Partida Rol por web

Las puertas se abren, a uno le pilla por sorpresa y a la otra mas aun si cabe. En mitad del pasillo, un completo desconocido, al otro lado la pelirosa con el maromo de dos metros, con un hombre con un gato en las manos que mira con inocencia.

El nosferatu le mira, le señala y dice algo en su estridente lengua que retumba en todo el tunel.

El nosferatu que nos guía abre una de las puertas del apestoso lugar, probablemente la que ya da acceso a los túneles de las alcantarillas propiamente dichas. Para nuestra sorpresa, o al menos la mía, un tipo está justo delante de ella lo que provoca que dé un pequeño respingo de la sorpresa, apretando la mano de Quentin (el que lleva un gato en brazos), junto a mí, y los bultos envueltos en telas que llevo bajo el otro brazo.
El guía grita algo que no entiendo pero resulta tan molesto que mi ceño se frunce un poco mientras miro alrededor. ¿Problemas tan pronto? Admito que esperaba al menos una noche de calma pero debe de ser demasiado pedir.

-¿Qué sucede...?- acabo por preguntar con mi característico y marcado acento nórdico y algo de impaciencia.

Mis sentidos no logran actuar lo suficientemente rápido ante lo que ocurre... Un segundo después de apoyar mi rostro contra la puerta, ésta se abre, dejándome en una situación realmente incómoda.

Varios desconocidos aparecen al otro lado, obviamente juntos...

Estoy en desventaja... Y ya no existe factor sorpresa posible.

El grito agudo hace que me sienta aún más tenso.

Doy un paso hacia atrás mirándoles fijamente, sin pestañear ni un sólo momento. Mi mirada es intensa, sin embargo no adopto una postura ofensiva, y mi actitud no parece amenazadora.

Simplemente doy un paso hacia atrás, tratando de adivinar qué ocurrirá a continuación.

Me rio y me suelto de Irina a pesar de que intenta sujetarme acercandome al extraño
Kenshi quiere darte un besolevanto el gato hasta tu rostro con una sonrisa infantil Alma metalica, corazon dividido, no sabes que es lo que haces aqui...el pasado te persigue

Mi boca se entreabre un poco tras las palabras de Quentin, que en esta ocasión tienen la sensatez suficiente como para sorprenderme pero aún así me sobrepongo y vuelvo a cerrarla.
-Quentin, tienes que portarte bien...- le digo en tono de reprimenda cariñosa cómo lo haría con un niño pequeño mientras vuelvo a acercarme a él con una paciencia que sólo uso en muy contadas ocasiones.
-Déjale tranquilo, anda vamos- le insisto estirando su brazo para que baje a Kenshi, puesto que dudo que a un desconocido le haga mucha gracia el gesto de acercarle al gato a esa distancia de la cara.

-Lo siento- me limito a decir escuetamente con una pequeña sonrisa a modo de disculpa mientras intento llevarme a Quentin para marcharnos de allí. No estoy muy segura de poder hacerlo ya que al fin y al cabo su cuerpo es adulto aunque su mente no le acompañe.
Lo cierto es que al principio pensé que podía ser una amenaza pero visto el silencio repentino del nosferatu supongo que no hay de qué preocuparse.

Cuando el extraño se ríe mi mirada se endurece, mirándole con una advertencia escrita en mis pupilas.

Sin embargo no parece ser suficiente. Se acerca a mí con ese gato...

Cita:

Oh no, apuesto a que no quiere...

Mi instinto actúa sin consultarme. Retrocedo mientras enseño ligeramente los colmillos en un gesto de amenaza parcial... Con el cuerpo echado un poco hacia adelante, casi en una postura defensiva.

Sin embargo las respuestas de la mujer hacen que mi tensión no crezca más, y recupere la serenidad en mi semblante. El tono de su voz me deja claro que al menos sus palabras no mienten... Tal vez sí las intenciones que oculta tras ellas.

Cuando retiran al gato vuelvo a una pose más humana, más racional, erguido.

Miro a los otros dos hombres, tratando de saber si al igual que la mujer parecen ser neutrales, o su actitud es mucho más negativa que la suya.

MIro al nosferatu como chilla durante un largo rato y le doy un capon con ganas. Niego al ver el gesto de Quentin y las palabras de Irina. Los aparto y me acerco mirandote desde mis dos metros de altura
¿Quien eres? ¿que haces aqui? espero que no seas un lacayo del principe por que no te gustara verte cuando acabe contigo y destroce todos y cada uno de tus huesos

Empiezo a andar nuevamente con Quentin sujeto a mi mano, pero me detengo al oír la voz profunda y algo enfadada de Scott. Bien, eso no es una novedad en realidad... Me giro y entorno los ojos ligeramente. Después de haber visto cómo ha reaccionado el muchacho con el gato es probable que empiece una discusión o algo peor... Hmm... sí, eso sería bastante interesante.
Una sonrisa traviesa empieza a dibujarse en mi cara ante esa perspectiva de diversión, aunque por desgracia la pelea no sea muy equitativa... Una lástima, ojalá le reventara los dientes al grandullón.

