbi se levantó entre sollozos y totalmente desconcertado, totalmente perdido. Estaba volviéndose loco a cada momento, aquella visión, aquella criatura que decía ser su hijo, lo había estado siguiendo durante bastante tiempo y al final, había sido él el que había acabado con su vida.

Con toda la prisa que se puede dar un hombre al que le tiembla el pulso y que su cabeza no estaba en el lugar donde debería, se tapo la herida del tobillo con un jiron de tela de su corta vestimenta y sin pensarselo y sin parar a descansar por miedo a que apareciera cualquier otra cosa, continuó la marcha, lenta y dolorosa hasta la aldea de su suegra.

No sabría decir cuanto tardó en llegar, pues su falta de cordura no podía medir las lunas que salieron y se volvieron a esconder mientras andaba hacia su destino, pero a la caida de una luna, llegó hasta su salvación. Alcanzó el lugar donde lo estaban esperando para el parto de su esposa.

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05/05/2008, 17:47
Lubbi Kuu Takla

Confusión ... eso era lo que rondaba mi cabeza desde el momento en que la horrible criatura que me perseguía había dejado hacerlo al haber quedado esparcida en trozos en la arena del desierto.

No sabía las lunas que habían pasado sobre mi cabeza desde ese momento, no recordaba por donde había pasado, tan solo recordaba el horrible rostro de esa criatura persiguiéndome continuamente sin cesar. Estaba agotado ... estaba exhausto ... no me quedaba fuerzas para seguir andando. Mi delgado cuerpo yacía sobre la arena del desierto con los ojos cerrados ... recordando cada uno de los instantes que habían sucedido durante el horrible viaje que habíamos empezado tres afareños, y que no sabía con certeza cuantos quedábamos vivos.

Cosas horribles habían pasado, y ahora me encontraba solo, dejando a A'boro bajo el Árbol de la Muerte y esparciendo de una patada los restos del que decía ser mi hijo nonato en la arena ...

Poco a poco fui abriendo los ojos, apenas recordaba nada de lo que había sucedido desde ese momento, mi rostro aún mostraba una mueca de terror al contemplar la horrible visión, y esa mueca estaba mezclada con un rostro lleno de dolor, dolor por haber dejado a mi mujer a su suerte ... desprotegida y sin alimento, algo que sin duda no me perdonaría nunca jamás aunque esa hubiera sido su decisión ...

De repente la imagen de la horrible criatura cruzó mi mente dándome un susto que hizo que mis ojos se abrieran de repente con las pocas fuerzas que me quedaban y observé todo alrededor mio sin apenas mover la cabeza, no podía mover un solo músculo, unos músculos que ya no existían, la criatura no estaba, había sido una pesadilla, una horrible pesadilla ...

A mi alrededor se encontraban diversas chozas como las de mi pueblo, la visión de estas me sorprendió porque no recordaba como había llegado hasta allí, pero parecía que mis pasos me llevaron finalmente al destino que me había marcado desde que salimos con A'boro desde mi poblado.

La gente se arremolinaba alrededor de mi cuerpo maltrecho, un cuerpo que mostraba múltiples rasguños, un cuerpo que mostraba una clara desnutrición y deshidratación, pero uno de los tobillos estaba vendado con un jirón de tela que casi se había desprendido dejando a la vista una horrible herida y un tobillo ennegrecido, una herida nada peculiar, que parecía haber sido hecha por el mismísimo diablo ...

Pero entre la gente me percaté de dos rostro que me resultaban familiares, los había visto en alguna otra ocasión, pero mi estado me impedía recordad con claridad ... pero finalmente pude reconocer los dos rostros que me observaban con cara de preocupación ... eran los Padres de A'boro y seguro que se estaban preguntando el porque había llegado yo solo cuando esperaban que su pequeña también viniera conmigo ...

Intenté hablarles pero mi boca seca impidió pronunciar las palabras, mis labios se movían pero no salía palabra alguna de ese movimiento.

Adelanté mi brazo derecho intentando acercarme a los Padres de A'boro pero no pude moverme de la posición tendida en la que me encontraba, finalmente haciendo todos los esfuerzos posible conseguí pronunciar con gran esfuerzo unas palabras ...

-Pequeña flor de fuego se extingue ...

