Partida Rol por web

Di... dicen que lanzarán una ben... bengala.

La radio dejó de sonar desde ese momento. Pronto habría que concentrarse en manejar los mandos. El cielo era un vacío gris que vomitaba nieve y hielo en complejos remolinos que hacían del aterrizaje una maniobra muy complicada, pero Acacia estuvo acertada desde un principio, y pronto visteis la bengala elevarse sobre las informes ruinas.

La plaza estaba casi irreconocible. La antigua torre desde cuyos sótanos habíais accedido al interior de la urbe ahora parecía taponar dicho acceso. Los edificios más o menos enteros de uno de los laterales habían caído también, casi sepultando la pista de aterrizaje, cuya existencia solamente se podía deducir por la silueta en la nieve de los restos del otro boeing de la expedición. Primero aterrizó Halperin, y se apartó rápido para dejar el intento a Acacia.

Fue accidentado, pero no hubo mayor problema que un buen susto.

Fuera era todo desolación. No se veía un alma. En torno al centro de la plaza, a unos buenos doscientos metros de los aviones, había numerosos bultos cubiertos de nieve del tamaño aproximado de un hombre robusto. Eran muchos. Cientos. En esa zona el manto blanco había sido revuelto hacía un tiempo, para luego ser tapado con la nieve que seguía cayendo. Podían ser signos de violencia o de algún tipo de trabajo de vuestros compañeros.

Hacía rato que la bengala se había acabado. De dónde había salido, era imposible saber. La entrada a la sala donde habíais hecho el almacén estaba taponada por piedras y hielo. No había huellas en la nieve.

Nadie salió a recibiros.

Hacía muchos años que Menez había dejado de interesarse por la religión en lo que a la práctica se refiere, pero durante las maniobras de aterrizaje rezó tantos Aves María que compensaron su ausencia de fe durante años. Cuando por fin estaba claro que el avión se había detenido en tierra firme exclamó.

- ¡No podemos tentar tanto a la suerte!- Salvar al que hubiera lanzado la bengala e irse pitando a un lugar seguro. Eso es lo que pretendía hacer ella.

Aunque no tenía intención de salir ahí fuera comenzó a colocarse de nuevo las ropas de abrigo. Se obligó a hacerlo con cabeza y movimientos pausados. La última vez casi pierde la pierna entera.

- Ayudémonos los unos a los otros con la ropa.- Miró a Charlene con cierta pena.- ¿Cómo te encuentras?- La joven estaba en un estado lamentable. ¿Podría salir al exterior? Menez cojeaba acentuando el mal estado de su pie congelado para que se apiadaran de ella y no la hicieran salir.- ¡Ouch! No creo que pueda salir con mi pie así, ¡ay!- Si Charlene estaba muy débil, Acacia era necesaria para pilotar, y Menez sufría de cobardía, sólo quedaban los hombres para enfrentarse al hielo y la nieve. ¡Serían héroes! Ella sobreviviría y lo relataría.

La rechoncha mujer se acercó a una de las ventanillas y trató de vislumbrar a quién demonios hubiera lanzado la bengala.

- ¿Ven algo¿ ¿Usamos la radio de nuevo?

Charlene no parecía, al igual que Menez, muy dispuesta a moverse para volver a enfrentarse al hielo, el frío, la nieve y los posibles organismos horribles que pudiera haber fuera. En vez de eso, tomó el micrófono y trató de comunicar con el otro avión.

Miles, Halperin.., ¿Podéis oirme...?. No veo ninguna señal, ¿Quién os respondió antes, anunciando la bengala? - tras una pausa, continuó - No me gusta. Antes de nada, dejaremos los aviones preparados para salir. Nosotros iniciaremos ahora la maniobra, ¿De acuerdo, Acacia...?.

Diría que he visto en algún momento algunas bengalas por el avión, ¿Podría alguien buscarlas? - añadió, dirigiéndose a sus compañeros - Parece un buen momento para usarlas, quizá alguien acudirá...

