Partida Rol por web

¡Madre!

¡Madre!

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10/05/2008, 12:05
Inaa Balo

Estaba cerca de caer ya la tercera luna desde que habíamos partido. El viaje estaba siendo extenuante para dos ancianos como nosotros, sin embargo, el motivo que lo había provocado nos empujaba adelante, nos daba nuevas fuerzas cuando creíamos desfallecer.

Yo había dado instrucciones precisas acerca de los cuidados que debía recibir Lubbi, pero no estaba tranquila. Y no sólo por su estado de delgadez y agotamiento extremos, no. Hablé con el curandero, y le pedí que buscara ayuda en algún otro poblado, algún chamán poderoso: no me gustó el aspecto de la sangre que fluía de la herida. No era... normal. Había algo más allí, algo que me asustaba...

Así que cuando llegamos a esa mancha pestilente en el suelo, me estremecí. Me recordó la sangre de Lubbi. Nkupu la examinó, y ambos nos dijimos mutuamente que probablemente se debía a alguna alimaña que hubiera cazado algún depredador. Y eso era ya muy peligroso si nuestra pequeña se encontraba cerca... pero ambos callamos lo más peligroso... que algo sobrenatural estuviera acechando, vigilando. Que algo relacionado con la Profecía y su cumplimiento, o, peor aún, la fuerza necesaria para que no se cumpliera, estuviera actuando de modo maligno y... mortal.

Eso lo callamos. Y cuando Nkupu se incorporó de nuevo, con esfuerzo, después de comprobar esa mancha oscura, le miré a los ojos. Y le abracé. No fueron necesarias más palabras, nuestros viejos corazones latieron a la vez una vez más, y nos separamos henchidos de voluntad, de miedo también, pero de resolución.

De modo que entonces, cuando en esa incipiente tercera luna nos pareció ver en el horizonte la silueta tendida de un cuerpo, ambos aceleramos nuestros pasos, salimos corriendo tanto como nuestro cansancio y nuestros años nos permitieron.

-¡Allí! ¡Por todos los Espíritus que guían nuestros destinos, Nkupu, que sea A'boro!

No había árbol alguno a la vista. Ninguno. No solo no había rastro del Iggif Haad, si es que era realmente un árbol. Es que nada más que arena, matojos resecos y suaves colinas y laderas nos rodeaba. Y allí delante, solitario, ese bulto en forma de cuerpo, que se iba haciendo grande y nítido a medida que nos acercábamos, a medida que la distancia desaparecía al ritmo de nuestros pasos precipitados...

Y llegamos, y la vimos. Les vimos. Era ella, mi pequeña, mi Flor de Fuego, aquella que mis entrañas habían conocido, alimentado. Una punzada de dolor me recorrió al comprender que podía estar muerta. Con un pequeño en brazos... un cuerpecito inmóvil, como ella misma...

Me precipité, corrí, con cada fibra de mi ser. A mi espalda el hatillo que portaba dejó de pesar, bajo mis pies la arena dejó de arder, en mi interior ya nada más importaba, nada más que ella. Avancé llorando, gimiendo, como sólo una madre puede llorar y gemir, y mantener al mismo tiempo la serenidad y la sabiduría de todas las madres en todas las generaciones... la misma Madre Tierra llorando por sus hijos...

-A'boro... mi niña... mi pequeña...

Caí de rodillas a su lado, y la abracé, le tomé el rostro con mis manos, la besé, empapando sus mejillas de mis lágrimas. Y sin querer, pero obedeciendo la razón ancestral que en mi mente me empujaba, comprobé que estaba viva. Medí sus latidos, vigilé su aliento. Tomé al pequeño, e hice lo mismo. Y sólo entonces, cuando me hube cerciorado de que ambos estaban vivos, de que les habíamos encontrado, de que si había peligro, no estaba allí, ni en aquel momento, busqué la mirada de Nkupu, sus manos.

Cuando la encontré, las encontré, nada ni nadie pudo haber conocido mayor entendimiento, mayor amor, mayor alivio...

