Partida Rol por web

Teorías y más teorías, a cada cual más absurda pero... ¿Qué otra cosa podíamos hacer más que imaginarnos qué narices era aquella niebla? Había una cosa que estaba más que clara, no podíamos contactar con nadie del exterior y, nos gustase o no, teníamos que estar encerrados en casa, viéndonos las caras y aguantándonos mutuamente.

Bufé por lo bajo, cansada y frustrada. No tenía ni idea qué estaba pasando pero aquella extraña situación no había comenzado esa mañana. No, todo había comenzado con la pesadilla porque, ¿no habíamos tenido todos una pesadilla? Puede que allí estuviera la clave y, aunque me resultaba muy vergonzoso y doloroso recordar el sueño, pudiera ser que entre todos encontráramos la solución a aquel enigmático problema.

—Todos hemos tenido pesadillas... —Me di cuenta que mi voz apenas se escuchaba en la sala así que, después de carraspear para aclararme la garganta y tranquilizarme, volví a tomar la palabra—. Creo que ahí empezó todo... con los sueños. Era tan real, tan angustioso y terrible. Yo... —Se me quebró la voz durante un leve instante—. Puede que esas pesadillas tengan algo que ver con lo que está sucediendo. ¿No os resulta muy extraño que todos hayamos tenido esos malos sueños la misma noche?

Ni siquiera era capaz de mirar a mi familia, y mucho menos a mi hermana, así que lanzaba mis palabras a un punto indeterminado frente a mí.

Joanna callaba mientras los chicos daban rienda suelta a sus ideas. Y tenían razón. O bueno, al menos no decían ninguna tontería. Ted calló también, escuchando y procurando calmarse. Tenía que haber una solución a todo aquello. Una salida. Una salida física, o tal vez...

Buscó con la mirada los conductos de ventilación,* pero las últimas palabras de Dorothy flotaban en su cabeza como el humo de tabaco en un bar irlandés del puerto. No se atrevió a dejar de mirar los conductos de ventilación mientras preguntó:

-¿Qué soñaste, Dorothy?
 

Me quedé paralizada al escuchar la pregunta de mi padre aunque, yo había sido la que había lanzado la idea al aire y ahora no podía echarme atrás. Pero... ¿cómo podía explicar las terribles imágenes que había creído presenciar sin sentirme culpable o sin que el resto me miraran como un monstruo? Tenía miedo a hablar y, si por mí fuera, le hubiera lanzado cualquier exabrupto a mi padre y me hubiera ido corriendo de allí. Sin embargo no tenía donde ir, donde esconderme ya que estábamos encerrados en nuestra propia casa, eso sin contar con que yo había lanzado la piedra y ya no podía esconder la mano.

—Yo... yo soñé... —No podía contarle, o por lo menos no podía contar con exactitud cuál había sido mi pesadilla, pero sí podía contar algo por alto para que el resto de mi familia se hiciera una idea—. Yo soñé que le hacían daño a Stacy... mucho daño.

No dirigí la mirada hacia ninguno de ellos, y mucho menos hacia mi hermana, simplemente me quedé con los ojos clavados en el suelo, algo totalmente impropio de mí en los últimos tiempos.

Golpeas tu sien como si fuese una batería de un grupo de rock, tratando de poner en orden la escasa información de la que disponéis. La puerta y ventanas están misteriosamente selladas por algún material indetructible, al menos para los recursos de que disponíais, pero ¿y lugares ya huecos de por sí? Los conductos de ventilación eran una opción. No, eran demasiado pequeños, tanto que ni las gemelas cabrían por ellos.

- Mierda. - Dices para ti.

Sientes una profunda curiosidad por saber qué habrá al final del conducto y no puedes evitar desviar tu mirada a la rejilla metálica a la altura de los tobillos tras la cual se atisba oscuridad.

- Es demasiado pequeña. Si hubiera otro conducto... - ¡Un momento! Una idea cristaliza en tu mente impulsada por tus mismas palabras. La chimenea. La chimenea es un lugar sin barrera física. Si esa niebla quisiese entrar en la casa, ya lo habría conseguido, pero no lo ha hecho.