Nada más el avión hubo aterrizado, Chester empezó a ponerse la ropa de abrigo para salir allí fuera. No tenía ninguna intención de quedarse en tierra más tiempo del necesario.

Saldré, echaré un vistazo, esperaré un rato y volveré a entrar; nada demasiado arriesgado.

Lo que había dicho Charlene de las bengalas era una buena idea. Al fin y al cabo, si ellos habían sido capaces de verla, los otros deberían poder ver la suya.

Pasadme algunas de estas bengalas, vamos a ponérselo fácil. ¿Querida, me ayudas a ajustarme los cierres, por favor? - Dijo acercándose a Charlene. - Y no te preocupes, que en nada estaré de vuelta - añadió, acompañando el comentario con su sempiterna sonrisa.

Antes de salir afuera, también agarró su fiel fusil porque, bueno...nunca se sabe.

Miles había salido al exterior y saludaba con la mano en vuestra dirección. Hizo el gesto de abotonarse bien. La ventisca parecía molestarle mucho para ver. No debía ser cosa fácil, ni a corta distancia,  hacer uso de la radio. No había habido respuesta al intento de Charlene.

La capa de nieve era blanda, y llegaba más arriba de las rodillas. Además, el suelo bajo ella era irregular, y Miles evolucionaba dando algún que otro traspiés. Si, por un lado, había facilitado el aterrizaje, por otro habría que tener cuidado con torcerse un tobillo al caminar por ella.

Traía una de las cajas de herramientas. Halperin apareció también, abriendo y bajando con cautela, mirando a todas partes y sin soltar su arma. En la otra mano llevaba otra de las cajas, pero dejó los trabajos de revisión a Miles y se dedicó a vigilar. Tenía la pinta de ir a disparar a cualquier cosa que se moviera demasiado bruscamente.

Miles se encaró con Field mientras revisaba las hélices, juntó las manos en torno al rostro y gritó:

¡Que alguien vaya a ver mientras revisamos los motores! ¡Di a las chicas que los dejen al ralentí hasta que les diga yo!

Te decías a ti mismo, mientras avanzabas, que habías hecho bien en traer las bengalas y, además, te estaba dando cierto reparo gastar muchas, ya que bien te podían hacer falta para ser rescatado si te perdías.

La ventisca hacía todo borroso e incierto. La nieve era muy molesta, sobre todo porque, tal y como habías comprobado en el caso de Miles, el suelo irregular te hacía dar traspiés todo el rato. Nada más grave que caer en blando, sobre la nieve, de momento, pero no era imposible meter un tobillo entre dos piedras y torcerlo de mala manera. O quedar atrapado.

Tenías dos referencias en el paisaje hacia las que dirigir tus pasos: una era el avión siniestrado por culpa del Jonás. Otra era la torre derruída, que todavía era un montón de cascotes lo suficientemente grande como para ser muy reconocible: desde ahí, aparte de saber dónde estabas, podías otear mejor el paisaje.

A través de las ventanillas del avión la figura de Chester se perdió en la ventisca. O casi. Todavía se podía ver, de vez en cuando, cómo hacía todo lo posible por no tropezar. No estaba clara la dirección que seguiría: si hacia el centro de la antigua plaza, donde estaban los restos de la torre antaño poderosa y alta o si hacia los restos del avión siniestrado por culpa del Jonás.

Al encontrarse fuera del infierno del que habia salido, respiro profundamente y agradecio el frio que ahora sentia. Aun agarraba firmemente la extraña bola elastica, cuando penso de nuevo en el dolor de sus heridas y en sus compañeros. Trato de subir a una loma para tratar de orientarse y buscar el avion para informar de su peripecia y de que habia perdido de vista a sus vompañeros.

maldita sea esta altiplanicie, no debimos de venir nunca, solo espero que mis compañeros esten bien, he de volvef al campamento base.

