Partida Rol por web

Ceya se encontraba algo perdida con respecto a sus repentinos descubrimientos, o más bien coincidencias. No podía estar 100% segura de llevar razón con sus suposiciones, pero era lo más cercano a un principio que había tenido desde que había llegado.

-No creo que tenga nada que ver con vuestras familias. A menos que se trate de un ser retorcido y maléfico capaz de hacer grandes maldades por el mundo.- Se cruzó de brazos chasqueando la lengua. Kail parecí dispuesto a unirse a la fiesta, y la muchacha no parecía por la labor de decirle que se quedase limpiando zapatos con la lengua. Dos pares de ojos y oídos harían mucho más que solo uno. 

-Lo que le pasó al Unicornio...- agachó la mirada algo incómoda. Solo recordar la escena le hacía sentirse vacía por dentro, como si todo lo que había hecho, todo su viaje, hubiese perdido todo su sentido. -...Eso es sin duda un acto de un ser oscuro con algún tipo de plan. Y no voy a dejar que se salga con la suya.- Aunque no tenía ni idea de por dónde empezar a buscar ya comenzaba a sentirse como una superheoina o algo por el estilo. 

-Con respecto al "amor de tu vida"- trató de centrarse en ese tema. No, la verdad es que no tenía demasiado sentido el hecho de robar wash y secuestrar a una chica... -¿Pertenece a algún tipo de familia adinerada o poderosa? Puede que todo lo que hacen sea por pedir algún tipo de rescate.- "Si no se trata de algún tipo de ritual... Espero que sea lo primero". 

El viento del atardecer pareció recorrer vuestros cerebros, que descansaron durante unos instantes. Pero sólo fue una ilusión. En la calle, la gente estaba muy tensa, mirando hacia todos lados con algo de temor. Todos cuchicheaban, como si estuvieran en pelibro por hablar con un tono de voz normal. El dolor por la muerte del Unicornio era visible en los ojos de todos, pero había algo más.

Magos y sacerdotes caminaban juntos. Era una alianza extraña, muy extraña. Ambos grupos siempre estaban divididos y ante una situación tan cruenta se habían unido. Y no sólo eso, si no que trabajaban juntos. No muy lejos de allí, un mago había levantado una barrera invisible entre un yan y una feérica, mientras que el sacerdote hablaba con los dos, intentando hacerlos entrar en razón.

Cerca de la puerta, estaba Drack, Ceya y Kail. En la joven se veía una tensión al estar tan cerca de un yan. Pero, aún así, le trataba con mucha cortesía, y parecía estar ayudándole.

Es una feérica. Ellos no poseen dinero, se dan a la naturaleza... Frunció el ceño, intentando explicar algo que estaba en su mente Lo siento. Elara me lo habrá contado mil veces, pero soy incapaz de entender la comunión de los feéricos con la naturaleza. Pero era tan especial ver cómo se movía entre los árboles, cómo las flores florecían a sus pies al caminar... el amor se mostró en sus ojos. Su mente estaba recordando preciosos momentos junto a la joven Elara, y le hacía viajar a un mundo más allá.

¿Quizá vio lo que no debía? No llegué tarde, pero ella siempre estaba allí cuando yo llegaba. ¿Puede ser? Si hubiese llegado unos minutos antes, quizá ella no estuviera perdida... No lo se, ¡no lo se! alzó la voz y se llevó las manos a la cabeza, tirándose de las gasas que le cubrían el rostro.

El fauno se movía grácilmente entre los árboles, mientras soplaba su flauta y escuchaba tus palabras.

El Unicornio es un ser de magia y luz. Sólo ellos se muestran cuando desean, y no hablan, sólo te acarician con su cuerno, te conceden la magia. O sólo se dejan ver, y eres un báculo de poder, para que la magia fluya por tí.

