Partida Rol por web

No seas bobo... - acertó a mascullar entre dientes Charlene mientras se aferraba a Field con fuerza, cuando él la acompañaba hasta el asiento donde se acomodó dolorosamente - No, no creo que pudiera sacarnos de aquí con garantías; necesitamos a Halperin, así que intentemos que esto no se nos vaya de las manos - la interrumpe una mueca de dolor, y llevándose la mano izquierda al costado, al tiempo que con la otra acomodaba su escopeta discretamente a un lado, acierta a añadir - Te quiero, tonto. Vigilaré a Douglas durante el trayecto, si llegamos a despegar, no te preocupes. Pero no dejes de estar atento...

- ¿Yo también tengo que desnudarme? ¡Vaya desfachatez!- Se hacía la remolona Menez. Charlene tambien era una mujer pero es que ella era más mayor, toda una señora.- Cuando vuelva Pooster- Dijo con todo el dolor de su corazón.- le va a cantar las cuarenta. ¿Sabe que es boxeador?Boxeador interplanar , además.-  Lanzó una mirada asesina a Miles y asintió a las palabras de Chester. Amenazó al ingeniero malhablado con chivarse a Halperin si volvía a desobedecerla.- Vuelva a hacerlo y le diré a Halperin que la ha tocado y que es como un virus extraterrestre que le ha infectado. Unos huevitos que eclosionarán dentro de usted abriéndole las tripas por donde saldrá el monstruo de las patas de rata.- Tras la pequeña bronca elevó de nuevo la voz.- YA VOOOOY. SOY ARAMIKER VOY CON LAS MANOS EN ALTO DISPUESTA A DESNUDARME.

Pues hala, otro personaje fuera.... pasame a picwelll...

Guardián: ahí te lo dejo. Lee primero lo relativo a esta escena. Hay poca cosa, pero hay. Avisa cuando lo hayas hecho y te posteo.

Meted las cosas en el avión. Despegamos. No hay tiempo que perder.

Con esas tres frases, Halperin terminó por dar su renuente asentimiento a confiar en el resto de la expedición. En el Boeing irían pilotando él y Charlene. En el Belle pilotarían Miles de piloto y Acacia de copiloto. Rucker, que estaba muy grave, iría en el Belle.

La torre permanecía estable mientras se terminaban de revisar los motores.

Halperin tenía un aspecto lamentable. Había sufrido golpes y arañazos en un lado de la cara, que estaba cubierto de sangre seca y congelada, y un profundo corte recorría su frente. Sus mejillas y su nariz mostraban las áreas blancas típicas de la congelación. Él ignoraba todo. El desfile ante él, para convencerle de que nadie de los presentes tenía tentáculos de sobra, había sido penoso.

Intentaron robarme mi cuerpo, decía Halperin mientras trabajaba a quien deseara escuchar, y obviamente no iba a permitirles hacerlo. Ahora han ido en busca de presas más sencillas. No cesaba de murmurar palabras sueltas y frases farfulladas.

Los alemanes hacen un buen cacao, pero no ha sido suficiente para engañarme, ¡ja! Primero intentaron hipnotizarme. Fui demasiado listo para ellos. Les oí arañar en mi cabeza. Fue entonces cuando imaginé todo: tenían que venir a por mi en persona, pero para entonces estaba preparado. "Ven con nosotros" decían, "la señorita Lexington y los otros están muertos. Ven con nosotros y seremos ricos y famosos. Se lo contaremos a todo el mundo." No me lo tragué ni por un instante. Me tomaron por un tonto. Estaban equivocados. Vosotros no los visteis, no. Lo sabríais si lo hubierais hecho. Supe de inmediato que ya no eran personas. Podía verse en sus ojos. Y los tentáculos escondidos. ¿Qué me decís? ¿Eh? El disfraz era bueno, pero no lo suficiente. Así que les disparé. Ni murieron, como hace la gente. Vinieron hacia mi. Me golpearon. Supongo que creyeron que me habían matado a mi también. Peor para ellos, se equivocaron. Ahora me toca a mi. Matarlos. Antes de que lleguen más lejos. Antes de que puedan esconderse. Antes de que puedan reproducirse.

Acacia participaba como una más en los trabajos. Sin embargo, tampoco es que hubiera tanto que hacer: los aviones eran todo el asunto. Poner las mantas eléctricas en los motores, revisar aceite, combustible. Afortunadamente los daños en el Boeing no eran muchos, pero ir en esa carlinga agujereada por las balas iba a ser una tortura.