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11/05/2008, 23:04
Nkupu Daravo

Nkupu se acercó al bulto con paso renqueante. Sus rodillas le dolían y hacían complicado que anduviese más rápido. Ni siquiera podía seguir el paso a su esposa, que llegó antes a junto de lo que podría ser su hija. En su fuero interno, pidió a los dioses que no fuera ella, ¿por qué habría de serlo?.

Lo único que podía ver ahora era el cuerpo retorcido y marchito de Inaa arrodillado sobre el suelo y unas piernas delgadas que sobresalían acostadas sobre el suelo.

Los llantos de Inaa confirmaban lo peor, que realmente se trataba de ella; de A´boro.

"-A'boro... mi niña... mi pequeña..."

Nkupu trató de apurar más el paso, ansioso por ver lo que había sido de su hija. Entonces, Inaa se volvió hacia atrás y lo miró con sus ojos llenos de lágrimas. Lágrimas de sufrimiento y de tristeza, pero también de esperanza. Y entonces, comprendió que A´boro aún estaba con ellos.

Cuando llegó hasta ellos, se arrodilló, cogió la mano de su esposa y abrazó con la otra a su hija. Y juntos compartieron ese momento tan intenso. No hacía falta que dijera nada pues en momentos como esos, los gestos superan a las palabras y todo lo que había que decir, ya lo había dicho su querida compañera.

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12/05/2008, 13:05
Taban Gaysaa

Si. Aboro estaba viva, al igual que el bebe de ambos. Gracias a la fuerza de voluntad, el cariño y la valentía de aquellos dos ancianos, pudieron volver al poblado.

Sí, se sentía tan feliz como se sentían todos los que allí se encontraban escuchando la historia. Muchos, sobretodo los mayores abrieron los ojos de par en par, como si fuesen visto una hiena aproximarse a la hoguera que reflejaba el fuego sobre los ojos de Taban, pues éste año, la historia había cambiado.

Según la leyenda, Aboro estaba muerta, pero su bebe no. Este pequeño cambio, bajo la sonrisa con el hilo de sangre colgando como si fuera seda de una araña, lo había hecho porque necesitaba un final feliz, el mismo final que quería para él, no quería abandonar este mundo con una historia trágica, aunque la leyenda dijera que moría, él no estaba dispuesta a contarla así.

Y este cambio, junto con algunos que introdujo después, fue la historia que paso a las siguientes generaciones, olvidándose de aquel final triste, algo que agradecieron todos.

El camino de vuelta, fue duro, tardarón... un ataque de tos sanguiolento le sobrevino de manera brusca.

Después de varios intentos de reponerse, continuó contando la historia, con sus ojos semicerrados por el dolor que sentía en sus adentros, por esa fuerza que poseía su espíritu y que quería abandonar su cuerpo.

Fue muy duro, y tardarón mucho, pero al final, llegaron sanos y salvos. Allí, fueron recibidos como se merecen, y Aboro y su bebe, fueron dispuestos en una cabaña, bajo los cuidados atentos de su padre y de su madre, que velaron por su vida durante los días que duró su enfermedad.

Tocio nuevamente, de una manera más suave. Ésta parte no era tan detallada como las demás, se la estaba inventando, y eso se notaba, pero que mas daba, si lo importante es que todos los allí presentes se estaban divirtiendo y que la historia, al fin, tenía un final feliz.

Entonces, Aboro despertó.

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12/05/2008, 21:50
Aboro kuu dabee

Oscuridad... temor... angustia... sufrimiento... dolor... oscuridad... no solo la mente de A'boro estaba a oscuras, su corazón también latía en soledad... en el silencio de la oscuridad inmensa... su sonido hacía eco... un eco lejano que seguía hasta el infinito y se confundía con el nuevo latido y el nuevo eco que producía... llegando a crear un sonido de vacío y desamparo.

Dago*!!! Hijo mio!!!!

Pero a pesar de notar mi boca moverse no podía escuchar mis palabras, mi propia voz, solo había tristeza... una tristeza infinita y que me ahogaba en lo más profundo de aquella oscuridad.