No puedes cuidarlos, pues sólo ellos se cuidan. No podemos preguntar, pues ese secreto les pertenece sólo a ellos. ¿El último unicornio? Es posible pero, para nosotros, no creíble. ¿Ves el bosque? ¿Ves cómo florecen las flores? Sin Unicornios, la magia se estanca. Sin ellos, la flora se marchitaría. Y sigue viva.

Eran unas bonitas palabras, pero poco podías sacar en claro. El sátiro no creía que fuera el último, y lo único que te decía es que no había manera alguna de contactar con un Unicornio.

Hace mucho tiempo, un ser bendecido por los dioses caminaba entre todas nuestras razas. Sus palabras eran sanas y sensatas, apagaban el odio con ellas, el odio que todas las razas se tenían. Y de él, sólo quedaba un dulce recuerdo. Muchos hablaban que ese ser era la misma Irial, la más bondadosa de los dioses, pues sus palabras daban la luz que los corazones oscuros necesitaban.

El sátiro se movió lentamente, y se sentó entre las raices de un gran árbol, y te invitó a su lado.

Y la leyenda habla de que ese ser caminó hasta Alis Lithban, pues le gustaba la paz de los bosques. Hasta entonces, sólo la gracia del sacerdocio le acompañaba. Hasta entonces.

Allí, al parecer, se le presentó un Unicornio. Magestuoso y esplendoroso, dicen que hasta esa criatura inclinó la cabeza a modo de respeto. Y por una vez, el Unicornio no se acercó a él, si no que esperó a que él se acercara.

Y se acercó, claro que lo hizo. Pero lo que ese grandioso ser no sabía, es que era una prueba.

Por todos era sabido que al ver un Unicornio, transmitías la magia por tu interior, y podías sanar a la gente. Para alguien como aquella criatura, debía ser más que suficiente. Pero los dioses temían, temían por su poder, temían que se perdiera en él. Y lo hizo.

El ser de pura bondad caminó lentamente hasta el Unicornio. Su corazón, hasta entonces puro y bondadoso, empezó a tener sombras de oscuridad. Era un bendecido por los dioses, y eso estaba bien. ¡Pero podría ser dos veces bendecidos! ¡Podría ser poderoso! ¡Todos deberían escucharle, todos deberían... obedecerle!

Y ese día, la luz de los tres astros padres se apagó de golpe. Las lunas se levantaron rojas por el dolor. Y esa criatura, consiguió el poder de la magia.

Viendo que finalmente el otro feérico no se movería del sitio, incluso parecía animado con la idea de empezar una especie de "aventura", Ceya no pudo hacer otra cosa que soltar un pequeño suspiro de resignación. Al menos tendría ayuda que le vendría bien (y por lo menos no sería la ayuda de un yan), aunque no lo admitiría. 

-Bien, ¿vamos entonces?- le preguntó directamente al chico. -Deberíamos volver a ver al ganado de wan, así por lo menos te harías una idea de cómo son los animales que buscamos. 

Volvió a girarse hacia el yan -Sé cómo son los feéricos. Yo soy una de ellos- "aunque solo sea una parte de mí" -aunque no lo aparente demasiado- se pasó la mano por el pelo apartándoselo un poco de la cara. 

- Tu aportación nos ayudará, yan. La verdad es que no me había parado a pensar en que tal vez vio algo que no debía haber visto. Puede que nos dejara como pista los trozos de tela... O que simplemente sea casualidad. Pero por algo debemos empezar. 

Ya no quedaba mucho más que decir, y quedarse ahí quieta sin empezar a buscar empezaba a ponerle de los nervios, y no lo ocultaba dando rítmicamente golpes con la punta del pie al suelo.

- Ehhh ¡¡eeehh!! ¡Estate quieto! ¿Quieres llamar la atención de más gente de la necesaria? ¡Tranquilízate, yan! Te vamos a ayudar a encontrar a Elara, ¿de acuerdo? Pero necesitamos que mantengas la calma hasta entonces y que pongas atención a cualquier conversación que parezca sospechosa, a cualquier cosa que nos pueda servir de ayuda. Conseguiremos dar con tu amada y traerla de vuelta. 

