Partida Rol por web

Charlene, en efecto, ya no estaba tan estropeada. Los cuidados de Greene, las pomadas y la adaptación al medio habían hecho maravillas con las quemaduras que tenía en la cara. Ya no había infección ni inflamación, solamente costras y varios vendajes lo más discretos posible.

Haber sido depositario de una confidencia, o testigo de algún momento de debilidad a veces no era una ventaja. El confidente de un día podía arrepentirse de sus confianzas al siguiente, dado que, como dice el dicho, el diablo enfermo quiere ser santo, pero cuando está sano, es el diablo. No parecía, en este caso, fruto de la mala conciencia. Chester sorprendió un momento en el que Charlene le miraba (cosa que evitaba hacer). Al ser sorprendida bajó la vista rápidamente con cierto rubor en las mejillas.

Conversación entre Menez, Pooster y Hopewell en algún momento indeterminado.

Pooster, por cómo se desarrollaba la conversación, pensaba que Hopewell estaba intentando controlar su mal humor, posiblemente porque su jefa le había aleccionado. Pero más allá de eso no encontraba motivos para desconfiar de él. Sus palabras parecían sinceras. Parecía pensar realmente que lo que decía era cierto. Como ya tenían predeterminado un signo con las cejas para expresar confianza o desconfianza entre si, a Menez también le fue patente su opinión en cuanto Pooster la miró y las levantó tres veces graciosamente por encima de sus curiosas gafas nuevas.

Y es que la periodista y el psicólogo se entendían bien. Ya solo faltaba la típica noche de pasión pero, claro, con el campamento tan superpoblado era cosa harto difícil de hacer en la intimidad.

Peabody apenas había hablado, comido ni bebido nada desde que entraron en la tienda. Su único gesto significativo fue quitarse con gesto brusco las gafas oscuras, de las que antes no se había separado. Releyó con gesto irónico las runas que había inscrito en ellas, antes de arrojarlas descuidadamente a un estante cercano.

Es el fin... - dijo, sin dirigirse a nadie en concreto, con un tono de profundo desánimo en la voz - Nosotros. Todos. Estamos ya condenados. Nada puede salvarnos, ¿Es que no se dan cuenta...?. Si seguimos buscando, queriendo desenterrar... - se agitó una mano delante de la cara, como para espantar alguna visión demasiado horrorosa para soportarla - Soggoth Tswa - añadió por fin, sencillamente, como si aquello fuera una explicación - Tekkelili Soggoth Tswa... - las sílabas, aún para aquellos a los que les resultaran desconocidas, tenían el sonido espantoso de una realidad más allá de la realidad.

Continúo sentado, los hombros hundidos y la cabeza baja. Aquel era un hombre derrotado, hasta el punto de que parecía no poder ver más allá de unos pocos metros.

Tim se acerca a Alex, para poder mirar en todo su explendor las runas dibujadas, le separa un minuto y le comenta.

Amigo, esas palabras en tu boca resuenan tenebrosas, ¿quieres decir que hay seres Soggoth aqui? ¿quien te lo ha comentado? casi acaban con nosotros en el pasado, eso lo se bien.

Creo que sabes mas de lo que me dices, solo quiero ayudarte y ayudarnos. Que sabes? hay mas seres de los que vimos en el cretacico? hay algoi que te cuente tu padre sobre nueestro fin o simplemente puedes verlo tu? dime algo, Alex, por favor.

Tim se muetra con gesto apesumbrado y sus ojos se tornan acuosos ante el dolor y la enfermedad de su amigo.

Pooster tuvo un recuerdo como un fogonazo.

Los helechos gigantes en la pútrida selva. En el cielo de un delicado azul oscuro una forma cruzando rápido. Recuerda el dinosaurio y el terrible soggoth que rondaban el claro donde se abría el portal, que era una agrupación de piedras formando cierta figura geométrica. La forma voladora que no había conseguido distinguir con claridad, porque ahora corría por su vida, seguido por la obscena masa de carne que finalmente se había llevado un zapato con uno de los dedos del pie con él.