Sin embargo, comencé a notar una sensación familiar, una calidez que recordaba desde niña, un rumor… que venía de muy lejos… parecía… sí! Era una canción!...

Intenté concentrarme en aquel sonido lejano y canalizar su significado y su procedencia… parecía…

Me llevó más tiempo de lo que pensaba, pero aquella canción me devolvió las fuerzas para seguir luchando… para seguir viva!!!

La oscuridad comenzó a disiparse, el dolor comenzó a desaparecer y la angustia se convirtió en esperanza.

Esa canción… la conocía… cuando era niña… y esa voz…

¡MADRE! Intenté gritar… pero apenas fue un susurro en el viento… un grito ahogado de agonía y anhelo.

Aquel grito desesperado lleno de nuevas fuerzas y de fe me hizo despertar de mi largo letargo… abrí los ojos y me incorporé casi de un salto de la cama en la que estaba… sorprendida y asustada miré a todas partes sin reconocer el agujero de arena en donde debía estar o al menos donde me acosté la noche anterior.

No reconocía el lugar, estaba en una estancia pequeña y acogedora, estaba sobre una cama improvisada, de las que solían preparar en mi aldea para los enfermos graves. A mi lado había un cuenco con agua fresca y algo de fruta. Pero ni mi cuerpo ni mi mente desearon disfrutar de aquellos manjares tan deseados desde hace mucho.

Notaba mi cuerpo limpio y cuidado, mi pelo estaba atado y mi zona femenina estaba vendada. Noté mi pecho también recogido y vendado, la sensación de presión e hinchazón me recordaron mi estado. Inmediatamente mi mente voló directa a un solo pensamiento MI HIJO.

Dago!!! Hijo mio!!!!

Me levanté de un salto de la cama, caí al suelo al fallarme las piernas, que al parecer llevaban tiempo descansando y necesitaban algo más para volver a estar fuertes de nuevo…

Dago!!!! rompí a llorar de desesperación al ver que mi hijo no estaba a mi lado y no sabía donde podría estar… la impotencia y el desánimo me golpearon fuertemente el alma y el cuerpo… a pesar de que la presencia de mi Madre alivió mis ojos llenos de lágrimas y mi corazón lleno de sufrimiento…

¡MADRE!

Notas de juego

Dago significa Pequeño en afareño.

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13/05/2008, 10:43
Nkupu Daravo

-Tranquilla, mi pequeña. Dago está bien. Los curanderos de la tribu lo están atendiendo ahora. Tu madre te traerá a tu hijo cuando sea preciso. Descansa ahora. Debes recuperar fuerzas.

La voz de Nkupu sonaba grave y a la vez dulce. El anciano acariciaba los cabellos de su hija con un gesto tierno que expresaba todo el amor que sentía por ella.

-Te cantaré esa canción que te cantaba cuando eras pequeña. Siempre daba resultado.-dijo el viejo, sonriendo-.

Y Nkupu comenzó a cantar para su hija

El sol tiene sueño
quiere irse a descansar
Y la luna ya despierta
Es tiempo de soñar

Duerme amor mio, duerme
Despide el día que se va
Y espera al otro que llega
Pues este ya no volverá...

Su voz conoció tiempos mejores, aunque nunca fué bueno cantando. Sin embargo, es cierto que la nana que él mismo había compuesto para ella, solía reconfortar a Aboro cuando le costaba quedarse dormida.

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13/05/2008, 11:06
Aboro kuu dabee

¡¡¡PADRE!!! Mi llanto se tornó sonrisa y mi angustia esperanza al ver a mi Padre y escuchar sus palabras acerca de mi hijo.

No sé cómo llegué desde el suelo a sus fuertes y añorados brazos... pero su calor, sus caricias... hicieron que mi angustia pasara y mi corazón soltara un fuerte lastre que llevaba mucho tiempo cargando.