Me giro sorprendida al escuchar a mi hermana. Aunque no entiendo muy bien por qué, ya que, que nuestra relación no sea como antes no quiere decir que no nos queramos, pero me sorprende que esa pesadilla fuera conmigo... seguro que tiene gente más importante en la que pensar.

-Yo soñé con Darek y con su mujer. Ellos me hacían daño a mí-les digo muy resumidamente pues la sensación de miedo, de agobio e impotencia me la quiero guardar para mí aunque el nudo en la garganta mientras lo digo es latente.

Agacho la mirada y espero que alguien más cuente su sueño.

Yo soñé que le hacían daño a Stacy... mucho daño.

Los ojos de Ted se clavaron en Dorothy, y de ella saltaron a Stacy. Se le erizó el pelo de la nuca al oírlas.

-Yo... -parecía que le costaba hablar, y lo hizo con una voz débil, como lejana; quizás quería compartir el peso que parecía recaer sobre sus hijas, que contaban sus sueños de forma velada. -Yo también he soñado algo terrible.

Hizo una pequeña pausa, y miró la chimenea. Avanzó hacia ella, y parecía dudar entre dar más detalles de su sueño o no. Desde luego, no parecía interesdo en mirar a su familia directamente mientras lo hacía -Estábais todos. Yo estaba en la cama, y mamá... bueno, mamá me clavaba un cuchillo en la pierna. Vosotras dos también queríais apuñalarme. Y Alex... Alex se había mutildo los ojos y... bueno, ahí -dijo, azorado, señalándose vagamente la entrepierna. -Y llevaba un martillo. Y con él me machacaba el cráneo.

Esta última frase la añadió en un tono extraño, como curioso, sin darle el dramatismo que pudiera merecer. Había llegado a la chimenea, se había agachado y casi metido la cabeza dentro, mirando hacia arriba. Ahora sí miró a su familia, a todos.

-La chimenea -dijo, como asombrado. -¿Por qué la niebla no entra por la chimenea? Podría hacerlo, es un conducto hueco. Podríamos echar un vistazo...

El último al que miró fue a Alex, y se quedó mirándolo mientras terminaba sus últimas palabras. No se trevía a pedírselo, pero él era demasiado corpulento (o demasiado poco ágil y con una tripa demasiado prominente) para meterse él mismo por aquel conducto. Quizás ni siquiera su atlético hijo cupiese...

Ted, de manera aparatosa, pero asumiendo las atribuciones correspondientes de ser el "cabeza de familia", es quien se lanza a examinar el hueco de la chimenea. Su interior está algo sucio, y mancha las manos de Ted y algo su ropa, pero nadie se fija ahora en ello. Todos esperan que descubra algo. Mirando hacia arriba, por el conducto vertical, se observa al final la ya familiar neblina violácea, contenida en el exterior de la vivienda. Sin embargo, en los ladrillos refractarios del lado izquierdo hay dibujado un rectángulo de dos metros de alto por la anchura total del hueco en los que no hay mortero que mantenga ligados los ladrillos. A simple vista, permanecen en su sitio de manera antinatural, como si estuviesen suspendidos.

Era sorprendente que nadie lo percibiera antes. La casa, el edificio, el barrio y todo se había convertido en un lugar extraño. Algo desconocido que llenaba de incertidumbre el subconsciente de los miembros de la familia.

Al final no hizo falta exponer a Alex a aquel peligro; a peligros extra, se entiende, el embrollo en el que estaban ya era basante considerable. Ted había detectado un buen trozo de chimenea en que los ladrillos parecían sueltos. Hizo un poco de palanca con la pala de recoger la ceniza para quitar alguno con cuidado.

-¿Y quién demonios son Darek y su mujer? -prguntó, mientras lo hacía.

Obviamente ellos no conocen a mis amigos, pero mi padre es el único en mostrar cierto grado de interés, lo que me sigue sorprendiendo teniendo en cuenta que siempre anda metido en su trabajo. Su nueva faceta me deja entre impresionada y emocionada pues parece que la circunstancia que nos acontece nos está obligando a comportarnos un poco como una familia unida y a trabajar en equipo.