Más tarde, ya cerrado el portal, había tenido una visión parecida, pero ahora contra el familiar paisaje de la vieja Arkham. En el crepúsculo, esa hora en la que los puntiagudos tejados de la ciudad vieja parecían tener millones de años, había cruzado el cielo, lejana, la extraña forma ahusada de algún tipo de cosa voladora. La forma general de esa cosa vista tan solo unos pocos segundos parecía similar a la del espécimen que habían desenterrado en el campamento Lake.

Orgelfinger era el único componente de la expedición cuya edad se acercaba a la de Nandan. Era, sin duda, un cerebro privilegiado; de esos chicos que tienen una carrera muy pronto y que pasan demasiado tiempo con adultos. Ahora, tras haber conocido (y puede que superado) el horror, parecía echar de menos lo que nunca tuvo: una conversación sencilla, típica de adolescentes. Y eligió como interlocutor a Nandan. A quién si no. Tenía, como todos, varias costras y cicatrices provocadas por el frío. Le enseñó a Nandan una especialmente grande que tenía en el brazo.

Fue el otro día, estuve un rato apoyado contra el poste de la antena, ya sabes, de metal. A pesar de la ropa casi me quedo pegado ahí. El doctor Green me echó una bronca... ¿Quieres que te traiga café? Parece que te has dado unos buenos golpes. ¿Qué te pasó? El otro día vimos a tu padre con el telescopio. Apenas unas motitas en la ladera del Nansen, pero parecía que estaban todos. Los conté.

Entre frase y frase lanzaba miraditas a Charlene. Tenía pinta de estar bastante enamoriscado.

Otra cosa que pudo comprobar Nandan era que Bryce le miraba de una manera que conocía bien. En India la homosexualidad era aceptada sin problemas, aunque Nandan sabía de sobra que los occidentales no la toleraban (al menos en público). Esa mirada, aun así, era universal, pero en este caso estaba teñida de secreto y se notaba que Bryce no la había lanzado a propósito, que procuraba controlar sus impulsos.

No era tan fácil quitarse a Menez de encima como Picwell pensaba. Era una mosca cojonera y había trabajado mucho con subordinados como para no reconocer a aquellos que aprovechaban cualquier momento para escaquearse del trabajo duro.

- Muchacho, si cree que los demás hacemos esto todo los días está muy equivocado. Bla-bla-bla-bla...- No callaba ni con el viento soplando con toda su fuerza sobre el campamento. Sin embargo no podía estar detrás del piloto todo el tiempo, tenía una gran cantidad de trabajo con el cada vez más ausente Sutton. Lo bueno de trabajar es que te permitía mantener la mente a salvo del ulular del viento. Pero lo que no se quitaba era ese apestoso olor. Sobre lo todo lo notaba en la persona de Moore.

Lo que me faltaba...- Así pensaba la periodista. Si no podía tragar a Satrkweather ahora estar en presencia de Moore le provocaba nauseas. ¡Qué situación más complicada! Había soñado que ella formaba parte de la manada de perros y soltaba espuma por la boca, rabiosa, cuando la acercaban a uno de los carambolos. Este se movía, como si fuera una planta carnívora que se había tragado una enorme presa. Su dura pel se rasgaba uy de ella salía un Moore manchado y hediondo.

¿Es que nadie más lo nota? Apesta a carambolo.

Agradeció las palabras de apoyo de Field, estirando los labios hasta que formaron una rancia sonrisa. Incluso agradeció el de Moore, aunque ante la intervención de éste último tuvo que taparse discretamente nariz y boca para que no le viera el gesto de desagrado. Pegó un discreto codazo a Pooster buscando su complicidad, pero éste parecía no inmutarse. Por ahora dejaría el tema de Acacia, había perdido la primera batalla, pero no la guerra.

Como había dicho Moore, el apestoso, Menez debía resgistrarlo todo y para ello debía estar en todos los ajos. Eso intentaba la mujer, que a pesar de su pequeño tamaño,  acababa haciéndose paso hasta la primera línea de todo lo que ocurría en el campamento. Los análisis en el laboratorio dieron sus frutos. Lo encontrado en el vial de muestra dque le había dado Pickwell no contradecía su versión, todo lo contrario.

