Partida Rol por web

Me quedo escuchando lo que dicen las celestes, ahora se suponía que tenía que aparecer el héroe que nos salvase a todos,¿sería el varu ese héroe? No las tenía yo todas conmigo pero nunca se sabe. Oigo su pregunta y la impaciencia hace mella en mí, con un susurro añado ¿qué vamos a hacer ahora? me pongo como un tomate, pensando que la gente me mira al hablar, pero tenía que preguntarlo.

 No podemos esperar que el mal se propague, tenemos que cortarlo de raiz, tiene que haber alguien que sepa que hacer, alguien capaz de derrotar a esos sacerdotes oscuros,y a lo que quiera que sea eso en lo que se han unido formando un solo ser. ¿Dónde está el héroe que nos lleve de nuevo a la senda de la luz? y si aparece¿necesitará un pequeño escudero que lo acompañe? Me quedo un rato pensando en eso, en acompañar a ese héroe hasta los confines de la tierra.

Aysinoquieresprestarloestábien.  Pensó mientras la celeste se aferraba a su libro y no se lo compartía.  Pero continuó cantando, ahora más suave ya que la otra estaba hablado.

Al terminar de hablar bajó suavemente la canción hasta dejarla en un murmullo y levantó la mano como cohete.  ¡Yo ayudo a traducirlo!  Si alguien entre los gnomos había nacido con una habilidad extraordinara para traducir hasta el más oscuro lenguaje había sido Namib.  Era como una de sus bendiciones. 

Después, cuando la gente miró feo a los szish se paró frente a ellos, mirando a los demás, y adoptó una actitud de defensa, diciendo, retadora:  Y no los mireis a ellos mal, ¿eh?  Sólo porque son otra raza. ¿Es porque tienen cara de reptiles y ustedes de primates que los miran mal?  ¡Eso es racismo, y ustedes una bola de prejuiciosos!  Así comienzan los odios ancestrales, ¿eh?, y no por una profecía que se autocumple... una self-fulfilling prophecy... ¿eh? si, lo de la traducción era lo suyo.  

Paz y nos vamos entendiendo.  ¿Ustedes que piensan, amigos szish?

Magia, ceremonias, profecías... todas esas cosas con las que no esperaba encontrarme nunca, porque no era capaz de entenderlas y ahí estaban, todas juntas de golpe, haciendo referencia a lo que le había pasado al unicornio. Los murmullos eran inevitables, como también lo fueron las miradas a los szish allí presentes. Quizás ellos mismos no tenían nada que ver, pero sus congéneres ti que habían metido sus hocicos en esto, no podía ser de otra forma.

-Yo digo que derramemos su sangre hasta que bañe la tierra, como lo ha hecho la del unicornio -respondo a la pregunta de la gnoma que no paraba quieta ni dos segundos, refiriéndome a aquellos a quienes todos miraban, por supuesto-. Puede que de esa forma los dioses vean que intentamos poner remedio al mal que han causado. Además, ni siquiera deberían estar aquí -y no me importaba que sonara racista, era lo que pensaba de ellos y nadie podría quitarme mi opinión sobre ellos, como tampoco lo harían sobre los feéricos, aunque en este momento incluso ni me molestaba tenerlos tan cerca-.

Miró con detenimiento al tipo que decía haber perdido a su amada. Ese pañuelo... Una imagen no tardó en hacerse hueco en su memoria. Uno de esos wash. 

"No lo tengo que perder de vista". Aprovechando el desconcierto general por el despertar de la celeste se fue acercando para tenerlo bien vigilado. De momento prefería ser discreta, pero había puesto bien el oído. "¿Otra profecía que hablaba de la caída del unicornio? Eso no tiene que augurar nada bueno...". No pudo evitar morderse el labio meditativa. ¿Qué podría aportar ella, un ser que ni siquiera pertenecía completamente a una raza concreta? Era mitad y mitad, y como tal se sentía. Incompleta.

Sacudió la cabeza de lado a lado "no es momento de pensar en eso. Tengo que tener paciencia". 

Su sangre no será derramada en ningún lugar, ni en la Biblioteca ni en esta ciudad la voz de Re-Min llamó la atención de todos aquellos que sólo observaban a los hombres lagartos, que ya se estaban llevando las manos a las armas para defenderse del inminente ataque que iban a sufrir. No veo por qué no han de estar aquí, si se os ha invitado a todos. El tono de la celeste era duro, hasta se podría decir que estaba enfadada. Si se estaba dejando llevar por algún sentimiento de los allí presentes, no se podría saber, pero estaba claro que el comentario de Khazlian no le hacía ninguna gracia.

