Partida Rol por web

Ah, bien. Vuelve a estrechar la mano de Sutton. Encantado, señor... duda ante el tratamiento, algo nervioso. Sir Sutton, o lo que se... bien. Gracias por acudir. Ha sido muy considerado por su parte. ¿Los demás son compañeros también?

Bueno, señorita. Se puede ver cómo el marinero se frota metafóricamente las manos ante una buena historia. Verá. Estas cosas se "huelen" ¿Sabe usté? No hay nada como muchos años en el mar y un buen trago de ron para saber cuándo hay un Jonás a bordo. Nosotros ya lo sabíamos (nos dimos cuenta nada más pisar aquel cascarón podrido) pero sabíamos que el capitán iba a venir, así que aguantamos a pie firme. ¡En la peor de las tempestades y hasta el mismo infierno, señorita!

Así que me pongo el pie en la pasarela y me digo: Howard, esto pinta mal, porque justo cuando puse el pie en la pasarela, justo entonces, un campanario cercano se puso a tocar a muerto. Y ya ve cómo tenía razón: cosas perdidas, si, y eso es peligroso ahí abajo ¿sabe? y el capitán nos advirtió que no pensaba ir, así que ¿cómo íbamos a ir nosotros? De verdá siento en el alma haberles dejao tirados ¿ein? Pero lo que no pue ser, no pue ser.

Antiguamente estas cosas se resolvían por la vía rápida, si señor. Una noche oscura, una chalupa, una pinta de agua y un par de remos y el Jonás era puesto en alta mar tranquilamente, a entenderse con el Señor. Pero ahora ya no es como en los viejos tiempos, señorita, y un hombre tiene que cuidar de su familia ¿Sabe usté?

-Ya, no estuvieron a bordo durante la travesía. Vaya... No quiero que piensen que soy un cobarde ni nada por el estilo, pero valoro la experiencia de aquellos que saben más que yo de la vida en el mar. He oido muchas cosas sobre la anterior expedición y a mí también me inquieta lo que se cuenta. No conocerán ustedes a alguno de los marinos que si ebarcaron la última vez. Quisiera asegurarme que el viaje es seguro- Aunque Hirsch no era para nada supersticioso quería ganarse la confianza de aquellos hombres, esperaba que su tono no hubiera desvelado que no creía firmemente en lo que había dicho o, al menos, en la forma en la que lo había dicho.

Bueno viejo. Pero tú siempre dices lo mismo cada vez que pones el pie en un barco ¿eh? Na, señorita y la compañía, nosotros solemos buscar la estela de un buen capitán y p'allá que nos fuimos. Pero él se debió enterar de que nos habíamos enrolado, y supuso que fue por él, así que nos mandó una nota y quedamos a tomar unas cervezas. Ahí nos contó que ni por estas pensaba volver a los hielos, así que si por él era, no teníamos que perder el culo, con el perdón de usté por la palabra. Na más que fue eso.

¿Los que fueron para allá? Pues no se ahora mismo. Quizá el viejo Tobías, en las máquinas, que siempre va con su hijo Abraham... pero ahora anda por el Mediterráneo. Tendría que hacer memoria.

Menez llegó bastante tarde mucho después de la ceremonia, arreglada pero con evidentes signos de premura. Algunos problemas de ultima hora le habían retrasado de forma incomprensible, como un tiempo robado........

Para no lllamar aun mas la atención se dedicó a observar desde un segundo plano. Con una perspectiva perfecta para tener un plano general de la situación.

Quizá el retraso fue de forma inconsciente, pues a Menenz no le gustaban nada estos actos, primero que no entendía que clase de consuelo pueda ofrecerte un desconocido y segundo le parecía una contradicción estar tristes si se reuniría con el Señor.

Señor perdóname, pero que poco me gustan estos actos. Persignándose de forma discreta.

Sutton hace un asentimiento con la cabeza a modo de agradecimiento por el cable echado por Starkweather y añade un gesto con la mano para quitar importancia a su presentación.

Sutton. - dice a Douglas. - Sir Sutton es mi abuelo.

