Partida Rol por web

CASA ENREDADA:

AÑO: 4715 RA.

ESTACIÓN: INICIO DE LA PRIMAVERA.

MES: FARASTO.

DÍA: 4, DÍA DEL BIENESTAR. ESTA NOCHE HAY LUNA LLENA.

HORA: MEDIA TARDE.

Piero hubiera preferido que nadie fuera de ese grupo supiera de la tal Melira. Para el granjero era evidente que el nombre no respondería a un apodo y, al haberlo dicho en voz alta, sin duda la que hubiera debido recibir esa carta (que tal vez hubiera alquilado la habitación para lograr eso mismo) ya no iría a la habitación con lo que podían haber perdido una ventaja importante.

De nada sirve llorar por la leche derramada. Pensó con un punto de fatalismo para, antes de volver a los interrogatorios, mirar al segundo de los grupos y a los guardias a los que Win acababa de preguntar.

- Que el nombre de Melira no salga de aquí. No preguntéis por él a nadie más, ni dejéis que nadie vea la carta- explicó Piero- En cuanto terminéis con los  de fuera, regresad. Si podéis, interrogar también, el último de la lista, al sargento de la milicia Omast Frum que fue el primer miembro de la guardia en ver el cadáver del capitán. No tardéis y no os arriesguéis. Creo que estamos en algo gordo.

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DÍA: 4, DÍA DEL BIENESTAR. ESTA NOCHE HAY LUNA LLENA.

HORA: MEDIA TARDE.

Nadie conocía a Melira y se les acababa de pedir que no indagaran acerca de ella. Pero antes de la advertencia, el ciego, con la prudencia propia de una lombriz de tierra había propalado a los cuatro vientos un nombre que no debería haber mencionado. ¿Acaso no se daba cuenta que aquellos escritorios con doble fondo eran una especie de forma de correo entre aquellos a los que  sin duda habría que responsabilizar de la muerte de Rodrik?

-De verdad, tú también. Además de ciego andas con las entendederas fatal. Como sigas perdiendo oído ya te veo pidiendo en una esquina -dijo Tronquito acercándose al ciego y cogiendole firmemente del codo y tiroteando de él-. Te hemos dicho Yanira y ya hemos caído en quien es. Yanira. Te lo repito. YA-NI-RA.

Cuando consiguió separarlo de aquellos a quien había estado preguntando, le susurró.

-Pero qué haces. Estamos investigando la muerte de Rodrik. No puedes ir por ahí, dando nombres, y poniendo en alerta a aquellos a los que debemos atrapar. Ahora calla un poco y escucha -le susurró volviendo donde Piero y compañía-. Piero, ¿crees que deberíamos dejar la carta donde la encontramos? Podríamos mantener vigilancia sobre esta habitación para intentar ver quién viene a por esa carta. Además, no es normal que Cham no sepa nada de quien la ocupa. Diría que la tienen bajo un hechizo, aunque no tengo formoa de demostrarlo. Monique, dale la carta a Piero y que decida qué hacer con ella. Desde luego, es una prueba de que a Rodrik le... Quitaron de en medio -dijo en voz baja y solo para ellos-. Y ahora haremos esas visitas e intentaremos interrogar también a ese último. Venga chicos, nos vamos. 

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- Dejadla donde estaba, sí- indicó Piero antes de regresar a la habitación.

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HORA: MEDIA TARDE.

Win no se esperó la reacción tan negativa de los investigadores sobre que él preguntara a los cuatro guardias que estaban en la habitación de Rodrick. Le pareció absurdo, al menos desde su punto de vista, no confiar en ellos. Si más allá de amistades y familiares no te podías fiar de la guardia de Trunau, la que le salvara la vida contra los orcos, la que defendía el lugar contra las abundantes amenazas y custodiaba las calles de la localidad, ¿En quien podrías?

Menos esperó el comportamiento despectivo, insultante y arrogante del hombre planta, que con una especie de superioridad moral e intelectual se permitía la libertad de humillar al resto, por el mero hecho de creer tener la razón. Como ya hiciera la noche anterior con el propio fallecido. Cuando la planta fue a coger el brazo del invidente, su mano fue parada bruscamente por el cayado del ciego, como si hubiera visto no solo su extremidad arbórea venir hacia él, sino también las intenciones de Tronquito.

