Partida Rol por web

Me estremecí ligeramente al sentir el agarre que, en mi brazo, realizaba mi padre para impedirme avanzar. Por unos instantes, tan leves que creí que no era real, me soprendí encontrar rastros en la mirada de mi padre de los tiempos felices del pasado pero... fue simplemente una sensación, un segundo que se alargó más de lo debido en el tiempo. Me solté con gesto hosco mientras mis ojos volvían a entrecerrarse con el ceño fruncido dispuesta a enfrentarme, una vez más, a él.

—Siempre tienes que ser tú el que se lleve todos los méritos ¿verdad papá? —Lancé las palabras como dardos, con la única intención de herir, antes de girar de nuevo la cabeza hacia la niebla para adentrarme en ella sin pensar, ni un segundo, en el peligro que podía encontrarme al otro lado. Mi orgullo me impedía ceder en esos instantes, con todo el resto de mi familia pendiente de nosotros dos.

Veo como papá le impide a Dorothy ser la primera en pasar hacia aquella niebla que no sabemos qué es. Lógicamente, protege a su hija, pero como siempre ella tiene que protestar.

"Siempre nadando a contra corriente" pienso mientras pongo los ojos en blanco.

Luego miro al resto de mi familia. Sé que no funciona el teléfono, que no podemos salir por las puertas, pero no estaría de más que alguno se quedara aquí.

-Papá, estaría bien que llevarais algo con lo que poder defenderos. No sabes qué o quién encontraréis allí arriba-digo dando una idea de algo que me parece lógico.

Nada, no tenia nada. Esa nube, esa estructura osea, nada de lo que estudie en su momento servia para explicar aquella situación y en cambio mi familia no parecía pensar en las posibles consecuencias.

-¡PARAD LOS DOS AHORA MISMO! -Tanto se parecían Dorothy y Ted entre ellos que no veían sus propias debilidades, por suerte estaba allí siempre para detener su impetuosidad sin sentido.

-Pensar un segundo en lo que vamos a tener que hacer. Para empezar... estáis en ayunas, sin arreglar y desprovistos de cualquier posible ayuda. -Apoye en parte las palabras de Stacy, quedándome a su lado, por miedo a que ella también me dejara. -Pensemos en ello, ahora parece que tenemos una salida. PERO no sabemos que hay mas halla, sentémonos a la mesa, comamos para estar fuertes y preparados para cualquiera cosa y pensar en un modo de volver si es peligroso, por ejemplo con una cuerda o algo. NO SE, ¡Pero no vayáis como si no fuera nada de nada! -Esperaba hacerlos entrar en razón, cosa que no era fácil con ellos dos. -Aun si es un sueño, es mejor estar preparados y no ir a ciegas.

Ted giró la cabeza y miró a su mujer con aire estúpido cuando Joanna gritó y dio unas cuantas justificaciones para evitar que penetrasen en la niebla. Tal vez no la había entendido bien, o tal vez la idea de arreglarse con un traje y desayunar en familia antes de adentrarse en la misteriosa niebla como quien coge el autobús para ir a trabajar le pareció incomprensible de puro delirante.

Pero en realidad entendió de sobra a su mujer, que aferraba a Stacy por los hombros. No quería que su familia desapareciera, literalmente, en la incertidumbre de una niebla amenazadora y siniestra.

Sin embargo, en el breve lapso de tiempo en que miraba a Joanna, Dorothy atravesó la puerta oculta y desapareció en la niebla. Ted volvió a mirar a Joanna fugazmente, dedicándole una triste sonrisa. Tenía razón, Dorothy y él se parecían demasiado. Y la siguió dentro de la niebla.

Yo también estaba dispuesto a entrar por la puerta y pensaba hacerlo cuando habló Mamá. La miré sin entender su punto pero haciendo un esfuerzo para comprenderla.

¿Pero Mamá, que se supone que vamos a hacer aquí?

Tras decir esto empecé a mirar al resto de mi familia con decisión.

Podemos frenar y comer algo, pero la única salida que encontramos es esa puerta. Las puertas no sirven, las ventanas tampoco y todo el resto de la casa está rodeado por esa cosa blanca. Si no salimos por esa puerta estaremos atrapados aquí adentro.

Tras decir esto veo como mi hermana y mi padre desaparecen por la niebla.

No creo que tenga apetito tras verlos a ellos desaparecer por la puerta. Vamos.

Digo esto mientras entro por la puerta.