Con el pretexto de organizar las cosas, Acacia reunió a todos menos a Miles y Halperin, que estaban trasteando en los motores.

Deberíamos ir todos en el Belle, y llevar el equipo en vuestro avión, dijo. Tiene ventanas rotas. El que tenga que viajar ahí va a pasar mucho frío.

Luego se quedó parada. ¿Qué piensan sobre lo que... acabamos... de experimentar? Vacilaba. ¿Creen que es seguro? ¿Jugar con algo como esto? ¿Opinan que deberíamos decírselo al mundo? ¿Creen que tendremos el suficiente valor? Nos tenemos que poner de acuerdo. Luego habrá que hablar con la gente de la ciudad, claro. Pero...

Oh, venga. ¿Acaso nos van a creer? ¿Seres extraterrestres vivos? ¿En la Antártida? ¡Nos meterán en un manicomio!

Albert parecía muy necesitado de salir de ahí. Como todos. Lo de la piedra no le había hecho mucha gracia, y miraba a Aramiker con prevención. La piedra, por supuesto, había vuelto a la caja de bengalas, de donde salió. Era una caja de lata donde cabían cuatro bengalas, ahora con bastante sitio para la piedra.

La torre volvió a pulsar.

Esta vez el efecto fue mucho más suave que en los casos anteriores. Se volvió nítida. Ahora parecía como si, en vez de un objeto con volumen, hubiera en el paisaje un agujero con forma ahusada. Un ojo vertical con un lacrimal luminoso situado en su parte más alta. La tormenta giraba majestuosa por encima. En ese momento, poco a poco, se fue abriendo un claro en el cielo, justo en el ojo de la tormenta. El sol ahora estaba bastante bajo en el horizonte. Se podían contemplar unas pocas estrellas ahí arriba. La luz titiló durante un momento. Tras la vacilación, aumentó su brillo hasta el extremo de iluminar el valle a su alrededor, formando sombras confusas que revelaron lo violento de los temblores que había sufrido la zona.

Al fondo, recortadas contra sus hermanas más lejanas, las cinco montañas que rodeaban lo que en el mapa de la gran sala era el gran pozo y el centro de la torre, habían perdido parte de sus cúspides. En verdad habían bajado sensiblemente en altura.

Despertaste en medio de ninguna parte. La oquedad donde te habías desmayado seguía ahí. Las curiosas pelotas grises estaban donde las habías dejado. ¿Qué serían?

A postear!!

Malditos sean todos los dioses que en el mundo han sido...! - blasfemó con asombro como una vulgar carretera la Srta. Whitston, posible futura Sra. Field, al contemplar los cambios en el cielo - Habrá tiempo para esto, Acacia, quizá no debamos contarlo todo, pero ahora debemos partir o no quedará nadie para narrar nuestra historia, sea cierta o no. Les aseguro que eso - añadió, señalando al ojo de la tormenta - no es ninguna buena señal...

¿De veras quiere que vaya yo sola con Halperin...?¿Es que no le ha oído?. Pretende matar a todos y a todo. Estrellará el avión, si no intenta algo aún peor; no pienso morir después de haber llegado hasta aquí. Al fin y al cabo, quizá me case después de todo - concluyó, echando una intensa mirada a su futurible, mientras se aseguraba de que tanto Miles como el enloquecido Douglas no podían escucharla - No, no, ese avión no llegará a su destino si no podemos controlarle en caso necesario; alguién más tendrá que venir.

Menudo dilema...

¿Dejar a Halperin solo era una opción? No parecía muy inteligente permitir que se pusiera a los mandos de un avión sin un copiloto, la verdad. Pero a Chester la idea de dejar a aquel desequilibrado a solas con Charlene le ponía los pelos de punta. Pero Acacia tenía razón: si la carlinga estaba agujereada, iba a ser un viaje terroríficamente helado. ¿Qué debían hacer, pues? La posibilidad de dejar a Charlene y a Halperin solos en el avión estaba descartada, él no lo iba a permitir de ninguna de las formas. ¿Sería un suicidio viajar con ellos? ¿Sería el frío demasiado intenso? Sinceramente, esperaba que no. Y en cualquier caso, Charlene había dicho claramente que no podían dejar a Halperin solo. Bueno, el dilema se había resuelto solo.

Tranquila, cariño, no voy a dejar que vueles sola con Halperin. Si no crees que pueda ocuparse sola del aparato, yo iré con vosotros, faltaría más.

