Partida Rol por web

Claro que vamos a la biblioteca, allí es donde se va a solucionar esto y yo no quiero perderme en que queda la cosa.     Digo mientras voy correteando de camino allí.

¿Los magos?pfffff   pues tienes razón, pero seguro que ahora escogen a uno de gran poder para solucionar el asunto.

 Los wash, pues no se lo que son, pero he visto ratas de ese tamaño en unos almacenes en Rhyrr no hace mucho.

Cuando entro en la biblioteca me callo de inmediato, es la primera vez que entraba  y me quedé sobrecogido. Aquel sitio invitaba al silencio y al estudio.

 Mientras hablaban las celestes estoy un poco inquieto, me siento incómodo en este lugar, mi sitio es la calle.  ¿ha dicho el séptimo?¿semimagos?  mientras pienso en eso me imagino convertido en mago y lanzando bolas de fuego, de echo estoy haciendo con las manos como si lanzase bolas de fuego.

 Miro por todos lados, ahora tenía que aparecer un héroe o heroína, alguien que solucionase este entuerto, me imagino que me llaman a mi y que camino con aire solemne hacia el centro de la sala moviendo mi honda de manera despreocupada, entonces pluf, en vez de eso veo como la celeste se cae y como una muchacha  le echa una mano. Mi estómago ruge levemente, recordándome que todavía no he comido hoy.

La decisión estaba tomada, no había sido cosa mía solamente, las circunstancias me habían empujado a tener que elegir ese camino, pero ya no había vuelta atrás con este tema. El objetivo era la biblioteca, escuchar qué era lo que se sabía y el plan que iban a ejecutar al respecto. No tenía mucha fe en que esto funcionara.

De camino a la biblioteca, la pequeña yan vuelve a estar cerca mía. La había perdido de vista desde la discusión con Shela, puede que ésto no sea fácil para alguien como ella. Me pongo a su lado y le pongo una mano sobre el hombro, no era mucho, pero al menos quería transmitirle un mínimo de confianza, de fortaleza o lo que la pequeña necesitara. Eran momentos difíciles para todos.

Me sorprendió ver la biblioteca, pensaba que aquella ciudad ya tenía pocas sorpresas que ofrecerme, pero se ve que volvía a equivocarme una vez más. La arquitectura era admirable, comparada con la nuestra que era más bien escasa. Lo único que no compartía, era el interés por todos esos libros. Encerrarían mucha sabiduría, historias de tiempos pasados y demasiados secretos como para conocerlos todos, pero ese no era el estilo de vida que yo había elegido.

Las palabras de la sacerdotisa nos animaba a olvidar el odio que pudiéramos almacenar y a que trabajáramos juntos. Algo extraño, pero lógico en un caso como éste. El Unicornio no atendía a razas, sexo, posición o credo, nosotros tendríamos que seguir su ejemplo tras su muerte. No puedo evitar desviar la mirada de la celeste, para encontrarme con la feérica del torneo. Cierro un momento los ojos y niego lentamente con la cabeza. No era tan fácil dejar a un lado ese tipo de sentimientos.

Para finalizar, es Shela la que toma la palabra, no sin antes dedicar una mirada al auditorio, finalizando en mí. Sostuve su mirada, entre nosotros no hacía falta mucho más para entendernos y asentí con la cabeza.

Concluyendo con su discurso, aparece una celeste que corre escaleras arriba, llamando la atención de la sacerdotisa, y de todos los presentes, claro. Se desmayó ante nuestros ojos, portando un libro entre sus manos, que protegía aún después de haber caído al suelo.

El delicado cuerpo de Re-Min se movió muy rápido para llegar a la celeste que había caído desmayada. Junto a Namib, la tumbó boca arriba y la acarició la cabeza lentamente, suspirando

Disculpad. Aunque estemos acostumbrados y podamos sobrellevar los sentimientos de los presentes, es un duro esfuerzo físico. Y si no se ha preparado para llegar aquí, se ha debilitado. Ayúdame, joven, dejémosla descansar en uno de los sillones que hay allí.

Se levantó, esperando que Namib cogiera de los pies de la bibliotecaria mientras ella le agarraba de las axilas. Con bastante sorpresa para todos, no les supuso ningún esfuerzo llevar a la celeste desmayada, que seguía aferrando el libro como si su vida dependiera de ello.

Uno de los magos se acercó hasta Re-Min, y la ofreció despertarla con magia, pero la celeste se negó.

Ese dolor que siente se recuperará descansando un poco. Si la despiertas, su corazón será más frágil que antes

Volvió al centro de la sala, colocándose junto a Shela.