- Un palo para poner en su sitio a otro palo - dijo desafiante, mirando sin ver al tronco -. Dudo que Iomedae permita que termine mendigando, aunque pierda mi oído. Y tampoco dudo de que deberías vigilar tus palabras y modales, o alguien hará de ti leña para el fuego. Si quieres criticar mis actos, hazlo. Pero no oses burlarte de mis desgracias. El sarcasmo y la condescendencia no tienen lugar aquí - le espetó.

Cuando Tronquito, bajando la voz le exhortó a que no fuera publicando el nombre, Win negó con la cabeza, hablando también con tono bajo, aunque ya no hubiera nadie más entre ellos, excepto otros investigadores.

- ¿Y qué más da? Para averiguar algo sobre ese nombre terminaremos por preguntar igualmente y el nombre se extenderá de la misma manera, solo que mucho más tarde. He preguntado apresuradamente porque quizás nos estamos quedando sin tiempo para resolver este asunto. Además, lo hice únicamente a los cuatro guardias de la habitación y sin explicarles de donde había sacado ese nombre. Y algo hemos sacado de todo esto: probablemente esa mujer no pertenece a Trunau - dijo dando su punto de vista. O no-vista -. Y probablemente el que lo escribió tampoco. Son foráneos - opinó, reduciendo enormemente la lista de sospechosos -. Si dejó la nota escondida, probablemente, es para que la destinataria entre o se hospede en esta misma posada y recupere la nota en un tiempo. Como si asesino y la tal Melira se llevarán algún o varios días de separación y se comunican así, recorriendo un mismo camino que es el asunto que tienen entre manos y por el cual asesinaron a Rodrick. Y también sabemos que la tal Melira, si no deduzco mal, tarde o temprano pasará por aquí - se explayó dando su opinión.

Win, de ira fácilmente disipable, ya había perdido su irritación inicial cuando captó el comentario sobre Cham.

- ¿Dices que puede estar hechizada? Creo... creo que eso sí que puedo llegar a verlo - comentó señalando con un dedo índice sus ojos ciegos y sonriendo con ironía -. Guíame hasta ella y lo comprobaremos - afirmó.

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- Cla-claro.- Monique se acercó al escritorio y dejó la carta donde Tronquito le indicó para que la dejaran guardada. Tenía sentido lo que querían hacer. Había llegado la hora de que partieran y Tronquito y el ciego Win se enzarzaban en un incómodo cambio de pareceres. A Monique no le había hecho mucha gracia que le cargaran con el ciego porque era evidente que iba a retrasarlos, menos aún si ese arisco gato iba siempre con él. Monique disculpaba al ghoran pues entendía que era como un recién germinado. ¡Si ni siquiera recordaba aún leer! Le faltaba un poco de tacto, eso lo podía ver ella también y su intento por desviar la atención sobre el nombre de la mujer no había conseguido lo que pretendía, más bien lo contrario, que Win le diera más vueltas al asunto. Por el otro lado era menos comprensiva ya que las palabras del oráculo le habían parecido muy despectivas. Cláramente no se habían entendido. Al fina Win pareció relajar el tono y centrarse en la investigación, aunque Monique era reticente a entretenerse más. Quería ir a ver a la supuesta novia de Rodrik cuanto antes, antes de que escapara.

- Nnno hay tiem-po pa-para eso.- Dijo muy osada pues no era a ella a quien le competía afirmar tal cosa, sino a Piero. Tenía prisa y se veía llevando de aquí para allá al ciego como su lazarillo.

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Tronquito se sorprendió de la reacción del ciego. ¿Criticar sus actos? ¿Reírse de sus desgracias? ¿Sarcasmo? ¿Condescendencia? El ghoran lamentaba que hubiera malinterpretado su actuación, destinada a disimular y hacer desaparecer la atención del nombre propalado a los cuatro vientos. Parecía que la suspicacia de aquel muchacho era grande, fruto de su ceguera y prefería ver donde no había, porque lo que había no lo veía. Y su lengua no se quedaba atrás, vaticinando su futuro como leña y que demostraba bien claramente qué le consideraba.

