Partida Rol por web

Aylandris miró a los ojos de Khazlian, que ahora estaban a su misma altura, y asintió lentamente pero sin llegar a estar convencida. No le gustaba separarse de la maga, pero tenía que reconocer que tenía un hambre loca.

Y, como si los hubiera escuchado hablar, la maga se acercó a ellos en ese momento y le acarició la cabeza.

A lo mejor puede escuchar a gran distancia...

-No, no lo entiendo mucho -dijo la pequeña sin ningún complejo- pero veo que todos están enfadados y se miran mal... El unicornio era importante, y bonito, no entiendo por qué alguien querría matarlo. De acuerdo, iré con él-dijo señalando a Khazlian- y te esperaré el tiempo que necesites para poder venir conmigo. Confio en ti.

¿Hay otras unicornios en el mundo, Re-Min?  Si si, debemos encontrar a esa criatura y detenerla.  No puede volver a pasar. Namib se acomodó las trenzas.  Cuenta conmigo para lo que necesites para encontrarlo.  Su cejas entrecerradas mostraban la determinación que sólo una joven gnoma puede tener. 

Los pensamientos son como la magia. Sin forma, no tienen fuerza, simplemente están ahí. Pero cuando alguien es capaz de moldearlos, de determinar una función, pueden ser devastadores... O todo lo contrario.

De sus ropajes, sacó un hilo marrón tan grueso como un dedo, y se lo puso en la mano a Aylandris.

El hilo sólo es un hilo, y ésto en la palma de su mano, salió una bola de fuego sólo es fuego. Si se me ocurre darles una forma... Un rayo de fuego salió de la bola, rodeando el hilo que descansaba en la mano de Aylandris. A pesar de lo que podía aparentar, el fuego no abrasó a la muchacha, ni siquera la quemó. Lo único que sintió la joven fue un débil calor. El fuego terminó por rodear el hilo, haciendo que desapareciera. El fuego fue tomando forma, hasta conseguir la definitiva

A esto me refiero. Por mucho que todos lo estuvieran pensando, tú has conseguido dar forma a sus ideas hizo un gesto con los hombros Pero me temo que no hubiesen tardado mucho en hacerlo otros. De todas formas, no tiene por qué ser el Séptimo. El ansia de poder puede corromper a cualquiera, y eso no significa que tengan que adorarle.

El joven apartó, dolorido, sus manos, y se abrazó a si mismo. Más allá del odio que podían sentir los yan hacia otras razas, Drack sufría por el amor.

Disculpa... Estoy muy nervioso y no me doy cuenta de que puedo molestar a la gente, perdona... Se apartó un poco más de lo que había hecho Ceya, queriendo poner distancias para que la joven no se sintiera acosada.

No, ella no sabía usar magia. Bueno, quiero decir, más allá de la feérica. Hacía florecer plantas con solo pasar a su lado y esas cosas La nostalgia apareció en su mirada, y suspiró antes de que le cayeran un par de lágrimas ¿Por qué me preguntas eso?

Sinceramente, no lo se respondío Re-Min a la pregunta de Namib La joven maga tiene razón: No sabemos nada de ellos. No porque queramos, si no porque es así como tiene que ser. Ellos se mueven tan velozmente como si fueran luz. No sabemos si es sólo uno, o son muchos. Aunque eso quizá ahora se determine Su rostro demostró la tristeza que sentía en su interior Si no hay más magos, si la energía se apaga en el mundo... Quiere decir que sólo estaba él.

Si quieres ayudar, ve a los bosques que se han creado dentro de la ciudad. Los árboles escuchan más que cualquier raza le dijo la celeste mientras le guiñaba el ojo.

Namib se fue al parque, a los árboles, a platicar con los otros faéricos, a preguntar que era lo que sabían de otros unicornios o esta persona mago/sacerdote. 

Comenzó a chiflar para que los elfos en los árboles le contestaran.  

Seguí limpiando las botas al cliente mientras tenía la oreja pegada. Cuando me pagó, instintivamente mordí la moneda, al ver que era buena me la guardé en el zapato derecho, mientras el cliente me acariciaba la cabeza como si fuese un buen chucho.

Cuando el yan habló de la magia de su amada un nudo se me puso en el estómago. ¡Era lo mismo que me pasaba a mí! Cada día tenía mas claro que yo no era del todo humano y que mi tía me debió de ocultar algo.También tenía claro que yo no era ninguna lumbrera, porque entre mi escasa estatura, mi rostro aniñado,las orejas puntiagudas y los truquitos con plantas ,estaba más que claro que yo no era humano. Aún así me obcecaba en creer que lo era.

 Me acerqué un poco a Ceya , casi queriendo protegerla pero con un miedo terrible al Yan, de modo que estaba atento por si me intentaba sacudir alguna guantá. ¿Todo bien? pregunté con cierto temor, casi esperando que me dijera que sí para poder quedarme tranquilo y dedicarme a otro asunto.