Me quedé allí, en sus brazos... escuchando esa canción que tanto me gustaba, que me hacía volver al pasado, un pasado lleno de felicidad y abundancia. ¡Oh! ¡Cómo añoraba aquellos días! Mi espíritu los recordaba y los mostraba en mi mente... allí abrazada a mi adorado Padre se paró el tiempo y volví a la infancia en mi hogar... a las historias antes de dormir, a las nanas cuando estaba enferma... a las risas con mis hermanos... ¡OH Padre! cuanto te he añorado!!!

¡Dago! susurré... Pronto mi hijo estaría de nuevo conmigo... pronto podría de nuevo acunarle y amamantarle... pronto podría darle esos días de felicidad también a él!!!

Entonces mi mente pasó de golpe a mi segunda prioridad... ¿Lubbi!!!??? miré a Padre... digo... Marido? está bien?... Vino a buscarte... ¿Dónde está? Su pueblo necesita nuestra ayuda... no hay agua... no hay comida... mueren de hambre.

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13/05/2008, 13:10
Nkupu Daravo

-Está bien...o mucho ha empeorado mi voz, o es que ya no es tan fácil conseguir que te duermas. Sí, es a causa de Lubbi que fuimos a buscarte. Tranquila pequeña, él también necesitaba la atención de los curanderos. No sé a lo que os enfrentasteis pero no es necesario que te esfuerces. Debes descansar. Ya me lo contarás todo mañana.

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13/05/2008, 12:43
Inaa Balo

El regreso había sido un dulce martirio. Un martirio, desde luego, porque regresar cruzando el engañoso desierto, las duras jornadas bajo el sol y la noche, dos ancianos con una mujer desfallecida y un recién nacido era un reto difícil de ganar. Pero lo ganamos. Y convertimos el martirio en una dulce victoria, la de la voluntad y el amor. Por nuestra hija, por nuestro nieto... y por nuestro pueblo.

Si la Profecía tenía una razón de ser, aún no estaba todo perdido. De hecho, nada estaba perdido aún.

Dispusimos que estuvieran en cabañas separadas, el pequeño, A'boro y Lubbi. Por simple higiene, y mejor posibilidad de atenderles. Nkupu se quedó velando a A'boro, y yo no tuve más remedio que ir de uno a otro, aconsejando a las mujeres que les cuidaban, y siguiendo las indicaciones del curandero.

Estaba con el pequeño cuando oí el grito de una voz inconfundible. Quebrada, rota, desencajada por el dolor y el miedo. Pero la suya, su voz: Dago!!!!

¡Mi niña, mi pequeña. Mi Flor de Fuego!

Volé tan rápido como mis pobres piernas me permitieron, entré en su cabaña corriendo, ¡se había despertado! ¡Por fin!

La imagen que vi nunca se borrará de mis ojos cansados mientras viva, todo lo que viva. Mi A'boro abrazada a Nkupu, Padre e hija en un abrazo tierno, un reencuentro tan cargado de significado que no podría ser explicado sólo con palabras. Él le susurraba su canción de cuna, y ella sonreía, suavemente. Se giró y me vió. ¡MADRE!

Como la lluvia sobre la tierra acudí, me deshice en ese abrazo, supe que no hay alegría comparable en el mundo a lo que una madre siente cuando el fruto de sus entrañas ha estado al borde de la muerte, y ha regresado de ese abismo. Por eso comprendí la angustia de A'boro preguntando por su hijo. Y la ansiedad, la urgencia por saber de él y de su esposo, Lubbi.

-¡Gracias a los Espíritus estás bien! Y también Lubbi, pequeña, ¡y vuestro hijo! Temimos por tí y por el pequeño, pero Alá nos dió fuerzas, y el camino nos permitió recorrerlo, y regresar. Ahora los verás, pero no hables, descansa, shhhh.... todo está ya bien, mi pequeña, shhhh.... todo está ya bien...

La abracé, la besé, lloré sobre su pelo, reí y gemí. Todo a un tiempo, mientras sentía galopar mi corazón cansado, mientras apartaba de mi mente el temor a lo que aún no conocía, al futuro, a lo que quedaba por ser desvelado.