- Oxido de cobre.- Repitió como confirmando que lo contado por los Dementes quedaba refutado pro el resultado de los análisis.- Medio áltamente nutritivo.- Repetía como un loro. Sonaba escéptica pero no lo pretendía. Era solo que insistía en encontrar la explicación más lógica. Estos dos descubrimientos eran menos funestos que el tema de Hirsch, la tienda y la sangre.

- ¡Válgame Dios! ¿Tanta sangre cabe dentro de nuestro cuerpo?-  ¿Cómo podían haber desmembrado a Carral y Brennan? No entendía nada. Peor no quedaba ahí la cosa. Nandan y Peabody habían descubierto la radio. La frase deHopewell no dejó de escamar a la periodista que volvía a preguntar en alto sin esperar respuesta.- ¿Ácido de mediana potencia? Como en el Waralooo, qué casualidad.- Demasiados datos para acordarse de todos ellos en su inquieta mente. Tenía que volver a la tienda y tomar nota de todo. De camino se topó con Giles lo cual alegro a Menez. Si el joven había llegado es que Myers estaría también por ahí y podría sustituir a Suttón.- Chico, por fin habéis llegado, no veas la de trabajo y cosas interesantes hay aquí. ¿Y Myers?- Le espetó pues al que esperaba realmente era a su jefe. Pero entonces captó esa extraña expresión, como si quisiese decir algo y no se atreviese. Se le despertó su instinto más maternal,y oportunista, así que pasó el brazo por encima de los hombros del chico, y lo arrastró a un lado.- ¿Qué pasa? No me digas que te ha comido la lengua un gato jeje.- Dijo con sorna pues todos sabían que el chico era un deslenguado.

Menez interpretaba bien su papel. Perseguía a Picwell cual madre con zapatilla en mano. No era difícil hacerlo pues era en parte su forma de ser, pero apretaba al piloto sin llegar a ahogarlo. Al final dejó que se escabullera de su trabajo en las excavaciones para que se ocupara del avión. Allí lo abordó en un momento de soledad.

- ¿Y bien? ¿Pasó buena noche? ¿Algo interesante que contar?- Obviamente se refería a las guardias que le había dicho el piloto que haría para descubrir posibles conspiraciones y no a posibles sueños, más bien pesadillas, que hubiera podido tener. Con ese viento, y sobre todo aquel olor, era normal tenerlas.

La guardia había sido tranquila y aburrida. Maggie se había hecho cargo de parte de la noche. Nada raro, le había dicho a la mañana siguiente. Como de costumbre no dijo más, era de pocas palabras.

No adelantemos acontecimientos Aramiker, querida, esas muestras de carbonilla que me has dado podrían ser quemaduras de ácido o de base, quién sabe. Para que lo entienda mejor, una base es... bueno, pareció pensar que iba a quedar de lo más pedante ponerse a dar explicaciones. Que podría ser cualquier otra cosa. Pero este análisis es algo más complicado, necesitaría ir al campamento base con todas las muestras que podáis darme, y puede que no tengamos el equipo necesario. Se hizo recopilación de todas las muestras posibles y por haber.

No entiendo cómo no se me han proporcionado antes, la verdad. Esperemos que no sea tarde. Las muestras pueden degenerar ¿sabe? También haré un análisis más exhaustivo de ese líquido maloliente. Podría haber sustancias que nos llamen la atención.

Curiosamente - o no tanto, tras haber podido observar por primera vez y en largos períodos  el carácter de Starkweather - ahora que el Jefe no estaba parecía que los ánimos en la expedición estaban bastante más calmados.

Si nos olvidamos de los carambolos estos que nos han dejado medio turulatos, claro - matizó para sí mismo. Pero era verdad que la ausencia de Starkweather había sentado bien a los expedicionarios.