-Unos amigos-digo sin dar mucho detalle. 

No estoy acostumbrada a guardarme información y, de echo, nunca he tenido problema en contar todo lo que me ocurre, las cosas que hago, la gente que conozco, etc, pero creo que ahora carece de importancia..

Tristemente estaba demasiado concentrada en recordar esos días en la facultad, cuando intentaba atender al profesor y sus clases sobre químicos y efectos reactivos, mientras evitaba miradas de la ultima fila.

Aquellas clases también recogían los efectos químicos de tóxicos y su baremo de color. ¿Pero alguno era sobre una nube densa de color chillón? Me mantenía delante de la puerta, con la cabeza gacha dando la espalda a toda mi familia, concentrada en buscar una respuesta a mi propia pregunta. Pero ojala hubiera escuchado las pesadillas que compartieron mi familia en ese momento o sobre sus preocupaciones sobre la falta de alimento, ambas cosas podría haberlas solucionado fácilmente con unas palabras, pero aquello era diferente, esa situacion no se solucionaba de manera sencilla, el desconocimiento era la peor de las situaciones, peor incluso que cualquier pesadilla o hambre.

Solo salí de mi propio ensimismamiento, cuando Ted pregunto a Stacy por sus amigos. Y gire tan interesada como él. Sin tener claro que estaba sucediendo con la chimenea.

Me quedé mirando a Stacy sorprendida al escuchar su pesadilla, o por lo menos lo poco que había contado de ella, donde también relataba que le habían hecho daño pero, a diferencia de la que yo había tenido, las personas implicadas eran distintas. ¿Cómo podía ser posible que tanta gente le quisiera hacer daño a mi hermana? Aunque, por otra parte, quien le hacía daño en mi sueño se lo hacía tanto a ella como a mí, obligándome a presenciar el horror que mi hermana tenía que soportar.

En cambio, lo que nos contó mi padre no me cogió tan de sorpresa, no porque no fuera una pesadilla horrible, sobre todo para él, sino porque el abandono al que nos tenía sometidos últimamente nos había arrastrado a no confiar en él, a querer odiarlo de diversas formas, en especial yo.

Pero en ningún momento hice comentario alguno y mucho menos especifiqué quién había hecho daño en mi sueño a Stacy, prefería que ese nombre quedara en el anonimato, por lo menos por el momento. Me centré en observar a mi padre yendo hacia la chimenea y, a pesar de que mi deseo era mantenerme alejada de él, quizás la curiosidad o simplemente el hecho de descubrir algo que nos permitiera saber qué estaba sucediendo, me impulsaron a colocarme a su lado para mirar yo también la estructura.

—¿Eso estaba ahí antes? —Pregunté extrañada mientras mi padre intentaba quitar algún ladrillo—. ¿Qué pasaría si alguien subiera por aquí? Con una escalera yo podría intentarlo... —Dejé la frase en el aire mirando intranquila la niebla violácea que se percibía al final.

Repasas mentalmente todo lo que aprendiste de química en la facultad, pero no se te ocurre idea alguna de qué puede ser esa neblina violácea. Lo más parecido que has visto es la neblina que se ve cuando se pierde la señal del televisor y Ted se pone a ajustar de nuevo la imagen. Respecto al material blanquecino, tampoco ni idea. Quizá un nuevo material muy duro para... No sabes. Jamás has visto algo igual en una casa.

Ted agarró una de las palas de la chimenea y comenzó a hacer palanca. El bloque de ladrillos parecía moverse, pero estaban más sujetos de los esperado. Le llevó unos treinta minutos y una frente y camisa empapadas en sudor hasta que Ted consiguió abrir el rectángulo de ladrillos de dos metros de alto, que se abatió como si fuera una puerta. Al otro lado no podía creer lo que acababan de encontrar: más neblina violácea, moviéndose erráticamente, sin orden aparente. No emitía ningún sonido ni olía de manera especial, ahora que la tenían al alcance de la mano.