Es el momento de hablar. Nos hemos reunido unos cuantos aquí. Y necesitamos saber lo que ha pasado en la ciudad. Es el momento de, si alguien ha visto algo raro, sabe si ha ocurrido un hecho inusual, lo comparta. No tiene que estar relacionado directamente con el Unicornio. Cualquier cosa que fuera extraña debe ser expresada en voz alta. Por favor.

Las manos de Re-Min se habían entrelazado mientras se las llevaba al corazón. Estaba claro que intentaba buscar un vínculo, un hilo extraño del que poder tirar para resolver toda la situación.

El yan Drack se revolvió indeciso, sin saber si contar lo de su amada.

-Como quieras- se encogió de hombros. Por su tono de voz se notaba que no le agradaba la idea de entrar en la biblioteca, pero, ¿qué otra opción le quedaba? Ni siquiera sabía si le dejarían visitar de nuevo a la bárbara o le cerrarían el paso, y así lo único que conseguiría sería perder al único feérico que veía en demasiado tiempo. 

No tenía más opción. Resentida decidió entrar también en la biblioteca. Nada más entrar se quedó apoyada a un lado de la puerta. No estaba por la labor de meterse entre tanto ser.  

Como esperaba, el lugar estaba lleno de libros con todas esas letras, unos más aburridos que otros, pero todos parecían igual de extensos. Solo de pensarlo se mareaba, por lo que decidió dejar de fijar su atención en los libros y centrarse más en las personas que se habían terminado juntando allí. No sabía qué era peor, si centrar la atención en la gente de allí o en los libros. Como fuera, había terminado mareada. 

"Como esto se alargue mucho no voy a tardar en salir por patas". 

Fue entonces cuando todo sucedió, de nuevo, demasiado deprisa para poder analizarlo en su cabeza. Tenía demasiadas cosas como para seguir almacenando información. Sentía que de un momento a otro le explotaría la cabeza. 

-Apartad, no la atosiguéis- consiguió abrirse paso entre los curiosos que se habían juntado allí para poder acercarse a la celeste y comprobar lo que le había pasado. Pero para cuando quiso llegar, la otra celeste y la que parecía ser otro yan la transportaron a otro lugar para que descansara. 

De nuevo se acercó hacia la celeste, apartando a la gente de su alrededor o colándose entre los huecos que encontraba -yo... Yo me he enterado de robos de criaturas como los wash. Según me comentaron, parece cosa de magia. 

Parecía ser el momento oportuno para compartir esa información. -¿Qué es el libro que portaba la celeste que ha caído exhausta? Parece muy importante para ella...- la curiosidad parecía haberle soltado la lengua. 

¡Era cierto lo de que los celestes captan los sentimientos de los demás!  Pensó Namib, admirando la raza cada vez más y reconociendo su fragilidad a la vez.

¿Robo de criaturas? Que horror.  Un ritual séptimo, seguro que es.   ¿La portada del libro que dice?  ¿Es de profecías?

Al poner lo más cómoda posible a la celeste desmayada le pareció de gran sabiduría lo de dejarla despertar a su ritmo.  Acallar los sentimientos con formas artificiales podría ser dañino para la naturaleza del proceso.  Es como dejar entender los sentimientos.  En eso, de impulso, decidió poner sus propias manos de gnoma, cuidadosamente y con cariño, encima del corazón de la bibliotecaria.  No sabía si serviría de algo pero lo hizo.  Comparteme tu carga hermana, para que sea más ligera al llevarla entre las dos. 

Cuando veo que la muchacha habla y comenta lo de los wash yo me armo de valo, doy un paso al frente, trago saliva y digo -A Garam le ha desaparecido toda su comida, es muy raro, no tocaron la bebida ni nada especial solo la comida- Cuando veo las miradas sobre mi me pongo como un tomate ,me balanceo sobre el pie derecho, después sobre el izquierdo, y cuando ya no puedo aguantar más, me coloco detrás de la muchacha usandola de escudo imaginario frente a las miradas de la gente. Vale, esto no era lo que había imaginado

Ante la petición de la celeste, sobre cosas raras que habían ocurrido en la ciudad, no le veía el sentido, hasta donde yo sabía no había pasado nada especialmente extraño desde mi llegada. Quizás el breve incidente con los szishs en la posada, pero tampoco es que aquellas criaturas fueran pacifistas. Dudaba de si aquello era importante o no y también estaba ese tema de los amantes prohibidos, el yan y la feérica, pero de ese tema sabría más Shela que yo, por lo que tampoco me pareció oportuno decir nada si ella misma no lo había dicho.

-Anoche, en la posada, un grupo de szishs golpearon a la celeste que les estaba sirviendo la comida. No me parece que eso sea un suceso extraño o inusual, pero tras aquello se fueron del local. Demasiada rabia contenida, me temo...