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07/05/2008, 13:20
Inaa Balo

El sol se ocultaba tras las montañas, y daba a todas las cosas una tonalidad rojiza que las hacía aparecer como difuminadas. Los techos de paja, las ramas de los árboles, el suelo arcilloso, hasta los aperos de madera que descansaban apoyados en las paredes de las cabañas.

Había sido una jornada dura, calurosa y cargada de trabajo. Ahora se afanaban todos para concluirla y descansar por fin. Todo estaba siendo preparado para la inminente llegada de la pareja, para el parto, para todo cuanto estaba por venir...

Me senté con gestos lentos y medidos. Casi una ceremonia. Me sentía mayor, anciana. Lo era. Mi hija, mi pequeña, estaba a punto de ser madre. El relevo, la vida que se renueva, y una promesa, una necesidad. Porque el destino está escrito, y hay temores que pesan más que losas, y que si se convierten en certezas pueden cambiar las cosas para siempre...

Suspiré.

En mi rostro surcado de arrugas, los años y las experiencias habían escrito sabiduría. Y miedo. Y dolor... Y ahora, además, inquietud. Miré hacia mi marido, tan preocupado como yo misma. Cerré los ojos.

Pero pronto los abrí de nuevo. Un chiquillo venía corriendo, nos llamaba, algo sucedía... me levanté con una agilidad impropia de la mujer que parecía ser, de mis arrugas, de mi edad, y corrimos tras él. El temor nos dió un vigor áspero, amargo. Algo iba mal, muy mal...

Llegué corriendo al corrillo de afareños que rodeaban un cuerpo exhausto, deshecho de cansancio, y quizá de algo más... No hizo falta más que un parpadeo para saber de quién se trataba. Me estremecí... estaba solo. Me acerqué, y escuché sus palabras balbuceantes, mientras sus ojos vidriosos decían mucho más. "Pequeña flor de fuego se extingue..." Morí en aquel instante...

Inclinada sobre él, hice señas a las mujeres.

-¡Preparad un lecho en la choza del fondo! Y llamad al Curandero... mientras esperamos a que los hombres puedan trasladarlo, yo cuidaré de él... Traed agua, lienzo y mi saco de hierbas, ¡deprisa!

Hablé con voz autoritaria, práctica e inexpresiva. Era la inercia de la costumbre, dar órdenes sin pasión. Pero mi corazón se había destrozado en mi pecho, y mientras hablaba lo sentía latir desatado. No hubo lágrimas en mis ojos, demasiado secos, demasiado viejos. Sólo dolor, punzante, vivo, hiriente. Y una pregunta en mi mente, y una respuesta en mi imaginación, demasiado dura, demasiado terrible como para querer ni tan sólo traducir en palabras mis pensamientos. Pero pregunté.

Acerqué mis labios resecos a su oído, mientras con cariño colocaba su cabeza en mi regazo. Y pregunté, por fin, pregunté...

-¿Dónde... dónde está A'boro...? Lubbi... ¿Qué le ha ocurrido... a mi hija... a tu mujer...?

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07/05/2008, 21:35
Nkupu Daravo

El anciano dormitaba plácidamente bajo la sombra de un arbusto seco y retorcido. Era una tarde calurosa y estaba muy, muy cansado. Tan solo la voz del joven Lubbi consiguió que saliera de su letargo.

-...pequeña flor de fuego se extingue

La voz del joven sonó como un oscuro presagio. Nkupu abrió los ojos, se levantó y renqueante, se acercó para contemplar a Lubbi. No fué hasta entonces que se hizo cargo de la gravedad de la situación. El joven yacía en el suelo inconsciente, posiblemente al borde de la muerte, posiblemente muerto.

"...pequeña flor de fuego se extingue..."

"Mi hija, ¿está hablando de mi hija?"

Recordando sus conocimientos de sanación, Nkupu intentó ayudar al joven. Al tocarlo se dió cuenta de que aún no estaba todo perdido. Necesitaba saber, necesitaba que Libbi le contara qué había pasado. De pronto se sintió egoista al reparar en que ni siquiera se había parado a pensar en que el joven Libbi podría estar muriéndose. Su vida se le escapaba por momentos y había que actuar rápido.

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07/05/2008, 22:52
Lubbi Kuu Takla

El contacto con los Padres de A'boro me hizo de nuevo abrir los ojos para hundirlos en la mirada preocupada de ambos, sus ojos expresaban el miedo que sentían por no ver a A'boro llegar al poblado junto a mi, y mas preocupados debían sentirse al observar mi pésimo estado.