-Scott... querría contactar con los nosferatus igual que nosotros, ¿qué otra cosa si no?- digo para intentar suavizar un poco el ambiente, en realidad no apostaría anda por las buenas intenciones del desconocido pero la oportunidad de contradecir al brujah es demasiado tentadora.

Cuando el hombre de la melena se acerca a mi tratando de intimidarme no puedo evitar sonreír. Mi boca esboza una sonrisa ladeada, y directa, sin tapujos.

Me iergo, demostrando que esos 13 centímetros de diferencia no me impresionan NADA.

Mi mirada se vuelve fiera, casi animal... Sólo dura un instante. Suficiente como advertencia.

- No me gustan las amenazas.

Mi voz suena extraña, un tanto gutural, un tanto partida, y sin embargo alta y clara, sin un atisbo de duda.

Me mantengo firme y miro hacia la joven, que de nuevo se ha mostrado más favorable hacia mí. Su actitud me sorprende a pesar de beneficiarme.

- Os ví bajar a las alcantarillas... Sentí curiosidad.

Mi mirada vuelve al hombre, sin apartarse, casi como un desafío.

Pues es extraño que a todos nos haya dado por ver a los nosferatu hoy replico mirandote mientras sonrio mostrando los colmillos y me rio a mi no me gustan los cotillas, asi que ve soltando por esa boquita tu nombre y tu clan. Por que la amenaza sigue en pie
Aprieto los puños y hago crujir los nudillos un poco...

Uhh... mala respuesta pequeño. Pienso para mis adentros ante la excesivamente sincera respuesta del desconocido, y probablemente aún esconda parte de sus verdaderos motivos.
Scott demuestra que está impaciente por romperle la cara a alguien lo cuál me lleva a chasquear la lengua con fastidio. La verdad es que no creo que pudiera detenerla ni aunque quisiera, pero tampoco no sé si debería tomarme esa molestia.
-Hay que joderse...- acabo murmurando por lo bajo mientras dejo que Quentin tome asiento en uno de los salientes de ladrillo de la pared de la alcantarilla y dejo lo que llevo en las manos cerca de él.

-¿De verdad vais a poneros a pelear? Me parece que simplemente tenéis ganas de romper los dientes a alguien pero no voy a ser yo la que os detenga... Hay que admitir que tus motivos no parecen tener demasiados fundamentos- me cruzo de brazos y arqueo la ceja mientras le miro inquisitivamente. Yo me hubiera limitado a pasar de largo pero... le estoy salvando el pellejo al ofrecerle la oportunidad de hablar. Igualmente parece muy dispuesto a desperdiciarla.

La nueva respuesta del melenudo me hace sonreír aún más, con una mueca casi siniestra. Nuevas amenazas, nuevas palabras.

Dame hechos... No palabras.

Como respuesta a mis propios pensamientos el ruido de sus nudillos parece despertar algo intenso en mí. Violento y hambriento... Bestial.

Apenas oigo las palabras de la mujer... Sólo escucho mi propia ira creciendo dentro, cada vez más fuerte, más encendida. Es como si se parase el tiempo. Un instante infinito de pasión fúnebre y agresión.

Y de repente todo se desencadena.

Siento como mi cuerpo reacciona ante mi llamada, ante la necesidad extrema de una respuesta física a tanta soberbia.

Rebelión y sangre.

Mi mirada se clava en las pupilas del hombre, con tanta inercia como mi propio cuerpo, que se avalanza contra él en un súbito escalofrío, buscando su estómago con mis manos... Buscando desgarrarlo, hacerlo callar.

Es sólo un segundo... que parece transcurrir a cámara lenta, rodeado de flashes blanquecinos, como en la discoteca. Así sucede todo en mi cabeza.

Exijo a mi cuerpo que obedezca, que mute, que cambie... Que brame conmigo, que seamos sólo uno en esta lucha, en cada caza, en cada noche. Mis dedos se transforman en garras , afiladas y brutales.

El movimiento es frenético e inesperado. Mi cuerpo reacciona ante sus palabras, sin pensárselo, haciendo que mis manos busquen su cuerpo y traten de arremeter contra él con toda mi contundencia.

Mis gritos llenan los túneles de ecos.

- ¡Soy Soren, del clan Gangrel!