La aparición de la celeste desmayada seguía siendo un enigma para la mayoría de los que estábamos allí, y la situación no iba por el camino de arrojar algo de luz a esta oscuridad.

El varu no tiene gran cosa que aportar a la conversación por el momento. Continua observando lo que sucede, intercalando su interés por lo que está pasando con miradas ensimismadas al impresionante edificio en el que se encuentran.

¿Cosas raras? Para Entu todo lo que está viviendo desde que entró en la ciudad es extremadamente raro, así que no acaba de entender qué tipo de eventos busca conocer Re-Min. Espera expectante a que empiecen a surgir las hipótesis sobre qué le ha pasado al unicornio.

Aylandris escuchó como hablaban más adelante y decidió avanzar entre la gente, a cuatro patas para poder pasar entre todas las piernas de los presentes y llegar a algún lugar en primera file desde donde ver que ocurría con aquella celeste.

Preocupada por que aquella tambien muriera, avanzó unos minutos esquivando a unos y a otros hasta que, de repente, no tenía delante de ella ninguna pierna más que la separara de lo que había allí delante.

Se sentó en el suelo, mirando atenta lo que ocurría. Vió como una mujer de piel oscura ayudaba a la celeste que se había ¿desmayado? Esperaba que asi fuera... Estuvo tentada de ayudarlas a llevarla a un sitio seguro pero entonces escuchó a sus espaldas como la gente comenzaba a responder a la pregunta de Re-Min, quien escuchaba atenta lo que se iba diciendo.

Si ella no está muy preocupada...la celeste debe estar bien... Se tranquilizó a si misma.

Abrió los ojos cuando escuchó a Khazlian, su voz era inconfundible Pero no paso nada...no creo que tenga nada que ver aquello con el unicornio... susurró recordando aquella escena.

Al final, Drack dio un paso adelante. Retorcía parte de su túnica, y no era capaz de levantar la mirada. Si su rostro hubiera estado descubierto, se vería el sonrojo en sus mejillas y unas lágrimas reboloteando en sus ojos.

Mi... Elara ha desaparecido muchas miradas, tanto de feéricos como de yan allí presentes, se volvieron hostiles ante las palabras del joven. Pero, en vez de echarle hacia atrás, se envalentonó, y miró a los ojos a Re-Min Elara no se iría sin mí, ¡la ha pasado algo! Habíamos decidido unirnos esta noche, tras la aparición del Unicornio, y la visión de los Seis en el cielo... Y ahora, ¡de ella sólo me queda su pañuelo! de sus ropas sacó un pañuelo que parecía de seda, algo que los feéricos reconocieron, haciendo que sus ojos brillaran con violencia, como su fuera lo que necesitaban para atacar al yan. Apareció en un árbol a las afueras de la ciudad, donde nos solíamos vernos

Re-Min escuchó las palabras de todos los allí presentes, mientras se mantenía en silencio, con las manos entrelazadas. Ella intentaba conectar todas las ideas, pero no parecían haber nada en común. Alguien que robara comida en un evento como ese era lógico. Una pelea de szish también podría serlo. El robo de los wash... Eso sí que era demasiado extraño. Y también la desapareción de la feérica.

¿Robo de wash? No son animales fáciles de robar, está claro. Entiendo que piensen que es algo de magia.... ¿Y Elara no está en ningún lado? Por sus palabras, parecía conocer a la joven, y su rostro de preocupación lo descubrió. Ella estaba muy enamorada de ti, no se iba a ir a ningún lado.

Caminó lentamente de un lado a otro, mientras que Ceya esperaba que la celeste le respondiera, pero no parecía haber escuchado sus palabras... Pero al final obtuvo su respuesta.

Es un libro sobre los Dioses. La creación de Idhún, cómo nació cada criatura... Y antiguas profecías. Algo tiene que haber leído, quizá estaba escrito ya... Se acercó hasta la celeste dormida y estuvo a punto de quitarla el libro, pero se detuvo a medio camino. Cuando se despierte nos lo dirá.

El pañuelo que había sacado el yan te sonaba de algo... Era igual que el que habías sacado de la pezuña de uno de los wash.

No hay que esperar, ¿que tal que el libro tiene algo que ver con lo que pasó?  La gnoma retiró el libro con cuidado, para no sobresaltar a nadie.  Tome, se lo dio a la celeste.  Ahí está la página más marcada.  Eso debió haber estado leyendo.  Quizá tenga una clave. 

Le daba curiosidad saber cómo había surgido su raza.  También quería saber si la separación que había entre ellas era inevitable o sólo los humanos la podían franquear.  Pero todo esto si puede esperar. 

Comenzó a entonar un suave canto faérico para ayudar a biendespertar a la celeste.  Con sus ojos negros llamaba a los otros a unirse. 

Cuando el resto de la gente se puso a hablar y las miradas se apartaron de mi me tranquilicé.