El fuerte y vigoroso Lubbi que conocieron antaño había desaparecido mostrándose ahora delgado, donde antes se marcaban los músculos ahora habían dejado lugar a un cuerpo en el que se marcaban todos los huesos, mis labios estaban resecos y agrietados debido a la falta de alimento y de algo para beber. Mi rostro mostraba el agotamiento que sentía, un agotamiento que apenas me dejaba abrir los ojos y mover los labios para pronunciar palabra alguna.

Mi cabeza en el regazo de Inaa parecía que me devolvía alguna de las fuerzas perdidas en el camino mientras Nkupu me examinaba con sus débiles manos, unas manos ya cansadas por los largos años que acumulaban. Desde el día en que les conocí habían cambiado mucho, ahora eran mas mayores que cuando les vi por última vez el día que les pedí a A'boro en matrimonio ...

-A'boro ... mujer ... hijo ... dije balbuceando al oír como Inaa preguntaba por su hija ...

De nuevo me vino la imagen de la horrible criatura que intentó acabar con mi vida, la criatura que decía ser mi hijo nonata y imperecedera ... una criatura que mas que parecer mi hijo parecía ser el hijo del demonio ... el hijo de la muerte ...

-La muerte ... Iggif Haad ... el Árbol de la Muerte ...

Mi mente se volvió a transportar días atrás, no sabía cuantos días hacía ... quizás era uno ... quizás era una semana ... quizás un mes ... no recordaba cuanto tiempo había pasado desde que vi por última vez a A'boro apoyada en el Iggif Haad, despidiéndose de mi, con la esperanza de que volveríamos a vernos, con la esperanza de que volvería allí para salvarla de una muerte que sin duda no tardaría en visitarla ...

Intenté incorporarme del suelo, saliendo del regazo de Inaa, pero fue un esfuerzo en vano, no podía ponerme en pie, ni tan siquiera podía mover las piernas, estaba tan agotado que apenas me dolía la horrible herida de mi tobillo, no tenía fuerzas ni para sentir el dolor ...

Al ver que no podía moverme unas lagrimas empezaron a recorrer mis mejillas para finalmente depositarse sobre Inaa mojando sus ropajes, las pocas esperanzas que tenía de salvar a A'boro se desvanecían igual que las lagrimas que caían sobre la arena que se hundían como mis esperanzas ... no podría ir a salvar a A'boro como le prometí ... le prometí que volvería a por ella ... que no dejaría que muriese allí. Le hice prometer que ella resistiría ... y ahora ... yo no iba a cumplir mi promesa ...

Que clase de marido soy si no puedo salvar a mi mujer ... ¿en que me he convertido?

Un sentimiento de culpa fulminó mi corazón recordando los primeros días de viaje, ahora me arrepentía de muchas de mis palabras y de mis acciones, si hubiera sabido como iba a acabar el viaje me hubiera comportado de diferente forma, hubiera disfrutado de su compañía en lugar de rechazarla una y otra vez ...

-A'boro ... no ... dije entre sollozos ...

Tan solo me quedaba una cosa por hacer, yo no iba a cumplir mi promesa pero quedaba una esperanza de que ella pudiera salvarse ... de que pudiera volver a su poblado y quedarse para siempre jamás ya que no merecía estar con un hombre como yo, un hombre que no había sido capaz de velar por ella, un hombre incapaz de quererla ...

-Ella está en el Iggif Haad ... debéis ir a buscarla ... no recuerdo cuando tiempo hace que está allí ... lo siento ...

Ladee mi cabeza evitando la mirada de sus padres, tenía miedo a mirarles, miedo a una mirada que sin duda me merecía, nunca jamás me perdonaría lo que había hecho ... ahora tan solo quedaba rezar a Ala que A'boro siguiera viva ...

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09/05/2008, 00:07
Inaa Balo

El cuerpo de Lubbi mostraba las señales inequívocas de que el tiempo de su aliento se escurría con rapidez, fluía por sus poros, se derramaba, se perdía.

Inaa le escuchó con expresión indescifrable. Como si las palabras que el hombre estaba casi exhalando no tuvieran el significado que tenían. En realidad debía mantener una lucha titánica con ella misma para que eso pudiera seguir así, para que su cabeza y sus manos siguieran frías, hábiles, eficaces. Ya pensaría más tarde en esos significados.

