Partida Rol por web

El Toro le soltó un par de golpes a la barrera mágica de Bool, pero dudó sobre lo que estaba haciendo. No sobre si podría destruirla (¡podía, era El Toro!), sino sobre si podría destruir solo un poco: echó un vistazo a Bool, que estaba manteniendo la concentración lo mejor que podía. No podía echar a perder todo su esfuerzo rompiendo la barrera. 

Debía haber otra forma de entrar y sacar a Warhead. Y de hacer que los pasajeros dejaran de estar poseídos por lo que fuera que les tenía medio locos. Pero, ¿qué? ¿cómo podían lograrlo? El Toro se empezó a mover arriba y abajo, frustrado, mientras echaba miradas alternativamente al hueco por el que se había colado Warhead y a Chas y Bool.

Los quejidos de Bool sacaron a Chas de sus pensamientos. ¿Qué ocurría? ¿Acaso había encontrado al causante de todo aquello? Un momento antes solo había pensado el largarse de allí. El tren estaba parado y todo parecía controlado por su compañera pero... El rostro de Chas se tornó agresivo. Asintió y desapareció, apareciendo encima del capó del coche verde.

Si Chas ya era alguien impulsivo, saber que alguien estaba dañando a sus compañeros... Nada más aparecer aparecieron una especie de cuchillas energéticas de sus antebrazos, con las que rajó la parte superior del sedán color pistacho.

— Quienes sois y que estáis haciendo —

Si mirada, era una amenaza en toda regla...

-YO SOY VIRAL.

Las palabras resonaron dentro de la cabeza de Kenjiro. Su campo de visión parpadeó con numerosas alarmas de intrusión a medida que su mente se inundaba con los pensamientos de la extraña presencia. 

Suong Loi era una chica normal con una vida normal. Todo aquello se fue al infierno durante el Reajuste Dimensional entre esta realidad y la dimensión P-72 en el que su esencia fue atrapada en los límites de la Gran Anomalía. Reducida a poco más que una consciencia parasitaria, Suong era sólo visible para aquellos a los que infectaba y se convirtió en Viral.

Warhead miró a su alrededor, los visores de su casco brillando con luz roja. Ahora podía ver el mundo tal y como su ama y señora debía sufrirlo. No había nada que deseara más que cumplir su voluntad y extenderla.

-¿Qué ordenas, ama y señora?

-LIBÉRAME. LUCHA POR MÍ.

Por toda respuesta ante la amenaza de Chas, la mujer del coche verde alzó las cejas y miró a un lado como si le hiciera una señal a alguien. 

Chas no tuvo tiempo de mirar en esa dirección porque, de repente, un dolor indescriptible le desgarró por dentro como si alguien le hubiera sacado las entrañas y las hubiera enrollado en un palo con pinchos.

El vigilante cayó del coche apretándose el vientre con las manos y echando espumarajos por la boca. 

-No hace falta que te lo cargues.-dijo la mujer del coche ajustando algunos diales del misterioso aparato-Me gustaría interrogarle cuando arreglemos este desbarajuste.

-No voy a matarle: sólo le estoy haciendo mucho daño-contestó otra mujer vestida de rojo saliendo de entre dos coches aparcados-Precisamente mi contrato con A.E.G.I.S. incluye la función de Asistente de Interrogatorios de Grado IV. Sabes que no dejo marcas...

Chas se estremeció cayendo de rodillas sobre el capó del coche al tiempo que sus cuchillas se desvanecieron tan pronto las había controlado. Trató de dar un nuevo salto para alejarse de allí, pero su cabeza era un caos de emociones. Tan pronto sentía el miedo de estar allí atrapado, de no ser capaz de teleportarse o defenderse, como la alegría de escuchar la música de fondo. La impotencia de no poder ayudar a Bool y la alegría de estar tan cerca como para poder eliminarla se mezclaba con la tristeza de no poder hacerlo.