Ahí tenemos a Hirsch, Aramiker, Chester... - fue indicando rápidamente a los integrantes. - Lo cierto es que los miembros de una expedición siempre terminan siendo como de la familia, de ahí que todos queramos despedirnos de su hermano.

¿Estaban muy unidos? - pregunta

Llegar tarde dio a Menez la ventaja de la perspectiva. Había dos grupos, básicamente. Por un lado estaba el hermano de Douglas y la gente que le estaba dando el pésame, cerca del hoyo. Por otro, algo más apartados, los dos marineros con los que hablaban O'Connel, Hirsch y Field... y escaqueado cerca, el tipo con pinta de periodista, que se dedicaba a escuchar todo lo que se le decía y a anotarlo en una libreta, en la más furiosa sesión de taquigrafía que un representante del quinto poder te podía brindar: una técnica muy depurada, como profesional no podías más que aplaudir al mozo.

¿Unidos? Reflexiona melancólicamente, mirando cómo el hoyo se va llenando de tierra negra. No. La verdad es que nunca lo estuvimos, aunque nos carteábamos regularmente. Hasta hace un tiempo, un par de años. Entonces estuvo en casa una buena temporada, recuperándose de la experiencia con la expedición Miskatonic. Bendigo y maldigo esos días, todo en uno. Por un lado pude recuperarle; por otro, bien, parece que fue algo terrible. Últimamente había vuelto a trabajar, pero me sorprendió mucho ver en los periódicos que se unía a ustedes aunque -agita un papel que conoces bien, la carta inacabada, que ha debido darle el detective Hansen- ahora comprendo lo que pasó.

Entonces se dirige a Starkweather.

Señor. Comprendo que usted está al mando de un proyecto muy importante, pero tengo que decirle que se excedió usted en su celo. Permítame decirle -está empleando un lenguaje que se ve bien que no usa normalmente, intentando hacerse entender de la manera más educada posible, recitando algo que ha debido aprender bien- que me ha decepcionado. Tenía en más estima a los que son como usted. Los caballeros, investigadores y todo eso. Pero ahora veo que para ustedes su trabajo es como una copa de wisky para un borracho. No tuvo usted sensibilidad, y ya se que su muerte podría haber ocurrido en cualquier lado, pero el caso es que estaba ahí porque usted provocó que estuviera ahí. Sepa que en parte le responsabilizo de lo ocurrido.

Starkweather es pillado a contramano. Balbucea. Hace un intento de réplica indignada en el gesto y la intención, pero de repente palidece y calla.

Créame que lo siento, señor Douglas.

Todo aquel que tiene perspectiva de la situación, porque está algo más apartado o no está ocupado conversando con alguien, puede darse cuenta de que Moore, bastante cercano, ha calcado el talón de su zapato, haciendo un movimiento circular y sañudo, en la puntera del pie de Starkweather justo en el momento en el que este iba a hacer algún tipo de réplica justificatoria a Douglas. Ese es justo el momento en que el expedicionario inglés decide callarse, palidecer y optar por una sencilla disculpa.

Es admirable ver cómo el rostro y el gesto de Moore no se mueven ni un milímetro, como si fuera una esfinge.

Maggie seguía hablando con los marineros, un poco alejada de la conversación en la que estaban otros compañeros con el hermano del fallecido.

- Pero... un Jonás no le afectaría, él nunca aceptó ser el capitán del barco, y por lo tanto si hubiese un mal fario no debería haber tenido nada que ver con su muerte. 

Sydewell, el marino, hizo caso omiso del comentario de O'Connel con el gesto típico del entendido en gafe. Algo así como "a mi me vas a enseñar cuándo hay o cuándo no hay gafe en un barco, marinera de agua dulce"

Las conversaciones por ahí comenzaban a llegar a un punto muerto, lo que permitió darse cuenta a los participantes en ellas que, sentado en una lápida cercana, estaba el periodista anotando todo lo que se decía, que parecía escuchar con mucha atención. En cuanto se percató de que le miraban, se encogió de hombros y miró con gesto de hombre encallecido. Hizo el ademán de poner el lápiz sobre la libreta, por si alguien tenía algo que decirle al respecto.