Según pasaba el libro a Namib, habló de nuevo, pero dirigiéndose a ella en particular. Me temo, pequeña, que ese odio del que hablas está dentro de nosotros, sólo que hay que aprender a respetarse. El odio que sentimos las razas de los Seis por la raza del Séptimo muchos rostros se asombraron de la osadía de Re-Min al pronunciar el nombre del Dios prohibido con tanta normalidad es algo que tenemos en nuestro corazón, implantados por los dioses. Y estoy convencida de que lo mismo les pasa a ellos.

Los sacerdotes del lugar estallaron en gritos y en insultos hacia Re-Min, que no modificó su rostro en ningún momento, mirandolos a todos, sin nada que temer. La pobre celeste fue insultada por todos lados, pero nada parecía hacerle mella. Cuando parecía que los ánimos se calmaban, ella sólo añadió ¿Acaso alguno de vosotros, que me insultáis, sois capaces de demostrar lo contrario? Escritos antiguos avalan mis palabras. ¿Y las vuestras? Los celestes nunca se habían considerado una raza bélica ni que le gustase meterse en problemas. Estaba claro que si Re-Min era la líder de todos ellos, era porque se salía de la norma, y era clara y totalmente sincera, sin temores a nada ni a nadie. Y os recuerdo que no estamos aquí para insultarme, si no para encontrar soluciones.

El silencio se hizo otra vez en la sala. Los ojos paseaban nerviosos de un lado a otro, mientras Namib y la bibliotecaria miraban el libro.

Si nadie más tiene algo que añadir, algo que pueda ayudar, daré por concluida la reunión hasta que podamos descifrar estas palabras. Os avisaré a los aquí presentes para que conozcais todos los detalles.

Re-Min estaba en lo cierto. El idioma del libro era un idunhaico muy antiguo, tanto que era casi incomprensible. Seguramente hicieran falta horas de estudios y consultas para descifrar todas las palabras.

Pero eso no quitaba que sí que pudieras entender ciertas partes, además de la que ella había relatado. En especial, había unas palabras que se entendían perfectamente, y Re-Min había olvidado...

Un sacerdote perdido quiso hallar la luz en un Unicornio... Pero la luz era oscura, y jamás podrá encontrar el regreso

¿Quería decir eso que un sacerdote se hizo mago? ¿Qué significaba que jamás podría encontrar el regreso?

A Namib le gustó que Re-Min hubiera mostrado fortaleza en defender a los Shizh.  Un frente común es mucho mejor que una sola gnoma.  Luego miró al del turbante negro, queriendole decir tantas cosas, pero mejor se aguantó.  Practicar la templanza era importante.

Espero a que todos salieran y se acercó a la bibliotecaria y Re-Min.  Disculpe, entre los gnomos nos quedan algunas palabras antiguas de Idhun todavía como marcas en nuestro hablar.  Y... y me pareció reconocer algunas de las misteriosas.  Mire, dijo señalando esa parte del texto, me parece que ahí dice:

Un sacerdote perdido quiso hallar la luz en un Unicornio... Pero la luz era oscura, y jamás podrá encontrar el regreso.

La luz se refiera a magia, ¿verdad?  "Luz oscura" es "magia oscura" entonces, y pareciera que una vez ahí no había vuelta del mal.  -Claro que lo "oscuro" como malo me parece un prejuicio muchas veces usado por los humanos, que prefieren el día y temen a la noche.-  Tocó su piel oscura y abrió sus ojos acostumbrados a las cuevas.  Prejuicios que se filtran al texto... pero eso no es lo importante.  Pensemos que fue una referencia a magia mala y ese sacerdote no pudo dejarla ya más.  ¿A quien se estará refiriendo? ¿Tienen ustedes alguna historia al respecto?

-Tengo que buscar respuestas- fue lo que le dijo al oído al chico feérico mientras miraba nerviosa a su alrededor. Estaba claro que estar encerrada entre cuatro paredes y con tantos libros (sin contar la cantidad de razas que habían allí) no era lo suyo. Comenzaba a parecer agobiada. 

-Quédate si quieres, por si dicen algo interesante con respecto a esas extrañas palabras. Nos veremos en el árbol donde nos subimos, ¿vale?- y sin más comenzó a escurrirse entre las personas tratando de llegar a la salida. Pero antes se acercó al chico que tenía problemas para encontrar a su amada. 

-Tú- le cogió por el brazo para llamar su atención -¿quieres encontrar a tu amada? Hablemos tranquilamente fuera de aquí. Hay demasiadas personas para mi gusto...