 Escuché lo que los demás decían, mientras intentaba ver lo que pasaba. Entonces la pequeña gnoma empezó con su canción. Era algo hermoso y me llevaba a días pasados, no mas felices pero si pasados. El recuerdo de alguien que me cantaba esa canción cuando iba a dormir, su rostro difuso. No había sido mi tia, eso seguro, tampoco el viejo, aunque puede que alguna vez se la escuchase. No, era algo mágico.

Entonces, de forma torpe al principio, pero cogiendo confianza poco a poco empezé a entonar la melodía.

El romance entre el yan y la feérica había salido a la luz de la mano de uno de los implicados, aquello si que era algo extraño y no los sucesos que se habían contado en aquella sala, el mío entre ellos, por supuesto. Se me habían ocurrido varios comentarios jocosos sobre lo que había dicho el yan, pero quizás a él no le harían la misma gracia que a mí, por lo que es mejor guardármelos para mí. El ambiente estaba demasiado tenso como para añadir leña al fuego.

Me quedo de brazos cruzados, buscando con la mirada que Shela se fijara en mí. En alguna ocasión no necesitábamos mucho más para entendernos, aunque puede que en esta ocasión necesitráramos alguna más. El libro que traía la celestes que se desmayó podía tener la clave de lo que estaba pasando, pero sólo era un libro, no me creía que allí estuviera la respuesta que estábamos buscando. Las celestes sabrían de este tema, yo estaba allí para encontrar una solución a lo que había pasado y poder irme.

Cuando Namib intentó separar el libro de la portadora, el cuerpo de la celeste se tensó. No sólo eso, si no el de todos los celestes allí presentes. Obviamente, la impaciencia no estaba en su ser, y ese acto para que todo pasara antes no les había gustado a ninguno.

Pero nadie tuvo que alzar la voz, no fue necesario. Tan pronto como Namib empezó a tirar del libro, la bibliotecaria abrió los ojos, aterrada. Su mirada estaba desenfocada, parecía que el esfuerzo que le había llevado al desmayo todavía le pasaba factura. Sus brazos aferraron más el libro y se echó hacia atrás como pudo, evitando el toque de Namib, que ya estaba cantando.

El miedo que sentía la bibliotecaria no se serenó con la canción que sólo Namib y Kail cantaban. La joven muchacha se levantó y, tras mirar a todo el mundo a los ojos, comprendió qué hacía allí, y por qué llevaba el libro en las manos.

La bibliotecaria caminó con paso lento hacia Re-Min, que había alzado los brazos para recibir a la hija del viento entre ellos. Pero no hubo abrazos, sólo la entrega del libro.

Disculpadme, Re-Min, por caer desmayada. Revisando la biblioteca para guiar a los visitantes, este libro me llamó la atención. Creo que los dioses me guiaron hasta él, pues estaba escondido entre volúmenes más pesados y no lo hubiera encontrado si Ellos no hubiesen conducido mi mano hasta él. Abrí y pasé las páginas, y encontré que en ellas estaban escritas... Varias profecías.

Re-Min tomó el libro de la celeste y buscó junto a ella. Encontraron una página y, durante varios minutos, se mantuvieron en silencio, leyendo lo que ponía.

Por los Seis... Esto estaba destinado a ocurrir... Las palabras de la Celeste alteraron a todos los presentes. El silencio que reinaba dio paso a los murmullos, y ellos a las palabras en voz alta. Re-Min alzó la mano, para pedir la voz y, cuando todos se callaron, continuó hablando.

Esto es lo que todos conocemos

Los ojos abiertos de las tres Lunas se unirán en un mismo cielo para contemplar la llegada de su bendecida en la morada del Viento. Su rostro plateado perdurará para siempre en el corazón de Nuestros Hijos.

Pero hay más... El autor del libro recoge las palabras de un joven sacerdote celeste, palabras que hablan de lo que los dioses le dijeron pero que no quisieron que fuera parte de la profecía.

Los Seis anunciaron la muerte de la criatura, relataron su caída al vacío y su pérdida de poder. Avisaron de las oscuras y siniestras heridas, y de la ausencia de su vitalidad... Magia y ceremonias eclesiásticas oscuras se han unido en un sólo ser.... Lo siento, el resto no lo puedo entender... Tenemos que traducirlo y entenderlo.

Era inevitable. Los ojos de casi todos los asistentes se posaron en los szish mientras que Re-Min seguía dando vueltas a las hojas del libro.

Entu escucha atentamente lo que narra Re-Min. Lleva un rato observando en silencio todo cuanto sucede, pero ya no puede más, necesita más explicaciones.

-¿Magia y ceremonias eclesiásticas oscuras en un solo ser? ¿Qué... qué significa eso?