El viento del mar movía un poquejo el aire que ya iba estando cargado de sol. Como si el astro, sabiendo del fin de su reinado por este ciclo, hiciera ese último esfuerzo que supone una despedida como debe ser, así que al calor se añadió ese aire marino bastante recio, más por la constancia y la manía de secar piel y labios, y de hacer llorar los ojos, que por que fuera demasiado fuerte.

Del otro lado de la plática, donde estaba el señor Doglas, había un ambiente tenso, aun no habiendo nadie alzado la voz.

Sutton, sin saber mucho más que decir, se colocó junto a Starweather, esperando que el patrón fuera el que pusiera fin a esa reunión de momentos incómodos, palabras incorrectas y sentimientos encontrados.

Pickwell estaba esta mañana demasiado callado, de hecho paso sin pena ni gloria por las distintas conversaciones sin intervenir en ninguna, lo mas que se atrevio a decir fue un "le acompaño en el sentimiento" al hermano del capitan de forma discreta. Se sentia un poco apesadumbrado por la muerte, no era superticioso, pero tampoco dejaba de creer y le vinieron a la memoria las imagenes de las veces que podia haber "palmado" con los aviones y que salio de chiripa de semejantes trances.

La muerte de cualquier persona cercana a el siempre le traia estas sensaciones de abatimiento. Aun asi siempre estaba alerta y nunca dejaba de observar y esto dio pie para acercarse a Sutton en un momento en que no era el centro de atencion para decirle discretamente: Se que es un momento pesimo, pero podriamos no volver a ver al hermano del capitan, por lo que si tiene ocasion quizas podriamos pedirle ver las pertenencias que tiene del capitan, con la excusa por ejemplo de tener algun amuleto suyo o diario con el que infundirnos valor.

Acto seguido se volvio a quedar en un segundo plano cerca de Aramiker viendo la escena desde lejos observando a los alli presentes y curiosos...

A Hirsch le daba la sensación de que el puntillo misterioso y tétrico del marino más viejo era pura filfa. Lo del mal fario y este tipo de cosas se trataba de una muestra del típico comportamiento supersticioso de cualquier tipo de baja educación que se preciara en cualquier oficio: más en la marina, dadas las azarosas condiciones en que se solían encontrar.

Su compañero, más joven, no le hacía mucho caso en este aspecto. Sus argumentaciones parecían sinceras y más consistentes: en la mar un buen capitán vale su peso en platino, y los marinos podían muy bien ir buscando trabajo en ciertos barcos más que en otros, con el afán de seguir a un mando especialmente apreciado por su sensatez, o dejar dichos puestos si su capitán preferido los rehusaba. Dado, una vez más, lo azaroso del oficio y la absoluta autoridad que un capitán ostentaba, era natural semejante comportamiento. En todo caso sus motivaciones no parecían ir más allá de seguir a su capitán, y si Hirsch necesitaba saber con más detalle qué había movido al fenecido Douglas a rechazar el puesto en el SS Gabrielle, no parecía que estos supieran mucho.

Dos viejos lobos de mar supersticiosos, un hermano apesadumbrado... nada fuera de lo normal. Aunque en realidad, Chester tampoco esperaba encontrarse con algo extraordinario en un entierro tan poco concurrido como aquel.

El fotógrafo se abrochó de nuevo su ajada gabardina y salió fuera de la iglesia a echar un cigarrillo; no estaba bien importunar al Señor con humo que no saliera directamente de unas velas.

Mientras fumaba tranquilamente esperó a que sus compañeros salieran. Además, le daba la impresión de que si preguntaban demasiado acabarían llamando otra vez la atención de Hansen, algo que a él no le interesaba en lo más mínimo; ya había tenido suficientes encuentros desagradables con las fuerzas del orden para toda la expedición.

Sutton levantó la vista un momento y se dirigió a Douglas.

Por cierto, Señor Douglas. - se aclaró un segundo la garganta. - Por lo que dice, su hermano tenía por costumbre referirle cartas a usted y el Doctor Hirsch - señala con un gesto de la cabeza al psiquiatra - nos acompaña en la expedición para analizar el comportamiento humano en largas expediciones.