A pesar de que las primeras palabras de la sacerdotisa iban dirigidas a mí por haber soltado aquel comentario sobre la sangre de los szish, no me molestó ni los más mínimo. Yo había expresado mi opinión, como podría haberlo hecho cualquiera, sólo que fui yo quien puso voz a los pensamientos de muchos.

Por otra parte, ni el discurso que había soltado la líder de las celestes ni los gritos o insultos que se levantaron contra ella, me interesaban. Los escritos, profecías y demás no eran un tema con el que estuviera familiarizado, rezaba a Aldun y poco más, tampoco es que fuera un devoto seguidor del dios. No obstante me alegré cuando anunció el final de la reunión y que se nos avisaría cuando encontraran alguna respuesta, cosa que agradecí.

Busqué con la mirada a Shela, me habría gustado hablar con ella en privado o, al menos, sin tantos individuos cerca. Que fueran de una o de otra raza me daba igual, lo que me incordiaba era el número. Pero quizás tenía que atender primero lo que tenía delante.

-Aylandris -comencé- ¿quépiensashacerahora, nomedigasquetevasaquedaraquíesperandohastaqueShelatermine? Vámonosadescansarymañanaseráotrodía -le pongo una mano en el hombro a la pequeña-. Aquíyanohaynadamásquevereselmomentodequesereúnanyseapañenellos. Elrestonosesteraremoscuandonostoque.

Mi intención era conducir a la pequeña fuera de la biblioteca y, si era posible, llevarla hasta la posada donde habíamos descansado la noche de nuestra llegada. Pero claro, siempre podría resistirse y pretender quedarse aquí para no perder de vista a la maga.

¡Vale! digo a Ceya.

Visto que ya está todo acabado y no ha aparecido ningún héroe a quien intentar seguir, salgo de la biblioteca a tomar un poco de aire y aprovechando la multitud intento hacer negocio en la puerta a la salida de la biblioteca.

¡Limpia señor,limpia!

Aylandris observaba todo en silencio y miraba a unos y a otros, sorprendida por las reacciones de todos los seres ante las palabras de los demás. Era entretenido, pero no llegaba a entender que estaba pasando.

Se volvió rápidamente cuando sintió inesperadamente una mano sobre su hombro, para descuubrir que era Khazlian quien reclamaba su atención. Lo miró en silencio, se volvió a mirar a Shela y volvió a mirarlo-Herrecorridomuchoskilómetrosparaencontrarla, ¿ysimeseparodeellayelladesaparece? ¡Tendriaquevolveraempezarybuscarunnuevomago! ynosesiseráfácilencontrarotroquequieraayudarme -dijo viendo como la gente poco a poco iban abandonado la gran sala.

Temía perder de vista a Shela, pero le apetecía comer algo y descansar. Tenía mucha hambre y, como si su estómago hubiera escuchado a sus pensamientos, sus tripas se removieron pidiendo comida y ella puso sus manos sobre la barriga en un intento de calmarlas. Tendrían que esperar, no podía, ni queria separarse de la maga.

-Noquierosepararmedeella...

La preocupación de Aylandris era normal, la entendía perfectamente, había recorrido un largo camino en su búsqueda para finalmente perderla en un momento de debilidad. Lo estaba haciendo por su bien, y puede que un poco también por no tener cargo de conciencia en mitad de la noche. Me arrodillé para ponerme a su altura y empecé a hablarle con un tono que podía interpretarse como paternal, a pesar de que yo no tenía ni idea de eso.

-Notepreocupesnoiráaningúnladosinmíyteconvienecomeralgoyaquetustripasestánreclamandocomida. Yolatrajeysoyyoquientienequellevarladevueltaacasa, hagaloquehagatendráquecontarconmigoenelfuturonoseirásinti -y en ese momento asiento con la cabeza para la pequeña, puede que mis palabras la tranquilizaran y decidiera acompañarme-.

La gente comenzó a irse, sin haber escuchado prácticamente a Namib, que volvía a hablar con la celeste. Casi todos los que se marchaban miraban con odio a la raza de los szihs, que esperaron a que casi no quedara nadie para poder escapar de allí, no sin antes dar un siseo de agradecimiento a los celestes por defenderles.

Cada uno se movió y se hicieron pequeños grupos. Re-Min acarició la espalda a Namib para que la acompañara unos pasos más allá. Ceya, Kail y Drack eran de los últimos en salir del lugar, mientras que Entu y Meerelu se quedaban sentados, meditando sobre lo ocurrido. Aylandris y Khazlian, apartados, intercambiaban susurros mientras Shela se acercaba a ellos.