A lo mejor, es solo un mal sueño y al pasar por esa puerta me voy a despertar. Como en la pesadilla de anoche, que me desperté cuando...

Mi familia no entendió mis palabras, pero era normal aquella situación no dejaba pensar con normalidad, toda ella era totalmente irracional y por desgracia no pude hacer nada para evitar las prisas que todos ellos tenían de salir de allí, no los culpo yo me prepararía por ellos. Solté ligeramente a Stacy y la mire con cariño.

-No te preocupes, no vamos a abandonarlos. -Solté a mi hija y me puse a su altura. -Escúchame cariño, coge una de las mochilas vacías y vete a la cocina: del armario coge pan de molde y mermelada, de la nevera el embutido y las botellas de agua, si están vacías llénalas, aun corre el agua en casa. Y un par de cuchillos para untar y con filo. Y nos reunimos aquí mismo. Yo voy al cuarto a coger una cosa. Nos vamos juntas y nos reuniremos con papa, Dorothy y Alex.

Dicho lo cual la bese suavemente en la mejilla y fui directa a mi habitación en busque la cámara usada esta misma mañana, asegurándome que tuviera carrete. Pero al abrir el ropero y observarme en el espejo repare que una llevaba la ropa de cama puesta, rápidamente busque ropa de sports y unas zapatillas cómodos para cambiarme, por un instante eche mano a mi estuche de maquillaje, pero repare que no tenia tiempo, solo un par de cepilladas al pelo, recoger la cámara; ponérmela al cuello, y ese juego de pañuelos que fue un viejo regalo de hace años; personalmente prefería los pañuelos de papel, pero verlos allí cerca de la ropa que elegí me dio una idea de como sacarles partido. También busque mis gafas de sol y tan pronto lo tuve todo observe por un largo instante la chimenea de mi dormitorio, preguntándome si ella también tendría una puerta secreta hacia lo desconocido. ¿Pero de ser así seria a un lugar distinto? Sea como fuera mis ojos se centraron en el atizador de la misma, pensé que era una palanca perfecta, así como un objeto largo para coger y ayudar a otros y lo recogí sin pensarlo.

Sin mas tiempo que perder, deje finalmente la habitación, para reunirme con mi hija en la sala central y entrar juntas de la mano.

Escalonadamente, la familia Kramer atraviesa la extraña neblina con la que había amanecido hoy a su alrededor. Primero lo hizo la joven Dorothy, seguida por su padre y luego por Alex, su hermano. Unos instantes después se unió Joanna, que iba vestida de calle y con unas gafas de sol sobre su cabeza, y Stacy, que se demoraron unos instantes. Cuando llegaron, ambas se unieron al estado de sorpresa que había inundado al resto de la familia.

Tras la neblina se abre una realidad diferente. Un corredor de apenas unos cuantos metros, con paredes lisas y blanquecinas, del mismo material que encontrasteis tras las paredes de casa, actúa como una especie de boulevard que os da una bienvenida a lo que no sabéis si son las entrañas de un sueño, un boulevard que al final desemboca en un pasillo más grande. Es realmente abrumador. El nuevo pasillo tiene las dimensiones de una calle de Manhattan, siendo las paredes también del extraño material blanco y aspecto orgánico. Hay un gran techo y tanto él como las paredes y el suelo emiten una especie de luminiscencia que ayuda a crear esa sensación que hasta ahora habíais conocido a través de la literatura y el cine, la sensación de estar frente a lo desconocido. El gran pasillo, a su vez, tiene diferentes accesos rectangulares con la misma neblina violácea como el que acabáis de atravesar a ambos lados, separados por treinta o cuarenta metros. Vosotros os encontráis en uno de los extremos del amplio pasillo, estando el otro extremos a unos quinientos metros aproximadamente. El tamaño de la realidad que acabáis de encontrar cae como una losa sobre vuestras creencias. Os replanteáis mentalmente si lo que dábais por cierto, realmente lo era. ¿Dónde queda Manhattan? ¿Y los vecinos? ¿Y... Filo? ¿Y... el resto del mundo? Todos vuestros problemas generacionales pierden importancia cuando os sentís ignorantes como unos insectos al colarse distraídamente por una ventana. En vuestro extremo del pasillo veis una placa rectangular que contrasta con el color del lugar donde estáis, pues es de color negro brillante y aspecto aceitoso. Suponéis que el otro extremo hay otra, aunque no conseguís divisarlo bien. Os miráis unos a otros, ignorando vuestras diferencias. Todos compartís la misma ignorancia. La misma curiosidad. El mismo temor.