Porque La Profecía debía cumplirse, y lo que está escrito no atiende a la razón humana, y mucho menos al corazón. Así que ahora, sabríamos. Sabríamos de la Hambruna, y de si todo se había resuelto. Sabríamos si nuestra Fe tenía razón de ser, si ellos habían sido los elegidos, y si lo habían logrado...

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13/05/2008, 16:18
Aboro kuu dabee

Escuchar de boca de mi Padre que Lubbi estaba vivo fue un gran alivio. No pensé ni por un momento que no fuera así, pero la duda rondaba mi alma y la tenía atrapada sin salida. La cálida voz de mi Padre la liberó de su oscura cárcel.

Entonces la vi! ¡Madre! Mi adorada y añorada Madre. Su abrazo fue todavía más agradecido, más esperado… más… la risa y el llanto se confundían… me apretaba tan fuerte que parecía que quería que volviera a sus entrañas de nuevo… y ahora la comprendía… nunca había comprendido el amor que ambos me tenían hasta ahora… hasta que añoraba tanto a mi hijo que me dolía el corazón y el alma... Abracé a mi madre con fuerza… no quería volver a perderla… ni volver a perderme yo en la oscuridad… pero a pesar de mi amor por ellos, de mi alivio al verles de nuevo después de largos meses, a pesar de mi alegría por estar vivos, por estar juntos los tres en casa… de nuevo en hogar… mi corazón llamaba a gritos a mi hijo… la nueva vida que había creado… que sola había dado a luz en mitad del desierto… aquel ser de esperanza para todo un pueblo y lleno de luz para mi espíritu…

¡Madre! Tengo que verle… sabía que ella comprendería mis sentimientos… necesito verle ahora… yo le perdí… me dormí solo un minuto… estaba tan cansada… le perdí… mi llanto cobró fuerza y mi cuerpo temblaba de miedo ante aquellos recuerdos tan dolorosos… sabía que estaba bien, pero había de verlo con mis propios ojos… le tenía en mis brazos… hice el gesto de acunarle sin apartarme de ella… le tenía así… junto a mí… y le perdí… no me atrevía a mirarla… no quería ver el reproche en sus ojos… habían pasado tantas cosas… tantos sentimientos encontrados en tan poco tiempo… que pasaba de unos a otros a velocidad de la luz… todavía no podía reír cuando ya estaba llorando de nuevo…

Le perdí… susurré mientras acunaba mis propios brazos mirando el hueco que había entre ellos y que debía llenar lo antes posible para recuperar mi corazón roto en dos.

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13/05/2008, 20:42
Inaa Balo

El mundo entero reía. Y lloraba. Reían y lloraban las pieles colgadas sobre la ventana, las esterillas en el suelo. Reían y lloraban los cuencos de agua, las frutas, las bolsas de medicinas y yerbas. Reía y lloraba el sol desgranándose por las rendijas, y Nkupu. Y yo...

Escuché las palabras de A'boro como si nunca nada hubiera sido más importante, bebí el sonido de su voz con deleite, con sed de meses de ausencia, de corazón que clama desde el dolor, de lamento en el peligro. No fuí consciente de lo que me decía hasta que la vi acunando la nada, acunando un vacío entre sus brazos. La abracé aún con más fuerza, si cabe. Pero ella no me miraba, se sentía culpable.

-No le perdiste. No has perdido a tu hijo, A'boro, no... y no te tortures. Cuanto ha sucedido nunca estuvo en tus manos, ni en las de nadie, eras un grano de arena en la tormenta, una hoja llevada por el viento. Sólo los Espíritus conocían tu Destino, y nadie puede oponerse a él. Hiciste lo que debías, y no fallaste, no le fallaste a tu hijo, ni a tu esposo, ni a nosotros...

Le sonreí con dulzura, con comprensión. Fuera lo que fuera que hubiera sucedido allá en el desierto, lo que roía el corazón y el alma de mi niña, ahora ya una mujer, quedó atrás. Esa verdad está enterrada entre la arena, oculta, acallada. Y la verdad que cuenta, la verdad que ella trajo al mundo, la que iba a salvar a nuestro pueblo, se encontraba en la cabaña de al lado. Me levanté con dificultad, no tanto por los años, como por lo difícil que era separarme de mi pequeña.