Yo iré a buscarte, pequeña fue lo primero que dijo Shela al llegar a la reunión que habían formado los dos de su misma raza. Acarició la cabeza de la muchacha al igual que había hecho Khazlian Te prometí que iría contigo, y así lo haré. Pero no es el momento. Quizá no consigas entenderlo... Pero la caída de un dragón puede ser un problema muy pequeño si esto no se soluciona, aunque no comprendamos del todo lo que esté sucediendo.

Al terminar estas palabras, miró directamente a Khazlian a los ojos. Éstos brillaron por el fuego de la magia, pero no era de odio, era de comprensión.

¿Comprendes lo que sucede aquí? ¿Entiendes que el ataque contra otras razas no es lo que se tiene que hacer en este momento? ¿Sabes la persecución que se va a hacer? Magos serán acusados, sacerdotes también. Y, por supuesto, todas las razas que tienen rivalidades. Lo que has hecho, no ha ayudado nada.

Mientras Kail volvía a su trabajo de limpiabotas, Drack y Ceya se detuvieron cerca de él.

¿Qué ocurre? ¿Qué sabes de ella? el yan alzó la mano para coger las de la muchacha, pero se detuvo, por temor a que huyeras. Su mirada era ansiosa, deseosa de saber qué ocurría en la mente de la joven

Cuando se hubieron alejado lo suficiente, justo para llegar a los cristales transparentes que separaban la sala de la Ciudad del Aire, Re-Min volvió a hablar.

Esas palabras no eran desconocidas para mí, pequeña. Pero hay que saber qué decir y cuándo decirlo sonrió a Namib de forma maternal, pero esa frase no era otra cosa que una pequeña bronca ellos no estaban receptivos, por eso no dije todo lo que entendí de sus palabras. Suspiró. Si la pequeña estaba interesada, ¿por qué no contarlo? Tarde o temprano se enteraría. Además, podía leer en ella las ganas de ayudar, algo que podía ser bueno... Pero quizá no tanto para Namib, si la curiosidad podía con ella.

Aunque es una traducción complicada, mucho, y hay mucho que estudiar, puedo decirte qué entiendo. Una criatura de los 6 se unió a las religiones, pero también recibió el Don. Quizá era el ser perfecto, porque unía todo lo que los dioses querían... Pero la oscuridad despertó en su interior. Piénsalo. La Iglesia y la Magia siempre han estado reñidas. Podía suceder dos cosas: O que le alzaran como a un semidios, o que le repudiaran. Y, en ambos casos, este ser decidió acudir al camino de la oscuridad. Ha combinado malas artes para crear a la criatura que mató al Unicornio.

Ya estoy en plena faena, cuando el tipo de antes hace amago de agarrar a Ceya. El tipo da miedito, de modo que no les quito ojo por si se pone pesado y tengo que sacudirle con la caja de zapatos en la cabeza ,y salir corriendo. Voy pensando eso mientras le limpio los zapatos a un cliente

Cuando el tipo le cogió de las manos, Ceya no pudo evitar hacer una mueca y apartarlas sin ningún tipo de delicadeza. 

-Entiendo que estés preocupado, pero no te tomes tantas confianzas- lo dijo con voz seca y dura. No parecía dispuesta a ponerse en el lugar del pobre chico que parecía tan apurado por encontrar a su amada. Eso sumado a su desagrado general por los yan hacía que lo mirase con desprecio y frialdad. Pero no salió huyendo, se quedó en el sitio plantada, cruzándose de brazos. -Si contestas a mis preguntas te diré lo que sé. 

De pronto algo brilló en sus ojos, tal vez algo de compasión. 

-El pañuelo- dijo simplemente. -¿Tu amada sabe utilizar magia?  

Al ver que Shela se sumaba a nuestra breve conversación, vuelvo a ponerme de pie pero aún junto a la pequeña. Atendí a las palabras que la maga le estaba dedicando a Aylandris, no esperaba menos de ella después de todo. Tenía su mal genio y lo sacaba fuera más veces de las que me gustaría, pero tenía buen fondo. La cosa no iba a quedarse ahí, pues también tenía para mí y lo entendí cuando sus ojos se posaron sobre los míos.

-Sólo le puse voz a los pensamientos de la mayoría -respondí quitándole importancia a lo que había hecho, justificándome con eso mis palabras-. Mientras no haya un claro culpable la especulación y los ataques serán algo constante. Mis palabras no habrán ayudado, pero no negarás que todo apunta a que ha sido cosa de ellos y su dios, ¿quién sino sería capaz de hacer algo así?