Menez tuvo que ceder y, ya que no iba a salir ella ahí fuera, le cedió de malas maneras la pistola de bengalas a Field. Tenía muchas ganas de salir de allí de una vez y también de poder estar a solas con la gente en la que confiaba.

- Charlene, ¿por qué no descansas un rato hasta que vuelvan?- Dijo con un tono dulce y maternal a la vez que rodeaba con su brazo hombros y espalda de la científica. Y es que la mujer estaba hecha un guiñapo, llena de magulladuras. - Podrías echarte un rato junto a Rucker.- El medio muerto. Iba a ser difícil que durmiera estando el loco de Halperin armado con un rifle junto con su prometido, pero era lo que había en ese momento.

- Acacia, ¿puedes vigilar la radio en caso de que llegue un mensaje? Gracias, cariño.-Menez destilaba amabilidad y dulzura por los cuatro costados. Por supuesto había un motivo espurio en todo aquello. Quería deshacerse de la Lexington para hablar en privado con Charlene.

Chester dio un paso en la nieve y se paró a tomar aire.

Oh por todos los dioses... ¿cómo he terminado metido yo en este fregado? A ver, recapitulemos...

Primero me he vestido, después he ido a echar un vistazo, y después he acabado de nieve hasta las rodillas y mierda hasta las orejas. Sí, la cosa ha ido más o menos así.

Sin muchos ánimos, dio un par de pasos más y miró hacia el horizonte. O lo que intuía era el horizonte, pues empezaba a no verse un carajo.

Bueno, ¿qué haría yo si buscara un refugio en la Antártida? - murmuró - Pues lo más seguro casi que sería refugiarse en una construcción que ha resistido en pie millones de años, ¿verdad? Sí, eso tiene su lógica.

Esperando que Dominique y Compañía (o quien fuera que estuviera allí fuera) tuvieran el mismo sentido común que él, Chester empezó a andar hacia la torre, tomando todas las precauciones que se le ocurrieron: tanteando la nieve de delante con un palo, asegurándose de dirigirse siempre en la misma dirección y estando muy alerta a posibles brechas en el hielo.

Y si no están ahí, lanzo una bengala desde el tejado, espero diez minutos y me largo. Que les den, por tener un sentido común distinto al mío, oye.

Sé que no es buen momento, pero apenas me tengo en pie. Y este hombre, ¡Esta rematadamente loco! - añadió, mirando hacia el casi invisible Chester - Si cree que haciéndose el héroe va a conseguir algo va listo; espero que al menos tenga el buen juicio de no alejarse demasiado - su voz sonó agradecida a la invitación de Menez, aunque el mensaje iba más destinado a Acacia - Supongo que podrás mantener el motor al ralentí y atender la radio; me encantaría ayudarte pero necesito tumbarme diez minutos. Por favor, no dejes de avisarme si me necesitas...

Acompañó a Menez, apoyándose en ella, hacia la parte trasera, teniendo buen cuidado de tumbarse dejando a mano la escopeta y el rifle; no era momento de confiarse demasiado.

Cuando las dos amigas se quedaros a solas, Menez la ayudó a recostarse en el suelo lo más cómodamente posible.

- Sé que necesitas descansar pero...- La periodista rebuscó entre las apretadas ropas y sacó una libreta que tenia bien guardada.Era uno de los tres documentos que Picwell les había dado y que había recogido de moribundo jonas Williams. Estaba llena con anotaciones en alemán, con dibujos de los grabados de la Ciudad que os rodeaba y con infinidad de apuntes sobre textos en lenguaje de puntos y sus equivalentes en alemán. - Esto se lo robó Williams a Meyer. Tiene toda la pinta de ser un diccionario/gramática bastante más completa alemán/carambolo. Intenté que me lo tradujera Baumann antes mientras estabais fuera pero luego todo se fue al trate.- Ahora Baumann estaba muerto, si es que no resucitaba como Acacia.- Si tienes tiempo y ganas....- El rostro de la periodista mostraba gran ansiedad, lo que indicaba que, si por ella fuera, le gustaría que lo hiciera ahora por muy cansada que estuviera.- Tú sabes alemán , ¿verdad? Estaría bien traducirlo al inglés. Pero sobre todo que no te lo vean.- Le advirtió. Oficialmente era un objeto robado.- No hasta que tengamos una copia en inglés.- Sonrió con la picaresca de una reportera avezada.