-Ahora lo verás, A'boro, ahora lo tendrás. Voy a traerte a tu hijo, y todas esas sombras, todo ese miedo se fundirá cuando le abraces. Levanta esos ojos y mírame, Flor de Fuego, Luna llena, mi pequeña y dulce A'boro. Y no te avergüences. Eres Mujer, eres Madre.

Y con las lágrimas deslizándose imparables por mis arrugadas mejillas, pero con una enorme sonrisa pintada entre ellas, salí en busca de su legado, de su Futuro. De su hijo.

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13/05/2008, 22:06
Aboro kuu dabee

A pesar de las dulces palabras que aquella mujer, tan adorada por mí, me decía con cariño, mi ojos llenos de lágrimas fueron incapaces de mirarla. La sentí alejarse rumbo a otra cabaña... a por mi hijo... mi bebé.

eres Madre
eres Madre
eres Madre

Mi cabeza retumbaba con estas dos palabras que eran sencillas y complejas a la vez. A pesar de haberle dado a luz, de llevar 8 largos meses a mi hijo en mi interior... nunca había usado esa palabra para referirme a mí misma.

Madre... que gran orgullo me llenaba ahora los pulmones ese vocablo... y que miedo tan grande me invadía alrededor de mi pequeño cuerpo. Esa palabra llena de amor y de ilusiones, daba un nuevo significado a mi vida. Un orgullo y un compromiso crecían en mí, algo que nunca antes había sentido. Ya no era la pequeña A'boro, la niña pequeña a la que tienen que cuidar y proteger... No. Ahora yo debía proteger a mi hijo, ahora él era más importante que yo, más importante que Marido, que Padre y que Madre, más importante que todo ellos juntos.

Nunca permitiría que volviera a desaparecer de mi lado! Nunca volvería a dejarle solo!! Nunca volvería a apartarme de su lado!!!! Nunca!

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14/05/2008, 02:01
Nkupu Daravo

Nkupu se quedó velando a su hija mientras Inaa salía de la habitación. Ya mas relajado y resignado ante la idea de que Aboro no iba a dormir, permaneció en silencio por un rato. Finalmente, se decidió a preguntarle.

-Y cuéntame entonces, ¿qué es lo que os sucedió?.

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14/05/2008, 08:17
Aboro kuu dabee

Me volví al escuchar de nuevo la cálida voz de mi anciano padre.

Le cogí de la mano y juntos recorrimos el pequeño trecho que nos separaba de la improvisada cama que tenía para mí. Me senté en ella, y le sonreí muy dulcemente, como llevaba haciendo desde niña.

¿No eras tú siempre el de las historias?

La verdad que ahora mismo tenía todo muy confuso en su cabeza, en lo único que podía pensar era en ver a Dago, su hijo. En Lubbi... estaba preocupada por él... la había salvado de una muerte segura... Quería ir a cuidarle y darle las gracias. Pero sabía que estaba en buenas manos y nadie de su aldea dejaría que nada malo le ocurriese.

No sé por dónde empezar Padre mío. levanté la cabeza y cerré los ojos. Ahora mismo lo tengo todo muy confuso. Seguro que tú lo contarías mucho mejor, pero lo intentaré. No sé cuántos días hace ya, he perdido la cuenta. Salimos antes de que saliera el Sol por el camino que trae a este poblado, el que me enseñaste tú para volver a casa. suspiró. No teníamos agua ni comida, y apenas comimos algo la noche anterior. Andamos por el desierto muchas horas, hasta la extenuación, pero apenas avanzabamos. Estábamos muy débiles por la falta de agua y... aparecieron una hienas que me atacaron, y Lubbi... ummm Marido... me salvó. Pero me desmayé y tuvo que cargar conmigo. Yo no podía andar porque mi hijo quería salir ya, y Marido tuvo que dejarme para poder buscar ayuda. Entonces esa noche tuve a mi hijo, mi Dago. Al menos pude completar casi todo el Ritual antes de que naciera por lo que tiene la Bendición de Madre Tierra. Entonces me dormí... y le perdí... mis ojos ya no podían contener las pequeñas lágrimas que caían lentamente por mis mejillas. Me alegro tanto de estar aquí! pude decir entre sollozos y que mi Familia haya sobrevivido!!!