— ¿Quiénes sois? ¿Qué estáis haciendo en el tren? — Dijo a duras penas justo antes de emitir un grito de dolor, tratando de llamar la atención de quien estuviera cerca y pudiera escucharle. Quizá se alguien veía lo que le estaban haciendo podría encontrar un segundo donde poder recuperar su capacidad para usar sus poderes.

Seguidamente trató de rodar hacia el otro lado del coche. Tratando de caer al suelo y salir del rango de visión de Espina... quizá así lograra deshacerse de lo que fuera que evitaba hacer uso de sus poderes...

La mujer del pelo negro dirigio una breve mirada a Chas en el suelo y saco por la ventanilla una placa con la efigie de una cabeza de lobo.

-Temis Gilbear, agente de A.E.G.I.S-guardo la placa y pulso un par de botones en el artilugio-Esta tarde han sido detectadas varias perturbaciones en el campo cuantico temporal: el Doctor Infinity haciendo de las suyas otra vez en esta realidad. Hemos despachado a los Four Fighters(1) y a un Equipo de Intervencion para lidiar con el. Lo que esta ocurriendo en ese tren es un efecto secundario de su viaje en el tiempo.

El artefacto emitio un pitido.

-Y si consigo que este chisme reajuste la continuidad dimensional de la Red de Transporte Publica podremos... Espina, ¿puedes aflojar un poco?

La mujer de rojo puso los ojos en blanco y abrio la mano. Chas sintio como si le quitaran una enorme losa ardiente de encima.

-Esta bien...

Reaccionó instintivamente a la orden de Viral y descargó sus proyectiles contra la barrera mágica que rodeaba la cabina del monorraíl, desatando un infierno de fuego sin importarle ya la vida del conductor ni la resistencia de su armadura. El fuego, la metralla y la onda expansiva destrozaron el compartimento.

Sin embargo había algo en el fondo de su mente que le gritaba, tratando de llamar su atención. Era como una vocecita surgida de una figura diminuta al fondo de un pozo. Sentía miedo, mucho miedo.

—¡TENGO QUE SALIR DE AQUÍ! —empezó a gritar para que todos pudieran oírle.

Chas miró a la tal Temis Gilbear y luego a Espina.

— Mis compañeros estamos intentando controlar lo que sea que está pasando allí. Hemos creado un escudo mágico para que nada de lo que hay dentro salga, pero Bool está al límite. ¿No erais vosotros los que la estabais interrumpiendo? —

Si lo que dicen es cierto parece que simplemente ha saltado al coche equivocado y esta vez están del mismo lado...

— El tren parece estar lleno de alguna especie de... — Pensó bien la palabra antes de decirla, pero la dijo. — ¿zombies?

Bool, medio incorporada, volvio a encogerse presa de la tension. De pronto, la barrera magica estaba siendo sometida a mucha mas presion de la esperada. Aquello no eran simplemente los pasajeros fuera de control: habia artilleria pesada golpeando contra su conjuro. 

El primer vagon del monorrail brillo como una pequeña estrella enjaulada mientras Warhead soltaba todo lo que tenia. El Toro recupero la concentracion de repente cuando estuvo a punto de caer a la calle debido a los temblores. 

La barrera magica se estaba debilitando. 

Espina entrecerro los ojos mirando al muchacho y luego al monorrail. Parecia que dentro de la cabina habia estallado una guerra.

-Viral causa ese efecto en la gente con la que entra en contacto-dijo-Les hace ver las cosas a su manera.

-No es un gran problema si la contienes a tiempo-intervino la agente Gilbear-Esta clasificada como nivel de amenaza verde. Ademas, esa "posesion" se puede tratar y no deja secuelas. 

La agente de A.E.G.I.S. salio del coche. El aparato que habia estado manipulando emitia un largo pitido que se interrumpia a veces. Miro a Chas de arriba a abajo.

-¿Como te llamas, chico? ¿Quienes son tus... compañeros?

Miro al monorrail de nuevo.

-¿Que esta pasando ahi dentro?