Chester estaba impaciente por entrar a explorar la cueva de hielo. El tema de la radio modificada con piezas extrañas también le tenía intrigado - no se olvidaba de la cabeza conectada a cables que habían encontrado en la Puerta de la Luna, y probablemente había una conexión entre ambas cosas - pero poco podía hacer al respecto: sus conocimientos acerca de aquella área eran prácticamente nulos.

Aprovechando que Charlene ya había llegado al campamento para instalarse, trató de entablar conversación con ella, ignorando convenientemente las miraditas que le lanzaba el joven Douglas.

Así pues, ¿cómo os ha ido todos estos días solos? ¿Ha habido algún problema? Espero que os hayáis podido instalar sin problemas en el campo. El olor de los carambolos - vocablo de Ménez, claro - hace que investigarles sea una tarea de lo más sacrificada, pero estoy seguro de que querrás echarles un vistazo. Quizás puedas contarnos algo más de estos seres, algo que a nosotros se nos haya escapado.

De momento prefería mantener la conversación en un nivel estrictamente profesional, aunque trataba de mostrarse amable y sonriente con ella. Además, si las muestras de los botes no le habían llegado antes era sin duda por descuido suyo y de Dominique, y no quería empezar la conversación reconociendo que había metido la pata.

Por ahora parece estar tranquilo el tema, Ni maggie ni yo hemos visto nada raro, aunque la apertura a la gruta seguramente traera actividad. Seguro que alguno quiere colarse antes que los demas.

Señora Menez, no quiero que crea que quiero escurrir el bulto con la arqueologia, es que se me da verdaderamente mal y no quisiera estropear ninguna prueba, por eso estoy aqui con el avion donde estoy mas comodo investigando que ha podido pasar. Tendriamos que investigar porque arrancaron la radio del avion y construyeron ese artilugio con sus tripas, todo lo que paso aqui es de lo mas caotico. Por la expresion de Menez veo que no se le ha pasado por la cabeza porque querrian construir un aparato electronico con los restos de la radio, mas bien piensa que fue un acto de sabotaje, yo tengo otra teoria.

Tengo casi la certeza que los anteriores inquilinos querian construir algun tipo de aparato, mas o menos como esta haciendo Peabody con sus runas, esta noche en mi guardia vere a ver que descubro.

Esa tarde se hizo imposible seguir las excavaciones, debido al fuerte viento. Hubo, en cambio, que hacer trabajos en los aviones, que no iban a despegar, debido a lo incierto de su vuelo en esas condiciones meteorológicas.

Moore no era un buen organizador de reuniones de sociedad. Aun estando tan apretados, se habían hecho grupitos, según especialidades. Los científicos habían ido gravitando los unos hacia los otros. Arqueólogos como Myers, Giles, Menez (aunque Menez si que iba de aquí para allá) y Sutton, que intentaba protestar que le dejaran en paz, hablaban del trabajo realizado. Los pilotos y mecánicos también hablaban de trabajo entre ellos. Los guías, cómo no, estaban discutiendo sobre cómo afrontar este mal tiempo. Finalmente se adoptó la postura más conservadora, ya que en general tenían que tratar con gente bastante inútil en estos climas. Sykes fue el que hizo callar la barahunda de conversaciones que se estaba formando.

Señores, hoy no se va a poder trabajar a la intemperie excepto por varias excepciones. El grupo que ha estado excavando el campamento protegerá las zonas lo mejor posible contra el viento que hará esta noche y otra brigada entre la que deberán estar los mecánicos y pilotos debe, con urgencia y disponiendo de la mano de obra que necesiten, sujetar los aviones lo mejor posible. Los que vayan a la cueva podrán trabajar, ya que estarán a cubierto, pero dado que la tienda que la protege no es muy grande, no habrá sitio para más de seis personas.

La elección del tema fue bastante afortunada. Charlene parecía distraída cuando se le pedían otras cosas, al menos cuando se comparaba su expresión con la que puso ahora. Por cierto que ella también había estado manoseándolos, y el combustible para calentar agua y lavarse no se gastaba con la suficiente profusión.