Dio un paso atrás y alzó ambas manos en un gesto de que le dejaría tranquilo, acallando siempre cualquier respuesta que avivara su mal genio.

-Coincido con Monique. Hemos perdido ya mucho tiempo y el día se nos echa encima. Pero puedes decírselo a Piero y encontrarte luego con nosotros en casa del herrero.

Dicho aquello, se dispuso a marchar.

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Poco a poco la investigación estaba dando sus frutos. Y las pistas apuntaban a un plan más complejo urdido desde fuera  de Trunau, con intenciones sin duda malvadas para el pueblo. Dagfinnr había atendido los interrogatorios sin perder detalle, y junto a él estaba ahora Dragos. Cada vez tenía más claro que las sospechas hacia el albino no eran fundadas, pero no por eso iban a dejar de interrogarle.

-Pronto te toca, le dijo y le miró a los ojos. Comprendía lo que se sentía al ser un extraño. Y al ser juzgado.

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Le había dado vueltas al tema de la carta desde que la gnoma la había leído. Una habitación en concreto, un doble fondo de un cajón en particular, una carta personal. No tenía sentido. Era... demasiado fácil.

- Piero tiene razón, dejemos la carta en su sitio. Si las cosas son como parecen, una mujer vendrá en algún momento solicitando alojarse en esta habitación, en concreto, pues sabrá que ahí está la carta, pero... ¿cómo sabrá ella que quien dejó la carta estuvo en esta habitación y no en otra? Por otro lado... ¿y si Melira es un nombre falso? ¿Un pseudónimo, tal vez? ¿Podemos ir a mirar el libro de registro, como la posadera propuso? Quizás haya alguna pista...

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Aquello estaba siendo una agonía. Se suponía que cuando salía de su habitación a aquellas horas, lo hacía para ser interrogado. No para esperar horas enteras allí, expuesto. Lejos de su aceptable refugio en la habitación. Las ojeras del hombre no habían hecho más que ampliarse a ojos vista en aquellas horas de espera, reflejando un aspecto auténticamente agotado. Su rostro, habitualmente neutro y frío, mostraba síntomas tanto del cansancio como de la frustración que le provocaba aquella espera innecesaria. 

Una que podría haber realizado perfectamente en su habitación, con un sueño que realmente necesitaba. Y no allí, haciendo nada más allá de agotarse por momentos. Por eso, cuando Dagfinnr le aseguró que pronto le tocaba, prefirió no responder. No iba a ser agradable lo que iba a decir. Lo único que esperaba es que, de verdad, fuera pronto. Si seguían eternizando aquello, se levantaría y volvería a su habitación, y que le pidieran las cuentas que quisieran después. 

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Y sin embargo no había tiempo. O eso afirmaban. Debían hacer... no se sabe qué exactamente a partir de ese punto. ¿Interrogar? ¿A quien? El grupo encerrado de Piero eran quienes parecían llevar a cabo la obtención de información mediante interrogatorio de preguntas a posibles testigos. Sin embargo el campesino sí que mencionó un nombre. Uno que no conocía Win, al igual que a la mayoría de las gentes de Trunau. Sin embargo se podría volver a repetir el modus operandi que hiciera hará un minuto: a los guardias y sobre su sargento. Aunque para algunos recurrir a estos fuera muy criticable. Quizás con razón, no lo sabía. Pero por ahora a él jamás le habían dado motivos para desconfiar de ellos. Todo lo contrario.

- Si queréis echar una ojeada al libro de registros, adelante. Yo me dedicaré a otra cosa, ya que últimamente la lectura no se me da muy bien - comentó mientras se acercó, sin necesidad de ser guiado, hasta Willbur, en la entrada de la posada.

- Perdona, Will. ¿Sabes donde está el sargento Omast Frum? - preguntó, pronunciando aquel nombre por primera vez.