Una vez Aramiker se puso en modo investigadora, acudieron a ella todos los sucesos de lo que llevaba camino de ser el mayor periodo de tiempo despierta y frenética de toda su vida.

La torre maldita. Esta raza era maniática de poner en sus murales cada tontería que hiciera. Pero en todos los murales de la ciudad no la habían visto representada ni una sola vez. En una cultura con semejante horror vacui eso era significativo. La torre debía ser un tema tabú. Eso solía significar miedo atroz en las culturas humanas. Claro que estaba tratando con extraterrestres pero ¿no eran ellos nuestros verdaderos abuelos? ¿Los creadores de todo lo viviente?

Caminó, pues, por la ciudad ahora verdaderamente desolada. Hubo de trepar en numerosas ocasiones pero, al no haber ni una pared en pie, fue más engorroso que difícil.

Pickwell pensaba que iba en la buena dirección, cuando escuchó el inconfundible sonido de dos aviones. Las nubes y la ventisca no dejaban ver nada, pero creyó percibir la luz de una bengala a poco más de un kilómetro, si es que estaba apreciando las distancias como debía.

Corrió, aun a riesgo de partirse un tobillo. La nieve le llegaba más arriba de las rodillas. Era difícil distinguir si pisaba una grieta o un socavón, pero el ansia y la urgencia de que no partieran sin él le podía. Sabía que tenían que irse pronto. Según sus cálculos (eran cálculos hechos a ojo, pero bastante precisos, ya que había estado mucho tiempo pendiente del equipo) no debía quedar mucho oxígeno en las bombonas, ni mucho combustible que quemar para calentarse.

La libreta era, en efecto, un diccionario muy básico Alemán-Antiguo. Iba a ser muy útil para descifrar los grabados que habíais fotografiado, tanto vosotros como Priestley. Y los que aparecían fotografiados adjuntos al texto Dyer. Este era el trabajo de un especialista mundialmente conocido en lenguas, y era mucho más completo que el realizado por Dyer y por vosotros mismos. También sería más o menos sencillo de traducir, aunque el alemán podía encerrar algunos malentendidos en su traducción al inglés. Igualmente presentaría evidentes inexactitudes con el, mucho más lejano, idioma que pretendía traducir al alemán.

Pero había algo mucho más interesante al final de la libreta. Ahí Meyer había hecho anotaciones separadas de lo que era el diccionario: dibujos de algunos paneles con notas adjuntas. Uno de ellos representaba un mapa de la zona que incluía las Montañas Miskatonic y las otras, las Montañas de Más Allá. En ese dibujo aparecía la zona donde podría haber estado la torre maldita de la que veníais con la talla completamente destrozada. Y no por algún desperfecto causa del tiempo, sino por un muy minucioso cincelado. Era un buen dibujo.

Bajo ese dibujo aparecía la angulosa y muy precisa escritura de Meyer: "¿Por qué los Primordiales destruyeron toda referencia a la torre descrita por Pym? ¿Miedo? ¿Tabú?"