Chas se puso en pie. Estuvo a punto de saltar y teleportarse, pero algo le decía que si quería ayudar a sus compañeros quizá esta vez tendría que tragarse su orgullo y colaborar aunque fuera de forma temporal con A.E.I.G.I.S.; o al menos aceptar su ayuda. Al parecer sabía que era lo que pasaba allí.

— Somo los BLITZ Squad — Lo dijo con cierto orgullo. Con el orgullo de saberse parte de algo, de algo importante.

— Nosotros íbamos a pasarlo bien y de repente todo en el tren se volvió un caos. Gente con los ojos rojos. Salvamos a una mujer y una niña que no estaban ¿infectados? y ahora tratamos de evitar que salgan del tren. Pero... —

Chas miró al monorail, parecía que algo gordo estaba pasando dentro. 

— Bool ha creado una barrera para evitar que nadie salga. Pero parece que desde aquí estabais interfiriendo. Aunque conociéndoos no me extraña que toda esta mierda sea culpa vuestra... Parecéis saber un montón de esa tal... Viral.—

-Y vosotros, no, ¿no es cierto? Ese es el problema...

Chas colocó su mano sobre la cadera, arqueando una ceja y mirando a Temis.

— Exactamente. Y sin embargo somos nosotros los que estamos conteniendo la situación y vosotros mirando, ¿no es cierto? Ese, y no otro es el problema... —

Miro a la otra mujer. Tendría que tener cuidado con ella y al más leve síntoma de que intentara de nuevo hacerlo lo que le hiciera antes intentar huír.

— Bueno que, ¿Me decís como se revierte, o como se trata esa posesión? Me gustaría ayudar a mis compañeros y seguir con lo que tenía planeado... si no es molestia para A.E.G.I.S.... claro. —

La barrera no cedía. La había golpeado con todo pero se mantenía firme, quizás algo debilitada; pero esto último era algo que Warhead no estaba en condiciones de evaluar. No mientras aquella vocecita le taladrara el rincón más oscuro de su mente, aquel donde la lava roja no abrasaba su carne*. ¿Qué demonios era eso? ¿Por qué continuaba ese murmullo persistente por debajo del mantra de su ama y señora: Yo soy Viral...

—¿Qué quieres? —gritó de nuevo a pleno pulmón a la vocecita—. Déjame en paz. No puedo pensar si sigo escuchando tu voz...

Y entonces se le ocurrió que eran las dos voces las que no le dejaban pensar. Necesitaba silencio. ¿Cómo podía lograr que ambas voces se callaran. Apagó las comunicaciones de su armadura pero, obviamente, Viral y la vocecita no se callaron.

Chas desapareció de su vista al hacer uso de su habilidad, iba a seguirle con la mirada mientras mantenía la barrera desde arriba, sin embargo sintió repentinamente como alguien arremetía contra la barrera, debilitándola y atrayendo toda su atención.

- ¡Y UNA MIERDA! ¿QUÉ COÑO ESTÁ PASANDO? - Maldijo mientras golpeaba el techo con el puño. Sus pupilas cubrían el ojo entero, tiñéndolo de negro. Aquel tono no era propio de Willow, sino del ente que poco a poco empezaba a ejercer influencia en su carácter.

Aún de rodillas, puso ambas manos encima del techo y un aura de distorsión empezó a emanar de ellas. El grimorio flotaba enfrente suya, pero no le hizo falta mirarlo para pronunciar perfectamente el hechizo que reforzaría la barrera. El interior de los vagones volvió a brillar con una destellante luz morada, llamando aún más el atención de los presentes.

La artillería que había descargado Warhead contra la barrera dejó miles de grietas, un toque más hubiera sido suficiente para crear una apertura, sin embargo las grietas desaparecieron dejando tras de sí una reforzada barrera gracias al encantamiento de Willow. Proteger a los civiles era la prioridad, o al menos esa era la suya e iba a invertir todas sus energías en alcanzar ese propósito.