Quizá guarda cartas o algún diario que ayudaran a conocer un poco más qué sucedió en la anterior expedición.

Por supuesto, todas sus molestias serían cubiertas. - se da un toque a modo casual en la parte superior de la chaqueta, lugar habitual de llevar la cartera. - Y el nombre de los Douglas incluido en la obra del Doctor Hirsch...

No señor, no tengo nada sobre ese viaje al que se refiere, replica a Sutton, pero he recibido sus efectos personales del señor Hansen -hace una inclinación en dirección al hombre, que se acerca para escuchar mejor lo que tiene que decir Douglas- sus diarios han sido expurgados, precisamente donde debía estar escrito todo lo relativo a esa anterior expedición. Eso me ha turbado, y no se sabe el porqué de semejante robo. A alguien no le interesa que se sepa...

Mi hermano se vino a vivir conmigo tras la tragedia, varios meses, ya se lo he comentado. Durante el viaje había perdido dos dedos, por culpa de la congelación, y debía guardar reposo para evitar complicaciones. Pero tuvo que guardar más reposo del que hacían suponer sus heridas carnales, ya que tenía otras, ocultas, en el corazón. Parecía otra persona, su carácter se había ensombrecido, se había vuelto introvertido, y había periodos en que se encerraba en si mismo y se entregaba a la bebida en exceso. Philip Douglas dudó un poco al hablar de esto, como si temiera faltar al respeto al muerto. Durante estos ataques de... dipsomanía, lo llamó el doctor, aunque yo lo llamo borrachera, hablaba de forma inconexa sobre algunas de sus experiencias en el Polo Sur. A continuación se quedaba dormido. Cuando se despertaba lo hacía empapado en sudor y todavía aterrado por algún mal sueño. Yo a menudo interrogaba a mi hermano sobre la naturaleza de sus sueños, de lo que decía antes de caer en el estupor, pero él insistía en que no podía recordar lo que hacía o decía cuando estaba intoxicado, y a menudo negaba rotundamente todo lo relatado en estos episodios.

Pero yo mismo me fui haciendo una composición de lugar, y tengo tres cuadros bastante coherentes por si mismos, aunque no tenga ni idea de la relación entre ellos, ni el orden cronológico en el que pueden situarse unos respecto de los otros.

Suspira mirando a los concurrentes. El grupo donde estaban los marinos y los demás compañeros, que, al parecer se ha quedado sin tema de conversación, atraído por la solemnidad del tono de Philip, se ha acercado y, pronto, todos los asistentes al entierro forman un círculo en torno a él. El periodista, por supuesto, está con su libreta y su lápiz en la mano, pero Philip le anima con la mirada. Si alguien no quería que se supiera algo de lo que aparecía en sus diarios, procuraré que se sepa. Y si esa información era valiosa, será su legado al mundo, así que tiene usted permiso para publicar todo, amigo, literalmente. 

Vuelve la mirada al suelo, para mirar las puntas de sus zapatos. Luego la levanta hacia Starkweather. Al parecer, tres hombres habrían sufrido la locura de la nieve, enfrentándose violentamente a sus compañeros de expedición. Dos de ellos fueron reducidos, pero el tercero escapó y de él nunca más se supo. Mientras habla va pasando la mirada del jefe a los demás, por turno, sin dejarse mucho tiempo en nadie.

También hablaba de unas piedras negruzcas que había encontrado en la nieve, y de lo frías que estaban. De una manera confusa parecían relacionarse con la grave congelación que acabó con sus dedos.

En nombre de Danforth era pronunciado con frecuencia. Mi hermano sacudía su cabeza y decía "Ese pobre diablo, el desgraciado de Danforth". Otras veces gritaba: "¡Maldita sea, Dyer, ponga orden en su tripulación! ¡Haga que pare de gritar!".

Guarda silencio sin que nadie le interrumpa.

Eso es todo. Señores... gracias por haber venido. Parece muy muy cansado, y se retira hacia un coche que le espera, acompañado del señor mayor con pinta de notario, abogado o algo por el estilo, al que parece conocer bien.