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Al entrar en la habitación, el jabalí y luego el ghoram se acercan directamente a la mesita de noche, esa que tiene un cajón. Al parecer sospechan del fondo falso que había en la otra habitación, considerando que quizás en esta también hay uno. Peludo piensa lo mismo y salta sobre ella para ver qué ocurre. Tronquito comienza a manipularlo pero al gato ese tiempo se le hace eterno y decide ponerse a descansar. Vuelve sobre la cama y se enrosca para descansar los ojos.

Así permanece, hasta que Momo lee lo que dice una nota que han encontrado. Piero se ha acercado también y las orejas del gato se mueven para estar alerta a cada palabra de las que pronuncia la gnomo. Por lo que Peludo entiende, eso lo escribió alguien que tuvo que ver con la muerte de Rodrik, pues solo él puede ser el capitán que querían sacar de en medio rápidamente.

"Los asesinos buscan algo y es importante saber qué es antes de que ellos lo encuentren."

Las pistas que tienen hasta el momento son el nombre de la mujer, saber quienes fueron los que se alojaron en esa habitación, el herrero y ese recibo, y el tal Omast. No parecen grandes pistas pero Peludo quiere creer que con todas juntas se pueda descubrir la verdad.

Mira a todos lados y, viendo que nadie ha decidido ir a saber quien se quedaba aquí exactamente, se pone de pie rápidamente y corre hacia la recepción, en busca del libro de registros.

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Era evidente que el ciego iba a su bola. Tronquito miró a Monique y se encogió de hombros. En cuanto a Garinya...

- Tenemos que entrevistarnos con varias personas y se nos está haciendo tarde. Si nos demoramos más, se nos echará la noche encima y tendremos que seguir mañana. El libro de registros seguirá ahí y en todo caso, Piero y su grupo pueden encargarse de ello. Yo, al menos, voy a ir donde el herrero y empezar con la ronda de interrogatorios. Lo mejor sería que fuéramos todos juntos, tal y como Piero nos pidió, pero bueno, yo no puedo arrastrar a nadie. Corro el riesgo de que me conviertan en leña -sentenció. Nadie como un humano para poner las cosas en su sitio y determinar sus superioridad moral y natural-. Monique, ¿vienes conmigo? ¿Garinya?

Esperaría unos segundos su respuesta pero su silencio o su negativa no le impedirían cumplir con su parte del compromiso. Saldría de la posada e iría donde su primer objetivo.

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El ghoran atravesó la puerta de la posada junto a sus compañeros, dispuesto a llevar a cabo la serie de entrevistas o interrogatorios en el orden que Piero les había marcado, la mejor forma según aquel granjero de poder reencontrarse en un momento dado con ellos, cuando concluyeran con sus propias investigaciones dentro de la posada.

Sentía cierta urgencia motivada por la sensación de haber perdido ya un tiempo precioso en otras lides que quizá hubieran podido esperar a un momento posterior. 

-Monique, tú que eres de Trunau, ¿sabes dónde vive el herrero que hizo la daga ceremonial de Rodrik? -preguntó a la gnomo. 

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Mientras Win escuchaba a Will sobre el conocimiento del paradero del sargento, escuchó cómo el hombre-árbol apremiaba a ir a visitar al herrero. Aquello descolocó levemente al ciego.

- Un momento. ¿Al herrero? ¿Para qué? - preguntó confundido, comenzando a comprender que quizás la gnomo, el árbol y la mujer alada tenían datos que él desconocía. Previos a su llegada -. ¿No había dicho Piero de buscar al sargento Frum?

El invidente se encogió de hombros, dando por supuesto que Piero también querría que fueran a visitar a ese hombre.

- Os sigo. Vamos, Peludo - dijo al minino, sintiendo que estaba junto a él -. Por cierto, ¿Encontrasteis algo en el registro? - preguntó el joven. Debido a su ceguera era de nula utilidad allá, así que decidió diversificarse, inquiriendo sobre la ubicación de Frum. 

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Momo se mordió el labio para no gritarle al ciego. Era peor que pasear con su abuela, que en paz descanse. No se enteraba de nada y encima no veía, lo que era una ventaja para que no viera la mueca de hastío que ponía la gnoma.