Aquello tenía el aspecto de una puerta secreta. Descubrir algo así era el sueño de todo niño, y retrotraía a los adultos a su infancia, como cuando se siente esa emoción al escarbar con un palo entre los matorrales, o se entra en una casa abandonada hace dos décadas en busca de ver qué han podido olvidar allí. Es como la primera vez que se baja a la puerta al sótano de una casa desconocida y vienen a la mente los cientos de películas de misterio y ciencia ficción. ¿Qué habría tras la puerta? Era de una incertidumbre tal lo que estaban viviendo, que dejaba al mismo nivel de indefensión tanto a un experimentado adulto como a un inocente jovencito.

Esta ocasión, además, era especial. La puerta de ladrillo refractario estaba oculta deliberadamente. Ninguno de vosotros se podía explicar cómo nadie se había dado cuenta antes. De hecho, cualquiera que encienda la chimenea podría haberlo visto fácilmente. El extraño fenómeno que vieron tras los esfuerzos de Ted los dejó mudos, con sus cabezas funcionando a mil por hora, buscando qué hacer, pues posiblemente era la primera vez que alguien observaba algo así.

Cuando todo el mundo empieza a hablar de sus sueños me quedo en silencio. Lo se todos habíamos pasado por una experiencia horrible en las horas pasadas, pero eso no hacía que me sintiera mejor. Mi pesadilla había sido lo suficientemente vivida como para hacerme sentir mal y no querer hablar del tema.

En cambio me acerqué a mi familia cuando Papá empezó a mover los ladrillos y descubrió algo extraño en la chimenea. Por el estrecho espacio que había (más los cuatro cuerpos de mis familiares mirando por él) no podía terminar de apreciar lo que estaban mirando, pero algo me decía que era algo importante.

¿Que están viendo? ¿Eso es una especie de puerta?

Por unos segundos tras decir esa palabra me quedé en silencio e instintivamente me giré a mirar la puerta que había atacado hace unos minutos. En el fondo esperaba que no fuera otro callejón sin salida.

¿A donde llevará ésta?

Me quedé mirando entre temerosa y extasiada lo que el esfuerzo de mi padre había puesto al descubierto. Aquello me parecía irreal, completamente fuera de lugar porque ¿cómo podía ser posible que nadie se hubiera dado cuenta de que detrás de la chimenea había una puerta? Eran muchas las ideas que se agolpaban en mi cabeza ya que, que existiera aquella puerta, indicaba que había otra habitación o a saber qué otra cosa, allí detrás. ¿Lo habían hecho los arquitectos a posta? Y si era ese el caso no entendía porqué no figuraban en los planos para que la gente lo supiera.

Fue la voz de Álex la que me sacó de mi ensimismamiento, pero no su pregunta a viva voz sino la que hizo en un murmullo. Buscando hacerme la valiente para demostrar a mi familia que servía para algo, di un paso hacia adelante con intención de ser yo la primera en cruzar, sin pararme demasiado a pensar en los posibles peligros que pudiera encontrar tras la puerta porque, al fin y al cabo, últimamente no me paraba demasiado a pensar en las consecuencias que mis actos pudiera acarrear, prueba de ello habían sido las compañías a las que me había juntado.

—Si no entramos no nos enteraremos.

Y seguí caminando para descubrir el misterio que se escondía tras aquella puerta.

-Espera, Dorothy.

Apenas tuvo tiempo para ersoplar y enjugarse el sudor de la frente con la manga de la camisa, cuando casi toda la familia se agolpaba sobre la "puerta". Ted agarró a su hija por el brazo con delicadeza pero firmemente. Sus miradas se cruzaron. No había reproche en los ojos del abogado, al contrario, reflejaban calidez y orgullo. Una especie de fugaz reencuentro se produjo entre ambos, de aquellos tiempos en los que jugaban al fútbol en equipo contra mamá y Stacy. No obstante, no parecía muy dispuesto a dejar a su hijita adentarse en aquella neblina sin más ni mas... al menos, en solitario. Porque sabía que su hija, aparte de decidida, era testaruda. Y que, por otra parte, no tenían otro sitio a donde ir...

-Espera -repitió. -Yo iré antes -añadió. Respiró hondo un par de veces y metió lentamente una mano en la niebla, atento a cualquier efecto; luego el brazo, luego un pie, buscando apoyo...