Y no me asustan tus amenazas...

Las garras surgidas de las manos de vuestro interlocutor que se ha llamado a si mismo Soren rasgan el aire hasta el pecho de Scott, rompiendo la camiseta y haciendo una herida de abajo a arriba. Scott se aleja un solo paso y se mira su herida mientras muestra los colmillos y se lanza al ataque con furia visceral con los puños cerrados, trazando un arco para golpearle en la cara. El puño vuela directo contra el cuando, de la nada surgen un grupo de tentaculos que sujetan el brazo, mientras una figura masculina con un guardapolvo negro como la noche aparece en la puerta por la que han salido los demas y os aplaude

Veo que algunos no saben tener una conversacion con tranquilidad digo con un leve acento aleman, mientras me acerco sin que los tentaculos le suelten. Brujahs sois demasiados impulsivos, os pareceis demasiado a bestias. Deberias controlarte la proxima vez mis tentaculos no te sujetaran del brazo. Aqui abajo no se derramara sangre de vastago Mira a Soren Viktor Bryce, lo mismo te digo a ti, deberias aprender de otros gangrel, incluido tu primogenito, por lo que se es tranquilo y algo pragmatico

-Pues para ser tan listo parece ser que tienes demasiados prejuicios, guapo- le espeto con frialdad y mirada ceñuda al recién llegado. Primero por haberme cortado el rollo de una manera tan impresionante cuando la cosa se ponía más interesante, y segundo por atreverse a meter a todos los Brujah en el mismo saco. Pues yo le meto en el saco de lo gilipollas y se va a quedar con las ganas de saber a qué justiciar me refería.
Me giro con un gruñido y me alejo con paso decidido, recogiendo las cosas del suelo y de nuevo la mano de Quentin.
-Vamos tesoro, me parece que eres el único hombre de interés por aquí abajo- dejo caer la "perla" y nos alejamos para encontrar alguna escalera que ascienda.

Cuando la euforia y la adrenalina están en el punto más álgido, incluso cuando me preparo para su acometida...

La situación cambia, y siento como si un torrente de agua gélida y hielo cayese sobre nosotros. La sorpresa hace que me sea imposible enfurecerme con el desconocido.

No suelo encararme con más de una persona al tiempo.

Y él, al menos, no me ha faltado tanto al respeto.

Procuro calmarme y retomar la "cordialidad". Al parecer el recién llegado posee un status y un poder personal capaces de imponer orden sin titubeos.

Doy un nuevo paso hacia atrás, y guardo mis garras.

- Los gangrel que he conocido eran bastante más escandalosos que yo...

Hay cierto desdén en mi voz, pero no llega a ser irrespetuosa.

La sensación que tengo es extraña... No he llegado a experimentar la incertidumbre que se espera en un enfrentamiento. Sin embargo tampoco me siento derrotado.

Sólo esa laxitud vacía.

Miro hacia a Viktor, un tanto confuso, pero no avergonzado. Después mi mirada se posa en la joven, que al parecer se ha ofendido con los comentarios.

Definitivamente yo no era el más inexperto entre los vástagos respecto a relaciones personales. Los "malententidos" y las "lecciones" estaban a la orden del día.

No sé qué debo hacer, ni qué dirección tomar... Así que continúo mirando cómo se aleja, con cierta intriga.

Irina se marcha y como si algo quisiera impedirselo, se la cae uno de los paquetes que lleva bajo el brazo cayendose al suelo acercandose flotando hacia Soren, se ve algo metalico en su interior y le golpea en el calzado.

-[Ruso]No si cuando una tiene una mala noche no hay quién se la quite de encima [Ruso]- murmuro por lo bajo con tono malhumorado mientras doy un golpe con la bota en el suelo de la asquerosa alcantarilla salpicando un poco de esa asquerosa agua fecal. Ya por un poco más supongo que no importa demasiado.
Entorno los ojos, empiezo a estar cansada, esta noche se me está haciendo terriblemente larga y sólo me apetece volver a mi casa para lavarme y descansar un poco intentando olvidarme de todo lo sucedido. Aunque esto último es más difícil que lo consiga...

Dejo a Quentin donde estaba y vuelvo a acercarme con paso decidido y directo hasta los pies del impetuoso Soren. No es que pueda culparle por ello...
Me agacho y me dispongo a recoger nuevamente el objeto con cierta cara de asco, arrugando la nariz con desagrado ahora que ha quedado mojado y sucio.
-Si nos has seguido por simple curiosidad me temo que vas a tener que elegir cuál de los dos te llama más la atención ahora- río por lo bajo, quizá así consiga rebajar un poco la tensión del ambiente y la atención en lo que acabo de recoger.