"Y pensar que estoy ayudando a un yan... Wina se avergonzará de mí como feérica. Pero todo es por salvar a otra feérica... Eso es, no estoy ayudando al yan, estoy ayudando a Elara". 

Entu habla con ellos utilizando su capacidad telepática.
Hola... perdonad que os interrumpa, he llegado a la ciudad solo y no he tenido mucho contacto con otros varus. ¿Puedo preguntaros qué sabéis de todo esto? No acabo de entender todo lo que está pasando.

Namib se alegró de un salto al ver la flor.  ¡Hay unicornios aún en Idhún! 

Le dió un beso en la mejilla al fauno. 

Cuando oyó la historia del ser con magia y bendición, que el poder corrompió (como tantas veces ocurre) se puso triste, pensando en lo que la locura del poder acarrea.  ¿Y que podemos hacer Jenaren?  ¿Detenerlo como?

A pesar de lo acontecido en la biblioteca, no podía evitar tener un nudo en la garganta. La situación era demasiado compleja para que pudiera hacerme una idea de lo que realmente estaba pasando. Aunque no creo que los magos y sacerdotes estén mucho más cerca de descubrir la verdad, por mucho conocimiento que poseyeran y que trabajasen juntos ahora.

Justo al salir, veo un nuevo momento de tensión entre razas. Un yan y una feérica, además del mago que intentaba calmarlos. Ya había tenido demasiado por hoy, prefería descansar, intentar disfrutar de la noche y relajarme todo cuanto pudiera. Los días que vendrían no serían fáciles para nadie.

-¿Qué quieres hacer, volvemos o prefieres acercarte? -no me había olvidado de Aylandris, que había quedado a mi cargo y no me molestaba en absoluto ir con ella. Tampoco tendría que ser fácil para la pequeña-.

Aylandris, más por necesidad que por querer realmente, dejó ir a la maga y se fue con Khazlian. Tenía hambre, mucha, y no le vendría mal un buen rato de dormir. El día había sido largo y muchas cosas nuevas que nunca había vivido habían ocurrido a su alrededor.

Caminaba en silencio al lado del yan, sin perder de vista al pequeño dragón que había enroscado su cola en la muñeca de la pequeña y observaba atento desde la seguridad de la mano de la yan.

Levantó la vista del dragón cuando escuchó la pregunta de su compañero y entonces se dio cuenta de a lo que se refería. Se quedó un momento mirando el panorama delante de ellos. Al reconocer a la feérica miró a Khazlian de reojo, encogiéndose de hombros- ¿El yan tiene problemas? Parece que ella le está ayudando...a lo mejor es mejor que otro yan vaya con él. Esa feérica no es muy amable que digamos...

-Se bastante bien que la feérica no es muy amigable -habría mostrado una sonrisa amarga sino fuera por la tela que cubría la mayor parte de mi rostro- tuve que soportarla durante la competición de tiro con arco. Puede que me arrepienta de esto, pero será mejor que nos acerquemos -y ya me estaba arrepintiendo de aquellas palabras-. Vamos -animé a Aylandris a avanzar hacia el breve grupo que se había formado en torno a la pareja-.

No tenía idea del motivo por el que estarían discutiendo, pero si un mago había tenido que mediar entre ellos, estaba claro que sería por algo importante. O que ambos chocaran como era de esperar, miembros de razas enfrentadas desde hace mucho.

Para compensar la furia de la Naturaleza que desataba Ceya con sus palabras y sus gestos, el calor de los Soles de Khazlian y Aylandris pareció relajar el ambiente. Drack respiró profundamente mientras asentía con un movimiento de cabeza ante las últimas palabras de Ceya y miró a los nuevos integrantes del grupo.

¿También venis a ayudarme a encontrar a Elara? Ha encontrado una pista, un trozo de pañuelo en la pezuña de un wash. ¡Eso quiere decir algo, seguro!