- Vvvvámonos ya umh y-y tte lo cu-cuento po-por el mmmm camino.- No era la más adecuada para relatarle de forma rápida lo que había decidido Piero y lo que habían descubierto en las habitaciones. Se armó de paciencia y le relató al ciego todo lo que ella sabía, que no era poco. Le contó que habían entrado en la habitación donde estaba el cadáver de Rodrik y que de debajo dela cama Garinya había sacado un recibo que posiblemente el asesino, oculto bajo la cama, se había dejado.

-"Pa-para Rodrik, mmmi amor amor".- Eso era lo que ponía en el extraño recibo. Extraño porque había sido encargado al herrero de Trunau un cuchillo de la esperanza con dicho grabado y el que hacía el pedido era el propio Rodrik. ¿Para qué iba a hacerse él mismo ese grabado? Eso es lo que tenían que averiguar del herrero, Unsul. También le contó que ella se había guardado el cuchillo que estaba sobre el cadáver de Rodrik porque había intuido que había algo raro en él, aunque no había descubierto nada. Desde luego ese no tenía inscripción alguna.Luego debían hablar con Brinya Kelver, quien el hermano de Rodrik les había dicho que era su novia, algo que Momo dudaba. Después con el padre del fallecido por razones obvias y con ese sargento de la milicia que había encontrado el cuerpo.- Nnno me me ha-hagas uhm re-re-repetir-telo.- Esperaba que tuviera buena memoria pues para Momo era un suplicio tener que hablar tanto.

La pequeña e hiperactiva Momo, como había crecido en Trunau, sabía donde encontrar al herrero. Sin embargo no era su prioridad. Le daba igual lo que dijera el viejo, aunque le respetaba. Al igual que el registro de alojados en la posada estaría allí a su vuelta, el herrero no se movería de Trunau. La que sí podía salir por patas era Brinya Kelver.

¡Esa fulana!- Hacia allí intentaría llevarse al grupo pues era prioridad que no se escapase.- Ca-cambio de pla-plnes planes. ¿Y ssssi vvvamos mmm primero a ver a la se-semiorca? O o nos ssseparamos en dos.

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Haluk estaba con Piero haciendo los interrogatorios, no fue partícipe de muchas conversaciones ya que el cruzado había estado poniéndose la armadura y revisar el equipo. Todo estaba en su lugar y nadie le había robado nada. Una vez de nuevo con el grupo escuchó algo de una tal Melira, pero no hizo mucho caso y siguió los consejos del granjero sin ningún tipo de reproche.

El hobgoblin pudo ver como el otro grupo se marchaba de la Casa Enredada para ir a interrogar a sus objetivos, por eso el seguidor de Asmodeus fue a la habitación con Piero y así pasar parte de las siguientes horas.

Durante la conversación con la camarera, el hobgoblin salió de la habitación y se quedó en el pasillo a la espera que terminaran de hablar, por algún motivo el cruzado se quedó fuera de ese interrogatorio.

A medida que pasaba el tiempo se avecinaba otro interrogatorio, el del humanoide de gran altura, el pálido llamado Dragos Florescu.

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El ghoran se sentía un tanto retraído y poco comunicativo con Win tras su desentendido. Tras meses sin hablar, creciendo solo en los páramos, su llegada a Trunau había sido también su bautismo social. Nuevamente interactuaba con las gentes y podía comunicarse. Quizá su alegría por tal hecho le hacía ser especialmente exultante y no tener los filtros que la socialización obligaba a tener. Además, y aunque no le gustaba reconocerlo y pese a lamentar la terrible muerte del soldado poeta, la posibilidad de investigar las causas de la misma y dar con la verdad, era una ocasión única y absolutamente excitante. Por no hablar además de que había hecho una primera amiga. Monique.

Por todo ello asistió en silencio a las explicaciones que esta daba a Win acerca de todo lo ocurrido, situándolo adecuadamente en el contexto de su parcela de investigación. Lo curioso fue que su perorata apenas estuvo salpicada del tartamudeo habitual, que sí regresó cuando hizo mención al cambio de planes. Ya había advertido con anterioridad que cualquier alusión a la semiorca hacía que Monique se alterara de un modo u otro. Con un rubor, una mirada colérica, un tartamudeo más pronunciado y cierto desprecio mal contenido hacia aquella Brinya Kelver, fuera quien fuera.