Los ojos de la pequeña yan se abrieron enormemente al ver lo que estaba sucediendo sobre la palma de su mano. No se atrevía a moverse, ni a respirar siquiera. Aunque en su palma danzaba el fuego consumiendo el trozo de cuerda, no sentía dolor, solamente un débil calor que la confortaba. Y una forma comenzó a desvelarse ante sus ojos.

Solamente parpadeó cuando el fuego se extinguió y sintió las pequeñas garras del dragoncillo agarrándose a su piel. No podía creerlo. No podía ser cierto... ¿o si?

Subió lentamente la mano hasta la altura de sus ojos para verlo mejor mientras que, sin percatarse de ello, el trozo de túnica que le cubría constantemente parte del rostro, resbaló sin encontrar el tope de su diestra mano que lo devolvía a su sitio cada vez que decidía abandonar su lugar correcto. La expresión de su rostro completo, no solo de sus oscuros ojos moteados de dorado, era de total y absoluta sorpresa y admiración. Su boca, abierta en un silencioso 'oh' de asombro, que no llegó siquiera a pronunciar por no destruir aquel momento.

Parpadeó. Exhaló lentamente el aire acumulado en sus pulmones y cogió aire lentamente, temiendo moverse. Sus ojos admiraban cada parte de aquella pequeña cosa.

-¿Esdeverdad?-soltó rápidamente sin quitarle el ojo de encima al dragón.

La demostración de magia había sido bastante buena, como un hilo podía convertirse en un dragón en miniatura con un poco de fuego mágico. Ese mérito no se le podía quitar a Shela, pero supongo que aún le quedaba camino por recorrer a la hora de soltarme algún sermón. Pero bueno, lo había intentado y entendía perfectamente lo que me quería decir.

-Bueno, gracias por la clase sobre magia -se lo digo sin acritud- pero es algo que todavía se escapa a mi entendimiento y a mis capacidades. ¿Estás segura de que el Séptimo no ha tenido nada que ver? ¿Quién sino sería capaz de llegar hasta tal extremo? No quiero dar por supuesto nada sobre magos no vayas a querer probar de nuevo tu puntería conmigo -aquellas últimas palabras si que llevaban algo de veneno incrustadas, aunque puede que en un momento como este no sirviera de nada-. ¿Sabes donde encontrarme, no? Cualquier cosa que pueda servirte de ayuda no tienes ni que pedirlo -le coloco la mano en el hombro mientras me quedo mirándola. A pesar de lo mal que nos podamos llevar, siempre tenía buenas intenciones con ella-.

Ceya giró un momento la cabeza para ver de dónde provenía ese "¿todo bien?". Estaba demasiado concentrada en lo que estaba haciendo y ya se había olvidado de la presencia del joven elfo. 

-Sí niño, ¿no ves que están hablando los mayores?- y ya le salió la vena borde... Sus ojos no parecían expresar lo mismo que dijo, pero no se podría asegurar nada pues no tardó en girarse de nuevo hacia el yan.

-Sé bien lo que es capaz de hacer la magia feérica- se podía apreciar un tono orgulloso en sus palabras. -Me han pedido que averigüe cosas. Una gigante tiene un rebaño de washes, y están desapareciendo. Al parecer sufren robos. Los animales son demasiado grandes, por lo que utilizan magia para llevárselos.- Cruzó los brazos sobre el pecho y soltó un bufido. -Un wash llevaba enganchada en la pata un trozo de tela como el que llevaba tu prometida. ¿Cuándo desapareció ella?, ¿sabes de alguien que esté interesado en llevársela? 

Viendo que los compañeros con los que ha llegado se disponen a salir del recinto, Entu se ve asaltado de repente por la necesidad de encontrar otros varus. No quiere repetir la escena que vivió el día anterior, pero sí compartir opiniones con otros seres acuáticos. Así que mira a su alrededor, buscando entre la multitud que está en la biblioteca otros como él e intentando acercarse si los encuentra.

No, no es de verdad, pero se moverá como si lo fuera, siempre cerca de ti respondió a la pequeña, mientras miraba detenidamente al dragón. Los magos podemos hacer muchas cosas, quizá el límite de nuestras capacidades sea nuestra imaginación... Pero no podemos dar vida Aunque no lo dijo, su frase estaba clara "Pero podemos quitarla". Un rayo siniestro pareció recorrer su cara, y la joven se quedó pensativa. Su mente empezó a divagar. Incluso para Khazlian, que la conocía, le fue totalmente imposible saber dónde estaba, hasta que volvió en sí.

No se si estará involucrado, la verdad. Pero creo que que hay más opciones más allá del mal o el bien que todos conocemos. Pero sólo una investigación nos dirá qué ha ocurrido.

Cuando el joven apoyó la mano en el hombro de la joven maga, ésta tuvo un momento de debilidad. Sus ojos, que siempre demostraba una frialdad y un gran escudo protector, bajaron la guardia, demostrando que era la joven que él conocía. Pero duró apenas unos segundos, antes de que volviera a aparecer la magia.