Miré a mi Padre aún sonriendo, con los ojos sangrando gotas saladas, a la espera de su aprobación y bendición, pues al fin y al cabo, yo solo era una mujer, y necesitaba saber que él... que él estaba orgulloso de mí.

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14/05/2008, 09:40
Nkupu Daravo

Nkupu abrazó una vez más a su hija con ternura.

-Historias...sí, yo solía contarlas ¿verdad?. Pero parece que es el momento de dar el relevo. Mi historia ya está contada y poco más queda que añadir. Bueno, verás que esta historia que me has contando, la habrás de repetir un sinfin de veces a lo largo de tu vida. Llegará un momento en el que incluso le des un nombre y con los años, añadirás a esta otras historias. Por hoy, todo ha terminado bien; tú y tu hijo estais a salvo y eso es lo importante. Es para mí un momento de gran felicidad. En este día he recuperado a una hija, que ya daba por perdida y he conocido a mi nieto. ¿Qué mayor dicha puede existir para un hombre que ve como el fin de su vida está cerca?.

El viejo parece un poco ensimismado en sus pensamientos. Se hace el silencio por un momento. Finalmente, el viejo mira a su hija, sonriendo.

-Bueno, en vista de que no tienes la menor intención de descansar, ¿qué te parece si damos un paseo?. Estoy seguro de que el resto de la gente de la aldea querrá saber de tí y de tu historia.

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14/05/2008, 10:03
Aboro kuu dabee

¡Oh Padre! cuanto miedo pasé allí yo sola en el desierto!!! A'boro abrazó de nuevo a su adorado progenitor. Creía que nunca se cansaría de hacerlo.

Yo solo quiero ver a mi hijo y a Lubbi... él... me salvó la vida, Padre. Has de agradecerselo también a él. A'boro se puso en pie, con algo de dificultad, dispuesta a ir en busca de su familia.

Antes de salir por la puerta, ansiosa por ver a los suyos, se giró y con la mayor sonrisa que pudo le dijo a su Padre: Prefería tus historias sobre animales y guerreros. Jijiji rió como en la infancia cuando su Padre le contaba gloriosas cazas y inquietantes aventuras de antiguos afareños.

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14/05/2008, 12:13
Inaa Balo

No habían apenas dado dos pasos en dirección a la puerta de la cabaña, cuando la piel que la cubría se separó. Y a través de ella, Inaa apareció, sonriente, con un pequeño bulto en sus brazos. Pulcramente envuelto en un lienzo blanco, limpio y tranquilo, el hijo de A'boro luchaba por abrir los ojos, alzando sus manitas como si tratara de alcanzar algo.

-Te está buscando, A'boro. Busca a su madre...

Se acercó a ella, y con un gesto suave, experto, se lo tendió. Dejó que lo tomara entre sus brazos, como debía ser. Que lo acunara, que el pequeño oliera su aroma, buscara su piel.

La anciana Inaa, sonriente aún, se apartó, y se abrazó a Nkupu. Era ella ahora, la pequeña Flor de Fuego, convertida en mujer, convertida en madre, la que había tomado el relevo. Como las estaciones se suceden en el tiempo, el invierno había llegado para ellos, y a ella le había traído la primavera, le había traído a su hijo. Ambos ancianos callaron, sólo disfrutando de ese encuentro.

Encuentros... Y aún faltaba otro... a buen seguro que A'boro querría ir en busca de Lubbi, de su esposo, del padre de su hijo...

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14/05/2008, 13:21
Aboro kuu dabee

Al ver a Madre con mi hijo el corazón me dio un vuelco, me quedé paralizada en el lugar donde estaba. Vi como Madre me hablaba y no pude contestarle, vi como me tendía a mi hijo, al que cogí casi con miedo, con mucho cuidado… casi mecánicamente... pero solo tuve que mirarle un instante para reconocer en él al ser más importante de mi vida.