-No podemos separarnos, Monique. Somos pocos y el número hace la fuerza además de darnos más oportunidades a la hora de apreciar detalles o formular preguntas. Tampoco veo el por qué de la necesidad de variar el plan -se acuclilló para situarse a la altura de la aprendiz de alquimista-, pero ... -guardó unos segundos de silencio que se hicieron largos escrutando el rostro de Momo-, pero si para ti es importante y a los demás no les importa, iremos primero donde Brinya. Pero debemos hacerlo rápidamente. Ya es media tarde.

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Win asintió a las explicaciones de Momo mientras caminaban, en teoría, a la herrería de Trunau. Quedara donde quedara. Sus palabras daban mayor sentido al contexto donde estaban inmersos, descubriendo que, en efecto, había otros datos y pistas que seguir. El paso del joven invidente era tan ligero y rápido como el del resto, apenas empleando el bastón-guía y mostrando una seguridad inusitada en el andar para ser un ciego.

- Entiendo. Gracias, Monique - agradeció cabeceando afirmativamente en gratitud -. Un guardia me ha comentado que el sargento Frum debe estar en la torre de guardia sur - informó al resto.

Quede donde quede el sur, pensó mientras se concentró en sentir. Y sintió el calor solar, a lo que añadió el que habían comido recientemente por ser mediodía, y situado el astro y con ello el Oeste, señaló hacia una dirección. Era un tramo de muralla. Pero muy cercano a ella había, en efecto, una torre. Escuchó entonces el maullido de Peludo.

Casi.

Y reapuntó un poquito a su izquierda, dando en el blanco. El gato lo confirmó y el ciego sonrió satisfecho. Entonces la gnoma opinó de cambiar de objetivo. A saber por qué, aunque no se le escapó que normalmente se refería a la tal Brinya como "la semiorca". Como si tuviera aversión hacia ella, no queriendo mencionar su nombre siquiera.

- Supongo que tendrás tus motivos para variar las visitas - concedió el invidente encogiéndose de hombros -. No tengo objeción a ello, aunque como Tronquito estoy de acuerdo que dividirnos... tal vez no sea buena idea. Si surgen problemas el estar unidos nos aportará ventaja - dijo coincidiendo con el hombre-árbol -. Vayamos a ver a esa mujer. Mi ritmo de andar no será impedimento - afirmó.

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La comida había sido copiosa, todo lo copiosa que podía tolerar el pequeño cuerpo de un goblin, por ese mismo motivo el inquisidor se encontraba en aquel momento sentado en un pequeño taburete reposando. Su estómago estaba lleno, tras haber ingerido los guisos, y tras una buena comida en mitad de la tarde al pequeño sujeto verde le solía sobrevenir un ataque de sueño del que pocas veces se defendía. En aquellos instantes sus ojos estaban entrecerrados y su boca entreabierta, de la misma salía un pequeño hilillo de baba que daba entender que el goblin estaba disfrutando mucho de su momento de descanso tras la comida.

Pese a que dormir era algo bonito y todo lo bello congratulaba a la diosa Shelyn, él no había ido a Trunau para dormir, ya tendría tiempo de hacerlo en otro momento. Con toda la vitalidad que fue capaz de reunir se puso en pie dispuesto a servir a su diosa de la mejor forma posible que se le ocurriera. Con su pequeña garra se retiró el hilo de baba que surcaba su barbilla y echó a andar con sus cortos pasos.

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No querían separarse, así que Momo, viendo que no le ponían demasiadas objeciones, se encaminó hacia la casa de Brinya Kelver. La gnoma alucinaba con el fluido movimiento de Win que a veces parecía hasta que viera. ¿Les estaría tomando el pelo? Se sentía fatal pro haberlo menospreciado.

- ¿E-eres uhm ciego ddde nacimiento?- Preguntó indiscreta, pero es que sólo se le ocurría que alguien que llevara toda la vida como invidente pudiera manejarse así, sólo con la ayuda de un simple palo.- Po-por a-aquí.- Indicaba a los demás mientras apretaba el paso.