No os vayáis muy lejos. Me temo que esto acaba de comenzar

Poca gente estaba aún presente en la reunión, pero Varu pudo ver a dos Varus, además de Meerelu, que estaban manteniendo una conversación telepática. Con su capacidad, habían hecho imposible que nadie más la escuchara, pero sus rostros parecían bastante preocupados. Las dudas saltaban de uno al otro mientras intercambiaban miradas.

Cuando Entu se acercó a ellos, ambos varus se giraron. No le hablaron, esperaban que él diese el primer paso.

Drack escuchaba extrañado las palabras de Ceya. Parecía que su cerebro tardaba en asimilar las palabras de la joven.

¿Me estás diciendo que es probable que el que se llevó a Elara está robando animales? La luz apareció en su rostro, una luz de esperanza, algo que había perdido desde que no encontró a su amada.

Nuestro amor está vetado por nuestras ambas familias. Pero nos amamos. ¿Quién se la puede llevar? Podría ser cualquiera de nuestras familias. Son los únicos... claramente buscaba cómo llamar "enemigos" a alguien que les habían cuidado en todo momento hasta que había llegado ese romance bueno, no se, pero parecen los únicos que pueden querer separarnos a cualquier precio, pero... No les veo robando a los wash, no lo entiendo. Tuvo que caminar un poco hasta apoyarse en la pared. Se descolgó el pañuelo que le cubría parte de la cara para dejar que el aire pasara y le refrescara. Un rostro de un joven bastante guapo y atractivo se mostró, pero lleno de dolor. No tardó mucho más en volver a cubrirse.

¿Crees que todo esto tiene que ver con el Unicornio?

Namib abandonó la Biblioteca, con mucho que pensar. Los sucesos parecían agolparse en su cabeza, sin dar paso a su corazón. Se había mostrado coherente y correcta, buscando un equilibrio entre lo racional y lo emocional... Que pudo perder sin problema al entrar en el bosque. Porque era lo que tenían los feéricos: El bosque era su vida, y en ella se perdían.

Pero sus responsabilidades la llamaban. Susurraban a gritos en su oído lo que tenía que hacer. Y, una vez más, su cabeza pudo a su sangre, y se internó en el bosque, buscando ayuda.

Pero parecía que ésta salió a su encuentro. Un sátiro apareció de la nada, soplando su flauta de pan.

La joven Namib, la amiga de las razas. ¿Qué trae tu cabeza, que tu corazón no comparte? ¿Por qué no corres o te escapas, te pierdes y te encuentras?

Hola fauno bonito.  Traigo preguntas como abejas en la cabeza.  O me dan mieles o me pican.   ¿Quizá tu me puedas ayudar?

La primera es sincera: Me preocupa que haya muerto el último unicornio, pero nadie sabe si lo es, ¿nuestra gente sabe de algunos otros, que pueda una ir a ver y a preguntar?  Queremos cuidarlos a como de lugar. 

La segunda es más traicionera, por el causante y no la misma.  

Supe de predicho que la muerte tan dolorosa y violenta que hoy nos acaeció y ensombreció, la causó un mago y sacerdote solo y soy, misma cosa, más horrorosa, mezcla de dos fuentes de sabiduría, quien enloqueció de poder al no poderlas contener, como quien vomita agua y aceite.  

¿De alguien así, sabe algo la leyenda?  Es que estamos-le buscando componenda. 

Las palabras de la muchacha me dolieron, pero no quise marcharme. Me senté en el suelo cruzando las piernas y mientras me rascaba la cabeza escuchaba a la muchacha feerica y al Yan.

 Tal vez de aquí saliese una aventura. Teníamos que unir de nuevo al yan con su amada, recuperar los washes ,obtener la recompensa del gigante y por el camino averiguar el porqué de la muerte del unicornio. Eso o seguir limpiando botas, y la verdad, ya estaba hasta la coronilla de limpiar botas. Me pegaría a la muchacha como una lapa y le ayudaría a resolver estos misterios.

La conversación con Shela iba tocando a su fin, ya fuera porque ella -ni nadie en aquella sala- tuviera las respuestas correctas a la pregunta que todo el mundo se estaba haciendo, o porque tenía que volver a la investigación sobre el terrible suceso del unicornio. Lo que estaba claro es que empezábamos a sobrar en la biblioteca, y hasta prefería volver a la calle a que me diera algo de aire, demasiado tensa estaba ya la situación.

El cambio que mostraron sus ojos cuando me ofrecía para apoyarla en lo que necesitase, fue mejor que cualquier respuesta que pudiera darme. Ahí estaba la yan que yo conocía y no la que tenía que mostrar delante del resto de magos y sacerdotes, la asustadiza aunque sensata. Pero supongo que el poder de la magia conlleva otras cuestiones, quizás un status, que a mí se me escapaban.

-No estaremos lejos -respondí con sus propias palabras-. ¿Nos vamos, Aylandris? -pregunto a la pequeña tras la breve respuesta que le había dado a Shela-.