La profecía se ha cumplido, pero se ha vuelto contra todos nosotros dijo uno de ellos, sólo en la mente de los varus de los allí presentes

¿Qué implicaciones puede tener ver a un Unicornio morir? ¡Hemos sido víctimas de un asesinato! gritó el otro telepáticamente

Tranquilizate. Es algo que sabíamos que podía pasar los ojos del otro varu se abrieron tanto que Entu comprendió que había dicho algo que no debía Es uno de los nuestros, puede saber

Esta profecía tiene dos partes, como se ha dicho, pero la segunda no es nada comprensible. Pero se rumoreaba entre nuestros sabios que un ser de infinita maldad caminaba entre los hombres con el don de la palabra, haciéndose pasar por uno de los elegidos divinos. Pero sólo quería poder, estaba sediento de él. Y, sin saber cómo, pudo apresar un Unicornio, esa criatura bella se vio obligada a cederle la magia. ¡Pero la magia no era para él! Así que en vez de Magia buena, era magia oscura, corrupta. Su poder divino, el que le habían concedido los dioses, sólo conseguía matar.

La profecía anunciaba que él estaría hoy aquí, entre nosotros. ¿Se te ocurre qué ha podido hacer, varu?

¿Detenerlo? El sátiro saltó de un lado a otro, hasta recostarse en el tronco de un árbol ¿Por qué? Es culpa de los hijos del Sol, creeme. Se dice que ese ser pasó mucho tiempo entre ellos. ¿Quién dice que no es uno de ellos? El Sol en exceso hace aparecer las sombras, y las sombras son la maldad pura Obviamente, no contaba con las sombras que había en los árboles.

Los feéricos no nos mezclaremos en ese tema. No es cosa nuestra. Protegeremos a los nuestros, pero no acudiremos a luchar una maldad creada por los yan.

Los feéricos luchamos contra el mal quien fuese que lo haya creado, doquiera que esté.  Los verdaderos feéricos,  Jenaren.  Es tonto pensar que el mal no nos alcanzará también, como viste hoy.

 Y para detenerlo entre los Yan tendremos ayuda, creeme, entre todos.  Buscamos lo mismo.  Sin todas las razas y todos los dioses unidos no podríamos ganar. 

Vete preparando mi sátiro favorito.  Habrá un momento en que seremos llamados a ayudar, amigo. 

¿Algo más que me puedas decir para averiguar más sobre este ser?   Que me encamino cual paladina -jajajja- se rió con esa risa faérica tan extraña, entre diversión y destino.  Y luego le sonrió, esperando respuesta.

Al oír el "¿también venís?", Ceya se giró instintivamente. ¿De quién estaba hablando el yan? Y ahí estaban. Tuvo que respirar un par de veces antes de mandarlos a todos a buscar dragones*. 

-Agh, más yan- eso sí, no pudo evitar una mueca de desprecio, además de que su voz sonara con cierto tono de asco. -¿Y vosotros qué hacéis aquí?, ¿sabéis algo sobre la feérica? 

Me había acercado viendo la situación con la que se encontraba el otro yan, en general prefería tener a los feéricos lejos, pero en el caso de ésta prefería que fuera toda la arena del desierto la que estuviera entre nosotros.

-No tengo ni idea de quien es Elara -dije con sinceridad al otro yan- pero viendo tu compañía -fue inevitable que clavara mis ojos en Ceya-, creí que te vendría bien un poco de ayuda. Por otro lado -ahora miraba a la feérica con la intención de hablarle a ella- no te preocupes, el asco es recíproco, y lo que sé sobre los feéricos no te gustaría escucharlo -tergiversé la pregunta que nos había hecho, a conciencia-. Así que si puedes ponernos al día, mucho mejor -esas últimas palabras iban de nuevo para el yan-.

Aylandris entornó los ojos al mirar a la feérica. No le extrañaba en absoluto todo lo que decían de esa raza, eran tal y como le habían contado.
Decidió dedicarle de poca a nada atención y sí fijarla en el yan-…¿El pañuelo es de ella? ¿Estas seguro? Todos los pañuelos son iguales....