No permitió que se incorporara de su regazo, como parecía querer hacer. En vez de eso se inclinó sobre su cuerpo, y apartó la tela hecha girones que aún cubría parte de su piel. Los hombres se habían levantado y se habían hecho atrás. Todos excepto Nkupu, que con manos temblorosas y concentrado, seguía examinándole, por si con sus dotes conseguía atraer la bondad de los espíritus hacia él. Hizo un gesto a las mujeres, que le tendieron el lienzo y el agua, y una más anciana aguardó con su bolsa de hierbas.

Con ternura y cuidado le lavaron todo el cuerpo, ayudada por las dos mujeres, buscando heridas. Ella se centró en el tobillo. Lo lavó, y le aplicó un empasto de tierras y yerbas, una mezcla tan antigua que nadie sabía cómo se conoció. Fué algo rápido, estaba inquieta, era necesario algo más.

Cuando hubo acabado con esa revisión y la primera cura, se levantó y habló a los hombres.

-Cogedle y trasladadle al lecho que le han preparado. Que las mujeres le den de beber leche aguada, con cuidado y lentamente. Y que cambien el empasto cuando el color de las tierras se tiña del rojo de la sangre. Dadle a beber también un extracto de semillas de la flor del sueño, junto con un poco del de hojas de la planta de las fiebres. Y cuidadle y veladle noche y día. Que el curandero le asista, y actúe según su criterio.

Cuando los hombres se movieron, para hacer lo que la anciana Inaa les había ordenado, se giró hacia Nkupu. Ahora sí. Había llegado el momento de pensar. De afrontar el significado.

- Iggif Haad.

Pareció una sentencia. Quizá lo era.

Tomó a su esposo del brazo, y le llevó, le arrastró casi hacia el lugar por el que el hombre al que habían entregado a su hija había aparecido, el lugar que estaba manchado de su sangre, marcado por sus huellas, por sus pisadas, por su cuerpo al fin al caer y arrastrase. Estaban solos, aunque desde lejos muchos les miraban, temían. El arbol de la Muerte. Todos sabían qué significaba eso...

Le miró con ojos de eternidad. Con ojos de entendimiento. Los ojos que él conocía tan bien, ojos de anciana, de mujer, de joven. Ambos conocían lo que de boca a oído les había llegado a través de las generaciones. El momento había llegado, todo encajaba.

-Hay que ir hacia allí. Vayamos nosotros, Nkupu, no es cosa de guerreros. Es el destino. Es cosa nuestra, somos los padres, es nuestro sino. No importan nuestros años, nuestros cuerpos cansados. Debemos sufrir aún más, quizá asistamos al sacrificio, quizá lo evitemos, quizá podamos ofrecernos a cambio...

Iggif Haad. Lo que está escrito en el seno de la Tierra no se evita. Pero las sendas se recorren, y son tortuosas, diversas. Nunca nadie ha visto ese árbol, pero nunca nadie dudó que existiera. Ahora debían buscarlo. Y si era su sino, si estaba escrito, lo encontrarían. Y quizá a su Flor de Fuego. Y a la Muerte...

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09/05/2008, 01:35
Nkupu Daravo

Nkupu se quedó mirando por un instante como se llevaban al joven, pero su mente no estaba allí. A´boro...pensó en cuando era una recién nacida y la cogía en brazos para acunarla. En aquella vez que se rompió un brazo y en aquella otra que estuvo perdida durante dos días...pequeña flor de fuego se extingue...mi pequeña flor.

Las palabras de Inaa lo sacaron de sus pensamientos. Nkupu levantó la cabeza y la miró.

- Iggif Haad. -repitió el anciano como si se tratase de una vieja letanía.- Iggif Haad...

-Sí, partamos cuanto antes, mi querida Inaa. No hay duda que aún tenemos algo que hacer antes de que los espíritus nos lleven y se nos conceda el descanso eterno. Lo que tiene que ser, será. Nosotros hemos sido los responsables de guardar la profecía y nosotros debemos hacer que se cumpla.Los guerreros ya han recorrido su camino, es hora de que nosotros hagamos lo propio.

Entonces el viejo pasó su brazo por encima del encorvado cuerpo de su esposa y la apretó contra sí en un reconfortante abrazo.