Solo espero no helarme hasta los huesos.

Hasta aquel momento, Chester había resistido las inclemencias de la Antártida sin un rasguño ni una congelación. Esperaba que este viaje no fuera la excepción.

En cuanto a la torre, lo que allí sucediera ya le importaba más bien poco. Por mí, como si a la torre le salen piernas y empieza a bailar el Charlestón. Larguémonos de aquí ahora que aún estamos a tiempo.

- No seáis idiotas, por favor. - Dijo dando una colleja primero a Charlene y luego a Chester. No estaba de humor después de haberse tenido que desnudar delante de un expedicionario y que no hubiera sido el dulce Pooster.- Ninguno de los dos va a ir con Halperin. ¿Estáis tan locos como él?- Acacia era una mujer lista y como tal, no había querido decir de manera directa que nadie en ese avión iba a sobrevivir a nada que no fuera un ataque suicida. Al menos eso intuía Menez.-Cargad como ha dicho Acacia "todo el equipo" en el boeing...todo lo que sea prescindible y voluminoso, y lo que haga BOOM.- Dijo imitando con los brazos abiertos una explosión.- Charlene se viene en el otro con nosotros, ya nos inventaremos alguna excusa.- Si ese loco quería sacrificarse y hacer explotar la torre ya era adulto para responsabilizarse de sus actos.- Nosotros tenemos que salir de aquí. ¡Rápido!- Se acercó al fotógrafo y le preguntó directamente.- ¿Tiene todo su material fotográfico? Eso sí que es valioso.- Necesitaban pruebas, muchas pruebas, cantidades ingentes de ellas si esperaban que alguien se dignara, aunque fuera, a no reírse en su cara cuando contaran todo aquello.

No pasó desapercibida para Menez la mirada del cámara de la Lexington hacia ella cuando volvía a guardar la piedra negra en su cajita. Le devolvió una igual de enigmática, como si quisiera leer sus pensamientos.

¿Pruebas? Pero... Entonces está decidida, Menez, piensa contarlo todo. Acacia torció el gesto, pero pasó a otro tema. ¿Porqué los alemanes sabían tanto de todo esto? ¿Qué tenía que ver el libro de Poe que me robaron? ¿Porqué robaron el texto de Dyer?

No había hecho caso de las prisas de Charlene porque, era evidente, todavía los trabajos previos al despegue estaban en curso, y había que esperar pasara lo que pasara.

Yo, desde luego, me he pegado una gran paliza con la cámara. No me gustaría que todo el material se quedara en un cajón. Priestley comulgaba con el espíritu periodístico de Menez. Pero, oye, Miles decía que necesitábamos los dos aviones para sacar a la gente de la ciudad. Y todo el material que podamos reunir, si es que pretendemos reunir pruebas. ¿Es conveniente dejar que pilote el avión él solo? Yo, mirad, no soy un hombre valiente. ¿Vale? No me veo encañonando al pobre chiflado con nada más peligroso que mi cámara. Igual alguno de vosotros podría ir vigilándole por la espalda... ¿Muy abrigado, para no congelarse los cataplines?

Intercambiaba miradas intensas con Menez entre frase y frase, quién sabe por qué.

Te parece que, al igual que tú, todo el mundo sospecha de todo el mundo. Una combinación explosiva. ¿Confiar? ¿Y si hay motivos para sospechar? ¿Y si no hay motivos y acabáis a tiros por una tontería? Está claro que los ánimos se están caldeando.

Llevar ese trasto sin copiloto sería muy arriesgado. Eso lo se. ¿No es verdad, Charlene? Acacia participaba de las miradas ominosas, un poco mosca con el juego.

¿Me estoy perdiendo algo? Estalló finalmente, pero bajando la voz, al estilo germánico, no alzándola. Sin embargo, el efecto era electrizante. No le apodaban "tiburón" por nada. Miren que me están poniendo de los nervios. Si es necesario que digan algo, haganlo ahora. Pongan las cartas sobre la mesa. Todas.
 

Yo, al menos, no tengo ninguna "carta" en la manga, Acacia... - la voz de Charlene, aunque dejaba traslucir su agotamiento, aún tenía fuerza. La Lexinton podía ser "El Tiburón", pero ella no había llegado hasta donde estaba dejándose pisotear por nadie - Será mejor para todos que no perdamos la calma, aunque estoy de acuerdo; si alguien tiene algo que decir, creo que no hay mejor ocasión. Por mi parte, necesito descansar unos instantes - añadió, acomodándose en el asiento dentro de lo posible - No va a ser un vuelo nada fácil... - terminó, casi con un susurro.