¡Oh Dago! ¡mi Dago! ¡Hijo mío! Creí que te había perdido para siempre… le susurré al abrazarlo y acercar su carita a la mía. Mis lágrimas bañaban su rostro, aun tan tierno y delicado. Mis brazos se adaptaron al peso y al bulto que acunaban, como si siempre hubiera estado allí para ellos, como si ellos siempre hubieran estado esperándolo.

Aunque mis lágrimas no dejaban de caer, mi sonrisa era infinita, iluminaba mi cara y la estancia al completo. Aquel momento era solo para mí y mi bebé, no existía nada ni nadie más… Al fin podía tenerle entre mis brazos, después del sufrimiento para traerle al mundo y perderle a continuación.

El niño también irradiaba felicidad, reconocía a su madre arrebatada sin motivo alguno, y en sus brazos protectores se durmió plácidamente como si nada hubiera sucedido. Yo continué abrazada a él, al contacto con su suave piel, morena como la mía y oliendo los ungüentos en su fino pelo. Comencé la dulce nana que una vez estando aún dentro de mí, canté solo para él. Era apenas un dulce arrullo, que acompañaba con todo mi cuerpo, un canto a la vida, a la esperanza y al amor.

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14/05/2008, 16:33
Nkupu Daravo

Nkupu permaneció callado, aferrado a su esposa y contemplando la felicidad de su hija al tener a su pequeño en sus brazos de nuevo. No quiso decir nada, pues no quería estropear aquel momento en el que sobraban las palabras. Y así permanecieron largo rato, contemplando el hermoso reencuentro, hasta que por fin habló.

-Está bien, es hora de que vayamos a ver a Libbi. Seguro que está ansioso por volver a verde. Si estás preparada, claro.

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14/05/2008, 22:30
Aboro kuu dabee

Las palabras de mi anciano padre me devolvieron a la realidad.

Lubbi... suspiré. Qué diría al verme? y al ver a nuestro hijo? Será tan feliz como yo. Aún recordaba amargas palabras sobre la importancia de su vida y la de su hijo.Sí. Estamos preparados para ir a verle. dijo mientras sonreía a su familia y comenzaba a salir de la estancia.

¿Marido ha visto ya a nuestro hijo? pensó en voz alta.

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15/05/2008, 16:09
Lubbi Kuu Takla

Mis ojos se abrieron lentamente pero se volvieron a cerrar al quedar deslumbrados por la intensa luz que acechaba mis pupilas. Era de día ... no quedaba duda alguna de ello y no sabía cuanto tiempo había estado dormido en el lecho que me habían preparado en el poblado de A'boro ... quizás una noche ... quizás una semana. Pero a pesar de ello mi cuerpo seguía estando cansado ... intenté incorporarme para quedar a espaldas del Sol que entraba por las aberturas formadas por las puertas y las ventanas, pero no pude. Mis fuerzas aún no habían vuelto por lo que tuve que acostumbrar mis ojos a la intensa luz solar que no estaban acostumbrados aún a soportar ...

Finalmente pude abrir los ojos y contemplé la estancia en la que me encontraba, una estancia rústica y no tenía nada mas apenas del lecho que me encontraba, seguramente era una especie de enfermería o alguna choza para algún invitado de otras tribu. Pero lo que mas me asombró fue que estaba solo, esperaba que a mi alrededor hubiera gente prestándome sus atenciones, pero la estancia estaba vacía.

Deseaba que al abrir los ojos la sonrisa de A'boro mi deslumbrara, pero ella no estaba allí, ni sus Padres. Quizás aún estaba soñando, algo que sin duda me hizo temblar levemente a pesar de las escasas fuerzas que me quedaban.

Recordé la horrible criatura que decía ser mi hijo y desee con todas mis fuerzas que ella no estuviera allí, no quería vivir de nuevo ese terror que había sentido ...

Con la voz un poco temblorosa dije a los cuatro vientos intentando que alguien me oyera ...

-¿Hola? ¿Hay alguien? ¿A'boro?