Otra serie de grabados dibujada muy esquemáticamente representaba un resumen de aquel episodio que pudisteis ver con mucho más detalle en aquella torre redonda: la guerra con los seres parecidos a cangrejos voladores. Y las notas de Meyer asociadas: "¿enemigo descrito como del reino vegetal? ¿Hongos? No parecen hongos." Y: "El enemigo tenía numerosas bases en la cordillera de Los Alpes. Extraían el cerebro de sus enemigos para estudiarlos, esclavizarlos, sacarles información una vez muertos. ¿Estaban muertos?" Y también: "otro tramo de la historia de la guerra censurado. Tras ese episodio, la victoria. Antes parecían perder en todos los frentes. ¿Coincidencia con la censura de la torre de Pym? ¿Algo que les dio la victoria y posteriormente fue causa de tabú? ¿La torre les dio la victoria?" Recuerdas un tramo idéntico, censurado, en aquella malhadada torre que explorasteis.

En tu camino hacia la derrumbada torre te encontraste superando un obstáculo... que estaba blandito. ¿Blandito? Te encontrabas en lo que parecía un tramo del camino lleno de suaves obstáculos que debían denunciar idénticos objetos enterrados bajo el manto blanco. Miraste la huella que habías dejado: el fondo era de color rosado. Rojizo. Un aroma metálico inundó tu nariz confundida por el frío. Tu bota había dejado al descubierto un trozo de piel que había sido del blanco más puro y que ahora estaba teñida de rojo, al igual que toda la nieve que le rodeaba. El bulto podía tener forma humana. Pero era imposible: había demasiadas depresiones en la nieve. Miraste: ¡cientos! Estabas en lo que podría considerarse una brutal matanza. ¿De quién o de qué era el cadáver enterrado bajo la nieve? ¿Cómo habría muerto? Te encontraste pensando algo tranquilizador en medio del susto: hacía frío. Mucho frío. Pero todo ese vapor significaba un breve y explosivo periodo de calor ¿verdad? En forma de vapor de agua que ahora se iba precipitando sobre la ciudad en forma de gruesos copos blancos.

Si había habido una matanza, ¿quién había disparado la bengala que habíais visto desde el avión?

Miles andaba por el paisaje. Se le veía a través de las ventanillas, apareciendo o desapareciendo con una llave inglesa monstruosa en la mano, o pensativo dando puñetazos a un alerón que se atascaba. Incluso entró en el Belle a hacer unas pruebas con Acacia en el cuadro de mandos. Vino y se fue sin fijarse siquiera en qué estaban haciendo, obsesionado con lo suyo, en una especie de trance frenético, como el que lucha valiente y vigoroso. A Charlene le recordó la actitud casi humana del Soggoth, en un ramalazo absolutamente desagradable de luz. A ese ser que gorjeaba sus mensajes afanoso allá, en el infierno, llevando amorosamente la cabeza de Pooster, de cuyo cuello asomaba, intacto, todo el entramado de su sistema nervioso. Hasta los más finos hilillos definidos y extraídos con toda precisión. Monstruoso. Decididamente monstruoso. Y, sin embargo a la afamada bióloga no le dio tiempo para una reacción psicótica ni nada. Miles pasó de vuelta rápido, como tan a lo suyo que era transparente, como... Bueno, era muy apropiado: tenía que poner los motores a tono para "poder salir de una puta vez de ese puto país donde hacía un puto frío de La Virgen, y había unas putas ruinas llenas de putos bichos... " o algo semejante se le escuchaba farfullar mientras no daba instrucciones a Acacia.

Al pasar la libreta a Charlene y ver esos grabados de nuevo  ahora todo le pareció claro en su cabeza.

- ¿No es extraño, querida? La torre maldita. Nos hemos hartado de ver en sus murales cada tontería que hicieran esos carambolos. Pero en todos los murales de la ciudad no la hemos visto representada ni una sola vez. La torre debe ser un tema tabú para ellos. En las culturas humanas eso solía significar miedo atroz. Claro que estos son  extraterrestres pero ¿no son ellos nuestros verdaderos creadores? Al Papa le va a dar algo cuando publique todo esto.