- Ya arruiné mi carrera una vez, no veo por qué no puedo hacerlo otra contando todo lo que hemos vivido aquí. Está claro que nos desacreditarán, nos lo harán pasar mal diciendo que son fotos y material trucado, que es inverosímil, pero yo, al menos, dormiré con la conciencia tranquila.- Priestley, como buen profesional, no quería tirar todo su trabajo por el sumidero.- ¡Esa es la actitud!- Le animaba así a contarlo. Después de todo iba a necesitar material gráfico, tanto de Priestley como de Field. Las miradas de unos y otros se cruzaban haciendo que la tensión en el ambiente se palpase. Al final Acacia explotó, pero nada que pudiera impresionar demasiado a una reportera como Menez.- Por favor amiga, tranquilícese y ...no sea ingenua. Aquí algunas ya estamos curadas de espanto, ¿sabe? ¿Los alemanes? No sé si es ingenuidad lo suyo o que se hace la tonta. Los mismos que ha metido en su avión para cruzar las montañas son los que robaron su manuscrito. Parece que usted es igual de buena buscando novio- Lo decía por Starkweather.- que amistades. Meyer tenía su manuscrito, ¿es que no lo sabía? Yo ya lo he leído. En él se cuenta todo lo que había aquí. Describe a los carambolos y a esos Sogoths horripilantes. Habla de la torre y de la ciudad en ruinas. Por eso lo querían supongo, para venir precavidos, no como nosotros, que no sabíamos ni un ápice. El de Dyer era algo similar. También lo he leído completo, por supuesto. Y relataba más o menos las misma horripilantes cosas. Este además daba una explicación de lo ocurrido en el campamento Lake. Nada de locura de la nieve. Carambolos sí, vivitos y coleando y usando a los desaparecidos como ratas de laboratorio. La antigua expedición encontró los cuerpo y no estaban muertos, como pensaron, sino en una especie de estado de letargo. Se levantaron como Lázaro y se los cargaron a todos. He podido corroborar que es cierto pues encontramos múltiples pruebas de ello, en concreto el cuerpo del que habían sido considerado ya para la historia como el culpable del asesinato de sus compañeros, el pobre Gedney. Eso también pienso contarlo para dar alivio a su familia. No se volvió loco, se lo llevaron los Carambolos junto a uno de los perros.- Se cruzó de brazos dando fin a su breve resumen de lo acontecido para ver la reacción de Acacia. - Así que Meyer tenía su manuscrito y su expedición, traía documentos con algún tipo de sello oficial del gobierno alemán. Por eso me inclino a pensar que el gobierno alemán está metido en el ajo y que han orquestado todo esto y va usted y les ofrece su ayuda...- ¿Ingenuidad o era cómplice?- Se preguntará como lo sé, pues nos lo dijo el mismo Kyle Williams, el saboteador de su expedición antes de morir. Señora, no hila usted muy fino, veo que se rodea de muy malas compañías. ¿No cree?- ¿Qué podía esperarse de una mujer que se liaba con Rompehuevos?- Él fue el que provocó aquel incidente en su campamento, por el cual nos pidieron ayuda. Nos dijo que le había robado a Meyer esos documentos de los que he hablado. ¿Le parece que están ya las cartas sobre la mesa? Así que deje de hacerse la jefa pues no vería a un elefante revoloteando alrededor de su cabeza y cállese de una vez. En suficientes líos han metido ya usted y Starweather a su gente.- Se había quedado bien a gusto desahogándose contra la engreída de Acacia.- Vamos a coger todos el Belle y a salir de aquí. Lo que yo digo es que Halperin vaya solo. Parece que quiere estrellar el avión contra la torre, eso es lo que pienso que quiere hacer, la verdad. Si quieren preguntárselo allá ustedes. Un honorable suicidio. ¿Quiere alguien acompañarle? No lo creo. En el que no quiera morir de frío, mutilado innumerables veces, eviscerado o de una explosión, que se meta en el Belle sin rechistar. ¿Que quieren volver a la torre a rescatar al que nos ha traicionado y metido en este lío, léase Meyer y su gobierno? Pues adelante, vayan con Halperin. El único que me da pena es Sutton, pero no voy a rriesgar mi vida ni la de ningún otro por volver allí.