Lo desconocemos casi todo. Son antiquísimos y están en un estado de conservación magnífico. No solo eran anfibios, también tenían capacidad para volar. No me explico cómo han evolucionado en épocas en las que todavía... sus fibras son duras, tienen organismos paralelos con funciones parecidas, aerobios y anaerobios, y los deshechos de una parte son aprovechados por la otra en un círculo que hace posible que... Tienen un sistema nervioso muy muy complejo, y cinco lóbulos cerebrales. Cinco ojos, cinco bocas... cinco de todo, y en forma de estrella. Son radiados, como las medusas, las estrellas de mar, los erizos de mar ¿entiendes? Han tenido que evolucionar en el agua, pero no me explico cómo en tan poco tiempo han llegado a... cuando estaban aquí la tierra era muy joven. ¿Te das cuenta? Chester, sospechamos que parte de su química está basada en la sílice, no en el carbono.

Bla, bla, bla... con las pupilas dilatadas por la excitación, la paleobióloga soltaba torrentes de información en dirección al desprevenido Chester.

Entró Hopewell con una nota para Moore.

Ha llegado un mensaje para usted. Como este tiempo nos trae de cabeza, ha tenido que ser mediante morse, y aun así casi no lo conseguimos.

MI QUERIDO MOORE AHÍ TIENES TODAS LAS RESPUESTAS QUE YO TE PUEDA DAR TOMA ESTE CONSEJO TEN CUIDADO HABLAREMOS CUANDO REGRESES HASTA ENTONCES TE PIDO QUE NO COMETAS ERRORES QUE PUEDAS LAMENTAR BUENA SUERTE TEN LOS OJOS ABIERTOS ESTÁS EN MIS ORACIONES PEABODIE

Imprudentemente lo leyó en voz alta. Fue como un jarro de agua fría. Se hizo un silencio ominoso que dejó que el eterno acorde disonante de las Montañas Miskatonic penetrara en la tienda y en vuestro ánimo.

El tema de las muestras estaba empezando a cansar a Dominique, todos los "dementes" conociamos de su existencia, porque no se oculto ninguna informacion ni hallazgo alguno. Entiendo que este molesta, Señorita Whitston, la verdad es que los deje en mi petate y me olvide de ellos, pero tambien se olvidaron el resto de la expedicion y todos sabian donde estaban y que contenian. Tome cuatro muestras, una se rompio y las otras dos que quedan se las doy  ahora por si se encuentran en mejores condiciones, la idea es que se analizaran por tecnicos distintos y en distintos laboratorios para contrastar resultados pero creo que es complicado llevarlo a cabo. Tenga, aqui las tiene, y le paso las muestras con cuidado de que no se caigan de sus manos.

La falta de sueño estaba haciendo mella en el animo de Dominique, y el viento con su constante aullar no hacia mas que estropearle el animo. Siento haber sido brusco, he pasado mala noche y me encuentro agotado, no tengo excusa, mil perdones.

Greene relevó a Bryce en la disección de los especímenes y se él trasladó junto a Moore, Acacia, Chester, Prestley y Tuvinnen a la cueva del tesoro, o al menos ese había sido el plan, ya que Menez insistió en ir. Finalmente, tras amenzar con liarla, Tuvinnen aceptó admitir un miembro más, pero tardaron más en salir, ya que había que preveer más equipo de emergencia, y estarían apretados.

La tarde transcurrió alegre en la tienda, a pesar de todo. Había sido consenso general que los errores a lamentar, según la nota de Peabodie, estaban siendo evitados con la suma discreción con que se hacían las comunicaciones al exterior, así que una vez entre todos aseguraron los aviones y la excavación en el campamento Lake, Larry sacó una armónica y todos cantaron como pudieron. A veces mal, pero siempre con pasable entusiasmo.