Sin darle tiempo a Mamá para determe entré en la puerta y desaparecí tras la niebla. Increíblemete la primer sensación que tuve en ese lugar fue de incomodiad. Mi cerebro me estaba diciendo que el pasillo no podría ser tan largo, al fin y al cabo vivíamos en un apartamento y no podía haber un camino tan largo en tan poco espacio. De todas formas aquí estaba, caminando hacia lo desconocido en una puerta secreta.

Al salir mis ojos se abrieron de par en par mientras miraba el largo pasillo que había frente  a mí.

¿Que es esto?

Miré a mis familiares esperando que alguien diga algo más, pero mientras más miraba las blancas paredes a mi mente venían las palabras que seguramente todos estábamos pensando.

Creo que lo mejor será entrar por alguna de esas puertas ¿no creen? 

Después de obedecer palabra por palabra a mamá, subo con ella por esa trampilla con el resto de mi familia.

"¿Dónde estamos?" me pregunto a mí misma.

-¿Estamos encima de casa? ¿En un piso entre el tejado y nuestro salon?-pregunto a mis padres pues ellos normalmente lo saben todo, aunque creo que en este caso ninguno sabemos nada de nada lo que nos rodea.

Me limito a seguir los pasos de mi familia sin separarme de ellos lo más mínimo.

Quizás me había mostrado demasiado valiente al ser la primera en entrar en aquella neblina que, desde que nos habíamos ¿despertado? parecía invadirlo todo, pero ya no había vuelta atrás sino quería demostrarles a todos que estaba equivocada. Por suerte, sentí tras de mí cómo el resto de mi familia iba atreviéndose, poco a poco, a seguirme.

Abrí los ojos de manera exagerada al encontrarme con aquel largo, o más bien enorme, pasillo donde se podía ver que a sus laterales había otras estancia o lo que fuera.

—¿Cómo... cómo es posible?

Estaba atónita y, tenía que reconocerlo, aterrada. No podía entender cómo podía ser que aquel espacio enorme pudiera existir detrás de nuestra chimenea. Era terrible pensarlo tan siquiera y lo peor de todo era la sensación de que la realidad que conocía, esa misma realidad que vivía todos los días, no parecía ser la misma. Allí no había nada que pudiera considerarse normal, no había nada de esa realidad que había vivido hasta hacía tan solo unas horas. ¿Por qué nos estaba pasando aquello?

—¿Os habéis fijado en el material? Parece eso mismo que estaba en casa... como si fuera un esqueleto. Oh... esto da mucho miedo.

Sí, daba mucho miedo pero también inspiraba en mí mucha curiosidad. Miré a mi hermano cuando propuso ir probando puertas y, ni corta ni perezosa, me situé ante la primera que encontré, la más cercana a mí pero ni siquiera fui capaz a abrirla ya que sentía no sólo mi mano sino también todo mi cuerpo, temblar.

Allí estaban todos. En un episodio de The Twilight Zone, o eso le parecía a Ted. Real e irreal, fascinante y aterrador al mismo tiempo.

-¿¡Quieres estarte quieta, Dorothy?! -casi gritó a su hija, con una voz más aguda de lo habitual. -Yo... lo siento -corrigió casi enseguida, levantando la mano como disculpándose. -Perdona, hija, pero no quiero que os pase nada malo a ninguno de los tres. De los cuatro -añadió, mirando a Joanna. -Por favor, no os separéis de nosotros, ni hagáis nada sin pensarlo bien antes.

Miró a su mujer de reojo, ya que sabía perfectamente que "hacer algo sin pensarlo antes" era para Joanna una definición perfecta de lo que habían hecho entrando en aquel pasillo. En parte para buscar su apoyo, en parte porque le daba seguridad y sabía (todos lo sabían, en realidad) que su mujer tenía unos nervios a prueba de terremoto, le señaló la placa negra del extremo del pasillo.

-¿Qué crees que es esto, cariño? -preguntó.

Otra cosa que toda la familia sabía es que Ted dependía para buena parte de sus decisiones del buen juicio y sobre todo la aguda capacidad de observación de su esposa. Así lo demostraba ahora, mirando la placa negra como si no lo hiciese, como si Joanna fuese la única capaz de extraer conclusiones válidas de la observación.