Mantener el equilibrio en lo alto de la cabina no estaba siendo sencillo, y el bamboleo del tren en su conjunto era peligroso, así que El Toro pegó un salto y se plantó en la vía del monorraíl, delante del tren. El Toro se pasó un pulgar por la nariz y sorbió, moviendo después su cabeza a un lado y a otro, haciendo crujir las vértebras.

El campo de fuerza de Bool, aparentemente reforzado, impedía que pudiera manipular el tren, pero la vía era otra cosa. El Toro la examinó y vio que podía abrirse en dos, simplemente había que aplicar un poco de fuerza. Dio un par de golpes en el centro de la vía e hizo un agujero suficientemente grande como para poder agarrar un extremo y tirar, separando una parte hacia un lado. Después, hizo lo mismo con el otro extremo, hasta dejar dos cachos que empezó a doblar para encajarlos con el morro del tren. 

Para que quedara más firme, El Toro agarró el tren del morro y lo movió para delante, encajándolo con los extremos de las vías que había movido. Después, para asegurar más el tren, se movió por uno de los lados, mientras iba levantando la vía. Esta se fue quedando en vertical sobre el tren y, en un momento dado, El Toro dobló el trozo de vía sobre el tren, con un tremendo chirrido metálico. Hizo lo mismo al otro lado, hasta que toda la cabina quedó atrapada entre cuatro trozos de vía.

Una nueva capa de energía mágica envolvió el tren difuminando sus formas. Bool sabía que era impenetrable y que nada podría escapar de allí. Lo que no tenía tan claro era si su propio cuerpo aguantaría. 

Aquello iba a dolerle después.

"Pero lOos dos sabemOos que hay Uuna manera de queE no duela. AzOorath no tiene por qué enteraArse. NadiIEe tiene"

Bool sintió una dolorosa contractura en el cuello. Un hilillo de sangre empezó a bajarle por la barbilla. Ahora no, maldición. 

Bool, ¿de quién es esa voz maldita que sólo tú oyes?

Azorath ¿era de los buenos o de los malos?

¿Contra quién luchaba? ¿Por qué se retiró?

¿Qué cosa terrible ocurrió durante tu entrenamiento?

Mientras retorcía las vías, El Toro era vagamente consciente de que una multitud le observaba desde abajo. En un momento dado, se dio la vuelta y saludó alzando los brazos. Le aclamaron con un rugido. 

Entonces vio a otra multitud en la Estación Springfield. Llevaban uniformes de trabajadores del monoraíl y sus expresiones eran sombrías ante el estropicio. También vio un trozo de hormigón de la vía que, debilitado por sus golpes, estaba a punto de precipitarse sobre la gente. 

El Toro, parece que la Máscara ha tomado el control durante un segundo. No pasa nada, ya la tienes dominada otra vez. 

¿Qué recuerdo has sacrificado en ese instante de gloria?

¿A qué clase de crímenes se dedicaba el Demonio Rojo?

¿Quién era su nemesis?

¿Qué perdió tan importante como para decidir librarse de la Máscara?

No le iba a dar tiempo a llegar hasta el bloque de hormigón y, además, iba a ser complicado sujetarlo y cabía la posibilidad de que se le terminara resbalando o algo peor. Lo principal era que nadie resultara herido, así que El Toro buscó un lugar donde hubiera poca gente —¡EH, APÁRTENSE DE AHÍ! ¡RETÍRENSE! —miró a Bool—. ¡Vuelvo enseguida! —Volvió a mirar abajo y vio un hueco sin demasiado gente... y saltó.

No movió demasiado los brazos. Tampoco eran tantos metros, unos diez o doce. Cayó con un estruendo y por un instante sintió una pequeña decepción por no haber hecho un agujero al estilo manga. Se le acercó gente y unos cuantos empezaron a hacerle fotos y vídeos con los móviles, pero levantó los brazos para alejar a la peña. —¡Atras! ¡Va a caer un bloque! ¡Apártense! —Sin perder de vista el bloque de hormigón, fue poniéndose debajo. Podía detenerlo. Si saltaba, puede incluso que lo pudiera coger al vuelo