No mucho después volvieron los que habían ido a la cueva. El lugar donse se había instalado la plataforma de perforación de Lake, y la cueva sutrerránea donde realizó sus más asombrosos descubrimientos estaba a unos setecientos cincuenta metros al suroeste del campamento. La piedra del lugar llegaba hasta muy cerca de la superficie ahí, y se podía ver como un oscurecimiento del hielo. Ahí el viento era fuerte y constante. La antigua plataforma de perforación había sido un lío de metales cubiertos por el hielo apretados ahí como un puño cerrado y furioso, y se levantaba a metro y medio de una depresión del terreno. Las cuerdas y tuberías habían estado expuestas a los elementos, y la escarcha las cubría. Algunos carámbanos se extendían horizontalmente desde las barras más gruesas, y llegaban al medio metro y más los más largos.

Había sido un terrible trabajo para los mecánicos despejar todo aquello.

Solamente el montón de escoria que había a un lado de todo aquello, fruto de las excavaciones de la perforadora y de lo que habían dejado atrás los miembros del campamento Lake hacía tres años eran un tesoro de fósiles marinos en trozos de roca caliza. Moore hablaba de restos de arenisca de los periodos jurásico y triásico junto a un tipo de obsidiana que no era de origen volcánico, pero su exploración había sido muy superficial. Chester se había traído un curioso trozo de esteatita verde en forma de estrella de mar.

La nueva perforadora de Peabodie ahora parecía una araña maligna y gigante defendiendo la entrada a la caverna del tesoro. Había dejado expedito un hueco oscuro de metro y medio de ancho de bordes afilados y cortantes ligeramente redondeados por la acción del clima y del hombre. El hielo y la piedra caliza, de un metro de espesor, formaban las dos primeras capas. el suelo de la caverna era visible y estaba a tres metros de la superficie. Justo debajo de la entrada principal habían encontrado un gran motor de gasolina y, a su lado, una serie de tuberías, mangueras y brocas. El techo en la caverna era bajo, con unos dos metros de altura. Había muy poco hielo o nieve dentro, gracias a la acción protectora del tapón de hielo.

Los primeros trabajos habían consistido en bajar vuestro propio generador y tender dentro del pasadizo cables para instalar dos o tres puntos de luz.

Todos vinieron con las imagenes todavía en las pupilas de un lugar hermoso y sobrecogedor. Era una cueva de piedra caliza, excavada en las montañas ya hace tiempo, probablemente (según Moore) debido a la erosión producida por una corriente subterránea ya desaparecida. Las paredes eran de colores cálidos, crema y verde. Cientos de estalactitas y estalagmitas creaban un bosque mágico de columnas y pilares que se extendían en todas las direcciones.

El suelo de la caverna bajo la entrada estaba embarrado, lleno de pisadas de bota y desprovisto de todo su aspecto original. A un lado del hueco por el que se entraba encontraron una mesa plegable de madera sobre la que encontraron una serie de pequeños fósiles, una linterna de keroseno (que funcionaba), una cajita de cerillas Lucifer y algunas bandejas y cajas que habían sido apartadas y volcadas con brusquedad, sus contenidos desperdigados por la mesa y el suelo, y olvidados ahí.

Aunque no fueron más allá de las instalaciones básicas y de fotografiar todo tal cual lo habían encontrado, vieron que lejos de la entrada la cueva era mucho más pura, que los exploradores de hace tres años habían limitado sus movimientos a la zona alrededor de la mesa, respetando los cánones de cualquier excavación científica que se preciara. Había senderos distribuidos radialmente marcados con cintas para controlar qué se podía pisar y qué no a partir de la zona de trabajo más burdo. La gruta tenía varias ramificaciones que se extendían irregularmente, pero pasada cierta distancia era claro que no se podía avanzar por muchas de ellas sin usar explosivos, ya que la tremenda profusión de estalactitas y estalagmitas impedían el paso.

El suelo de la caverna era más liso que las paredes, y no estaba compuesto de caliza, sino de una serie de sedimentos y fragmentos fósiles traídos por el paso del río subterráneo que había excavado la cueva para empezar. Los depósitos se debían apilar unos sobre otros hasta alcanzar alturas considerables. Había varios pozos cerca de la zona de trabajo cuidadosamente excavados al modo de un arqueólogo decente.

Frecuentemente se podía ver que lo que cerraba el paso a una u otra sala no eran sino masas de fósiles. El sueño de un paleontólogo.