Y así juntos, comenzaron a caminar en busca de Iggif Haad...en busca de A´boro y su destino.

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09/05/2008, 11:41
Lubbi Kuu Takla

El pueblo de A'boro me cuidó como si hubiera sido ella misma, me lavaron, curaron mis heridas y me procuraron todo lo posible para que mis dolores se vieran reducidos ...

Pero nadie podía quitarme el cansancio que sentía, ni nadie podía hacerme las fuerzas que había perdido durante el duro camino ... y lo que era peor ... nadie podía hacerme recuperar el orgullo perdido por no poder cumplir mi promesa de recuperar a mi mujer, la cual estaba esperando en el Iggif Haad a que su marido viniera a rescatarla de una muerte segura.

Me sentía desolado y atormentado, como si me hubieran arrebatado todo por lo que había luchado tantos años, como iba la gente volverme a respetar y ver un hombre fuerte capaz de superar todas las dificultades ... me había convertido en un hombre débil, un hombre incapaz de proteger a su mujer, un hombre incapaz de volver a recuperarla, e intentar salvarla a ella y al fruto que compartíamos juntos ... mi hijo ...

Poco a poco mis ojos se fueron cerrando bajo las atentas miradas de la gente del pueblo, pero antes de que se cerraran del todo vi como los padres de A'boro se dirigían los dos solos hacía donde les había indicado que se encontraba ella ... esa fue la última imagen que tuve antes de que mis ojos fueran vencidos por el cansancio y se cerraran por completo ... unos ojos que quizás no volverían a ver a su mujer y que quizás no volverían a abrirse jamás dejando al hombre fuerte y vigoroso en una profunda inconsciencia dominada por la oscuridad y la calma mas absoluta ...

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09/05/2008, 12:28
Taban Gaysaa

Los niños y adolescentes que estaban atentos a la historia miraban con ojos muy abiertos y expreción de sorpresa. Al final, Lubbi habiá conseguido llegar vivo a la aldea de su mujer, donde sus suegros le esperaban con los brazos abiertos.

¿Se muere pregunto uno de los niños con una rápida mirada de piedad.

Tegan, cansado por sus años y en sus últimos momentos de vida, sonrió. Todos los años pasaba igual, todos los años cuando llebaga Lubbi al poblado, alguien hacía esa misma pregunta. Si fuese queriso que se supiese si se salva o no, lo fuese contado al principio, asi que no, no pensaba contarlo mucho menos ahora.

No te... Su voz se vio cortada por un ataque repentino de tos que duró una eternidad. La sangre, mezclada con la saliba salpió al suelo que se mostraba impacible ante él, como esperando, sabiendo que dentro de poco, su cuerpo acabaría chocando con violencia muerta contra él. Preparado para recibirlo con los brazos abierto.

No... no te voy a contar ahora si se salva o no. Su sonrisa cubrió la comisura de los labios antes de continuar.

Inaa y Nkupu partieron del poblado, una vez que recojieron lo necesario para su viaje, sabían que la aldea de Lubbi estaba a una semana de camino, y no sabían cuantas lunas hacía que Lubbi dejo a su hija a merced del decierto y sus depredadores. A sus años, aquel viaje era un largo camino, y quizás tardarían más tiempo de lo que tenían pensado.

Caminaron pesadamente, durante un par de lunas, cuando algo les llamó la atención en la arena. Esta había tomado un color negruzco en una pequeña parte, tan pequeña como un plato de barro. Nkupu se agacho como pudo, mientras sus huesos sonaban y la examinó. Estaba húmeda y tenía un holor pestilente, era como si allí hubise muerto algún animal y algún carroñero, un buitre o una hiena, se lo hubiera llebado.

Eso les alarmó, pues eso quería decir que su hija corría peligro, pues en su estado era imposible que se pudiera defender. Sin preámbulos, siguieron la marcha lo más rápido posible.

Taban fue interrumpido por otro adolescente, que bajo la atenta mirada de su madre preguntó ¿esa mancha es la del hijo de Aboro?

Si. Contesto Taban como si no le imporatara que le interrumpieran con preguntas, más aún, estaba acostumbrado a ello. Respiró costosamente, como si fuera la última vez que podría respirar, y continuó con la historia.

Continuaron su camino hasta que antes de caer la tercera luna desde que partieron, vieron en el horizonte una sombra en el suelo, un bulto tumbado que bien parecía ser una persona...